lunes, 31 de diciembre de 2018

Un Hotel de muchas Estrellas.


Leí hace algún tiempo que los hermanos gemelos Frank y Patrik Riklin habían ideado un hotel a 1700 metros sobre el nivel del mar, al aire libre, de muchas y con muchas estrellas, las infinitas estrellas que permiten dormir bajo su encanto y dejándose mirar por ellas antes de conciliar el sueño.
No he sabido más que lo de aquella primera noticia del Null Stren Hotel (creo recordar que ese era el nombre) con una sola suite al aire libre por 300 dólares. Y que tenían ya cubierto todo el año 2017 con 1300 peticiones desde todo el mundo.
También manifestaban que con ello denunciaban las contradicciones del mundo moderno.
Y me preguntaba al leerlo y me sigo preguntando si hay algún camino y alguna experiencia que sirva para curar alguna, una sola, de las contradicciones del mundo moderno. Pienso que nada hace cuerdo al necio. Pero también que quien vive el gozoso oficio de la educación y de la formación tiene en su mente y en su corazón un instrumento precioso para orientar el sentido vital de quien forma para que piense, ame, proyecte y programe siempre con ese sentido común que guía a las mujeres y a los hombres capaces de construir un acogedor mundo mejor. Otras lenguas lo llaman buon senso, bon sens, savvy, Menschenverstand… que no es mejor que común, aunque común puede confundirnos con lo de todos sabiendo como sabemos que no todos lo tienen.

miércoles, 26 de diciembre de 2018

Gracias Dinosaurios!


Como sabes, dinosaurio significa algo así como lagarto forzudo. Pero George Poinar Jr., profesor emérito del College of Science de la Universidad  de Oregón, nos invita a agradecerles lo que sigue.
Un Triceratops o un Tyrannosaurus rex, hace cien millones de años, las hicieron caer al pasar y mover una Araucaria sobre ámbar, donde han quedado hasta ahora con el mismo aspecto que tenían cuando cayeron.
Son pequeñísimas, de 3 a 5 milímetros, pero son testigos de un mundo lejano en el tiempo que nos regalan fragmentos venerables de vida lejanísima.
Es una buena lección para grandes y chicos. El legado, las vivencias, triunfos y fracasos, lágrimas y lecciones de la historia no pueden ser sin más, realidades que se hayan desvanecido en la nada.
Me refiero especialmente al tesoro del ámbar que encierra la lectura que tan poco y tan mal se educa y se practica. Al alcance de todos están los chorros de vida del pasado que nos han dejado hombres recios, sabios, pensadores, experimentados, sufridores que se nos acercan con humildad y acierto para despertar en nosotros respeto e interés hacia los que nos han precedido en la lucha, el dolor, la desesperación, la ternura, la vida...
Recordando libros tan dispares, tan atractivos y tan ricos como El collar de la paloma de Ibn Hazm, Fouché, El candelabro enterrado, El mundo de ayer de Stefan Zweig, La Biblia en España de George Borrow, Un puente sobre el Drina de Ivo Andric, De cómo los griegos somos nosotros de Manuel Rabanal, María Antonieta de Nicolás González Ruiz… de los que guardo la experiencia del agrado de jóvenes a los que sugerí alguna vez su lectura. 

viernes, 21 de diciembre de 2018

La Felicitación de Navidad.


Estas sí que son Buenas Noches de Don Bosco. Nos acercamos a él y a la Navidad, celebrada como él quería, en su casa de Vadocco. Sin añadidos, sin comentarios, naturalmente. Leemos como en letras de oro la sublime grandeza de su corazón.    
«Mañana empieza la Novena de la santa Navidad. Dos cosas yo os aconsejo en estos días. Acordaos con frecuencia de Jesús Niño, del amor que os tiene y de las pruebas que os dado de su amor hasta morir por vosotros. Por la mañana, al levantaros enseguida cuando toque la campana y sentir el frío, recordad a Jesús Niño que temblaba por el frío de la paja. Durante el día animaos a estudiar bien la lección, a hacer bien el trabajo, a estar atentos en clase por amor de Jesús. No olvidéis que Jesús avanzaba en sabiduría, en edad y en gracia delante de Dios y delante de los hombres. Y sobre todo por amor de Jesús guardaos de caer en cualquier falta que pueda disgustarle. Haced como los pastores de Belén: id con frecuencia a estar con él.
Nosotros envidiamos a los que fueron a la cabaña de Belén, que lo vieron apenas nacido, que le besaron su manita y le ofrecieron sus regalos. ¡Felices pastores, decimos nosotros! Y sin embargo nada tenemos que envidiar, porque su misma fortuna es también la nuestra. El mismo Jesús que fue visitado por los pastores en su cabaña se encuentra aquí en el sagrario. La única diferencia está en esto, que los pastores lo vieron con los ojos del cuerpo, nosotros lo vemos solo con la fe, y no hay cosa que podamos hacerle más agradable que ir con frecuencia a visitarle. ¿Y de qué modo ir a visitarle? Primero con la frecuente Comunión. Otro modo después es ir alguna vez a la iglesia durante el día, aunque sea también por un solo minuto”.

domingo, 16 de diciembre de 2018

Inclinada: ¿Se caerá?


