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sábado, 6 de julio de 2019

Cerezas, pero... ¡Cerezas Maduras!

No vale la pena lanzarse sobre las primeras preciosas cerezas que nos trae abundantemente Mayo si un poco más tarde están suficientemente maduras. Hasta las últimas, Pico Colorado, de primeros de Junio. Todas ellas inspiran alegría.
Como sabes, las primeras son las Lucinio, madrugadoras, de finales de Abril, en el encantador Valle del Jerte desde Navaconcejo a la Cabezuela. Y sucesivamente las otras 17 variedades, mollares o garrafales, que se distinguen por la clase, el tamaño, el rabillo, el color, la consistencia, la adherencia y, naturalmente, la maduración. Dicen que la Ambrunés es la más sabrosa. Pero todas son exquisitas, bien lo sabes, si se las lleva a su adecuado punto de maduración.    
Ante esta gozosa contemplación de un fruto tan atractivo, se me ocurre preguntarme: ¿Y qué nos cabe en el acompañamiento del mejor fruto de nuestra vida, nuestros hijos, naturales o adoptados? Porque si es evidente que la calidad de la educación no sólo se hereda sino que se recibe, ¿qué desvelo, estudio, sabio e inspirado seguimiento, oportuno acompañamiento, cálida y sincera estimulación de las cualidades vamos descubriendo debidamente?      
Hay padres para los que el fruto de su vida, los hijos, son ¡lo que salga! Un hijo que se siente maduramente querido por sus padres crecerá siempre libre, porque crecerá en un aire que respeta su personalidad, pero cálidamente acariciado por el sol del afecto. Un hijo sin el sol del afecto de su familia crecerá como crece el tupinambo, que puede hacerse gordo, pero que es un poco triste.

miércoles, 26 de junio de 2019

Cuvivíes y Ozogoche: una vida de esfuerzo y excesos.


Como sabes, los Cuvivíes tienen más nombres: Bartramia longicauda, Zarapito ganga, Correlimos batitú, Scoloprácida batitú… Y tienen el acierto de reproducirse y crecer en tamaño y fuerza en Estados Unidos para poder veranear en el Sur de América.
Para ello hacen cada año un largo viaje, sin parada ni fonda, en Julio y Agosto, y llegan en Septiembre a las metas soñadas: el Parque Nacional de Sangay del Ecuador a 3.500 metros sobre el nivel del mar. Y mueren a cientos al lanzarse “en picado” a un baño reparador en las aguas, si no heladas, sí heladoras, de las altas lagunas ecuatorianas. El corazón no soporta tantos excesos. Y allí acaba su carrera.
Su vida y sus costumbres nos quedan muy lejos, parece. Pero me aventuro a pensar que algunos jóvenes padecen del mismo mal. Una vida de esfuerzos en muchos sentidos: aguantar la imposición de padres y maestros; dedicar tiempo a cosas que ni les van ni les vienen, como son las que enseñan libros odiados y sin sentido; sufrir la horrible férula intelectual del estudio y del repaso; lidiar en los exámenes la embestida de unas preguntas para las que solo tienen, si acaso, una leve idea; renunciar a las libertades a las que se sienten llamados por la Naturaleza; tragar que otros que parecen más tontos, se adelanten en resultados y cimas como si ellos no mereciesen lo mismo …
Fallan los cimientos de la formación, las bases de la educación. No se ha descubierto la grandeza y la felicidad del hogar en el que cada uno aprende y asume para cada momento de su vida un quehacer propio. No se ha enseñado que el esfuerzo no es un castigo, sino una condición sin la que nada es posible construir, ensamblar, consolidar.
La alegría del deber cumplido debe ser de la primera que se enseñe a gozar. Engordar para lanzarse a un vuelo que acaba en un insensato lanzamiento en el placer ni es inteligente ni arrojo.
La sonrisa inteligente de los que caminan, ¡juntos!, por la senda debida, a pesar de los esfuerzos, renuncias y sudores, es la muestra más auténtica de que el hogar y el centro educativo aciertan con el tino, el estilo, el tiento, el aire de la mejor sabiduría. 

domingo, 9 de junio de 2019

Plantas insectívoras y Sana Conversación.

