jueves, 11 de julio de 2019

El amigo inteligente y fiel.


Supongo que conoces la anécdota. A la niña se la cae la pelota al agua. Y, ¡no faltaba más!, avanza para recuperarla. El pastor alemán de la familia se adelanta, tira de la falda a la niña y la aleja del agua hasta que cae sentada; se mete en el agua no profunda y recupera la pelota que lleva a su propietaria.
A lo mejor te preguntas qué hacía mientras tanto el autor, sin duda adulto, del video, que no se adelantó al can amigo en su acción y, tranquilamente, se dedicó a hacer una toma tan simpática.
A mí se me ocurre imaginar que se daba cuenta de que no había peligro para la niña si  entraba en el agua. Pero el regalo de estos segundos valía la pena, excluido el riesgo, para hacernos pensar en la grandeza de la fidelidad de un animal cercano, probablemente tratado con cariño, partícipe a su modo de la vida de la familia, con el sentido de generosidad, identificación y entrega que cabe en un perro por animal que sea.
A veces convivimos con los hijos por costumbre, porque no hay más remedio, porque ya se valen ellos, porque estamos hartos de que no nos hagan caso…
En el fondo estamos cansados de ellos. Porque no hemos sido capaces, con tiento, respeto, pero intensa atención inteligente, de hacerlos fieles, es decir, capaces de amar sus raíces familiares, de identificarse con ellas porque en ellas descubren luz, calor, entusiasmo, alegría, fe mutua, aceptación sincera y apasionada, intenso placer de pertenecer a un hogar que los hace felices.

sábado, 6 de julio de 2019

Cerezas, pero... ¡Cerezas Maduras!

No vale la pena lanzarse sobre las primeras preciosas cerezas que nos trae abundantemente Mayo si un poco más tarde están suficientemente maduras. Hasta las últimas, Pico Colorado, de primeros de Junio. Todas ellas inspiran alegría.
Como sabes, las primeras son las Lucinio, madrugadoras, de finales de Abril, en el encantador Valle del Jerte desde Navaconcejo a la Cabezuela. Y sucesivamente las otras 17 variedades, mollares o garrafales, que se distinguen por la clase, el tamaño, el rabillo, el color, la consistencia, la adherencia y, naturalmente, la maduración. Dicen que la Ambrunés es la más sabrosa. Pero todas son exquisitas, bien lo sabes, si se las lleva a su adecuado punto de maduración.    
Ante esta gozosa contemplación de un fruto tan atractivo, se me ocurre preguntarme: ¿Y qué nos cabe en el acompañamiento del mejor fruto de nuestra vida, nuestros hijos, naturales o adoptados? Porque si es evidente que la calidad de la educación no sólo se hereda sino que se recibe, ¿qué desvelo, estudio, sabio e inspirado seguimiento, oportuno acompañamiento, cálida y sincera estimulación de las cualidades vamos descubriendo debidamente?      
Hay padres para los que el fruto de su vida, los hijos, son ¡lo que salga! Un hijo que se siente maduramente querido por sus padres crecerá siempre libre, porque crecerá en un aire que respeta su personalidad, pero cálidamente acariciado por el sol del afecto. Un hijo sin el sol del afecto de su familia crecerá como crece el tupinambo, que puede hacerse gordo, pero que es un poco triste.

lunes, 1 de julio de 2019

El mundo que nos toca respetar.


En la Escuela Superior Sant’Anna de Pisa (Italia) el Instituto de Bio-robótica ha ideado y realizado un sueño: un robot comeplástico. Es un robot cangrejo llamado Silver 2. Explora y limpia los fondos marinos. En el área marina protegida de Le Secche delle Meloria ha comenzado, de momento, su búsqueda de microplásticos.
Está a la espera de que le doten de un brazo con el que pueda recoger bolsas y botellas. Pero, mientras tanto, alienta la noticia de que se esté investigando en este ineludible proceso de liberarnos de la asfixia del plástico.        
Este regalo se debe a Marcello Calisti, colaborador de Cecilia Laschi, pionera en la robótica marina que ideó el primer robot “suave” inspirado en el pulpo, para combatir la contaminación del mar.
Un regalo como este debe servir para despertar en nosotros sentimientos y actitudes como las de admirar la pureza de la Naturaleza, la hermosura en todas sus dimensiones, la generosidad de los bienes que produce, la capacidad de regenerarse cuando se lo permitimos, el placer de vivir en un mundo tan diverso, tan luminoso, tan generoso, tan constante en darse y rehacerse.
Pero, al mismo tiempo, no debemos ni podemos permitir que junto a nosotros haya quien malviva y maltrate esa nobleza natural del mundo (“mundo” significa limpio, hermoso) del que somos parte, del que recibimos todo lo que tenemos de “natural”,  del que seremos parte íntima cuando hayan pasado muchos años de nuestra presencia sobre él. 

miércoles, 26 de junio de 2019

Cuvivíes y Ozogoche: una vida de esfuerzo y excesos.


Como sabes, los Cuvivíes tienen más nombres: Bartramia longicauda, Zarapito ganga, Correlimos batitú, Scoloprácida batitú… Y tienen el acierto de reproducirse y crecer en tamaño y fuerza en Estados Unidos para poder veranear en el Sur de América.
Para ello hacen cada año un largo viaje, sin parada ni fonda, en Julio y Agosto, y llegan en Septiembre a las metas soñadas: el Parque Nacional de Sangay del Ecuador a 3.500 metros sobre el nivel del mar. Y mueren a cientos al lanzarse “en picado” a un baño reparador en las aguas, si no heladas, sí heladoras, de las altas lagunas ecuatorianas. El corazón no soporta tantos excesos. Y allí acaba su carrera.
Su vida y sus costumbres nos quedan muy lejos, parece. Pero me aventuro a pensar que algunos jóvenes padecen del mismo mal. Una vida de esfuerzos en muchos sentidos: aguantar la imposición de padres y maestros; dedicar tiempo a cosas que ni les van ni les vienen, como son las que enseñan libros odiados y sin sentido; sufrir la horrible férula intelectual del estudio y del repaso; lidiar en los exámenes la embestida de unas preguntas para las que solo tienen, si acaso, una leve idea; renunciar a las libertades a las que se sienten llamados por la Naturaleza; tragar que otros que parecen más tontos, se adelanten en resultados y cimas como si ellos no mereciesen lo mismo …
Fallan los cimientos de la formación, las bases de la educación. No se ha descubierto la grandeza y la felicidad del hogar en el que cada uno aprende y asume para cada momento de su vida un quehacer propio. No se ha enseñado que el esfuerzo no es un castigo, sino una condición sin la que nada es posible construir, ensamblar, consolidar.
La alegría del deber cumplido debe ser de la primera que se enseñe a gozar. Engordar para lanzarse a un vuelo que acaba en un insensato lanzamiento en el placer ni es inteligente ni arrojo.
La sonrisa inteligente de los que caminan, ¡juntos!, por la senda debida, a pesar de los esfuerzos, renuncias y sudores, es la muestra más auténtica de que el hogar y el centro educativo aciertan con el tino, el estilo, el tiento, el aire de la mejor sabiduría. 