Llaman Plaza de los Milagros a la que en Pisa alberga la historia y la belleza de varios monumentos inigualables. La llamada Torre de Pisa no es una torre sin más. Es, como sabes, el campanario de la catedral dedicada a Santa María en su Asunción.
En Pisa hay otras dos torres inclinadas, aunque ésta es la que tiene la fama y se lleva el sobrenombre de inclinada. A las otras dos (el campanario de San Nicolás con una inclinación de 2,5º y el de San Miguel de los Descalzos con 5º) se les hace menos caso.
¿Qué pasa en Pisa que las torres se inclinan? Cuando el 9 de agosto de 1173 se puso la primera piedra, su “padre”, Bonnano Pisano, miró con sus ojos soñadores los 56 metros de los siete pisos de su sueño, pero no se fijó tanto en que su obra (que iba a acabar Tomás de Andrés Pisano dos siglos más tarde y que pesaría 14.453 toneladas) no podía soportar su gloria sobre un terreno arcilloso sin suficiente cimentación.
En 1990 su pendiente era de 6 grados. Y se empezó a poner remedio: tirantes de acero y contrapesos de plomo hicieron posible que la inclinación se redujese a menos de 4 grados.
Y como no es arte, historia o turismo lo que nos trae a esta página, va bien añadir unas líneas de reflexión muy sencilla pero que deberían convertirse en convicciones y actuación.
¿Qué ha pasado con esos hijos, con esos muchachos para los que hubo un proyecto perfecto, que tanto prometían y que acabaron un poco o un mucho torcidos?
Crecieron desde sus cimientos sobre arcilla: engreimientos: “¡Qué guapo!”, “¡Qué listo!”, “¡Qué gracioso…!”, complacencias, concesiones, descuidos, desinterés por sus pasos, lejanía de afecto y amistad, ignorancia sobre sus amistades, aficiones, estudios, costumbres… “¡Ya es mayorcito!”, “Ya sabe lo que tiene que hacer”, “No debo coartar su maduración y crecimiento”, “Él sabrá lo que hace”, “Bueno, eso no tiene mucha importancia”. “¡Que me dejen en paz!”.
“¡Tener un hijo es una gran responsabilidad!”, “¡Aceptar ser formador es un deber sagrado!”… Pero no enterarse del piso que pisan, de la arcilla que los va hundiendo poco a poco en la mediocridad, en parecerse a un amigo que es muy brillante pero que carece de solidez moral, permitir de hecho lo que se prohíbe de palabra… son trampas sobre las que hay que prestar atención serena y decisivamente. Y nunca dejar de ser ese amigo honrado que es un padre y un auténtico educador que acompaña siempre, que alienta siempre, que eleva siempre.             

martes, 11 de diciembre de 2018

Un raro Pulpo.


La imagen de este animal, que aquí se nos presenta, se debe a la ayuda de la telecámara de un submarino robótico de la expedición Ocean Exploration Trust a ochenta millas al Oeste de Monterey y a tres mil metros de profundidad.
Lo llaman “Dumbo” porque dicen que se parece al elefantito de Disney. Pero es, dicen, un pulpo, un pulpo raro, pero un pulpo. Un Grimpoteuthis bathynectes (ese es el solemne nombre que le han dado) de sesenta centímetros, que se alimenta de crustáceos, gusanos y moluscos.
Los apéndices que luce como orejas atentas no se han estudiado todavía dada la dificultad de observar esas realidades de vida tan profundas.
Pero contemplarlo vale para una sencilla reflexión sobre el bulismo infantil. Y escribo infantil porque es propio de quien no ha madurado como para comprender la amplitud, la riqueza, la dignidad de cualquier ser vivo, pero especialmente de las personas más cercanas.
¿De dónde nace esa práctica pueril que tanto mal provoca? ¿Podemos afirmarlo sin error? Sí. De los padres y solo de ellos adquieren los niños la capacidad de medir. Aprenden de ellos a clasificar, a medir el calibre de los bienes y los males, a comparar la altura o grandeza, la bajura y raquitismo de todos los que no son “de la familia”. La crítica es una práctica mezquina e inmadura en la vida de relación. Pero es muy frecuente que el criterio de valores (de cualquier tipo que se piense) que expresan los padres (el padre y la madre) en el hogar sea decidido, decisivo, tajante, exagerado. A veces va envuelto en un sentimiento de envidia o de revancha, de desahogo, de superioridad que sirve para plantar una cátedra propia de jueces.
Cuando esa debilidad en la entereza del respeto al otro, a todo otro, se une a la del amigo o compañero o grupo o rebaño, el contagio del placer de mortificar, la tendencia a acosar al animal herido, el regusto de creerse superior, la falta de compasión, el instinto desbocado forman escuela.
No es difícil en nuestra vida de relación comprobar que muchos, demasiado…, hasta el más necio  (seguramente más que ningún otro) viven embistiendo y son capaces de juzgar, de clasificar, de condenar, de despreciar –sin más- al que no le cae bien.

jueves, 6 de diciembre de 2018

Freeride Mountain Bike (Concurso de Saltos).


El pasado 30 de octubre (estamos en el año 2018) tuvo lugar una edición más de la Red Bull Rampage. A los profanos de esta asombrosa carrera se nos perdona que la describamos a otros profanos como una bajada en bici a tumba abierta. Los que saben la llaman freeride mountain bike. Y los cronistas comunican que el ganador, con 89,66 puntos, fue el canadiense Brett Rheeder, de 25 años por delante de otros 18 competidores. Se realizó en Virgin en el estado de Utah. Y el autor de la proeza hizo dos backflip impecables  y un giro de 360 grados. Así lo afirman los testigos.   
Tuve ocasión de verlo, sin creer que Brett pudiese llegar a la meta, en este medio tan generoso de GOOGLE. Y quedé lleno de asombro.
Pero se me ocurrió que este hecho deportivo puede inspirar una convicción para nuestra misión de educadores. Lo que vi hacer a Brett no era fruto de una improvisación, de una idea loca, de una decisión sin cabeza. Era natural que antes de aquella victoria hubiese habido tanteos, fracasos, caídas, decepciones, atisbos del logro y decisión para llegar al triunfo.
Un sentimiento frecuente en nuestros muchachos es el de dejar de esforzarse porque pierden el atractivo en lo que buscan, no están acostumbrados a esforzarse, a perseverar, a convencerse de que los valores no se encuentran tirados por la calle, de que el triunfo es siempre fruto de una dedicación perseverante, odiosa a veces, efecto de la entrega de una personalidad madura o que se está empeñando en madurar.
La fuente de todos los triunfos es la persona: la persona con convicciones, con el deseo de llegar a ser alguien que sirva en una sociedad en la que es fácil que lo que se desea llegue de regalo, por puro deseo, sin haberlo ganado.

sábado, 1 de diciembre de 2018

El tesoro de Berthouville.