Tal vez conozcamos poco de las mal llamadas plantas carnívoras. Y  las consideremos molestas, feas o inútiles en nuestra vida. Y acaso también comentemos  que no tienen sentido en lo diario de nuestro entorno. Pero tal vez igualmente ignoramos que pueden sernos útiles en nuestra existencia diaria en las temporadas de calor y frecuencia de insectos molestos. Hay culturas en las que son plantas de presencia constante y de precio muy asequible. Ocupan poco espacio en un balcón o en el interior de casa. Y son guardianas del aire, porque su dulzura atrae más que nuestro sudor y porque sus lentas, pequeñas y eficaces garras acaban con esas visitas indeseadas.     
Hay en otro ámbito de nuestra vida (las relaciones, las visitas, las conversaciones…) otro mundo de insectos maléficos o, al menos, molestos que pican, inyectan veneno deformante, provocan actitudes de molestia, rechazo, exclusión… para el que debiéramos siempre estar preparados y preparar.
El cotilleo, la murmuración, el despecho, el comadreo, el chismorreo… constituyen el alimento normal de algunas personas y de algunos grupos de personas. Es triste. Porque si cada palabra es un tesoro que entregamos a otros con el que podemos hacer más sólida la amistad, más firme la cercanía, más sabia la mirada hacia el mundo y la historia, sucede que algunas veces (¡menos mal si solo son algunas!) convertimos nuestros encuentros en una sentina a la que acuden inevitablemente esos insectos parásitos del espíritu.         
¿Hay plantas carnívoras para ese mal? 
Una conversación en la que la amenidad, el buen gusto, la referencia interesante a la historia menuda o grande, lejana o muy próxima, rica de experiencia y de gracejo queda convertida en un proceso de construcción de criterio, respeto y educación es un regalo que siempre podemos acoger o dedicar.
Los que intentamos formar para el futuro, debemos tener muy presente esa dimensión privilegiada de la conversación para acercar sabiamente a ella a los que, detrás de nosotros, van a ser constructores, ¡ojalá!, de un mundo cada día más noble, más respetuoso, más sensato, más luminoso.

viernes, 17 de mayo de 2019

La vida en juego.


A la entrada del tren en una estación de una ciudad de nuestra querida Europa sucedió, hace pocas semanas, lo que sigue. Anochecía y un grupo de muchachos como de 13 a 15 años jugaba, según parece, como otros días.
Alguno del grupo se ofrecía a esperar la llegada del tren de las 19,18 tendido entre los carriles para levantarse en el momento oportuno. Aquel día uno de ellos, de 13 años, según parece, lo hizo muy bien. Saltó en el momento oportuno entre aplausos del grupo. Para el tren siguiente, otro de ellos, de 15 años, comenzó el reto echándose cuando vio que llegaba; pero no pudo lanzarse a tiempo y el tren lo destrozó.       
Al de 13 años hubo que llevarlo al hospital en estado de shock. 
Era un juego. Pero un triste juego, para el que caben muchas preguntas de muy diversa índole. Por ello esta reflexión no va dirigida a los padres cuyos hijos juegan en las estaciones, sino a todos los padres cuando los hijos empiezan a encararse con los muchos juegos que ofrece la vida.   
No son menos mortales los contagios de ocurrencias aprendidas de amigos (¿amigos?) que hacen ver lo vistoso de lanzarse a los muchos juegos de diversión o pasatiempo que envenenan el criterio de los adolescentes. Adolescente es el joven que adolece de la falta de madurez de juicio, de voluntad y de decisiones personales. Decidir es un ejercicio continuo y necesario que debe ir aprendiéndose sabiamente. 
Para eso la vista atenta del padre en ese difícil mundo de las decisiones, la cercanía oportuna y equilibrada cuando se intuyen posibles desorientaciones íntimas o de relación, deben ir dando a la vida de los hijos el acierto, la firmeza y el agrado de acertar con lo mejor.

martes, 7 de mayo de 2019

Ustedes perdonen.


La noticia no es noticia porque, además de ser pequeña, ya no te es noticia si ya la conoces, pero nos sirve para compartir una reflexión, muy corriente y oportuna.
Una mamá coreana viaja de Seúl a San Francisco con su primera hija, Junwoo, que tiene cuatro meses.  Y tiene un temor: que la niña llore y moleste a los compañeros del largo viaje que deben hacer. “Compañeros” porque van juntos, pero desconocidos y probablemente de muy diferente talante y de variado aguante, de día y especialmente de noche, si la niña se expresa como una niña de cuatro meses y llora.
La joven mamá preparó –leo– varios cientos de bolsitas con dulces y tapones para los oídos y los repartió entre los viajeros. Quiso así pedir disculpas anticipadas por las posibles molestias que pudiera causar su hijita y aliviar la molestia de su posible llanto.
Los pasajeros se expresaron con mucho agrado por viajar con una preciosa criatura, pero afirmaron que no era preciso el gesto elegante de la joven mamá.
Coincidieron los que al leer esta simpática noticia lo comentaron en sus glosas de internet, pero algunos añadieron que es muy frecuente que nos quejemos por alguna nadería que se nos hace insoportable, solo porque no nos gusta. O que la tolerancia ante lo que nos desagrada es más frecuente de lo que debiera darse. 
Es verdad que en nuestra condición de formadores y de conciudadanos debemos orientar y criticar lo que nos parece injusto, egoísta, hiriente, inmoral, desaprensivo…. Pero en la conversación (o en la discusión o en la manifestación de nuestras entretelas) debiéramos ser y enseñar a ser más pacientes, tolerantes y comprensivos para permitir que no se nos escape la oportunidad de corregir yerros.

jueves, 2 de mayo de 2019

Cosas Viejas... pero admirables.

