domingo, 12 de febrero de 2012

… Et moriente mori.


La vida de los grandes suele estar llena de grandeza. Aunque nos duele que a veces la grandeza vaya entretejida con algunos jirones de miseria. Esto viene a propósito de dos grandes. Uno, pintor y arquitecto, Rafael Sanzio de Urbino. Y otro, Pedro Bembo, eximio latinista y muchas cosas más, que veía en los escritos de Cicerón la perfección del Latín cultivado por él soberbiamente. Se conocieron y apreciaron, primero en Urbino y después en Roma, aunque Bembo superaba en 13 años la edad de Rafael.
La siguiente reflexión se reduce a un dato mínimo en su extensión, triste en su situación y grande en su contenido. Rafael había hurgado en su juventud en las entrañas de Roma. Con unos amigos, artistas y amantes de la cultura clásica, buscaban y copiaban los restos del arte antiguo de la ciudad. Se descolgaron en las ruinas vacías de la Domus aurea de Nerón, donde dejaron sus firmas con humo en los muros del palacio nunca terminado. Y de allí sacaron las pinturas “grutescas” que habrían de multiplicarse en las obras del Renacimiento.           
El que visita el Panteón de Roma queda tal vez anonado ante una obra tan perfecta y no advierte que allí, a la izquierda y a ras del suelo está la sepultura de Rafael. Y aun los que la ven no leen dos breves inscripciones de un especial interés.
La inferior aclara que el papa Gregorio XVI concedió que Rafael, muerto a los 37 años, fuese depositado en el arca de una obra antigua. Sin duda se creyó que era el cofre mejor para quien había sabido hacer moderno el arte de la lejana capital del Imperio.  
La otra inscripción es el breve, conciso y bello epitafio que le dedicó Pedro Bembo:
ILLE HIC EST RAPHAEL TIMVIT QUO SOSPITE VINCI RERUM MAGNA PARENS… ET MORIENTE MORI.
Los conocedores del Latín darán una traducción mejor que la mía, pero yo la adelanto para los que sólo estudiaron griego: Aquí está aquel Rafael a quien la Naturaleza temió mientras vivía y morir cuando él moría.
Y la reflexión que cierra estas líneas puede ser la siguiente. A pesar de que Bembo luchó por una lengua a la que llamó vulgar para que fuese común en toda Italia, a pesar de que Rafael llenó su mundo de en apariencia fácil belleza, no podemos consentirnos (ni consentir si hay alguien que nos mira y nos escucha) que la vulgaridad sea su Norte o nuestro Norte. La vulgaridad es hija de la vagancia, de la indiferencia ante la auténtica belleza, la auténtica conducta, la auténtica grandeza, la personalidad auténtica. Llenar nuestra vida de sucedáneos y el mundo en el que respiramos de camelos lleva a la inevitable decadencia de valores. Y con esa decadencia se provoca la decadencia irremediable de la Verdad.

jueves, 9 de febrero de 2012

El final.


Escribo en el regusto de la fiesta de Don Bosco, que fue ayer (el pasado 31 de enero). Los que creemos, vemos muy bien que se celebre la muerte de los creyentes como el día de su nacimiento a la Vida que no acaba. Y en recuerdo de esos nacimientos hoy agrupamos a todos los salesianos que murieron. Como lo hacemos el 25 de Noviembre, día de la muerte de Mamá Margarita, la madre de Don Bosco, con todos los miembros de su inmensa Familia.
Es interesante preguntar a jóvenes sobre la muerte. Algunos se muestran en sus respuestas como sabios. Preguntadles. Para ellos no es un tema macabro o desechable. Coinciden bastantes en verlo como un hecho natural, necesario, aunque no muy presente en sus pensamientos. Y hacen bien. Con tal de que pongan en sus vidas la intensa satisfacción, el noble esfuerzo de construirse como ejemplares cabales, en su naturaleza de hombres y mujeres y en su condición de cristianos. 
A alguien que visitó el cementerio de Génova, Staglieno, el más bello del mundo, le llenaba de emoción el conjunto de un ángel que habla a dos niños allí clavados delante del sepulcro de su joven madre: “No lloréis. No está aquí. ¡El corazón de una madre no cabe en un sitio tan pequeño!”.
Que es lo mismo, de otro modo, que lo que escribían tres salesianos ejemplares:
Don Bosco en su Testamento espiritual: “Os dejo aquí en la tierra… Os ruego que no lloréis mi muerte. Es una deuda que todos debemos pagar. Pero después nos serán copiosamente recompensados los sufrimientos padecidos por amor de nuestro maestro Jesucristo”.
El Venerable José Quadrio, pocas semanas antes de morir, como respuesta a una señora que manifestaba terror ante la muerte: “Para un cristiano morir no es acabar, sino empezar; es el principio de la verdadera vida, la puerta que da a la eternidad.  Es como cuando, en la alambrada de un campo de concentración, se oye el suspirado anuncio: «!Se vuelve a casa!».Morir es entreabrir la puerta de casa y decir: «Padre, ya estoy aquí; he llegado». Es verdad que se trata de un salto en la oscuridad, pero se hace con la certeza de caer en los brazos de nuestro Padre del cielo”.
Y un gran salesiano, José Luis Carreño, señor de muchas esferas, escribía: “¡Piensa lo que será!: saltar a tierra, ¡y ver que es cielo ya! Pasar de la borrasca de la vida ¡a la paz sin medida…! De un brazo asirte y ver, al irle en pos, ¡que es el brazo de Dios! Beber a pulmón pleno un aire fino… ¡Y es el aire divino! Ebrios de dicha oír a un querubín: «¡Es la dicha sin fin…». Abrir los ojos, inquirir qué pasa, y oír decir a Dios: «¡Ya estás en casa! ¡Oh el inmenso placer de abismarse en tu mar! Cerrar los ojos y empezar a ver; pararse el corazón ¡y echar a amar!”.

