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sábado, 26 de septiembre de 2015

Darse prisa.

Esto se acaba. Me refiero, claro está, al Universo. Siempre creí que Universo era igual a algo que tiende a la unidad. Pues no, queridos. Ya sabéis que desde que Friedman, Lemaître, Hubble… Gamow (que dijo lo del big bang), desde hace casi un siglo los primeros y hace más de treinta años el último, se sabe que esto se acaba al dispersarse tanto que desaparecerá. Que la energía primordial se va reduciendo desde hace 17.300 millones de años, que es la edad que los estudiosos dan a la materia.  Dicen, por ejemplo, que hace dos mil millones de años (la sexta parte de su vida: más o menos, no vamos a discutir por medio millón de años) la energía era ya la mitad de la primigenia, así que hoy… ¡Qué cosas!
Por eso hay que darse prisa. Me refiero, naturalmente, a la pérdida de energía que en nuestra vida (ese precioso don de que gozamos en medio de tanta grandeza) debe desplegarse.
Hay otras teorías sobre el fin de la energía a las que dan nombre en Inglés, que es monosilábico y, por tanto, más contundente. ¡Y tanto!: Big Crunch, Big Rip…gran Colapso, gran Desgarrón.
Simón Driver, de la Universidad Occidental de Australia, decía hace unas semanas en la Asamblea General de la Unión Astronómica Internacional en Hawaii que faltan todavía cien mil millones de años para que el universo “se convierta en un lugar oscuro, frío y sin estrellas que brillen…”.
El Sol no ama. La Tierra no ama. La Materia no ama. Yo sí amo. Vivo entre seres que pueden amar, que sin duda quieren amar pero no les dejan, que seguramente aman pero lo hacen mal, porque confunden amar con recibir, esperan recibir, esperan que los quieran, pero no se fían, no hacen ejercicio de amor, no empiezan ellos a amar a fondo perdido, no han asistido a ninguna clase de amor, no han escuchado al único Maestro del Amor, Amante verdadero, porque él mismo es Amor: Cristo. Ungido de Amor por Amor y para Amar dando la Vida. 
¿Conoces a alguien con un colapso de amor, con un desgarrón de amor? Evítalo tú. Entrégate. ¡Ama! ¡De verdad! ¡Como nos ama la Verdad!

jueves, 7 de mayo de 2015

Regalar felicidad.

Escuchaba en los pobres altavoces de mi ordenador la Obertura de los Maestros Cantores de Wagner y, curioseando, me encontré, entre otros, con este comentario que transcribo literalmente. Me emocionó de modo que creí oportuno hacerme eco de él. Con un breve añadido, si me lo permites. 
¡Cuántas concesiones al gusto hacemos con nuestros hijos y educandos! ¡Y cuántos errores cometemos cuando el gusto que complacemos es el inmediato, el que parece que les va a hacerse callar, el que hace que nos dejen en paz, el que cultiva en ellos la complacencia material, física o desviada de la auténtica felicidad!
El feliz “limpiabotas” de diez años que descubrió en su “casucha” la felicidad de fundirse con la música de su tocayo en primer lugar y con la de Mozart, Beethoven, Prokofief, Haydn… después nos enseña a descubrir la grandeza de uno de los caminos de la educación que se identifica con el grandioso ingreso en el espacio de la belleza con la música, el arte, la lectura, el conocimiento de todo lo que hay de verdaderamente grande en el inmenso mundo del espíritu.
“Cuando niño, (1983) lustraba zapatos en una ciudad de Sudamérica, cierto día un señor de barba blanca (desconocido) me obsequió cinco casetes originales (philips) Eran de Mozart sinf. 40 y 41, Beethoven La pastoral 6ta sinf., Prokofiev Pedro y el lobo+sinf 1,  Haydn El reloj y la sorpresa y Richard Wagner. lado A Tristan e isolda preludio y muerte de amor+ los Maestros cantores de Nuremberg,  lado B Idilio de Sigfrido y el Holandés errante. Cuando llegué a mi casucha, de todos los compositores escuché primero a Wagner por que yo me llamo Richard y era mi tocayo. Jamás había escuchado música de este tipo y fue los maestros cantores la que me gustó inmediatamente, También la pastoral de Ludwing. Le agradezco a ese desconocido haberle regalado tremendo tesoro a un niño de 10 años que lustraba zapatos para sobre vivir. Creo que es el mejor regalo que me hicieron en la vida, hoy me he convertido en un amante de esta música y de todos los compositores sin desmerecer a ninguno es Wagner mi preferido. Los casetes los guardo hasta hoy como muestra de que existen personas buenas en el mundo. Gracias por colgar este video haces lo mismo que aquel desconocido: regalar FELICIDAD”.

