El grande y precioso lago de
Como no es el único lago del Comasco, como llaman los italianos a esta
privilegiada zona del Norte de Italia en el que están Como y su espléndido
lago. Hay otros lagos, no menos dignos y atrayentes, aunque más pequeños y
menos invadidos por el turismo, como es el lago
Segrino. Tan atractivo que todos los días recibe a un fiel grupo de
patos, les ofrece alimento, les brinda un baño y los acoge con agrado. Hasta
las siete de la tarde. No los echa. Se van ellos. Y vuelven puntualmente a casa
respetando siempre el paso peatonal y pasando en grupo para no alterar el
tráfico rodado del final del día.
“Las ocas se ponen siempre en fila india y una de
ellas se para en el centro de la carretera para controlar que todo el grupo
pueda pasarla con seguridad. Es increíble. Podemos poner a punto el reloj a su
paso. Se han convertido en nuestras mascotas”, relata un testigo.
Los animales aprenden del hombre algunas rutinas. Y el
hombre aprende de algunos animales algunas virtudes. No vale lo dicho para que
imitemos a los patos del Segrino. Pero sí para volver sobre nuestros pasos y
constatar que caminamos siempre con prudencia y sabiduría, con respeto a las
normas y a las personas, sobre todo a las más débiles. Porque es más frecuente
de lo que advertimos, que pisamos terrenos que nos son nuestros con nuestras
críticas y lecciones cívicas y morales.