lunes, 6 de febrero de 2012

Mareante.


Hay gente que piensa, proyecta, inventa y… trabaja en serio. Se lee (pero es seguro que la noticia queda, como se verá, más que atrasada) que la revista Popular Science mantiene viva una lista de los depósitos de información más interesantes y curiosos del mundo. Son archivos digitales, casi todos de libre acceso para estudiantes, estudiosos (que no es lo mismo), investigadores, científicos, curiosos, espías, publicistas… 
WordCat es el más grande hasta que se demuestra que hay otro mayor. Y el más viejo, porque este catálogo bibliográfico digital lo empezó a alimentar el Online Computer Library Center hace más de cuarenta años. ¿Qué ofrece? Los datos bibliográficos, es decir, el nombre del autor, el lugar y fecha de nacimiento y de impresión, las medidas, la fecha de la última edición de libros… Es decir, todo lo que se necesita para identificarlo sin duda ni confusión.
Y esto referido a los libros de 72.000 bibliotecas de muchos países del mundo. El resto irá llegando. WorldCat sabe dar con 1.700.000.000 de objetos (libros, CDs, DVDs) y decirte dónde está la biblioteca más cercana a tu residencia donde puedes encontrarlo.
El CODIS (Combined DNA Index System) del FBI (ya sabes: Federal Bureau of Investigation) con más de diez millones de perfiles, ha ayudado a resolver más de 150.000 casos criminales y, por ejemplo, permitido reconstruir al Genographic Project (IBM y National Geographic Society) la historia de las migraciones desde hace 200.000 años. Añadamos los archivos de la FAO (agricultura y población mundiales), OKCupid (relaciones sociales), International Panel on Climate Change (clima) y las impresionantes Encyclopedia of Life (con referencias de la mitad de las especies vivas del planeta y aseguran que en 2017 habrán completado el estudio) y la Sloan Digital Sky Survey (centenares de millones de cuerpos celestes). ¿Y qué decir del MD:Pro (virus informáticos) y del The Wayback Machine (páginas web de las  150.000.000.000 de las existentes desde 1996).
¿No es mareante? Y no me refiero a la sensación de pérdida de uno mismo cuando se siente en una corriente que lo zarandea? Digo mareante para referirme al que ejerce el oficio de la navegación en alta mar. Porque ese tesoro de información que guardan y ofrecen los archivos reseñados es un espléndido mar, aparentemente sin orillas que invita a navegar para enriquecer la propia despensa.
Pero sobre todo: ¿has pensado en el trabajo que ha supuesto formar esos acervos? ¿En el trabajo, tiempo, entrega, dedicación, tesón, esfuerzo, generosidad, ilusión, exactitud, seguramente sacrificio… que hay detrás de ellos? ¿Has pensado alguna vez en lo que dejas tú a tus hijos, a tu sociedad, a tu patria, al mundo… como fruto de tu trabajo, del ejercicio denodado y generoso de tu profesión, en la entrega de tu vida en tu condición de padre, en tu aportación como miembro de una comunidad humana…? ¿O eres de los que dices y repites, por ejemplo, en los mares de tu vida “¡Que cada palo aguante su vela!”, “Lo que sea de la mar, todo es azar”, “Quien no mira derrotero es majadero”, “Si el patrón supiera y el grumete pudiera, todo se hiciera”, “Socorro tardío, socorro baldío”, “Zuncho flojo peor que roto”...

viernes, 3 de febrero de 2012

Hohler Fels.

