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domingo, 7 de abril de 2019

El Galán del verde Gabán (2/3).

Calló en diciendo esto don Quijote, y el de lo verde, según se tardaba en responderle, parecía que no acertaba a hacerlo; pero de allí a buen espacio le dijo: 
 -Acertastes, señor caballero, a conocer por mi suspensión mi deseo; pero no habéis acertado a quitarme la maravilla que en mí causa el haberos visto; que, puesto que, como vos, señor, decís, que el saber ya quién sois me lo podría quitar, no ha sido así; antes, agora que lo sé, quedo más suspenso y maravillado. ¿Cómo y es posible que hay hoy caballeros andantes en el mundo, y que hay historias impresas de verdaderas caballerías? No me puedo persuadir que haya hoy en la tierra quien favorezca viudas, ampare doncellas, ni honre casadas, ni socorra huérfanos, y no lo creyera si en vuesa merced no lo hubiera visto con mis ojos. ¡Bendito sea el cielo!, que con esa historia, que vuesa merced dice que está impresa, de sus altas y verdaderas caballerías, se habrán puesto en olvido las innumerables de los fingidos caballeros andantes, de que estaba lleno el mundo, tan en daño de las buenas costumbres y tan en perjuicio y descrédito de las buenas historias. 

 -Hay mucho que decir -respondió don Quijote- en razón de si son fingidas, o no, las historias de los andantes caballeros. 
 -Pues, ¿hay quien dude -respondió el Verde- que no son falsas las tales historias? 
 -Yo lo dudo -respondió don Quijote-, y quédese esto aquí; que si nuestra jornada dura, espero en Dios de dar a entender a vuesa merced que ha hecho mal en irse con la corriente de los que tienen por cierto que no son verdaderas. 
 Desta última razón de don Quijote tomó barruntos el caminante de que don Quijote debía de ser algún mentecato, y aguardaba que con otras lo confirmase; pero, antes que se divertiesen en otros razonamientos, don Quijote le rogó le dijese quién era, pues él le había dado parte de su condición y de su vida. A lo que respondió el del Verde Gabán: 
 -Yo, señor Caballero de la Triste Figura, soy un hidalgo natural de un lugar donde iremos a comer hoy, si Dios fuere servido. Soy más que medianamente rico y es mi nombre don Diego de Miranda; paso la vida con mi mujer, y con mis hijos, y con mis amigos; mis ejercicios son el de la caza y pesca, pero no mantengo ni halcón ni galgos, sino algún perdigón manso, o algún hurón atrevido. Tengo hasta seis docenas de libros, cuáles de romance y cuáles de latín, de historia algunos y de devoción otros; los de caballerías aún no han entrado por los umbrales de mis puertas. Hojeo más los que son profanos que los devotos, como sean de honesto entretenimiento, que deleiten con el lenguaje y admiren y suspendan con la invención, puesto que déstos hay muy pocos en España. Alguna vez como con mis vecinos y amigos, y muchas veces los convido; son mis convites limpios y aseados, y no nada escasos; ni gusto de murmurar, ni consiento que delante de mí se murmure; no escudriño las vidas ajenas, ni soy lince de los hechos de los otros; oigo misa cada día; reparto de mis bienes con los pobres, sin hacer alarde de las buenas obras, por no dar entrada en mi corazón a la hipocresía y vanagloria, enemigos que blandamente se apoderan del corazón más recatado; procuro poner en paz los que sé que están desavenidos; soy devoto de nuestra Señora, y confío siempre en la misericordia infinita de Dios nuestro Señor. 

jueves, 28 de marzo de 2019

El Galán del verde Gabán (1/3).


Es tan rica y expresiva esta larga reflexión de Cervantes que atribuye al sabio caballero del verde gabán, que vale la pena escucharle en tres veces que volvemos a ella: Va aquí la PRIMERA PARTE:

