Bernard Kaiau es un joven salesiano de Papua
Nueva Guinea. Se prepara, madurando su respuesta a la llamada de Dios, al
servicio como salesiano de sus connacionales.
Leer su testimonio nos puede hacer bien. Sobre todo a los que sienten
cansancio por el mucho tiempo que llevan esperando respuestas como esta.
“Procedo de una familia católica. Mi padre es
profesor y mi madre ama de casa. Mi interés por la vocación nació ya en tierna
edad, gracias a los principios cristianos recibidos de mis padres: nos llevaban
a los rosarios organizados en los diferentes grupos de cristianos, sobre todo
en el mes de octubre; y todos los domingos a la Misa.
He crecido tratando siempre de portarme bien y
corrigiendo a mis amigos cuando se equivocaban. Las señales de una vocación ya
estaban, pero todavía no estaba clara la dirección hacia la vida religiosa.
Esta se hizo clara en el 2003, en la escuela
técnica Don Bosco Vanimo. Estuve en ella cuatro años como estudiante interno.
El ambiente positivo facilitaba el aprendizaje y me ayudó a crecer en todos los
aspectos de mi vida. Lo que me orientó hacia la vida religiosa fue el rosario
diario, la disponibilidad de los sacerdotes para confesiones y retiros, los
pensamientos de los 'buenosdías’ y de las 'buenasnoches', además de la continua
presencia de los Salesianos entre nosotros los muchachos en las excursiones, en
los patios, y en otras actividades….
Así decidí unirme al grupo de vocaciones y en
2006 entré en el seminario Savio Haus. Pero en mayo de 2007 me afectó
gravemente la malaria cerebral y quedé hospitalizado durante una semana. Pensé
que era el final de mi vocación y de mis estudios".
Para Bernard, aun después de volver a los
estudios y a su vida de aspirante, las dificultades no habían acabado: la
familia le pidió que emprendiese un trabajo y él mismo tuvo dudas porque se sintió atraído
hacia una amiga universitaria. Pero al final la llamada fue más fuerte. Con la
oración, la comprensión de su familia y el apoyo de los Salesianos fue a hacer
su curso de pre-noviciado a Cebú, al que siguió la etapa del noviciado.
“Los dos años de formación me ayudaron a mirarme más profundamente a mí mismo y con la ayuda de Dios tomé la decisión de ser Salesiano de Don Bosco… Lo que verdaderamente me motivó fue el esfuerzo incansable de los misioneros salesianos que aquí, en nuestro país, siguen ayudando y formando a los jóvenes para que se hagan buenos cristianos y honrados ciudadanos.
“Los dos años de formación me ayudaron a mirarme más profundamente a mí mismo y con la ayuda de Dios tomé la decisión de ser Salesiano de Don Bosco… Lo que verdaderamente me motivó fue el esfuerzo incansable de los misioneros salesianos que aquí, en nuestro país, siguen ayudando y formando a los jóvenes para que se hagan buenos cristianos y honrados ciudadanos.