Los lexovios fueron un pueblo celta, en la costa de la Galia, inmediatamente al sur de la desembocadura del río Sena en la actual Normandía. Tuvieron dificultad en el trato con los vecinos y alianza, más tarde, para liberarse del dominio de Roma. Como es sabido no lo lograron.
Pero Roma dejó allí, cerca de la localidad que hoy se llama Berthouville, un tesoro: el Tesoro de Berthouville que descubrió casualmente Prosper Taurin, un labrador normando, el 21 de marzo de 1830.
Son unas cien piezas de plata, algunas de alto valor artístico como se puede comprobar en la figura del encabezamiento de estas líneas. Pasaron en seguida, por 15.000 francos, al Cabinet des Médailles de la Biblioteca Nacional de Francia.
Algunas tienen inscripciones votivas (Quintus Domitius Tutus, Propertus Secundus, Lucia Lupula, Merio Caneto Epatticus, Aelius Eutychus…) y parecen proceder del templo de Mercurius Canetonensis, dios venerado en la Galia romana.
La reflexión sobre este hecho puede despertar en nosotros de nuevo la necesidad de educar el respeto, el agradecimiento y, a veces, la veneración por el pasado. Llama la atención el esfuerzo que hicieron algunos de nuestros mejores artistas, por acudir a lugares donde trabajaban y enseñaban los maestros universales del arte. Antes habían sido los romanos quienes aprendieron en Grecia. Pero muchas ciudades de Italia, especialmente Florencia, Siena, Milán, Pisa, Venecia, Lucca, Verona, Roma… acogieron y enseñaron a contemplar la belleza proyectada en un mármol, en un lienzo, en un edificio, en una columna… ¡Y a copiarla! 

lunes, 26 de noviembre de 2018

Rosa Azul: el arte del acompañar.


Parece que las rosas azules, que hasta ahora presumen de ser el símbolo del “No hay nada más bonito que yo”, son producto de la industria con colorantes artificiales. O pueden ser fruto de la ingeniería genética inyectando enzimas que producen pigmentos azulados en los pétalos de la rosa blanca.
Yihua Chen, de la Academia China de Ciencias, y Yan Zhang de la Universidad de Tianjin han escogido enzimas de bacterias que pueden convertir la L- glutamina, componente común de los pétalos de la rosa, en Indigoidina, pigmento azul. ¡A lo mejor, con ello, ya tenemos rosas azules!
Dejamos las rosas, tan nobles, tan abundantes, tan sugeridoras, tan misteriosas, sean blancas o rosas o rojas o azules, para preguntarnos por el éxito o fracaso de nuestro empeño al cultivar a nuestros niños, adolescentes y jóvenes. El celo de Yihua Chen y Yan Zhang pueden servirnos de orientación. ¿Nos cansamos de educar a los que nos debemos? ¿Nos cansamos de estar cerca de ellos? ¿Nos cansamos de sentirnos (porque no estamos convencidos, de que somos, en lo positivo y en lo negativo) ejemplo y hasta modelo de su vida? ¿Pensamos que la cercanía o la distancia, que mantenemos en lo físico y lo afectivo con ellos, es una realidad decisiva en el resultado de nuestro empeño?
“¡Este hijo me ha salido…!” no puede ser la confesión de una convicción que nos preocupa y nos entristece o nos halaga y nos llena de la satisfacción de haber contribuido a dar el color más valioso a su vida y su conducta.
“!Ojalá se muriese!” oí a un padre de su hijo. Se me ocurrió pensar: “!Ya lo mataste tú cuando olvidaste que te necesitaba precisamente cuando empezó a decirte (o a demostrarlo sin decirlo) que no te necesitaba. 

miércoles, 21 de noviembre de 2018

Graffiti: escritura para perdurar.


O, más sencillo todavía, grafiti. El mundo y la historia están llenos de grafitis. En cada trozo de pared o tapia, valla o superficie disponible aparecen cada mañana las firmas sin forma de artistas (o destructores de la belleza y de las buenas formas)  que gustan de expresarse “en público”.  
Tal vez interesen más los que la arqueología saca al aire en Pompeya porque nos traen bocanadas de vidas sacrificadas por el Vesubio hace dos mil años. O las proezas de Banksy, originales, maestras, sugeridoras y acusadoras a veces. 
Pero es menos conocido que en Israel hayan ido apareciendo hasta 13.000 grafitis en más de 10 idiomas, como  nos da a conocer el profesor Jonathan J. Price, Presidente del Departamento de Lenguas Clásicas de la Universidad de Tell Aviv. Prepara la publicación de los mismos un equipo de expertos internacionales que facilitarán dar a conocer  se puedan conocer estos breves testimonios de vida, casi un testamento, de  once siglos (entre el siglo IV aC. y el VII dC).
El doctor Price nos ayuda a comprender algo muy interesante: “Los grafiti antiguos se escribían para que perdurasen. No eran bromas escatológicas en un lavabo, sino que a menudo eran epitafios escritos a mano con pintura en una pared, o grabado con un clavo, o mensajes para el futuro".
Nos cuesta entender que un leve gesto, una palabra que se nos escapa, un grito de dolor o en petición de ayuda, perduran en el tiempo. Sopesar una palabra que nos avergüenza haber dicho o recordar una sonrisa que alivió un apuro de alguien cercano o borró la mala impresión o el dolor que pudo producir en el que nos escuchaba son una buena lección que debemos ofrecer a los que educamos.

viernes, 16 de noviembre de 2018

Cobras: conducta no imitable e inapropiada.


