lunes, 1 de julio de 2019

El mundo que nos toca respetar.


En la Escuela Superior Sant’Anna de Pisa (Italia) el Instituto de Bio-robótica ha ideado y realizado un sueño: un robot comeplástico. Es un robot cangrejo llamado Silver 2. Explora y limpia los fondos marinos. En el área marina protegida de Le Secche delle Meloria ha comenzado, de momento, su búsqueda de microplásticos.
Está a la espera de que le doten de un brazo con el que pueda recoger bolsas y botellas. Pero, mientras tanto, alienta la noticia de que se esté investigando en este ineludible proceso de liberarnos de la asfixia del plástico.        
Este regalo se debe a Marcello Calisti, colaborador de Cecilia Laschi, pionera en la robótica marina que ideó el primer robot “suave” inspirado en el pulpo, para combatir la contaminación del mar.
Un regalo como este debe servir para despertar en nosotros sentimientos y actitudes como las de admirar la pureza de la Naturaleza, la hermosura en todas sus dimensiones, la generosidad de los bienes que produce, la capacidad de regenerarse cuando se lo permitimos, el placer de vivir en un mundo tan diverso, tan luminoso, tan generoso, tan constante en darse y rehacerse.
Pero, al mismo tiempo, no debemos ni podemos permitir que junto a nosotros haya quien malviva y maltrate esa nobleza natural del mundo (“mundo” significa limpio, hermoso) del que somos parte, del que recibimos todo lo que tenemos de “natural”,  del que seremos parte íntima cuando hayan pasado muchos años de nuestra presencia sobre él. 

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