viernes, 21 de junio de 2019

Malvavisco: curar con la buena compañía


Antes de hablar del malvavisco, planta malvácea aparentemente vulgar, nos referimos a su nombre griego que alternaba con el de altea, que es médico, medicina, con propiedades tan extensas como eficaces.
Cuida el malvavisco de la piel sanando quemaduras y heridas – dicen los que entienden - , alivia la inflamación de las vías respiratorias y los abscesos dentales y algunos casos de amigdalitis y laringitis. Es un magnífico tratamiento para el asma y la bronquitis, los trastornos de la vejiga y el estreñimiento, hematomas, forúnculos, luxaciones y esguinces, picaduras de insectos, gastritis, dolor de estómago, etc., etc., etc.
Pero esto no es el puesto de venta del malvavisco de un curandero, sino una sugerencia útil sobre un hecho del que sin duda has gozado alguna vez en tu vida social: la presencia de un amigo, uno de tantos muchas veces, que estaba sin relieve aparente, pero que sonreía, hablaba y se movía de modo que la vida del grupo gozaba de un espacio de paz y felicidad fecunda que tal vez no se daba en otros grupos ni tal vez en la propia familia.
Es un privilegio nacer como uno de esos constructores de convivencia serena, casi feliz. Pero puede ser una condición personal de tono y comportamiento que podemos cultivar en nosotros, en nuestros educandos, en nuestros hijos. Ser sólo individuo es acentuar el propio yo, hacer saber con la actitud que con él no cuentas para todo lo que exija generosidad, entrega, ayuda, cercanía, acogida, luminosidad…
Debemos hacerles pensar y sentir que una persona es una persona, no un mero individuo. Es decir la fuente de un sonido – personare – grato en su forma y gratísimo en su intención, la fuente de una palabra oportuna, un gesto de simpatía, una mirada de identificación, la seguridad de que cuentas ya con él, de que puedes contar siempre con él.

viernes, 14 de junio de 2019

Luy y Cielo, se nos ofrecen a todos.

Georges Benjamin Clemenceau tuvo una larga vida (1841-1919) en la que, sumido de lleno en la política (fue durante tres años primer ministro de la República Francesa), desplegó literatura y autoridad (le llamaban “El Tigre”) casi hasta su muerte.
Nos interesa en este lugar solo una anécdota como arranque de una reflexión sin duda oportuna.
Se cuenta que tenía su despacho de trabajo junto a una residencia de los Jesuitas en París (Lycée Saint-Louis de Gonzague) rue Benjamin Franklin seguramente. O en otro lugar. Da lo mismo.   
Y que las abundantes ramas de un venerable árbol de la residencia jesuita le quitaba la luz del día. Y como con la Iglesia no se hablaba, le pidió a un amigo que escribiese una carta al superior de los religiosos manifestando su problema. Y se taló el árbol.
En esta ocasión sí fue el mismo ilustre personaje el que escribió: «Querido Padre: No sé cómo daros las gracias por el favor que me habéis hecho. No os extrañéis de que os llame padre, porque me habéis dado luz…».
La respuesta del Jesuita fue esta: «Querido hijo: ¿Qué no hacer por el padre de la patria? El favor que os he hecho es bien poco (…). No os ofendáis si os llamo hijo porque se ha abierto el cielo…». 
La luz del cielo que se necesitaba y se pedía con tanto interés y el cielo para todos que se ofreció con absoluta generosidad son dos dones que se nos ofrecen a todos, que no siempre buscamos, que casi nunca apreciamos porque creemos que no nos hacen falta.
Pero para unos padres que dan luz y ofrecen cielo deben ser tesoros que no estén nunca ausentes de su propio corazón y del horizonte espiritual de los hijos.    
Pascua no es solo una gran Fiesta. Es para todos el remate de una vida luminosa que se abre con claridad de fe a los que inexorablemente tendrán al final de su camino el regalo del cielo. 

domingo, 9 de junio de 2019

Plantas insectívoras y Sana Conversación.

Tal vez conozcamos poco de las mal llamadas plantas carnívoras. Y  las consideremos molestas, feas o inútiles en nuestra vida. Y acaso también comentemos  que no tienen sentido en lo diario de nuestro entorno. Pero tal vez igualmente ignoramos que pueden sernos útiles en nuestra existencia diaria en las temporadas de calor y frecuencia de insectos molestos. Hay culturas en las que son plantas de presencia constante y de precio muy asequible. Ocupan poco espacio en un balcón o en el interior de casa. Y son guardianas del aire, porque su dulzura atrae más que nuestro sudor y porque sus lentas, pequeñas y eficaces garras acaban con esas visitas indeseadas.     
Hay en otro ámbito de nuestra vida (las relaciones, las visitas, las conversaciones…) otro mundo de insectos maléficos o, al menos, molestos que pican, inyectan veneno deformante, provocan actitudes de molestia, rechazo, exclusión… para el que debiéramos siempre estar preparados y preparar.
El cotilleo, la murmuración, el despecho, el comadreo, el chismorreo… constituyen el alimento normal de algunas personas y de algunos grupos de personas. Es triste. Porque si cada palabra es un tesoro que entregamos a otros con el que podemos hacer más sólida la amistad, más firme la cercanía, más sabia la mirada hacia el mundo y la historia, sucede que algunas veces (¡menos mal si solo son algunas!) convertimos nuestros encuentros en una sentina a la que acuden inevitablemente esos insectos parásitos del espíritu.         
¿Hay plantas carnívoras para ese mal? 
Una conversación en la que la amenidad, el buen gusto, la referencia interesante a la historia menuda o grande, lejana o muy próxima, rica de experiencia y de gracejo queda convertida en un proceso de construcción de criterio, respeto y educación es un regalo que siempre podemos acoger o dedicar.
Los que intentamos formar para el futuro, debemos tener muy presente esa dimensión privilegiada de la conversación para acercar sabiamente a ella a los que, detrás de nosotros, van a ser constructores, ¡ojalá!, de un mundo cada día más noble, más respetuoso, más sensato, más luminoso.