Bien se sabe que el nombre de Cobra es el nombre común de un grupo de serpientes venenosas. Pertenecen, dicen los entendidos, a la familia Elapidae, y en ella brillan por su especial energía y decisión en eliminar a los que les molestan o amenazan, las Naja, que comprende nada menos que veinte especies, y Ophiophagus, con una sola  especie, pero de aspecto amenazante y de mordedura fatal. Afortunadamente viven en zonas tropicales y desérticas poco habitadas por humanos en el sur de Asia y África.
No es frecuente el hecho de que en un zoo nazcan cobras. Pero los cuidadores del de Cincinnati, en Ohio, comprobaron hace unos años la eclosión, parece que por primera vez en cautiverio, de huevos de cobra. Y observaron con asombro que las cobras recién salidas a la luz tras haber roto el huevo, después de 48-70 días de incubación, irguieron sus 8-10 pulgadas dando ya juego a su lengua sibilante. Por instinto, naturalmente, porque no habían tenido ocasión de verlo hacer a sus madres.
El modus operandi es escupir a los ojos de las víctimas, desde un hueco de sus dientes, el veneno que provoca escozor, quemazón y en algún caso ceguera.  
¿Dónde y cómo aprenden los muchachos que insultan, ultrajan, zahieren a amigos y enemigos de su entorno? ¿O, en aparente tono menor, critican, inventan, descalifican y a veces, hunden en el temor y la huida, a compañeros de los que no han recibido ninguna forma de amenaza?       
Guardan, tal vez por herencia, el veneno de sentimientos de envidia, de complejos arbitrarios, de necesidad de vengarse sin razón para ello. O han mamado en la intimidad de su hogar (hogar viene de fuego) las llamas que pretenden abrasar a todo el que les pueda hacer sombra o mida un centímetro más que ellos.
Cultivar los sentimientos, pienso, es la primera y más delicada y necesaria de nuestra labor de educadores. No es en absoluto difícil, pero requiere la atención, delicadeza y constancia de un mundo interior como el de la estima y la pasión.

domingo, 11 de noviembre de 2018

Revivir? Estar cerca, una y otra vez.


Has leído que Noam Bedin, reportero gráfico del Dead Sea Revival Project, asegura haber fotografiado peces vivos en el Mar Muerto. Como bien sabes, este impresionante Mar está en la cabecera del Gran Rift, esa fractura geológica  de 4830 kilómetros que va preparando poco a poco la separación de África, de Norte a Sur,  en dos grandes continentes.
Tal vez el profeta Ezequiel (repasa su capítulo 47) lo adelantaba con estas palabras: «Estas aguas salen de nuevo a la región oriental, bajan por el Araba y entran en el mar…”. Y viven los peces, completamos nosotros.
El Mar Muerto – dicen los estudiosos - pierde cada día el equivalente a 600 piscinas olímpicas de agua. Y el fenómeno progresivo, desde siempre con el descenso del nivel de un metro cada año, se agudiza ahora con la toma de agua para irrigar tierras de Jordania.
“¿Cómo ha podido llegar a eso?”, nos preguntamos los padres y educadores cuando ese muchacho, prometedor (o así lo parecía) hasta hace poco, se presenta ante nuestros ojos y ante la prensa y los medios, como un cabal sinvergüenza autor de un disparate impensable.
“Poco a poco”. Lo que pasa “poco a poco” escapa fácilmente de la atención e interés de los que debemos hacer un seguimiento adecuado, prudente pero continuo y activo, de la obra de arte que se nos ha encomendado acompañar en su automodelado. ¡Cuántas veces hemos oído echar la culpa a otros y a otras circunstancias del desvío de nuestros hijos y educandos! Nos necesitan siempre. Es cierto que poco a poco (también aquí “poco a poco”) vamos dejando que ocupe su responsabilidad personal madurante el lugar de nuestras orientaciones. Pero, si como Cervantes acertadamente escribía, “los hijos, señor, son pedazos de las entrañas de sus padres”, debemos vivir siempre, prudente y oportunamente, cercanos a ellos para que no les falte nunca la luz de nuestra madura experiencia. No podemos consentir que su vida se convierta en un mar muerto. 

martes, 6 de noviembre de 2018

Jynx Torquilla: No saber parecer, sino ser.


La Universidad de Copenhague, entre otros muchos trabajos de investigación, está estudiando la difusión y características del que llamamos pájaro carpintero (Jynx torquilla) que vive en Europa, Asia y África en su variedad de pájaro torcecuello, a lo que debe su apellido.  
Es un ave tímida, relativamente menuda y muy previsora. Apenas siente la presencia de algún peligro adopta sus armas que son estas: estirar y flexionar con cierro garbo el cuello y las patas hasta parecer una serpiente (o así se lo cree ella) y emitir un silbido semejante también al de un áspid.
No es un buen ejemplo para nuestra conducta. En la tragedia Hamlet de Shakespeare el amargo protagonista responde a alguien que le dice que parece triste: “Yo no sé parecer, sino ser…”. Estamos destinados a ser lo que debemos ser y a mantenernos en la condición que nuestra historia nos obliga por encima de contrariedades y posibles ataques.
Sin embargo, en nuestra vida, llena de modos y de modas, de corrientes y opiniones, de acosos y desplantes, nos vemos expuestos a “parecer” como la Jynx o a simular como el saltamontes, el sapo, la sepia que cambia de color, la mantis…
Debemos acompañar a los que cerca de nosotros crecen y maduran en su actitud de prudencia lejos del alarde, de la ostentación provocadora, de la intervención imprudente donde nadie ni nada los llama. Pero mostrarles también el noble camino de la defensa de la identidad que viven, cuando es necesario hacerlo, de la fidelidad que alimentan cuando lo requieran circunstancias proporcionadas y sostener la verdad que profesan manteniendo la conducta a la que se deben.     

jueves, 1 de noviembre de 2018

Reusar: el arte de hacer hombres.


