sábado, 25 de febrero de 2017

Jabón de Alepo.

El jabón de Alepo, que tiene más de dos mil años de antigüedad y que los cruzados trajeron a Europa en el siglo XII, se llamó en España Jabón de Castilla. Es – dicen – el jabón más puro. Se hace a base de aceites de oliva y de laurel, hidróxido de sodio y agua. De esos cuatro componentes se logra que el producto suavice, hidrate y evite la oxidación y el envejecimiento de la piel. Es antiinflamatorio, antiséptico y equilibra las pieles grasas, además de hacer sentir su agradable aroma peculiar. La tradición de este jabón muere también en su patria por la producción en el mundo de tantas fórmulas como aparecen cada día. Pero el de Alepo ha sufrido últimamente además la guillotina de las bombas.
Sin embargo, en Santeny, Sureste de París, el jabonero sirio Hassan Harastani  sigue haciéndolo. “Tenía una producción modesta, pero el estallido de la guerra nos obligó a huir a mi familia y a mí. Dejamos todo, casa, trabajo, amigos...”.  Harastani exportaba sus productos, antes de la guerra, a Francia, Italia y Alemania. “Hacer jabón es todo lo que sé hacer desde hace 34 años. Gracias a la ayuda de Samir sigo haciéndolo todavía”. Samir Constantini es un doctor en Química dedicado a la cosmética. En 2004 había establecido con Harastani una pequeña fábrica de jabón en las afueras de Alepo: “Alepia”. Samir le precedió en su salida de Siria y le convenció desde París de que podrían seguir fabricando el Jabón de Alepo en Francia. Y allí siguen. “Volveremos a Siria a hacer el jabón; pero ahora estamos en Francia y seguimos trabajando”.
¡Cuánto podemos acoger para nuestra experiencia de educadores de Harastani! Su fidelidad a la propia identidad, hasta emprender un camino conocido, pero tan lejos de su tierra. Su fe en el valor de lo que hace: para quien no conoce su jabón, insignificante; para los que lo han usado, maravilloso. Su entrega al trabajo con la pasión de quien se siente creador de un bien, no solo fabricante de un producto. Valentía en dejar su tierra y reanudar en otra, lejana y desconocida, el trabajo que ha llenado sus 34 años de vida e ilusión. 

lunes, 20 de febrero de 2017

"Bebe" Vio, medallista olímpica.

Si seguiste los Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro conoces, sin duda, a la portadora de la bandera italiana en la ceremonia de apertura. Y si llegaste tarde, recuerdas que quien ganó la medalla de oro individual y una de bronce por equipos en esgrima se llama Bebe Vio. Bebe, de 20 años en la actualidad, es el nombre hipocorístico de Beatrice. Es exalumna del colegio salesiano de Mogliano Veneto. En la página web «Amigos de Don Bosco» se escribe de ella: "Bebe es una chica de oro también fuera de las competiciones. Ha conocido la realidad salesiana desde la infancia, en el oratorio Astori de Mogliano Veneto de la provincia de Treviso. Y ha terminado hace poco los exámenes de madurez después de asistir durante cinco años a la Escuela de Formación Profesional salesiana San Marcos en Mestre. Hizo artes gráficas y comunicación. En el examen presentó una tesina sobre los posibles Juegos Olímpicos de Roma 2024. Todos en el San Marcos conservarán un recuerdo maravilloso de ella".
A "Bebe", cuando tenía 11 años y debido a complicaciones de una meningitis, se le  amputaron las extremidades. No se sintió hundida, ni mucho menos. Apenas pudo, volvió a los estudios y a entrenarse en esgrima. Fue la primera esgrimista con discapacidad en el mundo para competir con cuatro implantes artificiales. Desde 2011 ganó todos los grandes torneos de esgrima: nacionales, europeos y mundiales. «No me da miedo mi condición física. Ni me desagradan las cicatrices que tengo en la cara. Cuando voy a la televisión, insisten en disimularlos con el maquillaje. Lo mismo pasó cuando fui a París a un desfile de Dior inspirado en la esgrima. Forman también parte de mí. Como los ojos verdes que he heredado de mi madre».
La medalla que más la gustó en Río fue la de bronce, porque la obtuvo junto con sus compañeras de equipo de florete femenino: "Lo importante es que nos lo pasamos bien, esta es nuestra medalla y es hermosísima, es maravilloso haber triunfado con mi equipo, prefiero esta medalla a la de oro. En la competición pensé en la fantástica historia que tengo y me dije que no podía terminar con una derrota".
Después de Río ganó también el primer premio de la  Fundación “Giovanni Agnelli”, que es la medalla más emocionante para los italianos.
Y como lo escrito es suficientemente estimulante para quien lo lee o escucha y Bebe es magnífica maestra de entusiasmo, de tesón y sacrificio, no se añada más. 