jueves, 3 de julio de 2014

Athena.

Aunque todos conozcáis a Athena Orchard, creo que es mérito suyo quedar en estas páginas de admiradores de la valentía y la sensatez. El pasado 28 de mayo murió a los 13 años en Leicester (Inglaterra). Era una muchacha animosa, deportista, risueña, comunicativa, afectada por un osteosarcoma que apareció en la cabeza y se difundió rápidamente a pesar de las atenciones médicas adecuadas que recibió.
Produce tristeza la muerte de una persona. Más si es cercana. Más si es parte viva de la propia familia. Más si es joven. Todo eso era Athena. Y todo eso lo vivieron sus padres en el corto recorrido del final de su vida. Porque todo ello era normal en la anormalidad de que su vida joven quedase truncada. Su padre, Dean, la describía como «una persona muy espiritual» e «inteligente». Y Caroline, su madre, decía: «Athena era la persona más valiente que he conocido. Siempre se preocupaba de que los demás estuvieran bien antes que de sí misma, siempre era positiva».
Pero pocos días después de su muerte descubrieron la altura espiritual de una niña, ¡su hija!, que dejaba un “testamento” de sabiduría, de valentía, de ternura en la parte posterior del espejo de su habitación.
Durante todo el tiempo de su tratamiento, al menos, había escrito casi tres mil palabras como un regalo para la familia y para nosotros.
Supongo que lo publicarán oportunamente por la esplendidez que encierra y porque a todos nos hará bien. Transcribimos sin comentario (sería un atentado a su grandeza) las frases que se han publicado en la prensa.
«Cada día es especial, al menos la mayor parte de él».
«La vida solo es mala si lo haces mal»
«La felicidad depende de nosotros mismos»
«Tal vez no se trata de un final feliz, tal vez se trata de la historia».
«El propósito de la vida es una vida con propósito».
«La diferencia entre ordinario y extraordinario es ese pequeño extra. La felicidad es una dirección, no un destino»
«Recuerda que la vida está llena de altibajos; sin las bajadas las subidas no significan nada»

«La vida es un juego para todos, pero el amor es el único premio».

lunes, 2 de enero de 2012

Arqueo. ¿Seguimos o no?...