No siempre es falta de ortografía escribir reusar. Porque aunque su prima, la palabra rehusar, lleva sombrero un tanto despectivo en forma de hache, esta, de la que hoy leemos, no lo necesita. Del aceite de oliva usado para freír patatas, por ejemplo… de los desechos de remolacha, de los de la caña de azúcar y de otros muchos restos de alimentos se obtendrá, dentro de poco, dicen los entendidos, alimento de bacterias que lo transformarán en materia prima reusable para elaborar plástico biológico biodegradable.  
Son los polihidroxialcanoatos (¡larga palabra!) que pueden convertirse en dióxido de carbono y agua o en metano, según como se les trate, que no pervierten el mundo en que respiramos, gozamos y vivimos.
Nos toca de cerca comprender cómo en el duro trabajo de formar y educar, que nos atormenta a veces, no acertamos porque no alimentamos bien. Creemos que el punto de partida pueden ser (¡o deben ser!) los derivados del petróleo que engendra fuerza y energía y nos cuesta aprender la lección magistral de Don Bosco que supo educar y supo formar educadores, con una fórmula muy sencilla, muy humana, muy eficaz: “La educación es cosa del corazón".
Y del corazón hay que partir. Si no amamos tendremos, como producto de nuestro empeño en educar, buenos gestores, buenos directivos, buenos pilotos. Pero ni la gestión, ni la capacidad de dirigir, ni la de acertar con el camino de la vida hace hombres. El hombre es y debe ser, por encima de todo, amor: producto del amor, maestro de amor, fuente de amor, de un amor creciente e incontaminado.
Amar, amar así, amar de verdad es comprometido, es exigente. Pero es el único camino para lograr el producto que deseamos. Y no ese hombre que, como el repelente plástico nacido del petróleo, lo invade todo, lo afea todo, mata todo.

sábado, 27 de octubre de 2018

La Pietà: belleza entre el cielo y la tierra.


En el verano de 1498 firmó Miguel Ángel Buonarroti con el cardenal del título de San Dionisio, Jean Bilhères de Lagraulas, benedictino y embajador del rey Carlos VIII de Francia ante la Santa Sede, un contrato cuyo precioso fruto ha llegado hasta nosotros: la admirable imagen de la Pietà del Vaticano. El joven artista tenía poco más de veintidós años y acababa de llegar a Roma. 1500 iba a ser Año Santo y el cardenal deseaba que la imagen estuviese ya con esa ocasión en su destino, la capilla de Santa Petronila, necrópolis de las personalidades francesas fallecidas en Roma, cercana a la primera Basílica de San Pedro, la construida por Constantino.
El pago seria de 450 ducados de oro y el tiempo de entrega, un año. 
Miguel Ángel empezó su obra viajando a Massa Carrara para escoger en persona el bloque de mármol blanco que convirtió en una preciosa obra de piedad y de arte. Él mismo escogió la mole y la acompañó en su traslado a Roma.
Hoy se admira y se venera en la primera capilla a la derecha de la entrada donde fue trasladada casi 250 años más tarde (1749) en la actual Basílica de San Pedro.
Giovanni Papini, aquel enérgico –casi violento- converso, defensor de la Verdad y admirador de la Belleza, escribía de este precioso regalo para la fe y la devoción: "... es el cadáver de un Dios asesinado y el dolor de una madre, cuya belleza es la hermosura casta de una mujer joven, pero tan pura que parece el reflejo de un mundo que no es aún el Cielo, pero que ya no es la Tierra".
La contemplación del arte nos conduce casi siempre a admirar la capacidad que tiene el hombre de pasar a una tela o a un bloque de piedra los rasgos de la belleza y la grandeza que admira en su derredor.   
Pero para un creyente es mucho más. Por encima del dominio que el hombre tenga de copiar la belleza con la que nos gozamos en el arte, está la grandeza de Dios, que nos ama infinitamente y nos deja admirar los rasgos visibles de su presencia amorosa invisible en la vida de nuestros hermanos los hombres: los santos, los asesinados por odio, incomprensión, rechazo y envidia; los pobres incapaces de salir de su condición; los huérfanos de padres y madres; los padres y madres huérfanos de hijos.  

lunes, 22 de octubre de 2018

El Otro: la meta de nuestro ser.


Emmanuel Levinas está cerca de nosotros, ya que nos dejó hace poco más de veinte años. Y porque fue un pensador profundo, original, rompedor, lo traigo de nuevo aquí por lo que tiene de orientador de nuestro pensamiento de formadores de hombres, tal vez desconcertado.
Judío lituano pagó esta condición en un campo de concentración como prisionero francés, habiendo perdido a casi toda su familia por esa misma desoladora sinrazón.
Lévinas aseguraba que su patria, Lituania, “es el país en el que el judaísmo crítico conoció el desenvolvimiento espiritual más elevado de Europa”.
En este modesto rincón de pensamiento basta subrayar algo que tiene peso y valor en nuestra estimulante tarea de reflexionar y educar.
Nos viene a sugerir que la ontología de su maestro Heidegger conduce a una postura en la que cuenta, sobre todo, el poder y conduce, sin remedio, hacia el ateísmo y el egoísmo.
La sociedad actual en este mundo existente en el que respiramos tantas decisiones descabelladas y tantos razonamientos de producción personal produce hombres con una impersonalidad árida, neutra y sinuosa.    
¿Qué nos toca hacer para evitarlo? Porque podemos colaborar en el esfuerzo por lograrlo. La fórmula que nos propone para cerrar esa puerta abierta hacia la nada es ser y enseñar a ser-para-el-otro.
Los que creemos en Cristo como Maestro, los que vivimos adheridos a él como parte de su Vida, constatamos, también con Lévinas, que el único camino para salvar todo es vivir des-interesadamente.
Es, nos dice Cristo, la única forma de hacer realidad el proyecto del Creador: ser para el otro, vivir para el otro, dar la vida por el otro.
Los hombres grandes que han vivido, casi siempre sometidos a persecución y a incomprensión han creído y vivido así.
Cuando, al educar, nos acercamos al tesoro que se nos confía, los jóvenes, debemos vivir con entusiasmo y hace vivir esa convicción: ¡Se puede!

miércoles, 17 de octubre de 2018

Fanjingshan: vasta y espléndida montaña.