Salamanca (y no solo Salamanca) tiene dos catedrales.
Conviven ambas, como dos hermanas que se llevan bien o como una madre y una hija, una junto a otra, con su inapreciable riqueza cada una. Junto a la mal llamada vieja, “¡preciosa, cargada de vida y de historia!”, hay una serie de estancias o capillas que están en proceso de restauración. 
En la de Santa Bárbara (que primero fue un lugar de enterramiento y después, durante siglos, de la ceremonia de colación del grado de licenciado) se han descubierto, ocultas por un retablo renacentista, unas notables pinturas murales góticas del siglo XIII. Para conservarlas de manera que se puedan contemplar, se ha ideado un oportuno sistema de superposición deslizable que permite ver ambas obras. 
Hechos como este despiertan, en cualquier persona sensible como tú, modelador de la personalidad de un niño, de un muchacho, de un joven capaz de abrirse a la realidad hermosa de la historia, pasada, presente y futura, la necesidad de que piense y sienta que si no es verdad que cualquier tiempo pasado fue mejor, sí es verdad que los hombres del pasado y que el pasado de tantas mujeres y hombres ha dejado una estela admirable de bondad, grandeza, belleza, creatividad, pasmo ante lo hermoso, respeto ante lo ejemplar que debemos conocer, admirar, imitar y si es posible, prolongar. 
La expresión “¡Bah!: eso es viejo” es tan frecuente como el número de los mentecatos (recuerda: mente captus, tocado de la azotea). Y como esa es una enfermedad que se puede prevenir o curar con la educación de la sensibilidad, del atractivo de lo realmente bello, de la grandeza de lo valiosamente (y a veces dolorosamente) heredado, vale la pena seguir modelando personalidades sensatas, equilibradas, generosas en la apreciación de lo que las rodea.

lunes, 22 de abril de 2019

Sacar petróleo y... ¡VIDA!


Durante cincuenta años la compañía petrolífera Eilat Ashkelon Pipeline Company había prohibido, para tutelar sus intereses, llegarse a una franja de mar (cercana a la ciudad turística de Eilat, de admirable playa), donde está el oleoducto de la empresa. Hace algo más de un año la Compañía decidió recomponer la estructura de su presencia (por decirlo de algún modo) y actualmente permite acceder a aquel lugar, con lo que se ha ampliado notablemente el espacio del sorprendente atractivo turístico. .
Y se ha ampliado gozosamente (y descubierto también en los parajes hasta ahora prohibidos) un paraíso submarino de algas, corales, peces, delfines… al alcance de la vista y de las manos respetuosas.
Son una imagen y una decisión que representan el posible paraíso en el que se despliegan los esfuerzos de nuestra educación. Es imposible o, a lo más, raro o difícil, que de una educación que regala amistad, cercanía, afecto, interés, generosidad, entrega, aprecio, paciencia, exigencia, comprensión, constancia, seguimiento, honradez, amor, confianza, optimismo, dedicación, presencia, altruismo…, todo eso y mucho más, no brote un fruto sazonado, sano, fuerte y estable.
Tal vez esta noble tarea de educar sea una de las que más deserciones padecen, más abandonos se produzcan y más desilusión hagan brotar. Buenos, de verdad buenos educadores hay pocos porque hay pocos valientes que hayan aceptado de verdad el oficio más oneroso, más noble y de frutos más imperecederos que existan. 

martes, 2 de abril de 2019

¿Ayudar a Dios?