martes, 4 de junio de 2019

El pobre Nakuru en el Día del Medio Ambiente


Todo hace pensar que es una triste verdad. Triste, pero, desgraciadamente, verdad. Leemos en la prensa: “El lago Nakuru, en el oeste de Kenia y famoso por sus flamencos rosados y sus rinocerontes, está «muerto» debido a la contaminación”.
El Gobierno de Kenia promueve una investigación. Y el ministro de Turismo Najib Balala expone: «El parque ha sido famoso por su gran número de flamencos, pero muchos de ellos se han ido a otras zonas». Y afirmó, después de haber recorrido ese privilegiado parque nacional, que no había visto ningún ejemplar de los «cinco grandes»: león, elefante, rinoceronte, búfalo y leopardo.
No es, ni mucho menos, un hecho único y ni siquiera raro. Si giramos nuestra atención por nuestro contorno (más o menos de verdad “nuestro”) lo comprobamos con seguridad y, tal vez, con desaliento.
Porque el precioso parque que hasta ahora hemos llamado familia (familia de sangre o de corazón: hijos y educandos) se nos mustia por la contaminación.
Se me ocurren dos caminos de los muchos que con seguridad apunta la visión que tenemos de nuestro mundo: la exclusión y la fortaleza. El primero es casi impensable, pero no de un modo absoluto, especialmente si va unido al segundo.
Con limpieza y firmeza en la definición y descripción de contaminantes, podemos  indicar los caminos que podemos y debemos (o no debemos) recorrer con amigos, conocidos, luminosos e iluminados que se nos presentan en la vida. Sin convicciones estamos perdidos. Y una de esas convicciones debe ser la de que si ponemos un pie en el fango estamos haciendo fácil hundirnos en él: excluir el camino del lodo es un deber ineludible.
Es más difícil el camino de la fortaleza. Pero suele ser el menos cuidado, porque es el menos grato. Es camino de exigencia. Y la sociedad civil o familiar en la que respiramos no cultiva precisamente la exigencia. Cree que respeta si concede, que si halaga, gana. Y está convencida de la necesidad de conceder para evitar rechazos. Y así ni respeta ni forma. 
Lo halagüeño debilita la voluntad. Y con una voluntad débil no hay ganas de lanzarse a lo noble, a lo alto, a aceptar el golpe del mazo, la herida del buril, la mancha del pincel. Y de ese modo cultivamos parques en los que no brotan ni la vida ni la belleza. Sin embargo y a pesar de todo, estamos gozosamente invitados a algo que es posible: cultivar en el campo que se nos confía la esplendidez de una cosecha feraz.

jueves, 30 de mayo de 2019

Mare! Mare! Domani! Domani! (Madre... mañana...)


Don Carlos María Viglietti fue el último “secretario” de Don Bosco. Un secretario muy especial porque acompañó a nuestro Padre solo desde mayo de 1884 hasta su muerte (31 de enero de 1888). Pero fueron para Don Bosco tiempos especialmente difíciles. Tiempos de ascensión en la entrega, de sufrimiento físico, de disolución, de preocupaciones, de encuentro definitivo con el Amor.
Le acompañó en sus viajes a Francia en 1885, a España en 1886 y a Roma (inauguración de la Basílica del Sagrado Corazón) en 1887.
Para recordar la fisonomía de Viglietti basta asomarse a la preciosa fotografía del 3 de mayo de 1886 (don Egidio Viganó la calificó como la mejor foto de Don Bosco) en el jardín de la familia Martí Codolar de Barcelona. Es el joven salesiano que está exactamente detrás de nuestro Padre con la mano izquierda sobre el respaldo del sillón.           
Don Carlos María Viglietti escribió una CRONACA DI DON BOSCO (24 marzo 1885-31 enero 1888), que es una delicia, porque refleja la entrega de la vida de un grandioso corazón de padre en seis cuadernillos de humilde apariencia pero de indudable riqueza.
En estas Buenas Noches nos referimos solo a una página, la 140, sobre su recuerdo del día 29 de enero, en la que Viglietti nos dice: “Don Bosco repite con voz suave: ¡Jesús…!, ¡Jesús…! ¡Jesús y María, os doy con mi corazón mi alma! In manus tuas Domine commendo.. commendo spiritum meum! Oh Mare... Mare abridme las puertas del Paradiso!”
Hoy repitió cientos de veces: Mare! – Mare! Domani! Domani!’        
Nos hace bien saber que existen hombres sabios, santos, activos, entregados al servicio de los demás, llenos de méritos y grandeza que cierran la crónica de su vida con una palabra –Madre- que los funde en el Amor del “más allá”. 

sábado, 25 de mayo de 2019

Camina entre vosotras...

El Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, Salesianas, nació en Mornese (Italia), del corazón de una joven entregada al amor de las muchachas necesitadas de orientación, afecto y apoyo en sus vidas, María Mazzarello. Pero tuvo durante varios años su sede central en Nizza Monferrato.
Un grupo de Salesianas hacía ejercicios espirituales en esa Casa de Nizza en junio de 1885. Don Bosco, muy abatido de fuerzas, quiso ir a saludarlas y decirles una “buena palabra” como a él le gustaba definir las que salían de su corazón de padre. En realidad, iba a despedirse de ellas.
Le acompañaba (y le sostenía) don Juan Bonetti, un joven sacerdote salesiano.
Cuando Don Bosco empezó a hablar se refirió enseguida a la Madre de todos, a la Auxiliadora que daba nombre y protección a aquel Instituto. Y afirmó (con energía en su convicción, aunque con la natural debilidad en su voz encendida pero entrecortada): “¿Sabéis? ¡La Virgen está aquí… os quiere mucho… camina entre vosotras!”. Y se emocionaba visiblemente.     
Don Juan Bonetti le quiso aliviar y se introdujo diciendo: “Don Bosco quiere decir que la Virgen os quiere mucho y que…”.
Y Don Bosco, con la energía que sus fuerzas le dejaban, pero rotundamente, le interrumpió: “¡No, no: Don Bosco quiere decir que la Virgen está aquí… os quiere… y se pasea entre vosotras!”.
Esta introducción a unas Buenas Noches nos deben hacer sentir esa presencia de la Madre en nuestras vidas. Somos Bonetti que no vemos. Pero debemos ser Bosco con la limpieza, sencillez y, al mismo tiempo, grandeza, orgullo, seguridad y gratitud de hijos que sienten de verdad esa presencia de ternura constante, respetuosa, silenciosa y - ¡ojalá! – acogida, secundada, eficaz.

miércoles, 22 de mayo de 2019

El jugador educado.