China es, recordémoslo, uno de los países más extensos del mundo. Cerca de la ciudad de Tongren, en la  provincia sur-occidental de Guizhou, hay un monte muy especial, hasta el punto de que la Unesco lo ha incluido en su Lista del Patrimonio Unesco.
Es el Monte Fanjingshan que se encuentra en la cadena montuosa Wuling con un área que va más allá de los 400 kilómetros cuadrados. ¿Y qué tiene de especial Fanjingshan para que se le distinga de este modo? Pienso que entre otras razones poderosas, aunque seguramente no la de mayor fuerza, está la suntuosidad de su estructura. Pero, sin duda, el hecho de que la biodiversidad de su naturaleza sea de una riqueza casi impensable la hace merecer esa distinción. En su seno crecen cerca de 4.395 especies de plantas diversas. En esto de contar los chinos son muy expertos. Y 2.767 especies de animales, con la particularidad de que algunas de ellas solo existen allí.
Cuidar de ese admirable, extenso y variado mundo es un deber que nos incumbe  a todos, aunque nunca vayamos a aquellas excepcionales tierras. Pero el hecho debe animar en nosotros un sentimiento semejante hacia nuestro aparentemente pequeño y  pobre mundo en que vivimos. 
¿Pequeño y pobre? ¡De ningún modo! ¡En absoluto! El mundo en que vivimos es igual que el de Fanjingshan: vasto y espléndido. Pero depende de nosotros que siga siendo así. Si nuestra mente es corta, nos parecerá vivir encerrados en una odiosa covacha sobre la que solo cabe protestar y quejarse. Si nuestro corazón es estrecho viviremos siempre amargando un mundo que es amargo por nuestra propia miseria moral.
Los hombres que han hecho grande a su familia, a su sociedad y a su patria han sido los que supieron encender la llama del entusiasmo de los demás con el propio entusiasmo de hacer de lo aparentemente débil un enérgico instrumento de servicio y de entrega.

viernes, 12 de octubre de 2018

No dejar morir...


Vincenzo tiene 80 años. Es calabrés, pero reside y trabaja en Roma desde hace ya casi 60. Tiene su pequeño taller de zapatero, como “los de siempre”, en un barrio histórico, el de San Lorenzo, que en tiempos pasado fue lugar de la vivienda de obreros, ferroviarios y artesanos y ahora es meta de visitas históricas (¡San Lorenzo!), piadosas (¡el cementerio del Agro Verano!) y residencia de estudiantes de la cercana Universidad de la Sapienza.  
De él dicen que es un poco gruñón, pero un gran profesional, enamorado de su trabajo que va a dejar. Hace todavía “con los ojos cerrados” el par de zapatos que le encargan y deja como nuevos los que le llevan para “ajustarlos”.
Él define su oficio como “una ciencia”. Y tiene toda la razón de quien ofrece ese soporte que usamos kilómetro a kilómetro en la vida sin pensar demasiado en él, porque llega a convertirse en parte de nuestros propios pies.
Después de este verano Vincenzo echará el cierre a su noble santuario de trabajo si no encuentra un alumno que siga sus pasos. 
Vivir enamorados del propio trabajo no es un regalo que nos hayan hecho. Es una actitud inteligente, que debemos dejar también en patrimonio a todos los que nos conocen o reciben algo de nosotros. De nosotros no heredarán el “oficio”, pero deben heredar siempre el “beneficio”. No serán, como soy yo, profesor, abogado, proyectista, torero… Pero el “beneficio”, el “honrado quehacer”, el “enamoramiento por nuestro trabajo y nuestro servicio”, sentirse “felices” por poder hacerlo, por hacerlo bien, por ‘beneficiar’ al mundo que me acoge, debe ser una transfusión de vida y entusiasmo que dejo como la herencia más noble, eficaz y feliz.

domingo, 7 de octubre de 2018

Nada en demasía (Μηδέν άγαν).


Pausanias, viajero griego del siglo II, geógrafo e historiador, nos dejó entre sus escritos, como sabes, diez libros en los que nos describe el mundo griego que él visitó. En el capítulo 24 del último, dedicado a la Fócida, nos dice que en la pronao del templo de Apolo, en Delfos, figuraban frases que los sabios ofrecían a los hombres para norma de su vida. He aquí dos: “Conócete a ti mismo” (Γνῶθι σαυτόν) y “Nada en demasía” (Μηδέν άγαν), que los romanos tradujeron Ne quid nimis, conocidas por muchos y vividas por pocos.
La observación de la conducta de los hombres, después de veinte siglos, teniendo presentes aquellos sabios consejos, de los que hoy me preocupa el segundo, despierta en mí estas dudas: ¿Me gustan los “demasiados”, los “absolutos”, los “irrepetibles”, “los “pluscuamperfectos”...? Y, sin embargo, tendemos a creer que existen, que hay quien vive sin error, quien alcanza el zenit de la perfección, quien nunca nos ha decepcionado…
El camino de la demasía se recorre de muchos modos. Por eso en nuestra obra educativa debemos atender a que la mesura (que no es la mediocridad sino la medida correcta) sea la meta de nuestra búsqueda.
A partir de la adolescencia (y a veces bien avanzada la juventud) nuestros hijos y formandos tienden a compararse y a distinguirse. Se cubren con un manto que no es el suyo, se dan cuenta de que se les evita y no aciertan a saber por qué. Ser petulantes queriéndose hacerse valer es fácil en esas etapas inmaduras de la vida.    
Hay quien se esfuerza en quedar bien. Casi siempre mete la pata. Porque en la vida no debemos ir adelante (en todas las esferas de la dignidad, del bienestar y del mando) buscando sobresalir.
¿Cuál es la fórmula? Estoy seguro de que todos los que leen estas simplezas la conocen: Cumplir enteramente con el deber, asimilar todo cuando pueda forjar un carácter flexible y exigente; mirar el futuro con confianza; servir, servir y servir. Es decir: tener presente al otro, a los otros; y aportar con nobleza, prudencia, constancia y generosidad lo bueno que se tiene.

martes, 2 de octubre de 2018

Las Ocas del Segrino.