… significa, según los entendidos en alemán, Roca Hueca. ¡Ya, ya! Cuentan que de esa cueva y rocahueca de Schelklingen en la Región alemana de Tubinga (en el centro y hacia el sureste de esa gran nación), brotan cada día testimonios de la vida de nuestros lejanos antepasados. De los chispeantes nombres que se les ha dado (homo habilis, gautengensis, rudolfensis, ergaster, georgicus, erectus, antecessor, cepranensis, floresiensis, heidelbergensis, neanderthalensis, rhodesiensis, helmei, sapiens…) parece que sólo del último, con un nombre tan digno de respeto, podemos considerarnos orgullosos descendientes. Por muy nuestro que nos parezca el antecesor, no somos sus choznos. Venimos del sapiens que fue el que en Hohler Fels pintó cuatro piedras como la que aquí figura y con las que, tal vez, jugaban al parchís.
Fue Nicholas Conrad, un buscador de pasados, un arqueólogo empeñado en llegar a lo más hondo posible en los vestigios de nuestros antecesores, el que encontró, distinguió e interpretó esas piedras “tratadas” hace unos 15.000 años. Y el que algún tiempo antes había encontrado una estatuilla de mujer, de unos seis centímetros, a la que llaman venus, porque casi siempre se llama así a lo que representa belleza; y ¡pasmaos, admiradores de la seducción sonora!, flautas hechas con huesos de cisne. Todo ello hace 40.000 años. Así lo cuentan las crónicas y así lo afirman los arqueólogos. Y así alegran el corazón noticias como estas.
Porque unos hombres, de los que siempre tendemos a decir que eran un poco “bestias” todavía, cultivasen la belleza y necesitasen tener imágenes de ella e instrumentos para crearla, significa que estamos destinados desde siempre a embellecer este bello jardín en que nos instaló el Creador.
No importa el ADN mitocondrial ni el genoma de aquellos hombres si de ellos hemos heredado el anhelo de admirar, de buscar de crear encanto en el encantador mundo que nos rodea. Ni importa que los floresienses, diminutos tíos-abuelos nuestros, hobbits del pasado, desapareciesen totalmente de la haz de la bella isla de Flores en Indonesia hace 13.000 años.
Somos herederos de esa grata misión. Desde la sonrisa, el primer regalo que adorna la vida, hasta la creación artística en cualquiera de sus formas (con tal de que sea creación y sea arte), se nos abre un inmenso universo que nos está esperando. Sin dejarnos engañar por el gato del pseudo-arte, hagamos por alentar en nosotros y en los demás las ganas de tomar la flauta de la alegría que alivie la pesadumbre natural de nuestras vidas.

martes, 31 de enero de 2012

Cármina Burana y Don Bosco.

Va esa tilde en el latín (lo permite la RAE) para que una pronunciación errada no haga creer que esa Cármina de los versos es una sucesora de la Carmen de Bizet.
¿Qué tiene que ver Cármina Burana con Don Bosco? Muy poquito, pero… bueno. Veamos. Cármina significa versos, cantos, poesías… Y Burana, de Bura,  nombre latino de un pueblo alemán.   
En ese pueblo de Baviera había un viejo monasterio al que el gran santo Bonifacio llevó su aliento en el siglo VIII. Vinieron malos (guerras, antipatías, destrucción, abandono…). A partir de 955 se rehízo recordando tiempo pasados. Los benedictinos lo ocuparon en 1031 con los que recuperó su luz, su ciencia, la majestad de su magisterio, la aspiración a la santidad y el cultivo de la tierra. Por lo que vino a llamarse Benediktbeurn. Su biblioteca guardaba dos siglos más tarde, en la mitad del siglo XIII, más de 250 manuscritos. Uno de ellos, procedente no se sabe de dónde, era el célebre códice “Carmina Burana”, que es una colección de poemas goliardos, es decir, debidos a estudiantes universitarios. Y célebres porque el músico y musicólogo Carl Orff tomó en 1937 algunos de sus versos para ponerles la música que hoy se interpreta frecuentemente. Aunque más frecuente aún es cantar en actos solemnes de alguna universidad Gaudeamus igitur que procede del mismo fondo. Todo ello, encontrado en 1803 por Johann Christoph von Aretin, fue a parar en virtud del poco respetuoso proceso de secularización a la Biblioteca Estatal de Munich.
En 1490 quedó disminuido para cobrar alguna pujanza mediado el siglo XVII con un centro de estudios de música, matemáticas y botánica al mismo tiempo que se instituyó la Escuela Superior de Teología de los benedictinos
La desamortización de 1803 acabó con la labor del monasterio que pasó al estado, a un particular y de nuevo al estado bávaro que tuvo allí cuartel, caballería, hospital militar, cárcel y de nuevo hospital.
Y en 1930 entró Don Bosco en la persona de los salesianos que sigue la tradición secular y la novedad propia con la “Escuela Superior de Teología”, la Escuela Especial de Ciencias Sociales, el Centro de Medioambiente y Cultura que cuida el paisaje, defiende la naturaleza y crea biotopos abriendo sus instalaciones a jóvenes que encuentran allí un retiro para la contemplación serena y honda de la creación, con el aprecio motivado por la naturaleza y el conocimiento ecológico que allí se vive.