Aunque sean cosas del pasado sirven para iluminar el futuro. Y, en todo caso a nosotros educadores, para subrayar lo que tiene de noble un gesto en algo tan duro y aparente, y de algún modo tan acalorado como el fútbol.
El hecho fue, ya en tiempo muy lejano (en la temporada del 2007 al 2008), que el jugador egipcio Mohamed Salah bin Ghaly, jugando con el Liverpool contra el Waltfor, le hizo cuatro goles al entonces portero del equipo contrario, el griego Orestis Karnezis.
Cuando al final del partido el árbitro pitaba que ya estaba todo hecho, Salah pensó que faltaba una cosa. Y se fue hacia el portero Karnesis y le pidió perdón por haberle metido cuatro veces el balón en la portería. Así lo interpretaron muchos de los  testigos, amigos o enemigos de aquellos goles. Uno de ellos escribía. “Es difícil no querer a Salah”.
La “buena educación” suele heredarse. Y si los padres son y están bien educados  orientan a sus hijos desde muy pequeños hacia actitudes y gestos que manifiesten la nobleza del corazón. Un mal educado no tiene un corazón noble. Prevalecerán en su corazón los sentimientos de “a mí qué me importa”, “allá él”, “se lo ha ganado”, “me tiene sin cuidado”…
Porque la raíz está ahí: que si crezco modelando mi corazón en el respeto, el aprecio, la estima, la compasión (que significa sufrir con otro),  el altruismo, “tú el primero”… estoy dando a mi corazón, mi conducta y mi trato a los demás lo más rico que hay en mí: “El sentido del otro”. 

viernes, 17 de mayo de 2019

La vida en juego.


A la entrada del tren en una estación de una ciudad de nuestra querida Europa sucedió, hace pocas semanas, lo que sigue. Anochecía y un grupo de muchachos como de 13 a 15 años jugaba, según parece, como otros días.
Alguno del grupo se ofrecía a esperar la llegada del tren de las 19,18 tendido entre los carriles para levantarse en el momento oportuno. Aquel día uno de ellos, de 13 años, según parece, lo hizo muy bien. Saltó en el momento oportuno entre aplausos del grupo. Para el tren siguiente, otro de ellos, de 15 años, comenzó el reto echándose cuando vio que llegaba; pero no pudo lanzarse a tiempo y el tren lo destrozó.       
Al de 13 años hubo que llevarlo al hospital en estado de shock. 
Era un juego. Pero un triste juego, para el que caben muchas preguntas de muy diversa índole. Por ello esta reflexión no va dirigida a los padres cuyos hijos juegan en las estaciones, sino a todos los padres cuando los hijos empiezan a encararse con los muchos juegos que ofrece la vida.   
No son menos mortales los contagios de ocurrencias aprendidas de amigos (¿amigos?) que hacen ver lo vistoso de lanzarse a los muchos juegos de diversión o pasatiempo que envenenan el criterio de los adolescentes. Adolescente es el joven que adolece de la falta de madurez de juicio, de voluntad y de decisiones personales. Decidir es un ejercicio continuo y necesario que debe ir aprendiéndose sabiamente. 
Para eso la vista atenta del padre en ese difícil mundo de las decisiones, la cercanía oportuna y equilibrada cuando se intuyen posibles desorientaciones íntimas o de relación, deben ir dando a la vida de los hijos el acierto, la firmeza y el agrado de acertar con lo mejor.

domingo, 12 de mayo de 2019

Superga: Agradecer es Merecer.


Los que visitan Turín un día soleado descubren en lo alto, hacia el Sur, en el arranque de los Apeninos, el espléndido santuario-basílica de Superga dedicado por Víctor Amadeo II de Saboya a la Virgen de la Gracia en 1717.
Era una meta relativamente cercana a la meta de los muchachos de Don Bosco que, cuando recibían una loncha de salame, la veían tan fina que aseguraban poder ver, a través de ella, el precioso santuario.  
A sus espaldas hay un triste monumento dedicado a los 18 jugadores del Torino, que murieron allí, en el choque en medio de la niebla del avión que los llevaba desde Lisboa, el 4 de mayo de 1949.
En los sótanos de esta Basílica hay un mausoleo de la familia real de los Saboya. Y entre los 62 enterramientos reales está el del que, entre 1873 y 1875, fue Rey de España, Amadeo.
Con su esposa María Victoria dal Pozzo visitaba en Madrid algunos lugares donde se prestaba un servicio doméstico, por ejemplo el de las lavanderas del Manzanares, mujeres que sostenían a sus familias con la remuneración de su trabajo.
Si visitas alguna vez el mausoleo de Superga podrás ver, sobre la lápida de Amadeo, una corona con la que le agradecieron en su día esas lavanderas de Madrid la atención recibida de aquel matrimonio real.      
El agradecimiento es el efluvio de un corazón sano, grande, generoso, abierto al otro, sea quien sea el otro, que brota con una carga espontánea de cercanía y regalo de lo más noble que se posee. Educar en el corazón de los nuestros la grandeza lleva consigo de un modo natural, espontáneo, luminoso a agradecer.      
Un viejo y sabio amigo, lo recuerdo y repito frecuentemente, a las personas que le atendían en su ancianidad y a las que les agradecía esa atención y le decían que no merecían tanto, él, grande de corazón, lo justificaba diciendo “Agradecer es merecer”.

martes, 7 de mayo de 2019

Ustedes perdonen.


La noticia no es noticia porque, además de ser pequeña, ya no te es noticia si ya la conoces, pero nos sirve para compartir una reflexión, muy corriente y oportuna.
Una mamá coreana viaja de Seúl a San Francisco con su primera hija, Junwoo, que tiene cuatro meses.  Y tiene un temor: que la niña llore y moleste a los compañeros del largo viaje que deben hacer. “Compañeros” porque van juntos, pero desconocidos y probablemente de muy diferente talante y de variado aguante, de día y especialmente de noche, si la niña se expresa como una niña de cuatro meses y llora.
La joven mamá preparó –leo– varios cientos de bolsitas con dulces y tapones para los oídos y los repartió entre los viajeros. Quiso así pedir disculpas anticipadas por las posibles molestias que pudiera causar su hijita y aliviar la molestia de su posible llanto.
Los pasajeros se expresaron con mucho agrado por viajar con una preciosa criatura, pero afirmaron que no era preciso el gesto elegante de la joven mamá.
Coincidieron los que al leer esta simpática noticia lo comentaron en sus glosas de internet, pero algunos añadieron que es muy frecuente que nos quejemos por alguna nadería que se nos hace insoportable, solo porque no nos gusta. O que la tolerancia ante lo que nos desagrada es más frecuente de lo que debiera darse. 
Es verdad que en nuestra condición de formadores y de conciudadanos debemos orientar y criticar lo que nos parece injusto, egoísta, hiriente, inmoral, desaprensivo…. Pero en la conversación (o en la discusión o en la manifestación de nuestras entretelas) debiéramos ser y enseñar a ser más pacientes, tolerantes y comprensivos para permitir que no se nos escape la oportunidad de corregir yerros.

jueves, 2 de mayo de 2019

Cosas Viejas... pero admirables.