Cuando yo era pequeño y me atraía el fondo de las palabras y me gustaba pegarlas, repitiéndolas una y otra vez, en el tesoro de mi ralo vocabulario, esta de arqueo me resultó interesante, casi misteriosa. Se sacaba a relucir al final del año con el arca de los dineros para ver cuánto quedaba al cerrarse un ejercicio económico. O eso me pareció entender. Indudablemente se recurría a arca como referencia al lugar donde se hurgaba para ver si había o no había y, si había, cuánto. Después el diccionario de la RAE me enseñó que arca es una “caja, comúnmente de madera sin forrar y con tapa llana que aseguran varios goznes o bisagras por uno de los lados, y uno o más candados o cerraduras por el opuesto”. Y que arqueo es “medir la cabida de una embarcación”. Sea como sea y se tome la acepción que más guste, al final del año es bueno preguntarse qué es de este blog o weblog o, mucho mejor, como algunos dicen, bitácora, el armario en que han ido quedando los 150 mensajes lanzados desde el 11 de febrero del año que está acabando, con la ingenua intención de que se hiciese más acertada la navegación.
Después de esta etapa y sin saber si iniciar la siguiente, nos vienen a los que hacemos esto algunas preguntas como ésta: ¿Los lee alguien? ¿Cuántos? ¿Les aporta alguna ayuda en su reflexión? ¿Tienen sus hipotéticos lectores alguna sugerencia que hacer? ¿Seguimos?
Al final de cada “capítulo” de “buenasnoches” figura esta leyenda: 0 comentarios. Sólo hubo uno el 7 de Noviembre que era, en realidad, un cordial saludo de un antiguo alumno de la Universidad Laboral de Zamora. Para enviar tu comentario, que deseamos y que nos vendrá muy bien, pincha sobre el circulito y escribe en la plantilla que se te presentará.    
Diez días antes del aniversario de su aparición, esta bitácora te desea, querido amigo que lees, que con los tuyos vivas el largo año que viene (¡es bisiesto!) en la paz de Dios. Y que nos digas si seguimos o no.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

El placer en el trabajo.


Cuando el hombre ya no encuentre placer en su trabajo y trabaje sólo para alcanzar sus placeres lo antes posible, entonces sólo será casualidad que no se convierta en delincuente.
Así pensaba el alemán Christian Matthias Theodor Mommsen, Nobel de Literatura en 1902. Y ese pensamiento y la contemplación de su vida bastan para que estas buenas noches sean un provechoso alimento interior. Es suficiente pensar en los muchos delincuentes o medio-delincuentes o abocados a serlo que no han encontrado nunca placer en su trabajo porque la única razón para soportarlo es obtener de él los medios para no tener que trabajar.
Nuestro personaje nació en 1817 en Garding, un pueblecito pequeño que en aquellos años pertenecía a Dinamarca. Su familia era humilde, pero su padre, pastor protestante, le orientó hacia las lenguas clásicas. En la Universidad de Kiel se doctoró en Derecho. Y obtuvo de la Academia de Berlín la financiación de un proyecto gigantesco: editar todas las inscripciones latinas del Imperio romano: Corpus Inscriptionum Latinarum. Cuando murió en 1903 se habían publicado ya más de 120.000 epígrafes. Fue catedrático en diferentes universidades de Derecho romano, Filosofía e Historia antigua.
Además de su ingente trabajo científico, quiso aportar sus esfuerzos y servicios al bien de su patria como Diputado en el Parlamento alemán en tiempos del bien conocido  Otto von Bismarck, contra el que se situó con la crítica a sus procedimientos, a partir de 1881.
Gracias a sus diligentes estudios lingüísticos se pudo establecer un cuadro muy aproximado de la distribución de los dialectos usados antes de la “imposición” histórica del Latín.
En la lectura repetida de la afirmación de Mommsen que abre estas líneas y la reflexión sobre su entrega al trabajo puede encontrarse un acicate poderoso para estimular el esfuerzo en el trabajo, sea de investigación, estudio, servicio en las muchísimas plataformas de enriquecimiento de la sociedad a la que nos debemos.  

domingo, 9 de octubre de 2011

¿Ser feliz? (3)

Il Vate (1920)