El grande y precioso lago de Como no es el único lago del Comasco, como llaman los italianos a esta privilegiada zona del Norte de Italia en el que están Como y su espléndido lago. Hay otros lagos, no menos dignos y atrayentes, aunque más pequeños y menos invadidos por el turismo, como es el lago  Segrino. Tan atractivo que todos los días recibe a un fiel grupo de patos, les ofrece alimento, les brinda un baño y los acoge con agrado. Hasta las siete de la tarde. No los echa. Se van ellos. Y vuelven puntualmente a casa respetando siempre el paso peatonal y pasando en grupo para no alterar el tráfico rodado del final del día.      
“Las ocas se ponen siempre en fila india y una de ellas se para en el centro de la carretera para controlar que todo el grupo pueda pasarla con seguridad. Es increíble. Podemos poner a punto el reloj a su paso. Se han convertido en nuestras mascotas”, relata un testigo.
Los animales aprenden del hombre algunas rutinas. Y el hombre aprende de algunos animales algunas virtudes. No vale lo dicho para que imitemos a los patos del Segrino. Pero sí para volver sobre nuestros pasos y constatar que caminamos siempre con prudencia y sabiduría, con respeto a las normas y a las personas, sobre todo a las más débiles. Porque es más frecuente de lo que advertimos, que pisamos terrenos que nos son nuestros con nuestras críticas y lecciones cívicas y morales.

jueves, 27 de septiembre de 2018

Rimas: Lo que queda en la historia...


Gustavo Adolfo Bécquer nos ha dejado una obra a la que se recurre con frecuencia deseando sentir como sentía aquel sensible autor. El respeto a su memoria no ahorra comentar que su breve vida (¡34 años!) no fue precisamente una vida feliz, porque sin duda estuvo poblada de ensueños, pero también de fracasos. 
Nació en Sevilla y buscó en Madrid, donde murió en 1870, hacerse un hueco entre los grandes de las Letras que, afortunadamente para nosotros, eran muchos. Y, sin duda, lo logró. Desde Madrid acudía de vez en cuando a Toledo, donde vivía y trabajaba como pintor su hermano Valeriano.
La prensa actual da cuenta de que en la portada de la iglesia del convento de San Clemente de Toledo se ha descubierto una firma de Bécquer hecha con grafito. El Centro de Restauración de Castilla La Mancha la ha descubierto recientemente  durante su intervención de limpieza y conservación.
Que yo no me lo crea no viene al caso: ¿cómo logró firmar tan alto, en el friso que corona la portada, si no fue en la noche, subiéndose al andamio que tal vez quedaba allí durante algunas obras en marcha?; ¿cómo un alma tan fina, por mucho que estuviese necesitada de atención y recuerdo, iba a caer en esa liviandad? 
Pero como de este comentario lo único que interesa es llegar a alguna reflexión que nos siga animando en la preciosa labor de educar, se me ocurre esta leve consideración.   
Todo lo que hacemos, decimos, dejamos de hacer o callamos, pensamos y sentimos… deja huella en la historia. Puede ser que, sin darnos cuenta, una mirada haya despertado en alguien confianza en sí mismo. O que una observación hiriese el amor propio del que la recibía. O que desde que nos portamos así, aquel amigo no haya vuelto a dirigirnos la palabra. O que el comentario en una reunión institucional haya provocado una enorme cruz y una interminable raya y abandonarla para siempre…
“Reflexionar” es flexionar una y otra vez. El caballo que da una coz la ha dado: y volverá a hacerlo si se le impacienta otra vez. La rata que se ha comido un queso volverá a comerse otro si se le pone al alcance.
La huella que deja un ser inteligente es un surco que se abre según sea la huella, para el aprecio, el agradecimiento, el hastío, el asco, el rechazo, la escabullida… Y este proceso nos debe hacer reflexionar, volver al antes para no tropezar en lo mismo. 

sábado, 22 de septiembre de 2018

Cocodrilos: una lección de educación.


Crocódeilos era para los griegos (pero escrito en griego, que es más divertido) nuestra lagartija, el gusano sobre la piedra. Y el nombre se aplicó más tarde a todas las lagartijas, fuese cual fuese su tamaño, por ejemplo al cocodrilo.
Supongo que has leído hace unos días o has tenido ocasión de contemplar el lamentable espectáculo de un domador de cocodrilos en un parque zoológico (Phokkathara en Chiang Rai, al norte de Tailandia) que pretendía meter el brazo en la boca abierta de un animal domesticado de esta especie, pero que pudo salvarlo al reaccionar rápidamente ante el gesto egoísta del animal-cocodrilo que quería  comérselo.
Viendo el desarrollo del percance se me ocurría aplicarlo a nuestro ejercicio de educadores.
“¡Qué lástima!”, “¿Pero cómo le ha pasado?”, “¡No tiene arreglo!”, “¡No hay vuelta  atrás!”… Son algunas de las blandas e inútiles expresiones de desencanto o tristeza cuando conocemos la meta de los pasos (o el efecto de la acción o la identificación con uno u otro movimiento atractivo en sus propuestas y desolador en sus resultados) de algunos de los muchachos a los que hemos pretendido formar.       
No es presuntuoso creer que formamos. Formar no es crear. Formar es dar un perfil adecuado, firme, tal vez hermoso, a esa preciosa materia prima que llega a nuestra vida (¡a nuestro corazón!) y de la que soñamos (como el escultor ante un bloque de mármol) que se convierta en vida volando sobre la miseria que tal vez le rodea.
Nos llena de pasmo ver un retrato firmado, por ejemplo, por Rembrandt, pero no nos paramos a considerar que es un conjunto de tanteos, bosquejos, pinceladas, matices… latidos del corazón del artista hasta conseguir la obra que admiramos.   
A Luca Giordano le llamaban Luca fa presto por lo rápido de su obra. Pero pintaba bien. No podemos imitarlo. Educar bien es entregarse pacientemente a colaborar. Es el joven el que se educa, se forma a sí mismo. Pero nuestra cercanía es casi siempre de alta utilidad, si no imprescindible. Y esta convicción nos debe llevar a nunca desertar.    

lunes, 17 de septiembre de 2018

Pingüinos Reales en peligro de extinción.