domingo, 29 de enero de 2012

Don Bosco por el mundo

Los que conocen a Don Bosco saben de una foto suya de gran contenido en su vida y en la de su obra. Se cumplía un sueño: enviar a sus salesianos a las misiones, a las tierra de los indios de Argentina: onas, tehuelches (patagones), mapuches… La primera expedición salió de la Basílica de María Auxiliadora de Turín el 11 de noviembre de 1875. Unos días antes habían ido los diez misioneros con Don Bosco y el cónsul argentino en Savona Juan Bautista Gazzolo al estudio de Michele Schemboche en la Place Château, 25, como consta en el anverso de la copia en bromuro de plata de 21,5 x 16 que se conserva.    
El Padre, feliz por el acontecimiento, pero afligido por la despedida, les dijo (mientras entregaba a don Juan Cagliero el libro de las Constituciones), entre otras cosas bonitas: “Querría acompañaros yo mismo, confortaros, consolaros, protegeros. Pero lo que no puedo hacer en persona, lo hará este librito. Custodiadlo como un precioso tesoro”.  
Don Bosco viajó para pedir dinero con el que alimentar a sus pobres muchachos acogidos, a Francia varias veces y una a España, en 1886, cuando su salud estaba muy deteriorada. Pero cinco años antes de que se cumplan doscientos desde su nacimiento (16 de Agosto de 1815) su sucesor actual don Pascual Chávez Villanueva  quiso que Don Bosco diese la vuelta al mundo, como a él la habría gustado. Lo está haciendo en una urna (copia de la que contiene sus restos en la Basílica de Turín) que lleva una reliquia insigne de su cuerpo.    
El 25 de abril se presentó y bendijo en la misma Basílica antes de comenzar su recorrido por los cinco continentes
La urna reproduce (en aluminio, bronce y cristal) el diseño de Gianpiero Zoncu. Han ejecutado sus respectivas labores los artistas Marco Berrone y Francesco Boglione. Y han realizado el cierre y la iluminación las empresas Bivetro y Perlaluce. Lucen cinco rostros de jóvenes que representan a los cinco continentes y se les añade el escudo de la Congregación Salesiana y el lema de Don Bosco Da mihi animas, caetera tolle. Mide 253 cm de largo, 100 cm de ancho y 132 cm de alto y pesa 530 kg.
El rostro de la imagen se ha hecho con la mascarilla que hizo Cellini al día siguiente de la muerte de Don Bosco.
El recorrido que está haciendo y que terminará el 31 de enero de 2014 es el siguiente:
  • América: desde marzo hasta octubre de 2010.
  • Asia Este y Oceanía: desde noviembre de 2010 hasta abril de 2011.
  • Asia Sur: desde mayo hasta noviembre de 2011.
  • África: desde diciembre de 2011 hasta abril de 2012 y julio y agosto de 2012.
  • Europa Oeste: mayo y junio de 2012 y de septiembre a noviembre de 2012.
  • Europa Norte: desde diciembre de 2012 hasta agosto de 2013.
  • Italia y Oriente Medio: desde septiembre de 2013 hasta enero de 2014.

jueves, 26 de enero de 2012

¿Nosotros?

