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sábado, 5 de enero de 2019

El Hummus: ser Yo mismo.


Como sabes, el hummus nos viene del antiguo Egipto, a través de los árabes, que lo consumieron tradicionalmente durante siglos. En Norteamérica (y con ese nombre cuyo origen tú conoces, aunque yo supongo que es el habitual árabe) se puso de moda hace unos años. Tan de moda que, aseguraban los entendidos, su adquisición pasó de una inversión de 5 millones de dólares a 530 en quince años.  
Descubrieron su riqueza alimenticia y su aportación de sustancias enriquecedoras de la salud como proteínas, hidratos de Carbono, ácido fólico, Omega 3 y su ayuda en regular la hipertensión, su efecto diurético, su abundancia en fibra… 
Como muy bien sabes, el hummus no es sino el garbanzo, el humilde garbanzo, el bienhechor garbanzo de generaciones y generaciones...
Ahora reflexiono sobre la moda. Moda es “lo que se lleva”. Para algunos de nosotros el garbanzo no fue moda, sino necesidad. Y acierto por todo lo expuesto. 
La moda, en cambio, es el fruto de la pérdida de mi personalidad. Hago esto, llevo esto,  compro esto porque… no voy a ser menos. Pues eres menos, menos tú mismo. Usas la decisión de los demás y dejas de decidir tú. Crees que te consideran raro si no sigues la corriente, aunque el raro es el que la sigue, porque de algún modo deja de ser el mismo para convertirse en elemento de una masa igual.     
Educar en este sentido es afianzar la convicción de que la persona se labra con criterios propios acertados, con decisiones propias adecuadas, con tenacidad propia inteligente.

jueves, 3 de enero de 2013

Modos y modas.




Antes se decía “pero…” seguido de alguna afirmación, restrictiva casi siempre. Por ejemplo: “Las temperaturas serán muy agradables durante las horas centrales del día, pero por la noche hará un frío de… etc.”. Ahora hay que decir lo de antes (“… las temperaturas serán…”) pero (¡perdón!: eso sí) al llegar al “pero”, que debe parecer un poco vulgar, hay que decir: “Eso sí”. Uno no sabe a qué se refiere el “eso”, pero debe de sonar bien en orejas delicadas cuando se ha impuesto en el lenguaje al uso. Antes se decía, por ejemplo: “Y se recogieron catorce perdices como resultado final de la caza”. Ahora hay que decir: “Y se recogieron concretamente catorce… etc.” Para que nadie crea que “catorce” eran a lo mejor “trece”. Antes se decía: “Lluvias generalizadas en toda la península”. Ahora llueve sobre la “geografía”. Antes se decía. “El mal tiempo hizo imposible el juego sobre un campo totalmente embarrado”. Ahora lo que hace imposible jugar es la climatología (¡Nada menos que la climatología!). Antes se usaba la expresión “Sí o no” para dar a entender, digo yo, que la dictadura era un hecho del pasado y que se me permitía escoger o decidir. Ahora no hay más remedio que escuchar: Sí o sí. Cuando antes un jugador de fútbol se retiraba del campo del honor,  pongamos, por un esguince, se decía: Un esguince en la pierna derecha obliga al jugador… Ahora precisamos: Un esguince en su pierna derecha…Para que todo el mundo entienda que el esguince no lo padece el árbitro. Y así sucesivamente: las modas son irresistibles
Pero lo que no tiene razón de ser es que en vez de aquello que nunca entendí de Olé, olé, Holanda ya se fue. O, según otra versión más optimista: Olé, olé Holanda ya se ve con los reyes magos al fondo (que a lo mejor no eran ni reyes ni magos, sino pertinaces estudiosos del cielo) oigamos decir Ho, ho, ho a un señor más bien rellenito, muy bien abrigado y muy polar que se presenta a los niños como diestro maestro del lenguaje.