Realmente la vida de Gabriele D’Annunzio (1863-1938) fue una carrera de obstáculos con todo. Fue político, militar, novelista, dramaturgo, poeta... sufrió e hizo sufrir en el amor, fue diputado y renunció, deudor y tuvo que huir, encendió el ambiente en favor de los aliados en la primera Guerra mundial. Fue piloto en ella, quedó tuerto, llevó a Viena nueve aviones que lanzaron propaganda de rendición, se resistió a la entrega de la ciudad de Fiume al final de la guerra, la ocupó echando a los americanos, ingleses y franceses que la ocupaban, exigió que volviese a Italia y, en vista de su fracaso, la declaró Estado libre del que se autoproclamó Duce; enredó en la Sociedad de Naciones a favor de las ciudades enajenadas, como la suya, quiso organizar un movimiento con núcleos separatistas de los Balcanes, declaró la guerra a Italia y se rindió bajo el bombardeo sufrido. Al final de su vida fue nombrado miembro de la Real Academia Italiana y tuvo un funeral de Estado decidido por Mussolini. 
Pues este Gabriele D’Annunzio, zarandeado por la vida y zarandeador de la historia,  tenía a la entrada de su casa una placa de cerámica con el tallo de un rosal, una rosa y esta leyenda: Toma la rosa, evita la espina (Cogli la rosa, fuggi la spina). Y poco antes de morir declaraba: “Soy viejo e infeliz. No encuentro haber vivido en mi existencia ni un instante de alegría”.
Si su estrategia para ser feliz fue tomar la rosa, su estrategia estaba equivocada. Una rosa separada del rosal es ya un cadáver. No sé si Francisco de Rojas se dirigía a una rosa cortada cuando lloraba su ocaso: “… si sabes que la edad que te da el cielo es apenas un breve y veloz vuelo”. Para que la rosa viva necesita al rosal. De él absorbe vida. Y la espina, las espinas defienden su integridad.
¿Por qué hay tanta gente infeliz? ¿Su mente no les llega para comprender que la vida no puede conservar su lozanía si no se construye sobre el tallo feraz de la exigencia? Que, indudablemente, supone dependencia del rosal y solidaridad con las espinas. Hay jóvenes que no salen de este proyecto: Ser libre para pasarlo bien. Es el proyecto del instinto, es decir, del ímpetu animal. Un proyecto así encierra un doble engaño: ni se es libre ni se pasa bien.
La esclavitud más engañosa, más dolorosa, es la del egoísmo. El ser humano que se cultiva abonando su vida de ese modo, choca, sin entenderlo, con la imposibilidad de crecer. Una persona es sólo persona si “es para los demás”. Así la definen los filósofos. ¡Y los psiquiatras! Y no “lo pasa bien” la flor que se pasa la vida ante el espejo, no lo pasa bien el que se complace, sino el que ha buscado y ha encontrado un jardín en el que pueda regar las flores.

jueves, 6 de octubre de 2011

¿Ser feliz? (2)


El galeón español Andalucía lo recorría hace dos años.

En septiembre del año 66 viajó Lucio Domicio Enobarbo (el Nerón de siempre) a Grecia. Y allí estuvo hasta diciembre del 67. Es verdad que en ese viaje decidió que se excavase un canal en el istmo de Corinto (y hasta el 68 se abrió su quinta parte), pero su interés se centró en conciertos (tocaba muy bien algunos instrumentos) y asistió a los juegos Olímpicos, a los Nemeos, Istmicos y Píticos, siendo al final aclamado como periodonix, es decir, fan de los cuatro, según cuenta el historiador Suetonio. Volvió a Roma como triunfador del arte y las competiciones.
Roma se había levantado poco a poco, casi desde la nada, sobre las sólidas columnas de la austeridad (parsimonia), la sensatez (gravitas), la dignidad (pudicitia), el orden estricto (lucidus ordo) y la emulación en servir a la república (certamen). A Nerón, que había aprendido mucho en Grecia  (tenía 30 años) y que el olvido de su maestro Lucio Anneo Séneca le había hecho sentir que su maestro ahora era él mismo, estableció un nuevo orden de cosas: el agón y el luxus. Sobre esas dos columnas se puede ofrecer al pueblo romano lo que pide y necesita: el estado de bienestar. La pietas y la fides son antiguallas.
Nerón propone: agón y luxus en vez de pietas y fides y sus hijas ya nombradas. El Agón era el certamen, pero no entendido como se había intentado hacer vivir hasta entonces, servicio a la patria, sino la lucha en los estadios, en el circo, en las naumaquias. Nerón era verde. Había cuatro grandes y fuertes equipos o escuadras para todo ello: roja, blanca, azul y verde. Cuando ya en el 59 habían tenido lugar los Juegos Juvenales, Tácito, otro historiador, los definió como certamina vitiorum, competición de vicios. Y al luxus, fasto y esplendor, los calificó como vitiorum dulcedo, caricia de vicios.
Cuando presenciaba Nerón los preparativos para su cremación (decidido a suicidarse porque el acoso de muerte que le rodeada no le permitía otra salida) exclamó orgulloso: Muero como un artista. Lo natural es que lo dijese en latín, como asegura Suetonio. Pero Dión Casio asegura que lo dijo en griego. Era el 11 de Junio del año 68.
El preámbulo ha sido tan largo que no cabe añadir una moraleja. Pero si se tiene la paciencia de buscarlo en lo escrito arriba, se puede sacar con mucha, muchísima facilidad, la lección.