Si el Tratado de Blois (¡el cuarto!) lo firmaron los reyes de Navarra y de Francia o, al día siguiente, 18 de julio de 1512, el regente de Castilla Fernando el Católico y el rey de Francia Luis XII, no nos interesa mucho a estas alturas. Pero sí que por aquellos días se vino a España hace exactamente cuatro siglos Francesco Guicciardini, brillante abogado florentino de 29 años, lúcido de mente y luminoso en su juicio sobre España. Como embajador, o algo parecido, estuvo ante la corte española casi dos años. Y miró tanto y tan bien a su alrededor y más allá, que tuvo para escribir al regreso su Redazione di Spagna.
A cualquiera que le interese saber cómo somos nosotros aceptando lo que dicen otros, aunque no les hagamos caso, puede resultarle de agrado su lectura. Aquí van sólo unas líneas.   
Los hombres de esta nación son de carácter sombrío y de aspecto adusto, de color moreno y de baja estatura. Son orgullosos y creen que ninguna nación puede compararse con la suya. Cuando hablan ponderan mucho sus cosas y se esfuerzan en aparecer más de lo que son… Estiman mucho el honor, hasta el punto de que, para no mancharlo, no se cuidan generalmente de la muerte”.
Evidentemente nada de eso es verdad. Guicciardini miró mucho, pero vio mal. Y si los españoles eran entonces así, hoy no somos esos.
Pero no nos vendría mal ver, entre nosotros, si la herencia que llevamos encima no nos hace conservar un poco (¡sólo un poco, claro!) de ese carácter sombrío con el que no dejamos pasar una al que se remueve en la trinchera de enfrente, por bien que dispare y acierte en el tiro. ¿Aspecto adusto? ¡No! Somos generosos en el perdón, amplios en la comprensión, limpios de cualquier envidia, magnánimos en la ayuda, sonrientes en la disculpa. Lo de orgullosos… ¡bueno!, un poco. Calderón de la Barca decía algunos años más tarde de los infantes de los Tercios que “todo lo sufren en cualquier asalto; sólo no sufren que les hablen alto”. Y lo que también admitimos es que creemos que no hay ninguna nación superior a la nuestra. Es verdad que la criticamos, la denostamos, la desgarramos, nos esforzamos por dejarla hecha unos zorros, pero aun así queda por encima de cualquiera que se nos enfrente: “¡La Roja!”.  
Y que preferimos morir matando si se ofende nuestra dignidad, si se duda de nuestro honor, si se pretende rozar la pureza de nuestro nombre: “¡Pues muerte aquí te daré porque no sepas que sé que sabes flaquezas mías!”.

lunes, 23 de enero de 2012

Buenas Noches de Don Bosco

El día del onomástico de don Bosco, 24 de junio, se celebraba en el Oratorio de Valdocco de Turín con entusiasmo, cariño y agradecimiento. Don Bosco sabía que el clima de fiesta era un bien clima para educar a sus muchachos en la alegría, la gratitud y los sentimientos de familia. Desde 1870 se unieron siempre también los Antiguos Alumnos. En 1880 Don Bosco les habló así:
… os contaré un hecho que me sucedió hace pocas semanas. A primeros de este mes, vióse merodear alrededor de la iglesia de María Auxiliadora y de la tapia del Oratorio a un militar que era capitán. Buscaba con sus ojos un lugar que había cambiado de aspecto. Después de inútiles pesquisas, preguntó a uno de los nuestros que entraba en casa:
- Por favor, ¿sabría decirme dónde está el Oratorio de don Bosco.
- Aquí lo tiene, señor.
- ¿Es posible? En otro tiempo aquí había un campo, allí una casucha que amenazaba ruina; la iglesia era una mísera capilla que desde fuera ni se veía.
- He oído contar muchas veces que las cosas estaban precisamente como usted dice; pero yo no tuve la suerte de verlas. Lo que le puedo asegurar es que éste es el Oratorio llamado de San Francisco de Sales o como usted dice, el Oratorio de don Bosco. Si usted quiere entrar, hágalo con toda libertad.
El capitán entró, examinó la casa por un lado y por otro y, después, maravillado, preguntó:
- ¿Y dónde tiene don Bosco su habitación?
- Allá arriba.
- ¿Se le podría hablar?
- Creo que sí.
Le acompañaron y se presentó. Nada más verme, exclamó:
- Don Bosco, ¿me conoce todavía?
- No recuerdo haberle visto nunca.
- Y, sin embargo, me vio, me habló, trató conmigo muchas veces. ¿No se acuerda de un tal V..., que por los años 1847, 1848 y 1849 le dio tantas molestias y fastidios, le hizo repetir tantas veces ¡silencio! en la iglesia; que durante el catecismo le tenía siempre a su lado para que no molestase a los compañeros y que, a duras penas, iba a confesarse?
- ¡Vaya si me acuerdo! Recuerdo también que, a menudo, al oír el toque de la campanilla para ir a la iglesia, él entraba por una puerta y salía por la otra, obligando a don Bosco a correr tras él.
- Pues bien, yo soy precisamente aquél.
Me contó después las principales vicisitudes de los casi treinta años que han transcurrido desde 1850 hasta ahora, y me dijo:
- Pero yo nunca he olvidado ni a don Bosco ni a su Oratorio; he llegado hace poco a Turín y me di prisa para venir a verle. Aquí me tiene para pedirle por favor que me confiese.
Con mucho gusto lo hice. Y antes de despedirnos, le pregunté:
- ¿Qué te indujo a pedirme que te confesara?
¿Sabéis qué me contestó? Escuchad:
- Al ver a don Bosco vino a mi mente el recuerdo de las artes que empleaba para arrastrarme al bien, me recordó las palabras que me decía al oído, su deseo, sus invitaciones para que fuera a confesarme, y estos recuerdos me han metido en el corazón las ganas y me han inducido a ello.