miércoles, 15 de febrero de 2017

La carta de Navidad de Sofía.

Sofía ha escrito ya su carta de Navidad. Por primera vez no la ha dirigido a Papá Noel, sino al Niño Jesús. Y no es porque ya sea “mayor” (el pasado día 20 cumplió ocho años), sino porque cree que lo que pide este año es difícil: “Querido Niño Jesús quiero que todos estén bien y haz que haya mucho amor y a mi mamá que no le hagan daño y no la despidan porque debemos ser generosos”.
La empresa en la que trabaja su madre despedirá a un buen número de trabajadores el próximo día 31, a pesar del esfuerzo de la empresa por salir adelante, de las manifestaciones de los trabajadores y de la intervención del sindicato.
Sofía ha puesto la carta en las manos de su mamá insistiendo en que la entregue a su destinatario. Y los primeros en sorprenderse y emocionarse han sido los padres: "Yo evito hablar de cuestiones de trabajo delante de las niñas”, comenta la madre que trabaja en la oficina de la administración de la empresa. Pero Sofía debe haber captado la preocupación de los padres y por eso ha escrito esta carta. "Sofía me ha preguntado que si dejo el trabajo y me voy a dedicar a dar clases de matemáticas. No sé cómo se le ha ocurrido. Seguramente es porque la ayudo a hacer las cuentas”.
Acaba la carta pidiendo ayuda para los niños pobres; y la cierra escribiendo con bolígrafo rojo: "Viva la paz y abajo la guerra".
Este precioso cuadro de inocencia, cariño filial, serenidad, generosidad, sensatez y desinterés puede servirnos como falsilla para cotejar la madurez y grandeza de nuestros hijos, de nuestros educandos. Porque tal vez la Navidad y los “Reyes”, año tras año, lo hemos convertido en una escuela intensiva en el que se alimenta la ansiedad, el capricho, el egoísmo y el despilfarro no solo de dinero sino de nobleza de alma. 

viernes, 10 de febrero de 2017

Ejemplo de cómo hacer mecatrónica.

Copio, entresacando, de la crónica de Alicia Pérez en El Norte de Castilla del 11 de diciembre de 2016.