Pedro Bloch, nacido, como sabes, en 1914 en Jitomir del Imperio Ruso (ahora Ucrania), médico, periodista, compositor, escritor, afincado en Brasil, donde murió en 2004, refería en uno de sus libros su encuentro con un muchachito singular al que le preguntó: “-¿Rezas a Dios? –Sí, todas las noches. -¿Y qué le pides? –Nada. Le pregunto si puedo ayudarle en algo”.
Y Bloch lo consignaba para lección, no siempre aprendida, de nuestra vida. 
Aquel niño no había leído, sin duda, el capítulo segundo del libro del Génesis, es decir, de la Creación: "Tomó Yahveh Dios al hombre y lo puso en el jardín de Edén, para que lo labrase y cuidase".
Pero su respuesta era la de quien sabiamente sabe cuál es el destino del hombre sobre la Tierra: labrarla y cuidarla, es decir, ayudar a Dios en algo. Y aquel niño le pedía a Dios que le dijese cuál era su tarea para el día siguiente.
Nos pasamos la vida rezando (o sin rezar porque nos parece que no sabemos, que no hace falta, que para qué) y pidiendo, porque creemos que Dios, “que todo lo puede”, puede darnos lo que nosotros deberíamos cultivar y cuidar en esta vida en la que nos ha dejado como actores.
Nos quejamos de lo que no nos dan, olvidando la sabiduría del que dijo que “es mejor dar que recibir”. Nos quejamos de que el campo no está bien cultivado, mientras que mantenemos muchos surcos del nuestro en barbecho. Nos ejercitamos en el noble arte de discernir, comentar, criticar… y hasta herir. Pero rechazamos que otros nos digan que somos unos vagos, descuidados e irresponsables.
Nuestro papel de educadores lleva consigo la lección, a nosotros mismos y a los destinatarios de nuestra noble misión, la convicción de que somos dependientes, pero sin descuidar la de que hay mucho campo que depende de nosotros y queda a la espera. 

sábado, 23 de marzo de 2019

Un canal de plástico.


El mal que contemplamos en esta imagen, tomada de un video hecho en Manado, Indonesia, no es un mal único o extraño. Todo eso y todo lo que escupen los muchos ríos de plástico que van a ahogar a los océanos, son una amenaza evitable y un reflejo aturdido de nuestra conducta, la de los hombres, vergonzosa.
Sesenta kilómetros más al Sur se retiró del agua, hace cuatro meses, una ballena muerta, con seis kilos de plástico en el estómago.
Ocean Conservancy, organización no gubernamental con sede en Washington, asegura que China, Indonesia, Filipinas, Vietnam y Tailandia arrojan al mar el 60 por ciento de los residuos de plástico que hay en los océanos. Indonesia, que trabaja contra esta plaga, es la segunda, después de China, en esta contaminación.
El mal mayor, sin embargo, está en la cabeza y en el corazón  de los que contribuimos a este asesinato de la Naturaleza. Nuestra indiferencia (pensemos en la  de nuestros hijos y educandos) lleva a nuestras manos un instrumento asesino sin pensar que lo es. Es el primer fallo en nuestra educación, la propia y la de nuestros dependientes.
“¡Si no mancha!, ¡Si no corta!, Si no pesa nada!...”, es una respuesta insensata (porque no pensamos) y criminal (porque aceptamos la propia complicidad) sobre el hecho de la muerte lenta (más o menos lenta), imparable (ahí y en muchos otros sitios están los instrumentos con los que convivimos alegremente mientras el cadáver de la Naturaleza, sin hedor, brillante, ligero… nos acusa de indolencia, vagancia y egoísmo insensible. 

miércoles, 13 de marzo de 2019

Göbekli Tepe, Observatorio del Tiempo.


Sin duda sigues con atención todo lo que sucedió, sucede o puede suceder en este mundo (llamado así por ser limpio), cosmos (llamado así por ser bello), universo (llamado así por abarcarlo todo).
No eres el único. Hace ya casi once mil años en Turquía, hombres de curiosidad, ciencia e inquietud quisieron dejarnos unos pilares de piedra con su testimonio de los efectos de un enjambre de fragmentos de cometas que provocó una edad de hielo conocida como Dryas Reciente o Joven Dryas (Dryas es, como sabes, el nombre de una atractiva y pequeña flor fanerógama de ocho pétalos blancos que crece en lugares altos de montaña).
Un pilar llamado Piedra del buitre muestra en el conjunto de Göbekli Tepe, tallados, animales presumiblemente relacionados con las constelaciones y nos sirven para una sencilla reflexión sobre nuestra vida y nuestra historia, nuestro hoy y nuestro mañana, el hoy y el mañana de nuestros destinatarios.
¿Dedicamos algún tiempo de nuestro siempre escaso tiempo para reflexionar sobre el tiempo y los acontecimientos que en ellos nos han de venir? No deben caber en nuestras expresiones, porque no lo han permitido nuestras observaciones, intuiciones,  decisiones e intervenciones frases como éstas: ”¿Cómo lo iba a suponer yo?”, “¡Nunca lo hubiera pensado!”, “¡Si lo hubiera sabido…!”…
Y sin embargo, nos toca hacer de adivinadores del futuro en medio de la contemplación del presente.          
No podemos ignorar ni los fragmentos de cometa que van labrando la personalidad de nuestros hijos, ni las constelaciones sociales entre las que se mueven, ni los efectos notables que dejan huella en sus juicios, opciones y actos.   
Dicho de otro modo más corto: Debemos acompañar a quien está creciendo con interés, tiento, respeto, tacto, calor de afecto y apertura incondicional de amigo.    

domingo, 3 de marzo de 2019

Sagunto: ¡Arrasado!