viernes, 30 de septiembre de 2011

¿Ser feliz? (1)


Parecería que una persona tan seria como Emmanuel Kant (¿has visto algún retrato suyo?) no iba a preocuparse de la felicidad y menos de la felicidad concreta de cada ser humano. Lo lógico es que dedicase su atención el empirismo, a la estética  trascendental y al mundo de los fenómenos. Pues no señor. Un amigo, conocedor de su pensamiento, me dice que propuso esta fórmula para ser feliz: Algo en que creer. Un ideal que vivir. Una persona a quien amar. ¿Nos lo puso fácil?
Lo de creer se entiende bien y parece que está al alcance de la mano. Pero hay que acertar con ese algo. Y basta repasar la lista de los muchos algos en los que creímos (cosas, acciones, iniciativas, personas, amigos, instituciones…) para darnos cuenta de que hoy vivimos apoyados, es decir, creyendo, en algo que, ni siquiera por costumbre, nos hace de verdad felices. ¿Qué hacer entonces para empezar por el principio en el camino de felicidad que me propone Kant? Analizar sabiamente (¡eres sabio, no te arredres!) cada uno (o, al menos, alguno) de los algos que todavía no son apoyo de mi vida, no son fuente de mi felicidad, programar cómo acercarme a él y abrazarlo con fuerza.    
Un ideal que vivir es un flujo de vida que dé respuesta cabal al proyecto de mi existencia. Nadie acepta como ámbito de vida un programa que convierta las tardes en siestas. Ni tampoco un proceso de ganancias, honradas y crecientes si se quiere, pero que de ideal tiene tan poco como el de nadar en el césped que rodea la piscina.
Ideal debe significar la plenitud de un deseo. Y no es fácil aceptar que la plenitud quede en algo que no sea el infinito. Porque es posible idear, pero cuando se desea lo imposible, es lógico que el resultado sea la decepción. 
Oscar Wilde escribía: Cuando se desea algo se es infeliz, pero el que lo consigue lo es más. ¿Por qué? Tal vez porque nos echamos en cara no haber deseado más. O porque el algo deseado y alcanzado es tan vulgar como yo. O porque lo que vimos como ideal era algo que no podía saciar mi infinita necesidad de ser.     
Tener una persona a quien amar es más fácil. ¡Hay tantas! León Tolstoi decía: No hay más que una manera de felicidad: vivir para los demás. Sus obras El reino de Dios está en vosotros,  Anna Karénina, Guerra y paz, Últimas palabras han sido modelos de serenidad e inteligencia. En la última citada nos deja la fórmula: “que vivamos según la ley de Cristo: amándonos los unos a los otros, siendo vegetarianos y trabajando la tierra con nuestras propias manos”.