“Son Enrique Pastor y Sergio Pérez. Tienen 22 y 24 años y son los estudiantes zamoranos de Formación Profesional (FP) Dual que han ganado la medalla de oro en la competición europea 'Euroskills 2016' en la modalidad de Mecatrónica, celebrada en Gotemburgo (Suecia) del 1 al 3 de diciembre. La competición durante tres días no fue fácil. Se sometieron a situaciones reales de la instalación, mantenimiento y optimización de líneas de producción industriales junto a 500 jóvenes procedentes de 28 países europeos y siete delegaciones de países no europeos invitados. Las pruebas consisten en el montaje de varias máquinas que se llaman maquetas y que son una simulación de un proceso industrial. El enunciado de la prueba propone la máquina y a partir de ahí, los jóvenes empiezan a montar y a poner tornillos y cables. Les acompañaron también los nervios y la presión, pero ahora pueden decir bien alto que mereció la pena.
«Fue muy duro, para nosotros a nivel personal mucho más duro que en el mundial», explica el joven Enrique Pastor sobre una competición en la que, desde el principio,  fueron conscientes de que podían hacerse con el oro y fueron «a por todas». Aun así, el último día pensaban que se quedarían en la tercera o cuarta posición y no se creían que España, representada por ellos, finalmente quedara la primera, por delante de Reino Unido y Noruega. «Fue la locura total», recuerdan sobre el momento en el que se hicieron públicos los resultados.
Alumnos del ciclo formativo de Grado Superior en Mecatrónica Industrial del Instituto de Educación Secundaria (IES) Universidad Laboral de Zamora, recibieron la felicitación del consejero de Educación, Fernando Rey, por haber conseguido un galardón que el responsable de la Junta calificó de fantástico y a ellos, de «excelentes». Es indicio, según aseguró, de que el nivel de la FP en el centro y en la comunidad es muy alto.
Esta visita y el premio suponen para los jóvenes zamoranos la recompensa a todo el esfuerzo y al tiempo empleado en los entrenamientos durante más de año y medio. Además de un orgullo personal, creen que puede ser beneficioso para su futuro y también para el instituto. «Dieron un ejemplo de cómo hacer mecatrónica. Se veía una concentración de expertos miembros del jurado viendo como ellos hacían lo que hacían, aprendiendo de como ellos hacían lo que hacían», recuerda Julio Miñambres, profesor y preparador de los jóvenes que además formó parte de la delegación española en la especialidad de mecatrónica y del jurado de expertos. «Elegí a los alumnos según mi leal saber y entender», afirma sobre una decisión con la que acertó de pleno y de la que ahora se muestra orgulloso.
Para ello, tuvo en cuenta que los alumnos tuvieran un mínimo de talento y los ganadores de la medalla de oro «superan el mínimo con creces». Junto a esto, destaca el profesor la capacidad de resistencia y de sacrificio de Enrique Pastor y Sergio Pérez y su inteligencia para «saber sufrir, escuchar, aprender y saberse dirigir para llegar a donde han llegado…Han demostrado en el europeo que están por encima del resto de los países». 

domingo, 5 de febrero de 2017

AS: grandeza de espíritu

Este que ves aquí (en imagen) es la frágil estampa de un as. Se llamaba así en Roma y en sus posesiones a esta pequeña y antigua moneda (desde el siglo VI aC) probablemente porque era de bronce, aes en Latín. Sin marca al principio (aes rude), con una palma o ramita más tarde (aes signatum) y de tamaño y peso variados. Parece que fue el rey Servio Tulio el que, mediado el siglo VI aC, dijo que el as libral o grave (de 293 gramos o libra romana) fuese, para la entonces pequeña Roma, el único tipo de moneda con sus cinco divisores: semis, triens, quadrans, sextans, uncia (la onza era la doceava parte del as). El as dejó de valer y correr cuando surgió el imperio o un poco antes, porque aparecieron monedas de nombres más o menos conocidos vulgarmente como  dracma, didracma, quadrigatus, victoriatus, denarius, aureus, antonianus, quinarius, sextertius
Pues bien: en ese bosque de monedas nos atrae hoy el aes segovianum (el nombre me lo invento yo, pero su realidad no es inventada), del que se han encontrado poco más de cien ejemplares. Y llama la atención de que en una de sus caras (en la que aparece un jinete a punto de clavar su lanza en un enemigo) figura la palabra SEGOVIA. ¿Y por qué llama la atención? Porque si Hispalis es ahora Sevilla y Tarraco Tarragona, Caesarausgusta Zaragoza y Compludo es Alcalá…, Segovia fue siempre Segovia.
¿Hemos pensado alguna vez en nuestro apellido? ¿Estamos seguros de que nuestros “sucesores” llevan un nombre que nos gustaría que fuese siempre conservado, honrado, respetado, admirado? Sencillamente admirado. Pero ¡admirado! Y no por corresponder a una estirpe de sangre o de “cátedra”, sino porque en esa cuna adquirieron la condición de dignos herederos de un tesoro.
No sé si se sigue pensando, sintiendo y proponiendo a nuestros hijos, más a menos solemnemente, al principio de “dejar en buen lugar el propio apellido”. Y no, evidentemente, por orgullo o para no sufrir vergüenza, sino porque sentimos la necesidad de querer y saber que somos sembradores de luz, de grandeza de espíritu, de riqueza de corazón.
Hubo una moneda, el denario, que, según parece, indicaba el precio de diez asnos. Que no era poco. Ni por número ni por valor. Cuando uno tiene un caballo puede, si quiere, reírse de un burro. Pero el que tiene un asno y sabe valorarlo, tiene un tesoro. Y nunca vale más, para casi todo, un caballo que un asno. No hay apellido innoble.