Queridos hijos míos, si un militar, en medio de los muchos peligros de su profesión, con tantas conversaciones como habrá oído, conserva, sin embargo, el recuerdo de las verdades religiosas aprendidas en su juventud y, llegada la ocasión propicia, pide confesarse y se confiesa: ¿por qué vamos a desanimarnos y acobardarnos, si no nos vemos correspondidos inmediatamente en la educación de los muchachos? Sembremos e imitemos después al labrador, que espera con paciencia el tiempo de la cosecha. Pero, os repito, no olvidéis jamás la dulzura de los modales; ganaos el corazón de los jóvenes por medio del amor; acordaos siempre de la máxima de san Francisco de Sales: Se cazan más moscas con un plato de miel que con un barril de vinagre.

viernes, 20 de enero de 2012

¡La crisis!

¡Viven! es el título de uno de los libros (se escribieron al menos 18) y películas (3; y 9 documentales) sobre la extraordinaria experiencia que vivieron los 14 supervivientes de un accidente aéreo. El 13 de octubre de 1972 el avión que llevaba 45 pasajeros de Montevideo a Santiago de Chile chocó contra los Andes. El 22 de diciembre (¡dos meses y diez días después!) los dos destacados desde la nieve a tierra habitada lograron tocar la vida y provocar el rescate. Me parece recordar que uno de ellos, comentando sus emociones, se avergonzaba de que en la primera comida que hizo le parecía comer como si no lo hubiera hecho nunca y no lo volvería a hacer.
La protagonista Scarlette O’Hara de la película Lo que el viento se llevó (1939, 5 directores, 239 minutos, 11 oscar y más cosas) decía con verdadero arrebato aquella frase tantas veces repetida “Pongo a Dios por testigo que jamás volveré a pasar hambre”.
Se me ocurre pensar que un hambre parecida fue hace unos años la inspiradora de la crisis económica, social, psicológica y moral que hoy nos aqueja. El hambre ciega. Pero esa ceguera produce espejismos que se eliminan con grave dificultad. Y en su secuela estamos.
Las madres (¡muchas madres!) se empeñaban en defender a sus hijos de la pobreza que ellas habían padecido. Y al concederles todo, hasta los desvaríos del capricho y las desviaciones de las adormideras, estaban minando la voluntad para optar, la capacidad para renunciar, la fortaleza para revestir la vida de la noble austeridad. El modelo del espartano, que asumía voluntariamente el dolor, todos los dolores, con tal de ser un digno vástago de la familia, un intrépido compañero de la lucha, un generoso hermano de la vida, una columna de una patria fuerte y orgullosa, se cambió por la propuesta de no sufrir:"¡Que no sufra!”. Como si alguien hubiese llegado a ser grande sin aguantar, humanamente rico sin ser materialmente pobre, fuerte sin haberse exigido un ejercicio duro y constante de violencia sobre sí mismo. 
Y las instituciones, mercados y prestamistas, se lanzaron a medrar facilitando atractivos y préstamos. Se compró lo que no hacía falta, se buscó lo que se había convertido en necesario porque necesario era lo que producía bienestar y placer. Se copió lo que hacía el vecino para no parecer menos que él, es decir, para no quedar mal, se superó lo que había hecho o comprado el vecino para quedar bien, para presumir, es decir, para parecer, para lucir y, si era posible (y si no era posible se hacía lo posible para que lo fuese) para deslumbrar.      
Todo eso fue minando la autenticidad. Uno no era lo que era, sino lo que parecía; uno no adquiría lo que necesitaba, sino lo que daba placer. Y se fue debilitando el sentido de lo justo, de lo recto, de lo esencial, de la verdad.
¿Valdrá el dolor de la crisis para poner atajo a la enfermedad?

martes, 17 de enero de 2012

Fuera...!!