Tito Livio, el eminente escritor-historiador de Roma recordaba dos siglos más tarde (Historias XXI,7,1) acerca del año 219 aC: Mientras preparan y consultan sobre ella, Sagunto ya estaba arrasada.
Recordaba que el general Aníbal Barca había sitiado la ciudad, había luchado contra sus defensores (¡y habitantes!) ocho meses y, por fin, la había conquistado y arrasado totalmente.
Abreviando a Tito Livio se solía decir “dum Romae consulitur” (mientras en Roma se discute) que nos viene bien tener presente para nuestra vida de cada día veinte o veintitrés siglos después.          
Todos hemos sido testigos pacientes o actores impacientes de discusiones que no conducen a nada. De ellas sacamos algunas conclusiones como éstas. “Con fulano no se puede discutir. Siempre quiere salir con la suya…” . “Fulanita es inaguantable… Parece que habla solo para discutir”.
Discutir significa originariamente, como se sabe, sacudir. Hoy se usa con el deseo de que se convierta en discernir, separar lo cierto de lo incierto, reparar y obtener de los aspectos del tema que se trata la verdad para concretar una salida beneficiosa, práctica.
Pero hay personas que lo que necesitan es tomar la acción del verbo en su origen y convierten una conversación en una sacudida continua.
Ignoran tal vez que conversar es verter en común lo que se piensa, se desea o se pide y en vez de diálogo, que significa algo así como el ejercicio de ofrecer y regalar palabras que reflejen el calor del propio espíritu y no el asedio saguntino que logre arrasar al que se tiene, no como amigo, sino como contrincante. 

martes, 26 de febrero de 2019

Un precioso caballo dorado.


Los romanos no pudieron hacer de las tierras habitadas por las tribus germánicas una nueva provincia romana. La historia nos recuerda, por ejemplo, que, al intentar crear esa deseada provincia al Norte y Este del Rin, los romanos perdieron quince mil hombres en la batalla de las selvas de Teotoburgo el año 9 dC. Esto les hizo resignarse y establecer una red de fuertes que, durante tres siglos, fueron la frontera Norte de su Imperio.
En el de Waldgirmes, cerca de Frankfurt, un labrador encontró hace muy pocos años, en el fondo de un pozo, la preciosa cabeza que vemos arriba. Era de un caballo de bronce bañado en oro. Pesa 13 kilos y se valoró en casi dos millones de dólares.   
Aquel hallazgo provocó, como es natural, una intensa campaña de búsqueda por parte de la Comisión romano-germánica del Instituto arqueológico germánico. El fuerte había albergado, además de los espacios dedicados a los soldados, talleres de cerámica y madera, y estaba dotado de tuberías de plomo para el agua corriente.  
¿De qué nos sirven noticias como estas? Se me ocurren varias lecciones. Por ejemplo: la cabezonería no debe ser nunca la fuerza que me mueve. Y  cuántas veces lo es: por amor propio, por capricho, por llevar la contraria, por no dar el brazo a torcer, por quedar bien…! 
Otra lección que me puede resultar positiva es la de dar atractivo, belleza, un cierto aire de frivolidad o alivio a deberes penosos que no hay más remedio que asumir. Alternar el esfuerzo y la distensión puede ser una actitud sabia y buena compañera en el viaje de la vida y de sus obligaciones.           
Lo pasado no ha dejado de haber sucedido. Que el pasado me importe, y de él o en él me valga, o me recree es un sano ejercicio de distinción, juicio crítico, aprendizaje, escarmiento, estímulo, maduración del ejercicio de mi discernimiento y de mis opciones. Y sobre todo (y esta es la intención de estas pobres líneas), todo ello un buen servicio en la escuela para el crecimiento de la personalidad de mis jóvenes compañeros de camino.     

jueves, 21 de febrero de 2019

ULURU o... Ayers Rock.


