martes, 27 de septiembre de 2016

Ositos de agua.

Johann August Ephraim Goeze llamó, en 1773, Ositos de agua a unos animalitos diminutos (no pasan, los adultos, de medio milímetro) que viven sobre el musgo, el liquen y los helechos. A lo mejor ya los conoces. Son muy feos de aspecto y muy lentos en sus movimientos por lo que, cuatro años más tarde, Lazzaro Spallanzani los englobó con sus congéneres (más de mil especies) en el grupo de los Tardígrados, es decir lentos al moverse, como los osos. Y ya sabemos que Goeze los encontró con aspecto de osos. 
Pero no vendrían aquí si no fuese porque parece que son los seres vivos que más aguantan: la presión de 6.000 atmósferas; temperaturas entre los 200º bajo cero hasta los 150º por encima; pueden deshidratarse y vivir sin agua más de 10 años; soportan una radiación ionizante; sobreviven en alcohol puro y éter; van a la estratosfera (se los ha situado en el exterior de cápsulas espaciales) y vuelven de ella tan campantes; soportan la congelación como si tal cosa. Y pueden demostrar que siguen vivos después de 120 años en estado de criptobiosis, es decir, más o menos, vida aparente.
¿Cómo educamos, padres y educadores? ¿Tendemos a facilitar las cosas, la vida en sus diferentes manifestaciones? ¿Buscamos ahorrar a nuestros hijos el dolor que da crecer como árboles sanos, fuertes, retadores a pesar de que no todo lo que los rodea sea grato? “¡Que no sufra, pobrecito!”. “Si hoy ya hay aparatos que dan todo hecho”… Así resumimos muchas veces nuestra incapacidad de entender que no será grande el hombre al que nos hemos empeñado en criar como canijo.

jueves, 22 de septiembre de 2016

Jakutia- Sakha.

La república autónoma de Jakutia-Sakha cubre tres millones de kilómetros cuadrados donde vive una población de un millón de gente sencilla y con problemas. Se trata de Siberia (Rusia). Allí los salesianos llevan sirviendo 23 años en dos pequeñas obras de atención a sus habitantes: Jakutsk y Aldán, separadas por 600 kilómetros, en las que cinco salesianos, secundados por gente muy cercana, han creado comunidades católicas pequeñas, pero de gran vigor, con cambios sociales y religiosos notables. Y en Jakutsk han terminado por fin la primera iglesia parroquial católica.    
El trabajo allí, esperanzador y entusiasta, se encuentra con dificultades y retos. Durante casi nueve meses la temperatura es de 50 grados bajo cero de la Escala Celsius. La permanencia de los misioneros no es prolongada, por lo que se deben sustituir con relativa frecuencia. La distancia de la Inspectoría salesiana “madre”, Eslovaquia, que tiene 23 obras en su propio territorio y una en Azerbaiyán. El ambiente multicultural y pluri-religioso (11 religiones diferentes: una tercera parte de cristianos ortodoxos, otro tanto de animistas, algunos ateos, musulmanes, cristianos de otras confesiones). Población juvenil numerosa, alcoholismo frecuente, crisis familiar muy extendida y minoría católica, de unos 500 bautizados, en diáspora natural. Unos cien misioneros laicos voluntarios, casi todos eslovacos, se han sucedido en la ayuda a las dos pequeñas comunidades a lo largo de estos 23 años.
Para los que leen estas páginas y se animen a ir, ellos también, al menos tres meses seguidos y conocimiento suficiente de ruso, tienen por delante estas bellas tareas: ayudar a profundizar en la fe, fortalecer la comunidad católica, vivir abiertos a los que los necesiten, dar testimonio de vida, servicio y educación, especialmente a los jóvenes pobres y a sus familias y cuidar la propia formación misionera y la de la comunidad internacional. 

sábado, 17 de septiembre de 2016

Mi dirección...