En estas razones estaban cuando los alcanzó un hombre que detrás dellos por el mismo camino venía sobre una muy hermosa yegua tordilla, vestido un gabán de paño fino verde, jironado de terciopelo leonado, con una montera del mismo terciopelo; el aderezo de la yegua era de campo y de la jineta, asimismo de morado y verde. Traía un alfanje morisco pendiente de un ancho tahalí de verde y oro, y los borceguíes eran de la labor del tahalí; las espuelas no eran doradas, sino dadas con un barniz verde, tan tersas y bruñidas que, por hacer labor con todo el vestido, parecían mejor que si fuera de oro puro. Cuando llegó a ellos, el caminante los saludó cortésmente, y, picando a la yegua, se pasaba de largo; pero don Quijote le dijo: 
- Señor galán, si es que vuestra merced lleva el camino que nosotros y no importa el darse priesa, merced recibiría en que nos fuésemos juntos. 
- En verdad -respondió el de la yegua- que no me pasara tan de largo, si no fuera por temor que con la compañía de mi yegua no se alborotara ese caballo. 
- Bien puede, señor -respondió a esta sazón Sancho-, bien puede tener las riendas a su yegua, porque nuestro caballo es el más honesto y bien mirado del mundo: jamás en semejantes ocasiones ha hecho vileza alguna, y una vez que se desmandó a hacerla la lastamos mi señor y yo con las setenas. Digo otra vez que puede vuestra merced detenerse, si quisiere; que, aunque se la den entre dos platos, a buen seguro que el caballo no la arrostre. 
Detuvo la rienda el caminante, admirándose de la apostura y rostro de don Quijote, el cual iba sin celada, que la llevaba Sancho como maleta en el arzón delantero de la albarda del rucio; y si mucho miraba el de lo verde a don Quijote, mucho más miraba don Quijote al de lo verde, pareciéndole hombre de chapa. La edad mostraba ser de cincuenta años; las canas, pocas, y el rostro, aguileño; la vista, entre alegre y grave; finalmente, en el traje y apostura daba a entender ser hombre de buenas prendas. 
Lo que juzgó de don Quijote de la Mancha el de lo verde fue que semejante manera ni parecer de hombre no le había visto jamás: admiróle la longura de su caballo, la grandeza de su cuerpo, la flaqueza y amarillez de su rostro, sus armas, su ademán y compostura: figura y retrato no visto por luengos tiempos atrás en aquella tierra. Notó bien don Quijote la atención con que el caminante le miraba, y leyóle en la suspensión su deseo; y, como era tan cortés y tan amigo de dar gusto a todos, antes que le preguntase nada, le salió al camino, diciéndole: 
- Esta figura que vuesa merced en mí ha visto, por ser tan nueva y tan fuera de las que comúnmente se usan, no me maravillaría yo de que le hubiese maravillado; pero dejará vuesa merced de estarlo cuando le diga, como le digo, que soy caballero destos que dicen las gentes  que a sus aventuras van. 
Salí de mi patria, empeñé mi hacienda, dejé mi regalo, y entreguéme en los brazos de la Fortuna, que me llevasen donde más fuese servida. Quise resucitar la ya muerta andante caballería, y ha muchos días que, tropezando aquí, cayendo allí, despeñándome acá y levantándome acullá, he cumplido gran parte de mi deseo, socorriendo viudas, amparando doncellas y favoreciendo casadas, huérfanos y pupilos, propio y natural oficio de caballeros andantes; y así, por mis valerosas, muchas y cristianas hazañas he merecido andar ya en estampa en casi todas o las más naciones del mundo. Treinta mil volúmenes se han impreso de mi historia, y lleva camino de imprimirse treinta mil veces de millares, si el cielo no lo remedia. Finalmente, por encerrarlo todo en breves palabras, o en una sola, digo que yo soy don Quijote de la Mancha, por otro nombre llamado el Caballero de la Triste Figura; y, puesto que las propias alabanzas envilecen, esme forzoso decir yo tal vez las mías, y esto se entiende cuando no se halla presente quien las diga; así que, señor gentilhombre, ni este caballo, esta lanza, ni este escudo, ni escudero, ni todas juntas estas armas, ni la amarillez de mi rostro, ni mi atenuada flaqueza, os podrá admirar de aquí adelante, habiendo ya sabido quién soy y la profesión que hago. 

miércoles, 30 de enero de 2019

El Cardenal Spinola y Don Bosco.


Es sabido que el Papa Juan Pablo II (santo desde 2014) declaró beato al cardenal de Sevilla Marcelo Spínola en 1987. Y que el santo arzobispo de Sevilla había publicado en 1884 Don Bosco y su obra en la que deseaba presentar la vida, la santidad y la entrega de un santo y humilde sacerdote consagrado totalmente a los jóvenes y hacia quien el joven Spínola sentía un afecto profundo.      
De esa biografía tomamos las líneas que siguen y que se bastan para delinear la sensibilidad de Don Bosco ante un hombre ya muy anciano, triste y en búsqueda de la luz, del que se alababa la grandeza de sus relatos.  