ULURU llaman desde siempre los anangu, aborígenes de Australia, a este monolito que les viene desde el Cámbrico, formado por feldespato y sales de Hierro, al que William Gosse, el primer occidental que subió a él en 1873, le dio otro nombre, Ayers Rock, que era el del primer ministro de Australia en aquella fecha.
Es, como sin duda sabes, una enorme roca de 349 metros de altura y 8 kilómetros de perímetro, en el centro de Australia, rodeada por cuatro desiertos y “surgida en la época de los sueños del pasado, presente y futuro”, en cuya cima, dicen, vive una serpiente pitón, centro de fe de la cosmogonía de los aborígenes: “los hombres hicieron la Tierra y la Tierra hizo a los hombres”.
La solidez de esa roca y la de la fe de los que la veneran puede servirnos para cotejar con ella la firmeza de nuestra historia colectiva, familiar y personal. Porque es el caso que esta historia personal y colectiva, que es la que de verdad nos interesa, necesita de un repaso a fondo.
¿Estamos satisfechos de la claridad y altura de miras, de la entereza de voluntad, de la firmeza, nobleza y grandeza de las convicciones y el carácter con el que se van modelando nuestros hijos, nuestros educandos? No podemos estar esperando “a ver lo que sale”. No podemos rendirnos a la idea de que “nos ha tocado” vivir una etapa de la historia en la que hay que rendirse ante la marcha del mundo. Eso es, naturalmente, lo cómodo, lo que creemos que cohonesta el esfuerzo que aplicamos para que crezcan con una aceptable dignidad en medio de un aire en el que dignidad y apariencia se confunden.           
La inmensa alegría de haber volcado ilusión, cercanía, afecto, propuesta de metas sucesivas y crecientes, seguimiento eficaz y respetuoso, análisis del camino que se va haciendo, de las dificultades que presenta, de los medios que se aplican para hacerlo vida y, sobre todo, el ejemplo de esa vida y de entusiasmo deben mantenerse enhiestos para que el fruto conseguido sea un fruto sazonado. 

sábado, 16 de febrero de 2019

El Tambora de Sumbawa.


El Tambora es un volcán de 2850 metros de altura en la isla de Sumbawa, Indonesia.
Su máxima actividad conocida la tuvo el 10 de abril de 1815: arrojó 160 kilómetros cúbicos de material volcánico y causó la muerte inmediata de 71.000 personas. Provocó anomalías del clima en todo el mundo en 1816, “año sin verano” y sin cosechas. Con sus cenizas a más a 10 y 30 km de altura durante años produjo nieve de junio a septiembre  en Estados Unidos y Canadá y epidemias de tifus en el Sureste de Europa y en el Este del Mediterráneo.
En la historia de las personas nada de lo que sucede queda sin consecuencias. Ni nada de lo que hacemos. Hasta un gesto sin aparente relieve en una madre o un padre, en un educador se puede convertir en una actitud de reserva, en una conducta de apartamiento, en un vacío a todo lo que provenga de él, en una vida llena de resabios y desquites, de soledad interior, de desconfianza general y profundamente creciente.
Basta haber tenido la confianza de uno de nuestros jóvenes amigos tocado por una desafortunada intervención paternal (¿paternal?), para apreciar la hondura de ese mal. Y si por herencia o venganza continúa esa cadena de conductas torpes y egoístas, nos damos cuenta de por qué en nuestra cercanía familiar o en nuestra más o menos vecina sociedad advertimos en algunos de nuestros “amigos” amarguras, decepciones, desánimos, necesidad visceral de revancha… 

domingo, 20 de enero de 2019

La Flota de Calígula.


Como sabes, el joven emperador Calígula hizo construir, junto al lago de Nemi (celebrada por sus fresas), a unos veinticuatro kilómetros de Roma dos (o tres, pero el tercero no ha aparecido) lujosos barcos o algo parecido (de 73 y 71 metros de largo o eslora) para honrar a Diana en uno y celebrar fiesta en el otro.
Calígula (Cayo Julio César Augusto Germánico), emperador durante cuatro años (le asesinaron a los 29 años en el año 41) no pudo disfrutar mucho de aquel sueño. Y el Senado decretó, a su muerte, disipar su memoria. Y los barcos fueron al fondo.      
Los siglos recordaban el hecho y en ellos hubo intentos de recuperarlos. En 1928 Mussolini ordenó desecar el lago con un esfuerzo colosal y llevar los restos (después de reforzarlos por su vejez) a un museo construido al  efecto (1936). Pero el 31 de mayo de 1939 un incendio fortuito o provocado los convirtió en ceniza.
Los hechos narrados se me ocurren como una sólida invitación a contemplar la historia. Sí, es verdad, lo puedo hacer con tantos jirones o jalones de historia como se nos vienen a la memoria del pasado y, sobre todo, a la mente del porvenir.
Pero la contemplación de la historia (el pasado, el presente, el porvenir que le tejen) de los que me interesan, porque me los han confiado, debe ser una sana obsesión que haga arder toda mi vida. El proyecto lo llena todo: ¿Hacia dónde? ¿Con que pasos? ¿Con qué ayuda? ¿Con que convicciones? ¿Con cuánto entusiasmo? ¿Con qué seguimiento? ¿Con que cercanía? ¿Con cuáles respetos?

jueves, 10 de enero de 2019

Pinturas de Alta (Noruega).