Bernard Kaiau es un joven salesiano de Papua Nueva Guinea. Se prepara, madurando su respuesta a la llamada de Dios, al servicio como salesiano de sus connacionales.   Leer su testimonio nos puede hacer bien. Sobre todo a los que sienten cansancio por el mucho tiempo que llevan esperando respuestas como esta. 
“Procedo de una familia católica. Mi padre es profesor y mi madre ama de casa. Mi interés por la vocación nació ya en tierna edad, gracias a los principios cristianos recibidos de mis padres: nos llevaban a los rosarios organizados en los diferentes grupos de cristianos, sobre todo en el mes de octubre; y todos los domingos a la Misa.
He crecido tratando siempre de portarme bien y corrigiendo a mis amigos cuando se equivocaban. Las señales de una vocación ya estaban, pero todavía no estaba clara la dirección hacia la vida religiosa.
Esta se hizo clara en el 2003, en la escuela técnica Don Bosco Vanimo. Estuve en ella cuatro años como estudiante interno. El ambiente positivo facilitaba el aprendizaje y me ayudó a crecer en todos los aspectos de mi vida. Lo que me orientó hacia la vida religiosa fue el rosario diario, la disponibilidad de los sacerdotes para confesiones y retiros, los pensamientos de los 'buenosdías’ y de las 'buenasnoches', además de la continua presencia de los Salesianos entre nosotros los muchachos en las excursiones, en los patios, y en otras actividades….
Así decidí unirme al grupo de vocaciones y en 2006 entré en el seminario Savio Haus. Pero en mayo de 2007 me afectó gravemente la malaria cerebral y quedé hospitalizado durante una semana. Pensé que era el final de mi vocación y de mis estudios".
Para Bernard, aun después de volver a los estudios y a su vida de aspirante, las dificultades no habían acabado: la familia le pidió que emprendiese un trabajo y él  mismo tuvo dudas porque se sintió atraído hacia una amiga universitaria. Pero al final la llamada fue más fuerte. Con la oración, la comprensión de su familia y el apoyo de los Salesianos fue a hacer su curso de pre-noviciado a Cebú, al que siguió la etapa del noviciado.
“Los dos años de formación me ayudaron a mirarme más profundamente a mí mismo y con la ayuda de Dios tomé la decisión de ser Salesiano de Don Bosco… Lo que verdaderamente me motivó fue el esfuerzo incansable de los misioneros salesianos que aquí, en nuestro país, siguen ayudando y formando a los jóvenes para que se hagan buenos cristianos y honrados ciudadanos.

lunes, 12 de septiembre de 2016

Roma.

Por lo que sea este verano de 2016 Roma, una ciudad que fascina por su historia, su nobleza y su belleza, está resultando especialmente insoportable por la presencia de animales extraños en la ciudad y extrañamente atrevidos. Las crónicas refieren la actividad de gaviotas, ratas y ratones, moscas, mosquitos y otros insectos y hasta zorros y jabalíes – dicen – en sus aledaños. Y tres semanas más tarde, incendios espontáneos o provocados.
Hace muchos siglos Roma era una ciudad en la que la aglomeración y el ocio de muchos de sus habitantes hacían imposible transitar por las vías Appia y Flaminia. El Argileto, el Vicus Tuscus y la Suburra eran un frenesí, un ruido inacabable, un estrépito inaguantable. Y los peligros se cernían sobre los viandantes por la noche. Juvenal lo describía de este modo mordaz: “¡A la calle lo que sobra!”.
De mucho tiempo antes de ahora, nos dice Marcial: “No te dejan vivir; de noche los panaderos; por la mañana los maestros de escuela, a todas horas los caldereros que golpean con su martillo: aquí es el banquero que, no teniendo otra cosa que hacer, revuelve sus monedas en sus sórdidas mesas; allí un dorador que con el bastoncito da en una piedra reluciente. Sin interrupción los sacerdotes de Belona, poseídos de la diosa, lanzan gritos furibundos… El náufrago, con un trozo de madera colgado al cuello, no acaba nunca de repetir continuamente su historia; el pequeño hebreo, amaestrado por su madre, de pedir limosna lloriqueando; el revendedor legañoso de ofrecerte las pajuelas para que se las compres, y cuando las mujeres con sus sortilegios de amor hacen que se oscurezca la luna, todo el mundo halla a mano algún objeto de cobre que aporrear, hasta que se desvanece el hechizo”. Y Juvenal remacha: “¡Cuesta una fortuna dormir en Roma!”. 
Las cosas no son nuevas en la historia. Pero lo que es siempre viejo es la inercia que nos lleva a comportamientos que no son humanos. Basta repasar la crónica social de las ciudades en nuestro siglo XXI para descubrir que las grandes ciudades (sobre todo las grandes) se han convertido (sobre todo en algunos barrios) en zoos humanos donde la convivencia se hace difícil, si no imposible, a no ser que asumas o al menos mimetices el comportamiento de los que las dominan. ¡Y eso nunca! Nunca “¡A la calle lo que sobra!”.

martes, 6 de septiembre de 2016

Ciao Piccola!