Odi profanum vulgus, et arceo, “decía” de sí mismo Horacio (Quinto Horacio Flaco) en sus Carmina, confesando el disgusto que le producía, seguramente, la insensibilidad del vulgo ante su poesía. Odio al vulgo profano y lo aparto de mí, podría ser una traducción más o menos correcta, pero que dice en castellano lo que decía Horacio. Este selecto poeta venusiano, que propone el carpe diem (toma, aprovecha cada día), la aurea mediocritas (la mediocridad de oro) y el retiro del beatus ille (feliz aquel…) para ser feliz, encuentra eco en otro poeta, el nicaragüense Félix Rubén García Sarmiento, con el nombre de combate artístico más conocido de Rubén Darío. Darío definía (creo haberlo leído en el prólogo de las obras poéticas de un buen amigo suyo) como público municipal y espeso al vulgo profano del otro poeta.
Y al leer estos calificativos nos quedamos pensando si eran seres engreídos por una hinchada autoestima o por la estima de los demás que los colocaban en baldaquinos de honor y selección.
Si pensamos y juzgamos así, somos injustos. No valemos para jueces. Porque en la médula de nuestra personalidad hay mucho más de lo que creemos de esa necesidad de apartar de nosotros a los que no son de los “nuestros”. Necesitamos la seguridad de pertenecer a una tribu (y sabemos lo que la tribu tiene de cerrazón en defensa de su identidad) para sentirnos arropados por ella, conocidos por los demás, aceptados como gente de su “raza”.
Basta repasar las filas del deporte, del arte, de la política, del tener o no tener y de las tantas esferas en las que nos movemos, para darnos cuenta que tendemos casi instintivamente a alejarnos o alejar a los que no nos son propios. ¡Cuánta torpeza hay en avanzar cuando rechazamos sistemáticamente lo que dice el que no es “nuestro” porque no es nuestro no porque no tenga razón! 
Es un instinto animal. Basta observar el comportamiento de animales salvajes o domesticados para afirmarlo. No es malo ese instinto: pertenece a nuestra naturaleza.
Lo malo es depender del instinto cuando somos algo más que animales movidos por esa fuerza. Advertirlo con nuestra capacidad de discernir, decidirse a no resignarse a ser esclavos depender de ella, y ejercitarse en la apertura, la aceptación y hasta el aprecio del que nos es distinto.     
Se da en la educación familiar un riesgo en este asunto. Se previene sin más al hijo, ya desde niño, hacia o, peor todavía, contra el que no es de “los nuestros”, sin darse cuenta de que están planteando una vida para el futuro en la que necesariamente debe haber amigos y enemigos.
Tal vez nos venga bien ensanchar el corazón y hacer de nuestra actitud de acogida un principio de conducta para nosotros y nuestros hijos.

sábado, 14 de enero de 2012

Stenon.