La Humanidad goza con el patrimonio histórico y artístico que ha heredado desde el principio de la obra de los hombres. Uno de esos depósitos se encuentra en Noruega, en el municipio de Alta, en las orillas del Altafjorden, y se extiende por los espacios boscosos y la meseta de Finnmarksvidda. Allí un río, el Altaelva, ha formado a lo largo de los tiempos, desde la meseta hasta el fiordo,  uno de los más grandes cañones de Europa.
Las pinturas son, si no las más numerosas del mundo (tres mil en cinco puntos distintos) son casi las más, después de Chiribiquete. Son un recorrido sobre la vida de estas gentes que vivieron hace seis mil años y que se descubrieron hace menos de cincuenta.
La firma de nuestros antecesores es sagrada. Nos puede parecer ingenua, machaconamente repetida, muda, ya que no sabemos qué han querido decirnos. Pero esto sucede igual en la vida que llevamos adelante en el hoy y en la que no entendemos la lengua con que los hombres se expresan, que no debe preocuparnos si el lenguaje es inasequible.
Pero sí debemos vivir de modo que nuestra palabra construya. Que no sea un instrumento punzante en nuestras relaciones. Que quien nos oiga quede con el gusto y el deseo de volvernos a oír. 

sábado, 5 de enero de 2019

El Hummus: ser Yo mismo.


Como sabes, el hummus nos viene del antiguo Egipto, a través de los árabes, que lo consumieron tradicionalmente durante siglos. En Norteamérica (y con ese nombre cuyo origen tú conoces, aunque yo supongo que es el habitual árabe) se puso de moda hace unos años. Tan de moda que, aseguraban los entendidos, su adquisición pasó de una inversión de 5 millones de dólares a 530 en quince años.  
Descubrieron su riqueza alimenticia y su aportación de sustancias enriquecedoras de la salud como proteínas, hidratos de Carbono, ácido fólico, Omega 3 y su ayuda en regular la hipertensión, su efecto diurético, su abundancia en fibra… 
Como muy bien sabes, el hummus no es sino el garbanzo, el humilde garbanzo, el bienhechor garbanzo de generaciones y generaciones...
Ahora reflexiono sobre la moda. Moda es “lo que se lleva”. Para algunos de nosotros el garbanzo no fue moda, sino necesidad. Y acierto por todo lo expuesto. 
La moda, en cambio, es el fruto de la pérdida de mi personalidad. Hago esto, llevo esto,  compro esto porque… no voy a ser menos. Pues eres menos, menos tú mismo. Usas la decisión de los demás y dejas de decidir tú. Crees que te consideran raro si no sigues la corriente, aunque el raro es el que la sigue, porque de algún modo deja de ser el mismo para convertirse en elemento de una masa igual.     
Educar en este sentido es afianzar la convicción de que la persona se labra con criterios propios acertados, con decisiones propias adecuadas, con tenacidad propia inteligente.

lunes, 31 de diciembre de 2018

Un Hotel de muchas Estrellas.


Leí hace algún tiempo que los hermanos gemelos Frank y Patrik Riklin habían ideado un hotel a 1700 metros sobre el nivel del mar, al aire libre, de muchas y con muchas estrellas, las infinitas estrellas que permiten dormir bajo su encanto y dejándose mirar por ellas antes de conciliar el sueño.
No he sabido más que lo de aquella primera noticia del Null Stren Hotel (creo recordar que ese era el nombre) con una sola suite al aire libre por 300 dólares. Y que tenían ya cubierto todo el año 2017 con 1300 peticiones desde todo el mundo.
También manifestaban que con ello denunciaban las contradicciones del mundo moderno.
Y me preguntaba al leerlo y me sigo preguntando si hay algún camino y alguna experiencia que sirva para curar alguna, una sola, de las contradicciones del mundo moderno. Pienso que nada hace cuerdo al necio. Pero también que quien vive el gozoso oficio de la educación y de la formación tiene en su mente y en su corazón un instrumento precioso para orientar el sentido vital de quien forma para que piense, ame, proyecte y programe siempre con ese sentido común que guía a las mujeres y a los hombres capaces de construir un acogedor mundo mejor. Otras lenguas lo llaman buon senso, bon sens, savvy, Menschenverstand… que no es mejor que común, aunque común puede confundirnos con lo de todos sabiendo como sabemos que no todos lo tienen.

miércoles, 26 de diciembre de 2018

Gracias Dinosaurios!