CIAO PICCOLA, YO SOLO ECHÉ UNA MANO PARA SACARTE DE AQUELLA PRISIÓN DE ESCOMBROS. PERDONA QUE HAYAMOS LLEGADO TARDE. POR DESGRACIA HABÍAS DEJADO YA DE RESPIRAR, PERO QUIERO QUE SEPAS ALLÁ ARRIBA QUE HEMOS HECHO TODO LO POSIBLE PARA SACAROS FUERA DE ALLÍ. CIAO GIULIA. CUANDO VUELVA A MI CASA EN LA AQUILA SABRÉ QUE HAY UN ÁNGEL QUE ME MIRA DESDE EL CIELO Y DE NOCHE SERÁS UNA ESTRELLA LUMINOSA. CIAO, GIULIA. AUNQUE NUNCA ME HAYAS CONOCIDO, TE QUIERO MUCHO.
ANDRÉS
Así se desahogaba un bombero con un saludo emocionado que dejó sobre el ataúd de una niña, Giulia, muerta en el terremoto del pasado 24 de agosto en Pescara del Tronto. Giulia, que había muerto cubriendo y salvando la vida con su cuerpo a su hermana Giorgia, de 4 años. 
¿Para qué añadir palabras que no dicen nada y que profanan la tristeza ante una niña muerta y la impotencia de un hombre valiente, sensible, que llora con ternura la inutilidad de su deseo? Cada uno de los que leemos esa preciosa oración a Julia sentimos que el mundo necesita más honradez en la construcción del techo que nos cobija y, sobre todo, más corazón para los demás, más identificación con su debilidad y más decisión, seriedad y entrega para llegar al fondo de los problemas de los demás, del mundo y de su historia.

No hace falta añadir nada más. 

jueves, 1 de septiembre de 2016

Educar.

Acabo de leer la reseña en La Vanguardia de una entrevista a la catedrática de Español y asesora del Ministerio de Educación sueco Inger Enkvist. Se refiere a los cimientos de la educación en Occidente. Y afirma, por ejemplo: "Se ha creído que la educación era un bien ya conquistado y han dejado de exigir esfuerzo a los alumnos". Dicho de otro modo, sin duda peor: el esfuerzo no es una actitud que se considere fundamental (de “fundamento”, es decir, cimientos) en la consolidación de la personalidad de los hijos y alumnos. O, traducido a otro modo, nuestros hijos y alumnos no maduran. Probablemente porque en la maduración de los padres y educadores ha faltado la convicción de que sólo crece el árbol que lucha por su propia vida, de que la “selección natural” es un proceso inevitable. “Que no sufra”, “Que no tenga que esforzarse”, ”¡Pobrecito! ¡Es tan pequeño!”. Y lo logran: pequeño se queda aunque le crezca al cuerpo, el mal genio, las exigencias y las ganas de que le den las cosas hechas.
Cree Inger “que es un error considerar que todos los alumnos se esfuerzan y por eso no exigir resultados, motivo por el que ahora, el alumno se percibe como algo «intocable». Sigo copiando lo que nos dice la profesora Enkvist: "… para que haya inclusión todo el mundo tiene que aceptar hacer su trabajo. Si anteponemos la convivencia al aprendizaje se hunde todo". Y "el aprendizaje mejora la convivencia" y no al contrario.
De Finlandia elogia: "… preparan muy bien a los niños en primaria, establecen buenas costumbres de trabajo con apoyo inmediato al alumno que lo necesita para que no acumule retraso". Lo que hay que hacer es dejar claro a los alumnos que "no pasarán de curso si no se saben las materias". "…Si el alumno no llega al segundo ciclo sabiendo leer de manera fluida y no tienen un conocimiento del mundo, están completamente perdidos en el entorno educativo, en su mundo privado y lo estará en el laboral".
Sigue afirmando que la educación debería primar la calidad de la enseñanza sobre la cantidad de horas que se pasa en el colegio -"los finlandeses están 5 horas en el colegio y no tienen demasiados deberes porque en casa se dedican a leer". Y  destaca que "la educación no debería ser una cuestión política…. Se debería permitir a la familia elegir la lengua vehicular si lo que queremos priorizar es el dominio del lenguaje".
"Lo más importante es que los niños tengan vocabulario y conocimientos, y para eso escuela y padres deben estar de acuerdo y fortalecer la lengua materna, así es más fácil aprender el otro idioma, pero como materia. En mi país se dan tres clases de sueco por semana en sueco y todo el mundo habla sueco", porque hay que tener claro, dice esta catedrática de español, que "la lengua es un instrumento, no una meta". "Si una sociedad se cierra está quitándole oportunidades a sus jóvenes".
“Destaca la necesidad de tener buenos profesores y recuerda que en países como Finlandia, «a los profesores de preescolar se les exigen una nota de corte muy alta, y todos tienen un máster. Los padres saben que están muy preparados y los alumnos que ser profesor es muy difícil y que los suyos están entre los mejores del mundo. De un buen profesor no te olvidas jamás».