Salamanca (y no solo Salamanca) tiene dos catedrales.
Conviven ambas, como dos hermanas que se llevan bien o como una madre y una hija, una junto a otra, con su inapreciable riqueza cada una. Junto a la mal llamada vieja, “¡preciosa, cargada de vida y de historia!”, hay una serie de estancias o capillas que están en proceso de restauración. 
En la de Santa Bárbara (que primero fue un lugar de enterramiento y después, durante siglos, de la ceremonia de colación del grado de licenciado) se han descubierto, ocultas por un retablo renacentista, unas notables pinturas murales góticas del siglo XIII. Para conservarlas de manera que se puedan contemplar, se ha ideado un oportuno sistema de superposición deslizable que permite ver ambas obras. 
Hechos como este despiertan, en cualquier persona sensible como tú, modelador de la personalidad de un niño, de un muchacho, de un joven capaz de abrirse a la realidad hermosa de la historia, pasada, presente y futura, la necesidad de que piense y sienta que si no es verdad que cualquier tiempo pasado fue mejor, sí es verdad que los hombres del pasado y que el pasado de tantas mujeres y hombres ha dejado una estela admirable de bondad, grandeza, belleza, creatividad, pasmo ante lo hermoso, respeto ante lo ejemplar que debemos conocer, admirar, imitar y si es posible, prolongar. 
La expresión “¡Bah!: eso es viejo” es tan frecuente como el número de los mentecatos (recuerda: mente captus, tocado de la azotea). Y como esa es una enfermedad que se puede prevenir o curar con la educación de la sensibilidad, del atractivo de lo realmente bello, de la grandeza de lo valiosamente (y a veces dolorosamente) heredado, vale la pena seguir modelando personalidades sensatas, equilibradas, generosas en la apreciación de lo que las rodea.

sábado, 27 de abril de 2019

El Galán del verde Gabán (3/3).


Atentísimo estuvo Sancho a la relación de la vida y entretenimientos del hidalgo; y, pareciéndole buena y santa y que quien la hacía debía de hacer milagros, se arrojó del rucio, y con gran priesa le fue a asir del estribo derecho, y con devoto corazón y casi lágrimas le besó los pies una y muchas veces. Visto lo cual por el hidalgo, le preguntó: 
-¿Qué hacéis, hermano? ¿Qué besos son éstos? 
-Déjenme besar -respondió Sancho-, porque me parece vuesa merced el primer santo a la jineta que he visto en todos los días de mi vida. 
-No soy santo -respondió el hidalgo-, sino gran pecador; vos sí, hermano, que debéis de ser bueno, como vuestra simplicidad lo muestra. 
Volvió Sancho a cobrar la albarda, habiendo sacado a plaza la risa de la profunda malencolía de su amo y causado nueva admiración a don Diego. Preguntóle don Quijote que cuántos hijos tenía, y díjole que una de las cosas en que ponían el sumo bien los antiguos filósofos, que carecieron del verdadero conocimiento de Dios, fue en los bienes de la naturaleza, en los de la fortuna, en tener muchos amigos y en tener muchos y buenos hijos. 
-Yo, señor don Quijote -respondió el hidalgo-, tengo un hijo, que, a no tenerle, quizá me juzgara por más dichoso de lo que soy; y no porque él sea malo, sino porque no es tan bueno como yo quisiera. Será de edad de diez y ocho años: los seis ha estado en Salamanca, aprendiendo las lenguas latina y griega; y, cuando quise que pasase a estudiar otras ciencias, halléle tan embebido en la de la poesía, si es que se puede llamar ciencia, que no es posible hacerle arrostrar la de las leyes, que yo quisiera que estudiara, ni de la reina de todas, la teología. Quisiera yo que fuera corona de su linaje, pues vivimos en siglo donde nuestros reyes premian altamente las virtuosas y buenas letras; porque letras sin virtud son perlas en el muladar. Todo el día se le pasa en averiguar si dijo bien o mal Homero en tal verso de la Ilíada; si Marcial anduvo deshonesto, o no, en tal epigrama; si se han de entender de una manera o otra tales y tales versos de Virgilio. En fin, todas sus conversaciones son con los libros de los referidos poetas, y con los de Horacio, Persio, Juvenal y Tibulo; que de los modernos romancistas no hace mucha cuenta; y, con todo el mal cariño que muestra tener a la poesía de romance, le tiene agora desvanecidos los pensamientos el hacer una glosa a cuatro versos que le han enviado de Salamanca, y pienso que son de justa literaria. 
A todo lo cual respondió don Quijote:
- Los hijos, señor, son pedazos de las entrañas de sus padres, y así, se han de querer, o buenos o malos que sean, como se quieren las almas que nos dan vida; a los padres toca el encaminarlos desde pequeños por los pasos de la virtud, de la buena crianza y de las buenas y cristianas costumbres, para que cuando grandes sean báculo de la vejez de sus padres y gloria de su posteridad; y en lo de forzarles que estudien esta o aquella ciencia no lo tengo por acertado, aunque el persuadirles no será dañoso; y cuando no se ha de estudiar para pane lucrando, siendo tan venturoso el estudiante que le dio el cielo padres que se lo dejen, sería yo de parecer que le dejen seguir aquella ciencia a que más le vieren inclinado; y, aunque la de la poesía es menos útil que deleitable, no es de aquellas que suelen deshonrar a quien las posee.

lunes, 22 de abril de 2019

Sacar petróleo y... ¡VIDA!


Durante cincuenta años la compañía petrolífera Eilat Ashkelon Pipeline Company había prohibido, para tutelar sus intereses, llegarse a una franja de mar (cercana a la ciudad turística de Eilat, de admirable playa), donde está el oleoducto de la empresa. Hace algo más de un año la Compañía decidió recomponer la estructura de su presencia (por decirlo de algún modo) y actualmente permite acceder a aquel lugar, con lo que se ha ampliado notablemente el espacio del sorprendente atractivo turístico. .
Y se ha ampliado gozosamente (y descubierto también en los parajes hasta ahora prohibidos) un paraíso submarino de algas, corales, peces, delfines… al alcance de la vista y de las manos respetuosas.
Son una imagen y una decisión que representan el posible paraíso en el que se despliegan los esfuerzos de nuestra educación. Es imposible o, a lo más, raro o difícil, que de una educación que regala amistad, cercanía, afecto, interés, generosidad, entrega, aprecio, paciencia, exigencia, comprensión, constancia, seguimiento, honradez, amor, confianza, optimismo, dedicación, presencia, altruismo…, todo eso y mucho más, no brote un fruto sazonado, sano, fuerte y estable.
Tal vez esta noble tarea de educar sea una de las que más deserciones padecen, más abandonos se produzcan y más desilusión hagan brotar. Buenos, de verdad buenos educadores hay pocos porque hay pocos valientes que hayan aceptado de verdad el oficio más oneroso, más noble y de frutos más imperecederos que existan. 

miércoles, 17 de abril de 2019

Akash Bashir: Dar la vida por los demás.