“ - Pero el que usted acompañaba hace un momento ¿no era Victor Hugo?
- Sí, pero cállese, no diga nada a nadie. Quería hablar con Don Bosco y vino a verle secretamente a mi casa. Le ha atraído la actividad filantrópica de este apóstol de la juventud.
Pocos minutos después el abogado Boullay se presentó a Don Bosco, que le bendijo a él y a sus niñas. Después, hechos los cumplidos de circunstancia y roto el hielo, se animó a decirle: - Usted, Padre, ha hablado hace poco con un pez gordo.
- ¿Quién se lo ha dicho?
- El abate Roussel.
- Si es así, yo puedo decirle que sí: he hablado con Víctor Hugo. Ha hecho profesión de fe espiritual; pero yo creo que si vuelve atrás depende del respeto humano. Lo que le rodea, como él mismo me ha dejado entender, es hostil a cualquier idea religiosa... Eh, ¡ya es viejo!... No hay que abusar de la gracia de Dios. Se lo he dicho también a él...”

miércoles, 26 de diciembre de 2018

Gracias Dinosaurios!


Como sabes, dinosaurio significa algo así como lagarto forzudo. Pero George Poinar Jr., profesor emérito del College of Science de la Universidad  de Oregón, nos invita a agradecerles lo que sigue.
Un Triceratops o un Tyrannosaurus rex, hace cien millones de años, las hicieron caer al pasar y mover una Araucaria sobre ámbar, donde han quedado hasta ahora con el mismo aspecto que tenían cuando cayeron.
Son pequeñísimas, de 3 a 5 milímetros, pero son testigos de un mundo lejano en el tiempo que nos regalan fragmentos venerables de vida lejanísima.
Es una buena lección para grandes y chicos. El legado, las vivencias, triunfos y fracasos, lágrimas y lecciones de la historia no pueden ser sin más, realidades que se hayan desvanecido en la nada.
Me refiero especialmente al tesoro del ámbar que encierra la lectura que tan poco y tan mal se educa y se practica. Al alcance de todos están los chorros de vida del pasado que nos han dejado hombres recios, sabios, pensadores, experimentados, sufridores que se nos acercan con humildad y acierto para despertar en nosotros respeto e interés hacia los que nos han precedido en la lucha, el dolor, la desesperación, la ternura, la vida...
Recordando libros tan dispares, tan atractivos y tan ricos como El collar de la paloma de Ibn Hazm, Fouché, El candelabro enterrado, El mundo de ayer de Stefan Zweig, La Biblia en España de George Borrow, Un puente sobre el Drina de Ivo Andric, De cómo los griegos somos nosotros de Manuel Rabanal, María Antonieta de Nicolás González Ruiz… de los que guardo la experiencia del agrado de jóvenes a los que sugerí alguna vez su lectura. 

viernes, 25 de marzo de 2016

El GENIS de Umberto Eco.

En esta casa salesiana de Niza Monferrato aprendió Umberto Eco a tocar el genis en la Banda Musical O.S.A. del Oratorio. En aquel Oratorio encontró a un joven sacerdote, pequeño de estatura, pero inmenso de corazón, don Francisco Celi, que dejó su vida educando, construyendo, animando, alegrando a muchos cientos de jóvenes desde 1941 hasta cincuenta años más tarde; mejorando la casa, la iglesia, el teatro, los juegos del oratorio, el campo de fútbol, las clases, buscando penosamente trabajo a los que habían salido del colegio en años difíciles de la guerra. “Aquel pequeño salesiano de acero era un horno de ideas y un torbellino de acción: había puesto todo en las manos de Dios”.
El fiscorno contralto (llamado también genis) es un instrumento musical, en tono de Mi bemol de la familia de los cobres que se usaba en las bandas. En el capítulo 119 de su novela El péndulo de Foucault usó Umberto Eco ese nombre, añorando sin duda  el aprendizaje que él hizo a los 13 años de la mano de Don Francisco Celi.  Uno de los personajes, cuando joven, desea ardientemente tocar la trompeta en la banda para poder impresionar a una cierta Ceceilia con una sonatina.
«…El genis – me dijo don Tico – es la osamenta de la banda, es su conciencia rítmica, su alma. La banda es como un rebaño¸ los instrumentos son las ovejas, el maestro es el pastor, pero el genis es el perro fiel y gruñón que lleva al paso a las ovejas.  El maestro mira ante todo al genis, y si el genis le sigue, las ovejas le seguirán…».
Era un recuerdo de infancia, sin duda, un afectuoso recuerdo que, como todos los antiguos alumnos de Nizza, guardaba de don Francisco Celi, un pequeño hombre gigante, un padre incansable y lleno del afecto que trascendía de su sacerdocio.
Pero era también un principio educativo que intuyó en el estilo de Nizza y que llevó siempre en su labor de formador. Un líder del espíritu, un genis, es un instrumento valioso para consolidar amistad, compañerismo, fidelidad, tesón y búsqueda común de metas nobles.