La foto es de 1982. Está hecha sobre una pequeña isla, Ile des cochons, (de fácil traducción) del Océano Índico, camino del Polo Sur, bajando casi en línea recta desde Madagascar.
No lo vas a creer, pero los estudiosos afirman que, en los treinta y cinco años transcurridos hasta ahora, el número de pingüinos reales que la habitan ha descendido de casi dos millones a sesenta mil. Los que usan porcentajes dicen que la disminución ha sido del ochenta y ocho por ciento. Y lo peor es que parece que es inútil pensar en hacer algo. Porque no saben qué ha pasado, por qué ha pasado y, casi naturalmente, qué hacer.   
No es un fenómeno único. En muchas dimensiones de la población, de las costumbres, de las necesidades, de las actitudes, de las prácticas y… de la educación sucede algo parecido. Es corriente escuchar: ¿“Por qué ahora…?”, ¿“A qué se debe…?”, “¿Qué ha pasado que ahora sucede…?”.
No advertimos, pienso, en la hondura que produce en las costumbres (llamémoslo así) contemporizar, dejar pasar, no dramatizar, “¡no es para tanto!”, “¡eso se arregla solo!”… Y hemos aprendido a tragar.
Lo que condenamos ayer no nos parece tan malo hoy y aceptamos que tal vez sea bueno mañana. Cuesta ir contracorriente. No queremos pasar por intransigentes, no aceptamos ser “los únicos” que dicen ¡No! a lo que la mayoría está diciendo que… “Bueno” y algunos “Muy bien”.
La “costumbre” no es un fenómeno de crecimiento ni de mejora de la calidad. Es la cesión a la comodidad, a la inercia, a la identificación singular, a la natural dejadez… Cuando no a la cobardía, al instintivo dejarse llevar, a la insidia, al socavamiento de un edificio bien levantado. El criterio se tambalea, la voluntad desfallece.     
No dejarnos dominar por la somnolencia o la insensatez o despertar a tiempo debe hacernos prestar una atención optimista y creciente a la sublime misión que tenemos de consolidar personas cabales. 

miércoles, 12 de septiembre de 2018

Lucky se ha muerto de pena.


Resumo de los diarios: Un perro Pastor de la Maremma, de dos años y medio, ha muerto de pena.   
Lucky era feliz con su joven propietaria. Y se portaba siempre correctamente, aunque crecía y crecía, alguna vez se escapaba (¡solo dos veces!) para dar una vuelta por el pueblo, pero sin hacer mal a nadie. Y ladraba, ladraba mucho y bien, sobre todo de noche. Hasta que la denuncia de la gente ante el tribunal correspondiente hizo que el responsable del Ayuntamiento lo condenase a vivir en la perrera del pueblo.  
Poco a poco se observó que Lucky estaba mal, de modo que hubo que llevarlo a la clínica canina. Allí le visitaron durante algunos días tanto la dueña como sus amigos. Pero nada valió para sacarlo de la mortal tristeza de sentirse solo en la historia.
Cualquier ser vivo despierta admiración. Y simpatía: “¡Vive su vida como yo la mía!”. Pero cuando el ser vivo es un ser humano, sobre todo si vive alimentado por la seguridad de que sus padres le quieren,  y un día descubre que no es verdad, que se interesan más en otros objetivos, porque andan liados por dar cauce a otros amores, empieza la irremediable enfermedad del desvío. Que desemboca en el saboreo amargo de la decepción más honda, en la muerte del amor, en el deseo del desquite, en  la venganza, si es posible y del modo posible, contra quien debiera alimentarle sin reservas con el fecundo aliento del amor.
Don Bosco decía que la educación es cosa del amor. La auténtica educación nace y crece en el amor. Un buen ejercicio de análisis de la propia conducta de educador –en esas estamos- es observar, juzgar y condenar la de los que construyen lo humano sin humanidad movidos por dar respuesta al propio yo tantas veces envenenado por el egoísmo. 

viernes, 7 de septiembre de 2018

Hablar: apreciar nuestra lengua.


Los lectores más jóvenes no conocen, tal vez, a Thomas James Merton (1915-1968). Fue un escritor estadounidense con un recorrido largo en su no larga vida y en sus experiencias políticas y espirituales. Se convirtió al catolicismo en 1938. Trapense en  1941, se ordenó como sacerdote en 1949. Escribió La montaña de los siete círculos donde expuso su camino hasta el catolicismo. En abril de 1940, un año y medio después de su ingreso oficial en la Iglesia católica tuvo en Cuba una experiencia muy grata que nos narra con evidente agrado (El corte magnético) en el libro citado.
Con frecuencia yo dejaba una iglesia e iba a oír otra Misa a otra iglesia especialmente si era domingo y podía escuchar los armoniosos sermones del sacerdote español, la perfecta gramática de quien estaba lleno de dignidad y misticismo y elegancia. Después del Latín me parece que no hay lengua tan apropiada para rezar y para hablar de Dios como la española, ya que es una lengua al mismo tiempo fuerte y flexible; hay en ella agudeza, se encuentra en ella la calidad del acero que le da la precisión que necesita la verdadera mística, y sin embargo es delicada también, y donosa y flexible como la devoción requiere; y cortés y flexible y afable y se presta asimismo sorprendentemente a un poco de sentimiento. Tiene algo de la intelectualidad del Francés, pero no la frialdad que intelectualmente se da en el Francés; y nunca se desliza hacia las melodías femeninas del Italiano. El español no es nunca un lenguaje lánguido, nunca tibio ni siquiera en los labios de una mujer”.
Los que leen estos leves comentarios de las Buenas Noches tienen la buena fortuna de poseer, usar y gozarse con la lengua que Merton apreció en su estancia en La Habana. Se me ocurre preguntar si la estimamos, la apreciamos, la cultivamos, la cuidamos, nos la exigimos con la nobleza y belleza que expresa, en nosotros mismos y en los que caminan a nuestro lado y aprenden de nosotros a hablar. La siembra que hagamos de ello será una buena defensa de nuestra hermosa lengua frente a los desgarros de los que es víctima con asidua frecuencia.