En esta casa salesiana de Niza Monferrato
aprendió Umberto Eco a tocar el genis en
la Banda Musical O.S.A. del Oratorio. En aquel Oratorio encontró a un joven
sacerdote, pequeño de estatura, pero inmenso de corazón, don Francisco Celi,
que dejó su vida educando, construyendo, animando, alegrando a muchos cientos
de jóvenes desde 1941 hasta cincuenta años más tarde; mejorando la casa, la
iglesia, el teatro, los juegos del oratorio, el campo de fútbol, las clases,
buscando penosamente trabajo a los que habían salido del colegio en años
difíciles de la guerra. “Aquel pequeño salesiano de acero era un horno de ideas
y un torbellino de acción: había puesto todo en las manos de Dios”.
El fiscorno contralto (llamado también genis) es un instrumento musical, en tono de Mi bemol de la familia de los
cobres que se usaba en las bandas. En el capítulo 119 de su novela El péndulo de Foucault usó Umberto Eco
ese nombre, añorando sin duda el
aprendizaje que él hizo a los 13 años de la mano de Don Francisco Celi. Uno de los personajes, cuando joven, desea
ardientemente tocar la trompeta en la banda para poder impresionar a una cierta
Ceceilia con una sonatina.
«…El genis
– me dijo don Tico – es la osamenta de la banda, es su conciencia rítmica, su
alma. La banda es como un rebaño¸ los instrumentos son las ovejas, el maestro
es el pastor, pero el genis es el
perro fiel y gruñón que lleva al paso a las ovejas. El maestro mira ante todo al genis, y si el genis le sigue, las ovejas le seguirán…».
Era un recuerdo de infancia, sin duda, un
afectuoso recuerdo que, como todos los antiguos alumnos de Nizza, guardaba de
don Francisco Celi, un pequeño hombre gigante, un padre incansable y lleno del
afecto que trascendía de su sacerdocio.
Pero era también un principio educativo que intuyó en el estilo de Nizza y que llevó siempre en su labor de formador. Un líder del espíritu, un genis, es un instrumento valioso para consolidar amistad, compañerismo, fidelidad, tesón y búsqueda común de metas nobles.
Pero era también un principio educativo que intuyó en el estilo de Nizza y que llevó siempre en su labor de formador. Un líder del espíritu, un genis, es un instrumento valioso para consolidar amistad, compañerismo, fidelidad, tesón y búsqueda común de metas nobles.
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