sábado, 5 de marzo de 2016

El "Oratorio"

El pasado 19 de Febrero falleció en Milán Umberto Eco. Era antiguo alumno salesiano. Si no por adscripción, sí por educación. Y en ella destacaba, como bien sabes, amable lector, su asombrosa capacidad de crítica, su aguda percepción y respeto del sentido de la vida, de la persona y de los acontecimientos. Manifestó su oposición a los avances técnicos que desfiguran la grandeza del ser humano que deja de serlo al menos un poco cuando se convierte en parte de una maquinaria, por muy virtual que sea. Y se mostró preocupado y entregado a hacer comprender que la mente del hombre solo es humana cuando es libre y se mantiene con toda su capacidad de comunicadora lejos de la mayor atadura, la del poder.   
Creo que es bueno trasladar aquí algunas líneas de las que publicó en el diario L’Espresso el 15 de noviembre de 1981: “El Oratorio es una máquina perfecta, donde todo canal de comunicación - del juego a la música, del teatro a la prensa, etc. - es administrado como cosa propia, y cuando la comunicación viene de fuera, se la discute y se aprovecha, En tal sentido, el proyecto de Don Bosco abarca a toda la sociedad de la era industrial con penetrante imaginación sociológica, sentido de los tiempos, creatividad de organización y una política global de las comunicaciones de masa que es alternativa a la gestión – con frecuencia inútil y a veces nociva - de los vértices de los grandes dinosaurios (los grandes medios modernos) que quizá cuentan menos de lo que parece”.
Los dinosaurios de la sociedad, de un color o de otro, con rabiosa cola o fauces destructoras, no pueden imponerse nunca, salvo a saltos o por temporadas, mientras digieren su presa, al que en el ámbito de una educación que respeta la libertad y la iniciativa, está madurando como hombre en todas las dimensiones de su identidad, desde el amor a la fe y construyendo, por consiguiente, su persona, desde dentro de sí, como un regalo, producto de la fe y el amor, para los demás.
Nuestro deber de educadores no debe dejar de lado estas sugerencias de un gran maestro, crecido a la vida en nuestros propios patios. 

lunes, 29 de febrero de 2016

Un libro!!

El Latín que hoy aparece en estas BBNN no es macarrónico, aunque lo parezca. Y lo damos tal cual (se encuentra reposando, pero no dormido) porque hasta para los doctos en Ciencias es perfectamente comprensible. Lo de “macarrónico” (me refiero a este sabroso adjetivo) se lo debemos al bien-humorado Michele di Bartolomeo degli Odasi que hacia 1488 escribió Macaronea, titulo abreviado del Carmen Macaronicum de Patavinisis (Poesía Macarrónica de Padua) que, como bien sabes, era una sátira contra los que usaban el Latín sin conocerlo.        
Nuestro tesoro, en escritura visigótica, difícilmente legible para los no expertos, es un Codex miscellaneus del siglo XI. Y lleva por título Quid est liber? (¿Qué es un libro?). Acompaña a otros textos, igualmente ancianos, en un humilde soporte de 34 hojas y que mide 18 por 14 centímetros, bien guardado en Toledo.

Quid  est liber?
Liber est lumen cordis;
speculum corporis;
uictiorum (sic) confussio;
corona prudentiurm;
diadema sapientium;
honorificentia doctorum;
vas plenum sapientia;
socius itineris;
domesticus fidelis;
hortus plenus fructibus;
archana revelans;
obscura clarificans;
rogatus respondet;
iussuque festinat;
vocatus properat
et faciliter obediens.
Explicit.

