Don Carlos María Viglietti fue el último
“secretario” de Don Bosco. Un secretario
muy especial porque acompañó a nuestro Padre solo desde mayo de 1884 hasta su
muerte (31 de enero de 1888). Pero fueron para Don Bosco tiempos especialmente
difíciles. Tiempos de ascensión en la entrega, de sufrimiento físico, de
disolución, de preocupaciones, de encuentro definitivo con el Amor.
Le acompañó en sus viajes a Francia en 1885, a
España en 1886 y a Roma (inauguración de la Basílica del Sagrado Corazón) en
1887.
Para recordar la fisonomía de Viglietti basta asomarse a la preciosa fotografía del 3
de mayo de 1886 (don Egidio Viganó la calificó como la mejor foto de Don Bosco) en el jardín de la familia Martí
Codolar de Barcelona. Es el joven salesiano que está exactamente detrás de
nuestro Padre con la mano izquierda sobre el respaldo del sillón.
Don Carlos María Viglietti escribió una CRONACA DI DON BOSCO (24 marzo 1885-31 enero
1888), que es una delicia, porque refleja la entrega de la vida de un
grandioso corazón de padre en seis cuadernillos de humilde apariencia pero de
indudable riqueza.
En estas Buenas
Noches nos referimos solo a una página, la 140, sobre su recuerdo del día 29
de enero, en la que Viglietti nos dice: “Don
Bosco repite con voz suave: ¡Jesús…!,
¡Jesús…! ¡Jesús y María, os doy con mi corazón mi alma! In manus tuas Domine commendo.. commendo
spiritum meum! Oh
Mare... Mare abridme las puertas del Paradiso!”
Hoy repitió
cientos de veces: Mare! – Mare! Domani! Domani!’
Nos hace bien saber que existen hombres sabios,
santos, activos, entregados al servicio de los demás, llenos de méritos y
grandeza que cierran la crónica de su vida con una palabra –Madre- que los funde en el Amor del “más allá”.
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