El 15 de marzo de 2015 el joven Akash Bashir, antiguo alumno salesiano, se sacrificó para impedir que un terrorista suicida provocase una matanza en la iglesia de San Juan en Youhannabad, un barrio cristiano de Lahore (Pakistán).
Tenía 18 años, había estudiado en la Escuela Técnica Don Bosco de Lahore y se había ofrecido como voluntario para la seguridad de la comunidad cristiana. Aquel día vigilaba en la entrada de la iglesia de San Juan cuando vio que se acercaba corriendo hacia el templo un hombre. Akash lo detuvo y el individuo le explicó que llevaba una bomba para hacerla explotar entre los cristianos. Por lo que Akash le abrazó para impedir su intento. El terrorista entonces hizo explotar su carga muriendo unas veinte personas, entre ellas el mismo Akash que, con su intervención había impedido un desastre en la iglesia llena de fieles para la Misa.
Dar la vida por los que uno ama es un rasgo de valentía, pero antes que de valentía, de madurez humana y, para un cristiano, de amor. En nuestra vida diaria, muchas veces nos parece impulsar la necesidad de hacer algo costoso por otro, por los demás. Pero nos paraliza la mente que razona muy oportunamente: “¿Para qué si nadie te lo va a agradecer?”. “Bueno, pero ten en cuenta que no se va enterar nadie de que has sido tú”. “¿Les debes algo?”. “Al final el que sale perdiendo eres tú. Déjale: que se arregle él solo”. “¿Quién me ha dado vela en este entierro?”...  
Vivir así, sentir así, actuar así es propio de nuestra naturaleza que, ordinariamente, se mueve y vive alerta para que nada turbe o dañe la tranquilidad e integridad de nuestro precioso yo. Sin acertar con que el precio de nuestro yo (el placer profundo de que sea de verdad precioso) nace de tener en cuenta al otro, de saber que sin el otro, sin los otros, no tiene sentido, ni precio ni valor ningún yo. 

viernes, 12 de abril de 2019

Los crucificados de hoy (J.A. Mateos)

Traemos con permiso presunto un artículo de opinión de Jose A. Mateos en Salamanca RTV_aldía (2017):

Hay entre nosotros quienes preferirían un Cristo sepultado, un muñeco que llevar en procesión por las calles, un Cristo amordazado, un Cristo hecho a la medida de nuestros caprichos y de nuestros mezquinos intereses. No quieren un Dios que nos pregunte y que revuelva nuestras conciencias, un Dios que clame: 'Caín, ¿qué has hecho a tu hermano Abel?'

W. O'MALLEY, The Voice of Blood

Una semana importante para los cristianos, desde sus comienzos la Iglesia ha celebrado el Misterio Pascual de la muerte y resurrección de Jesús, momento cumbre de la historia de la salvación. Semana concentrada en tres días para celebrar el amor, la muerte y la vida, de ahí el nombre de Semana Santa. La participación en diferentes manifestaciones de religiosidad popular como procesiones, vía crucis, etc., son formas de celebrar el Misterio Pascual, pero debemos distinguir entre lo que es la devoción y la celebración misma de ese misterio en el Triduo Pascual: La Cena del Señor (Jueves Santo), La Muerte (Viernes Santo) y la Vigilia Pascual (Sábado Santo).
La muerte, puede ser lo más recóndito de la existencia humana, esa posibilidad de no ser, de llegar a un punto sin retorno, provoca angustia y miedo. Esa realidad irracional de la muerte tiene un punto culminante en la cruz de Jesús, su muerte no fue un error, fue el precio de su rebeldía, de su disidencia, en ella, un grito terrible: “Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado…” (Mc 15,34.37). Una muerte injusta, sufrida en soledad, silencio y abandono, en la que todos colaboran o porque piden la muerte directamente o porque callan para no complicarse.
Cada día, en el mundo, muchos justos son aniquilados como lo fue Jesús. Con la muerte del Justo no han acabado las muertes de los justos, por todos los rincones de la tierra se encuentran muchos hombres llamados a la impotencia y al sufrimiento. Muchos no entienden la fe en un crucificado, tampoco que los crucificados de ahora puedan hablarnos de Dios y evangelizarnos. No es fácil creer en un pobre entre los pobres, en un Dios que cuelga en un madero, es más fácil inclinarse ante un Dios todopoderoso que resuelva la vida una vez por todas. La justicia, como la verdad, complican nuestras vidas, para no complicarnos, callamos y hacemos la vista gorda y seguimos la rueda de la cotidianidad acomodándonos a todo. Todas las víctimas y ajusticiados injustamente tienen su razón de ser aunque solo sea para manifestar un grito contra la injusticia. La humanidad, sobre todo los “anawin”, dependen del grito de alguien, ese fue el grito de Jesús ante el abandono de todos, es el grito contra todo pragmatismo, es el grito contra todo lo que amenaza y destruye la dignidad y la libertad.
Los abandonados y crucificados en la época de Jesús eran anawim, hoy también. El “anawin” podía ser un pobre, aunque no necesariamente, escaso de bienes materiales básicos. Podía ser, aunque no siempre, una persona marginada o excluida socialmente, no siempre es un emigrante, un refugiado, un anciano olvidado o un drogadicto. Son todos aquellos que no tienen nada, incluido lo que necesitan para vivir plenamente, son aquellos que viven el desconsuelo, el abandono, el rechazo, minusvalía física y mental, enfermedad, depresión y la simple y sencilla soledad y miseria. El anawin, es aquel que nada tiene y pone en Dios su esperanza última, está seguro de que llegará un “día del Señor” que pondrá la historia y a todos en su sitio.
Está siendo una semana crucificados: Los ataques de Siria con armas químicas sobre víctimas inocentes y niños; el fanatismo terrorista se hizo presente en Estocolmo; Los 59 misiles dejados caer por Estados Unidos provocando toda una serie de muertos que se quedarán en el olvido; más de 50 cristianos asesinados en Domingo de Ramos cuando levantaban los ramos de la paz y la esperanza; los inmigrantes que se siguen apilando en las fronteras, los refugiados en las alambradas esperando su oportunidad en un mundo sin oportunidades; ACNUR está advirtiendo del riesgo de muertes masivas por hambre en el cuerno de África, Yemen y Nigeria aumentando los desplazamientos y refugiados por la sequía. Son ellos, no las imágenes que sacamos a las calles, los que continúan la Pasión de Dios, son también causa y principio de salvación del mundo. Los crucificados hoy, como ayer ofrecen al mundo la posibilidad de conversión, esperanza, amor, perdón, solidaridad, fe. Posiblemente esa realidad ha quedado oculta ante tanta estética religiosa en las calles, nuevas formas de adormidera, una religiosidad de circunstancias de otra época o de un mundo sin Dios, que oculta y oscurece al verdadero crucificado.
Nuestra misión de seguir a Jesús y de abrir la esperanza en la resurrección, que está ligada a bajar de la cruz a tantos crucificados. Debemos aproximarnos a esa realidad como el que tiene un tesoro escondido, hacernos cargo de la situación y aprender de ellos. Solo desde los anawin, podemos acceder a la resurrección de Jesús y dar testimonio de ella. Integrar en la cruz la experiencia de un Dios que se deja afectar por el sufrimiento humano y abrir una esperanza liberadora contra la injusticia que produce víctimas. La experiencia del Resucitado está llamando a nuestras comunidades a la solidaridad con los crucificados y a la lucha contra la injusticia, no solo a transformar el corazón del hombre, sino el corazón de un mundo sin corazón. La resurrección de Jesús es “la protesta de Dios contra la injusticia, la injusticia infligida a Jesús y a aquellos a quienes él sirvió” (T. Lorenzen).

