La Universidad de Copenhague, entre otros muchos trabajos de investigación,
está estudiando la difusión y características del que llamamos pájaro
carpintero (Jynx torquilla) que vive
en Europa, Asia y África en su variedad de pájaro torcecuello, a lo que debe su
apellido.
Es un ave tímida, relativamente menuda y muy previsora. Apenas siente la
presencia de algún peligro adopta sus armas que son estas: estirar y flexionar con
cierro garbo el cuello y las patas hasta parecer una serpiente (o así se lo cree
ella) y emitir un silbido semejante también al de un áspid.
No es un buen ejemplo para nuestra conducta. En la tragedia Hamlet de Shakespeare el amargo protagonista
responde a alguien que le dice que parece triste: “Yo no sé parecer, sino ser…”.
Estamos destinados a ser lo que debemos ser y a mantenernos en la condición que
nuestra historia nos obliga por encima de contrariedades y posibles ataques.
Sin embargo, en nuestra vida, llena de modos y de modas, de corrientes y
opiniones, de acosos y desplantes, nos vemos expuestos a “parecer” como la Jynx o a simular como el saltamontes, el
sapo, la sepia que cambia de color, la mantis…
Debemos acompañar a los que cerca de nosotros crecen y maduran en su
actitud de prudencia lejos del alarde, de la ostentación provocadora, de la intervención
imprudente donde nadie ni nada los llama. Pero mostrarles también el noble
camino de la defensa de la identidad que viven, cuando es necesario hacerlo, de
la fidelidad que alimentan cuando lo requieran circunstancias proporcionadas y
sostener la verdad que profesan manteniendo la conducta a la que se deben.
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