Como sabes, el hummus nos viene del antiguo Egipto, a
través de los árabes, que lo consumieron tradicionalmente durante siglos. En
Norteamérica (y con ese nombre cuyo origen tú conoces, aunque yo supongo que es
el habitual árabe) se puso de moda hace unos años. Tan de moda que, aseguraban
los entendidos, su adquisición pasó de una inversión de 5 millones de dólares a
530 en quince años.
Descubrieron su riqueza
alimenticia y su aportación de sustancias enriquecedoras de la salud como
proteínas, hidratos de Carbono, ácido fólico, Omega 3 y su ayuda en regular la
hipertensión, su efecto diurético, su abundancia en fibra…
Como muy bien sabes, el hummus no es sino el garbanzo, el
humilde garbanzo, el bienhechor garbanzo de generaciones y generaciones...
Ahora reflexiono sobre la moda.
Moda es “lo que se lleva”. Para algunos de nosotros el garbanzo no fue moda,
sino necesidad. Y acierto por todo lo expuesto.
La moda, en cambio, es el fruto
de la pérdida de mi personalidad. Hago esto, llevo esto, compro esto porque… no voy a ser menos. Pues eres menos, menos tú mismo. Usas la
decisión de los demás y dejas de decidir tú. Crees que te consideran raro si no
sigues la corriente, aunque el raro es el que la sigue, porque de algún modo deja
de ser el mismo para convertirse en elemento de una masa igual.
Educar en este sentido es
afianzar la convicción de que la persona se labra con criterios propios
acertados, con decisiones propias adecuadas, con tenacidad propia inteligente.
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