domingo, 7 de abril de 2019

El Galán del verde Gabán (2/3).

Calló en diciendo esto don Quijote, y el de lo verde, según se tardaba en responderle, parecía que no acertaba a hacerlo; pero de allí a buen espacio le dijo: 
 -Acertastes, señor caballero, a conocer por mi suspensión mi deseo; pero no habéis acertado a quitarme la maravilla que en mí causa el haberos visto; que, puesto que, como vos, señor, decís, que el saber ya quién sois me lo podría quitar, no ha sido así; antes, agora que lo sé, quedo más suspenso y maravillado. ¿Cómo y es posible que hay hoy caballeros andantes en el mundo, y que hay historias impresas de verdaderas caballerías? No me puedo persuadir que haya hoy en la tierra quien favorezca viudas, ampare doncellas, ni honre casadas, ni socorra huérfanos, y no lo creyera si en vuesa merced no lo hubiera visto con mis ojos. ¡Bendito sea el cielo!, que con esa historia, que vuesa merced dice que está impresa, de sus altas y verdaderas caballerías, se habrán puesto en olvido las innumerables de los fingidos caballeros andantes, de que estaba lleno el mundo, tan en daño de las buenas costumbres y tan en perjuicio y descrédito de las buenas historias. 

 -Hay mucho que decir -respondió don Quijote- en razón de si son fingidas, o no, las historias de los andantes caballeros. 
 -Pues, ¿hay quien dude -respondió el Verde- que no son falsas las tales historias? 
 -Yo lo dudo -respondió don Quijote-, y quédese esto aquí; que si nuestra jornada dura, espero en Dios de dar a entender a vuesa merced que ha hecho mal en irse con la corriente de los que tienen por cierto que no son verdaderas. 
 Desta última razón de don Quijote tomó barruntos el caminante de que don Quijote debía de ser algún mentecato, y aguardaba que con otras lo confirmase; pero, antes que se divertiesen en otros razonamientos, don Quijote le rogó le dijese quién era, pues él le había dado parte de su condición y de su vida. A lo que respondió el del Verde Gabán: 
 -Yo, señor Caballero de la Triste Figura, soy un hidalgo natural de un lugar donde iremos a comer hoy, si Dios fuere servido. Soy más que medianamente rico y es mi nombre don Diego de Miranda; paso la vida con mi mujer, y con mis hijos, y con mis amigos; mis ejercicios son el de la caza y pesca, pero no mantengo ni halcón ni galgos, sino algún perdigón manso, o algún hurón atrevido. Tengo hasta seis docenas de libros, cuáles de romance y cuáles de latín, de historia algunos y de devoción otros; los de caballerías aún no han entrado por los umbrales de mis puertas. Hojeo más los que son profanos que los devotos, como sean de honesto entretenimiento, que deleiten con el lenguaje y admiren y suspendan con la invención, puesto que déstos hay muy pocos en España. Alguna vez como con mis vecinos y amigos, y muchas veces los convido; son mis convites limpios y aseados, y no nada escasos; ni gusto de murmurar, ni consiento que delante de mí se murmure; no escudriño las vidas ajenas, ni soy lince de los hechos de los otros; oigo misa cada día; reparto de mis bienes con los pobres, sin hacer alarde de las buenas obras, por no dar entrada en mi corazón a la hipocresía y vanagloria, enemigos que blandamente se apoderan del corazón más recatado; procuro poner en paz los que sé que están desavenidos; soy devoto de nuestra Señora, y confío siempre en la misericordia infinita de Dios nuestro Señor. 

martes, 2 de abril de 2019

¿Ayudar a Dios?


Pedro Bloch, nacido, como sabes, en 1914 en Jitomir del Imperio Ruso (ahora Ucrania), médico, periodista, compositor, escritor, afincado en Brasil, donde murió en 2004, refería en uno de sus libros su encuentro con un muchachito singular al que le preguntó: “-¿Rezas a Dios? –Sí, todas las noches. -¿Y qué le pides? –Nada. Le pregunto si puedo ayudarle en algo”.
Y Bloch lo consignaba para lección, no siempre aprendida, de nuestra vida. 
Aquel niño no había leído, sin duda, el capítulo segundo del libro del Génesis, es decir, de la Creación: "Tomó Yahveh Dios al hombre y lo puso en el jardín de Edén, para que lo labrase y cuidase".
Pero su respuesta era la de quien sabiamente sabe cuál es el destino del hombre sobre la Tierra: labrarla y cuidarla, es decir, ayudar a Dios en algo. Y aquel niño le pedía a Dios que le dijese cuál era su tarea para el día siguiente.
Nos pasamos la vida rezando (o sin rezar porque nos parece que no sabemos, que no hace falta, que para qué) y pidiendo, porque creemos que Dios, “que todo lo puede”, puede darnos lo que nosotros deberíamos cultivar y cuidar en esta vida en la que nos ha dejado como actores.
Nos quejamos de lo que no nos dan, olvidando la sabiduría del que dijo que “es mejor dar que recibir”. Nos quejamos de que el campo no está bien cultivado, mientras que mantenemos muchos surcos del nuestro en barbecho. Nos ejercitamos en el noble arte de discernir, comentar, criticar… y hasta herir. Pero rechazamos que otros nos digan que somos unos vagos, descuidados e irresponsables.
Nuestro papel de educadores lleva consigo la lección, a nosotros mismos y a los destinatarios de nuestra noble misión, la convicción de que somos dependientes, pero sin descuidar la de que hay mucho campo que depende de nosotros y queda a la espera. 

jueves, 28 de marzo de 2019

El Galán del verde Gabán (1/3).