Como sabes, dinosaurio significa algo así como lagarto forzudo. Pero George Poinar Jr., profesor emérito del College of Science de la Universidad  de Oregón, nos invita a agradecerles lo que sigue.
Un Triceratops o un Tyrannosaurus rex, hace cien millones de años, las hicieron caer al pasar y mover una Araucaria sobre ámbar, donde han quedado hasta ahora con el mismo aspecto que tenían cuando cayeron.
Son pequeñísimas, de 3 a 5 milímetros, pero son testigos de un mundo lejano en el tiempo que nos regalan fragmentos venerables de vida lejanísima.
Es una buena lección para grandes y chicos. El legado, las vivencias, triunfos y fracasos, lágrimas y lecciones de la historia no pueden ser sin más, realidades que se hayan desvanecido en la nada.
Me refiero especialmente al tesoro del ámbar que encierra la lectura que tan poco y tan mal se educa y se practica. Al alcance de todos están los chorros de vida del pasado que nos han dejado hombres recios, sabios, pensadores, experimentados, sufridores que se nos acercan con humildad y acierto para despertar en nosotros respeto e interés hacia los que nos han precedido en la lucha, el dolor, la desesperación, la ternura, la vida...
Recordando libros tan dispares, tan atractivos y tan ricos como El collar de la paloma de Ibn Hazm, Fouché, El candelabro enterrado, El mundo de ayer de Stefan Zweig, La Biblia en España de George Borrow, Un puente sobre el Drina de Ivo Andric, De cómo los griegos somos nosotros de Manuel Rabanal, María Antonieta de Nicolás González Ruiz… de los que guardo la experiencia del agrado de jóvenes a los que sugerí alguna vez su lectura. 

domingo, 16 de diciembre de 2018

Inclinada: ¿Se caerá?


Llaman Plaza de los Milagros a la que en Pisa alberga la historia y la belleza de varios monumentos inigualables. La llamada Torre de Pisa no es una torre sin más. Es, como sabes, el campanario de la catedral dedicada a Santa María en su Asunción.
En Pisa hay otras dos torres inclinadas, aunque ésta es la que tiene la fama y se lleva el sobrenombre de inclinada. A las otras dos (el campanario de San Nicolás con una inclinación de 2,5º y el de San Miguel de los Descalzos con 5º) se les hace menos caso.
¿Qué pasa en Pisa que las torres se inclinan? Cuando el 9 de agosto de 1173 se puso la primera piedra, su “padre”, Bonnano Pisano, miró con sus ojos soñadores los 56 metros de los siete pisos de su sueño, pero no se fijó tanto en que su obra (que iba a acabar Tomás de Andrés Pisano dos siglos más tarde y que pesaría 14.453 toneladas) no podía soportar su gloria sobre un terreno arcilloso sin suficiente cimentación.
En 1990 su pendiente era de 6 grados. Y se empezó a poner remedio: tirantes de acero y contrapesos de plomo hicieron posible que la inclinación se redujese a menos de 4 grados.
Y como no es arte, historia o turismo lo que nos trae a esta página, va bien añadir unas líneas de reflexión muy sencilla pero que deberían convertirse en convicciones y actuación.
¿Qué ha pasado con esos hijos, con esos muchachos para los que hubo un proyecto perfecto, que tanto prometían y que acabaron un poco o un mucho torcidos?
Crecieron desde sus cimientos sobre arcilla: engreimientos: “¡Qué guapo!”, “¡Qué listo!”, “¡Qué gracioso…!”, complacencias, concesiones, descuidos, desinterés por sus pasos, lejanía de afecto y amistad, ignorancia sobre sus amistades, aficiones, estudios, costumbres… “¡Ya es mayorcito!”, “Ya sabe lo que tiene que hacer”, “No debo coartar su maduración y crecimiento”, “Él sabrá lo que hace”, “Bueno, eso no tiene mucha importancia”. “¡Que me dejen en paz!”.
“¡Tener un hijo es una gran responsabilidad!”, “¡Aceptar ser formador es un deber sagrado!”… Pero no enterarse del piso que pisan, de la arcilla que los va hundiendo poco a poco en la mediocridad, en parecerse a un amigo que es muy brillante pero que carece de solidez moral, permitir de hecho lo que se prohíbe de palabra… son trampas sobre las que hay que prestar atención serena y decisivamente. Y nunca dejar de ser ese amigo honrado que es un padre y un auténtico educador que acompaña siempre, que alienta siempre, que eleva siempre.