Y si un libro es gloriosamente tanto, poderosamente todo, ¿por qué no leemos? ¿por qué no enseñamos a leer? Hace algunos años aprender y enseñar a leer era  aprender y enseñar a unir letras para formar palabras, para expresar conceptos, para nutrir el espíritu, para ennoblecer nuestras vidas. Si es una troje de sabiduría, un compañero de viaje, luz del corazón, confusión de vicios… ¿por qué no ayudamos a aprender que leer es entrar en ese huerto lleno de frutos que se nos ofrece sin pedirnos pago, sin confundirnos en un mar de engaños, sin esclavizar nuestra existencia con mensajitos vacíos e imágenes irrisorias, muchas veces despreciables y pocas despreciadas? 
Explicit. Y ahí el autor nos dice: Se acabó, Ahí está todo, Basta con esto. ¡Ojalá!  

domingo, 8 de noviembre de 2015

Letanía.

(¡Qué bien nos viene -en este mes de noviembre- acariciar esta preciosa letanía que nos sigue regalando Gustavo Adolfo Bécquer en la Solemnidad de Todos los Santos).

Patriarcas que fuisteis semillas
del árbol de la fe en siglos remotos,
al vencedor divino de la muerte
rogadle por nosotros.
Profetas que rasgasteis inspirados
del porvenir el velo misterioso,
al que sacó la luz de las tinieblas,
rogadle por nosotros.
Almas cándidas, santos Inocentes,
que aumentáis de los ángeles el coro,
al que llamó a los niños a su lado,
rogadle por nosotros.
Apóstoles que echasteis en el mundo
de la Iglesia el cimiento poderoso,
al que es de verdad depositario,
rogadle por nosotros.
Mártires que ganasteis vuestra palma
en la arena del circo en sangre roja,
al que os dio fortaleza en los combates,
rogadle por nosotros.
Vírgenes bellas cual las azucenas
que el verano vistió de nieve y oro,
al que es fuente de vida y hermosura,
rogadle por nosotros.
Monjes que de la vida en el combate
pedisteis paz al claustro silencioso,
al que es iris de calma en las tormentas,
rogadle por nosotros.
Doctores cuyas plumas nos legaron
de virtud y rico tesoro,
al que es caudal de ciencia inextinguible,
rogadle por nosotros.
Soldados del ejército de Cristo,
santas y santos todos,
rogadle que perdone nuestras culpas
a aquel que vive y reina entre nosotros.

sábado, 7 de marzo de 2015

El libro!

Preguntaba a un buen muchacho si leía. –“¿Qué?”, me preguntó. – Algún libro. – En mi casa no tenemos libros. Leemos alguna revista y vemos la televisión.

Para ese buen amigo que no tiene libros, a los buenos amigos que no leen los que tienen, a los que se cansan de leer o les aburre, les ofrezco estos versos que seguramente no han leído o les ha aburrido ahondar. 


De Lope de Vega        Es cualquier libro discreto
(que si cansa, de hablar deja)
un amigo que aconseja
y que reprende en secreto.
¿Cómo compones? Leyendo,
y lo que leo imitando,
y lo que imito escribiendo,
y lo que escribo borrando,
y lo borrado escogiendo.

De Francisco de Quevedo      Retirado en la paz de estos desiertos,
con pocos, pero doctos libros juntos,
vivo en conversación con los difuntos,
y escucho con mis ojos a los muertos.
Si no siempre entendidos, siempre abiertos,
o enmiendan o fecundan mis asuntos;
y en músicos callados contrapuntos
al sueño de la vida hablan despiertos.

De Rubén Darío         El libro es fuerza, es valor,
es poder, es alimento,
antorcha del pensamiento
y manantial del amor.
El libro es llama, es ardor,
es sublimidad, consuelo,
fuente de vigor y celo,
que en sí condensa y encierra
lo que hay de grande en la tierra,
lo que hay de hermoso en el cielo.
El libro males destierra,
da al espíritu solaz,
y, derramando la paz,
va destruyendo la guerra.
El nos pinta en lontananza
albas de dulce bonanza,
que nos llenan de consuelo
y nos muestra allá en el cielo
el iris de la esperanza.