Es tan rica y expresiva esta larga reflexión de Cervantes que atribuye al sabio caballero del verde gabán, que vale la pena escucharle en tres veces que volvemos a ella: Va aquí la PRIMERA PARTE:

En estas razones estaban cuando los alcanzó un hombre que detrás dellos por el mismo camino venía sobre una muy hermosa yegua tordilla, vestido un gabán de paño fino verde, jironado de terciopelo leonado, con una montera del mismo terciopelo; el aderezo de la yegua era de campo y de la jineta, asimismo de morado y verde. Traía un alfanje morisco pendiente de un ancho tahalí de verde y oro, y los borceguíes eran de la labor del tahalí; las espuelas no eran doradas, sino dadas con un barniz verde, tan tersas y bruñidas que, por hacer labor con todo el vestido, parecían mejor que si fuera de oro puro. Cuando llegó a ellos, el caminante los saludó cortésmente, y, picando a la yegua, se pasaba de largo; pero don Quijote le dijo: 
- Señor galán, si es que vuestra merced lleva el camino que nosotros y no importa el darse priesa, merced recibiría en que nos fuésemos juntos. 
- En verdad -respondió el de la yegua- que no me pasara tan de largo, si no fuera por temor que con la compañía de mi yegua no se alborotara ese caballo. 
- Bien puede, señor -respondió a esta sazón Sancho-, bien puede tener las riendas a su yegua, porque nuestro caballo es el más honesto y bien mirado del mundo: jamás en semejantes ocasiones ha hecho vileza alguna, y una vez que se desmandó a hacerla la lastamos mi señor y yo con las setenas. Digo otra vez que puede vuestra merced detenerse, si quisiere; que, aunque se la den entre dos platos, a buen seguro que el caballo no la arrostre. 
Detuvo la rienda el caminante, admirándose de la apostura y rostro de don Quijote, el cual iba sin celada, que la llevaba Sancho como maleta en el arzón delantero de la albarda del rucio; y si mucho miraba el de lo verde a don Quijote, mucho más miraba don Quijote al de lo verde, pareciéndole hombre de chapa. La edad mostraba ser de cincuenta años; las canas, pocas, y el rostro, aguileño; la vista, entre alegre y grave; finalmente, en el traje y apostura daba a entender ser hombre de buenas prendas. 
Lo que juzgó de don Quijote de la Mancha el de lo verde fue que semejante manera ni parecer de hombre no le había visto jamás: admiróle la longura de su caballo, la grandeza de su cuerpo, la flaqueza y amarillez de su rostro, sus armas, su ademán y compostura: figura y retrato no visto por luengos tiempos atrás en aquella tierra. Notó bien don Quijote la atención con que el caminante le miraba, y leyóle en la suspensión su deseo; y, como era tan cortés y tan amigo de dar gusto a todos, antes que le preguntase nada, le salió al camino, diciéndole: 
- Esta figura que vuesa merced en mí ha visto, por ser tan nueva y tan fuera de las que comúnmente se usan, no me maravillaría yo de que le hubiese maravillado; pero dejará vuesa merced de estarlo cuando le diga, como le digo, que soy caballero destos que dicen las gentes  que a sus aventuras van. 
Salí de mi patria, empeñé mi hacienda, dejé mi regalo, y entreguéme en los brazos de la Fortuna, que me llevasen donde más fuese servida. Quise resucitar la ya muerta andante caballería, y ha muchos días que, tropezando aquí, cayendo allí, despeñándome acá y levantándome acullá, he cumplido gran parte de mi deseo, socorriendo viudas, amparando doncellas y favoreciendo casadas, huérfanos y pupilos, propio y natural oficio de caballeros andantes; y así, por mis valerosas, muchas y cristianas hazañas he merecido andar ya en estampa en casi todas o las más naciones del mundo. Treinta mil volúmenes se han impreso de mi historia, y lleva camino de imprimirse treinta mil veces de millares, si el cielo no lo remedia. Finalmente, por encerrarlo todo en breves palabras, o en una sola, digo que yo soy don Quijote de la Mancha, por otro nombre llamado el Caballero de la Triste Figura; y, puesto que las propias alabanzas envilecen, esme forzoso decir yo tal vez las mías, y esto se entiende cuando no se halla presente quien las diga; así que, señor gentilhombre, ni este caballo, esta lanza, ni este escudo, ni escudero, ni todas juntas estas armas, ni la amarillez de mi rostro, ni mi atenuada flaqueza, os podrá admirar de aquí adelante, habiendo ya sabido quién soy y la profesión que hago. 

sábado, 23 de marzo de 2019

Un canal de plástico.


El mal que contemplamos en esta imagen, tomada de un video hecho en Manado, Indonesia, no es un mal único o extraño. Todo eso y todo lo que escupen los muchos ríos de plástico que van a ahogar a los océanos, son una amenaza evitable y un reflejo aturdido de nuestra conducta, la de los hombres, vergonzosa.
Sesenta kilómetros más al Sur se retiró del agua, hace cuatro meses, una ballena muerta, con seis kilos de plástico en el estómago.
Ocean Conservancy, organización no gubernamental con sede en Washington, asegura que China, Indonesia, Filipinas, Vietnam y Tailandia arrojan al mar el 60 por ciento de los residuos de plástico que hay en los océanos. Indonesia, que trabaja contra esta plaga, es la segunda, después de China, en esta contaminación.
El mal mayor, sin embargo, está en la cabeza y en el corazón  de los que contribuimos a este asesinato de la Naturaleza. Nuestra indiferencia (pensemos en la  de nuestros hijos y educandos) lleva a nuestras manos un instrumento asesino sin pensar que lo es. Es el primer fallo en nuestra educación, la propia y la de nuestros dependientes.
“¡Si no mancha!, ¡Si no corta!, Si no pesa nada!...”, es una respuesta insensata (porque no pensamos) y criminal (porque aceptamos la propia complicidad) sobre el hecho de la muerte lenta (más o menos lenta), imparable (ahí y en muchos otros sitios están los instrumentos con los que convivimos alegremente mientras el cadáver de la Naturaleza, sin hedor, brillante, ligero… nos acusa de indolencia, vagancia y egoísmo insensible.