Hoy hablamos de Stenon, porque el pasado 11 de enero hizo 374 años que nació como Niels Stensen, en Copenhague. No fue el inventor de la estenografía, como algunos creen. Ese fue el inglés John Willis, 38 años antes (aunque desde 1641 se prefirió llamar taquigrafía al sistema geométrico de escribir mucho en poco espacio y, sobre todo, hacerlo deprisa).
Niels Stensen (o Nicolás Stenon, como prefirió firmar cuando empezó a escribir en Latín) se formó con seriedad bajo la tutela de su padre, pastor luterano. Se inclinó por la Medicina y en su especialidad de anatomía descubrió, al diseccionar la cabeza de un cordero, la existencia de la glándula parótida (la que produce la saliva y la que, si se infecta, provoca la parotiditis o paperas). Más tarde le siguió el descubrimiento de la existencia de los óvulos en la mujer. Siguió sus trabajos de investigación, combatido y criticado, en su patria, en Francia y en Italia. En Florencia hizo la disección de un tiburón advirtiendo el parecido de sus dientes con las llamadas glossapetrae fósiles.  Y de ahí arrancó su teoría de la evolución de la tierra por sucesivas sedimentaciones y cataclismos. 
Le preocupó la unión de los cristianos. Y en 1667 se convirtió al catolicismo. Se ordenó de sacerdote en 1675 y se dedicó, en un ambiente de incomprensión (Leibniz, por ejemplo, escribió: “… de ser un gran científico ha pasado a ser un mediocre teólogo”), a su misión de pastor. Obispo desde 1677 se dedicó, como vicario apostólico en las tierras luteranas de las que procedía, a difundir la verdad. Murió pobre y entregado a su fe. El 23 de octubre de 1988 fue beatificado por el Papa Juan Pablo II.
Vale la pena este repaso de la vida de un gran hombre. Pero sobre todo valdrá si su honradez espiritual nos estimula en la búsqueda honrada de la verdad por el descubrimiento del proyecto que Dios tiene sobre cada una de nuestras vidas.

miércoles, 11 de enero de 2012

Fresas y Naves.

Quien sube a las colinas romanas (“castelli” las llaman allí) y se acerca a Nemi, una de ellas, llega a un lugar misterioso, sagrado. Porque estuvo consagrado a la diosa Diana (el nombre de Nemi – nemus = bosque -  recuerda su vecina morada) y el lago al que se asoma, coqueta, la pequeña ciudad, mirándose en él, como lo sigue haciendo por la noche la diosa: ¡es el Espejo de Diana! 
Habrá quien se interese por visitar Nemi y sus fruterías y por contemplar la cantidad, variedad y belleza de las fresas que allí se cultivan y preparan en deliciosas cestitas. Pero tal vez le interese a alguno lo que susurra el aire hablando de naves y de olvido. 
Cayo Julio Germánico nació muy cerca de aquí, en Anzio. Y por eso, o por la belleza del lugar, se le ocurrió, cuando llegó a emperador (Cayo Julio César Germánico, alias Calígula, ya sabéis por qué) “fletar” en aquellas aguas dos fantásticas naves para su recreo y el de sus amigos. La vida de Calígula duró poco: cuando tenía 29 años Casio Querea secundó la sugerencia de algunos senadores y le asesinó. Su tío, Claudio, fue un buen gobernante y tal vez por eso no quiso saber nada de aquellas naves que se fueron al fondo.   
Ya desde 1446 hubo tanteos por descubrir lo que la leyenda o la tradición de pescadores y nadadores decían de los pecios. Y mucho se llevaron. Pero hasta 1928 no se intentó en serio sacarlos a flote. A flote, no. Porque la solución fue bajar el nivel de las aguas por medio de bombas y entregarlas al túnel emisor que existía ya antes de los romanos. El 28 de octubre de 1928 aparecieron los restos de la primera  y dos años y medio después los de la segunda. Se restauraron, recubrieron con una capa protectora y trasladaron a un enorme pabellón, donde acabaron convertidas en carbón por un incendio que se produjo en la retirada de los alemanes el 31 de mayo de 1944.
Medían respectivamente 64 por 20 y 71 por 24 metros de eslora y manga, como dicen los entendidos, es decir, de largo y de ancho. Eran de madera de pino, estaban recubiertas con lana impregnada de betún y láminas de plomo. Y habían albergado villas, templos, termas, villas… de las que se conservan, afortunadamente, columnas, mosaicos, mármoles, instrumentos mecánicos de desplazamiento de plataformas, anclas, objetos de bronces, estatuas…
Moraleja que vale para el hombre: ¿Para qué vale una nave que no se destina a luchar contra las olas? ¿Para qué se construye una nave que carece de horizontes? ¿Para qué se despliegan velas que no van a sentir el apremio del viento? ¿Para qué sirven anclas si la estrechez de su piélago es tan triste como la de la mente de su creador? ¿Qué aportan naves que duermen siglos y siglos en la oscura y húmeda ociosidad de un fondo cenagoso? ¿De qué singladuras dan cuenta maderas que se quedan en tizón después de no haber servido?

domingo, 8 de enero de 2012

La verdad.

La HISTORIA VERDADERA DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA fue una obra de ancianidad de Bernal Díaz del Castillo. Se había ido a los 19 años, en 1514, sin dineros y sin letras, con el denostado, más sin razón que con ella, Pedrarias Dávila.
Nuestro Bernal estuvo en todos los fregados de la conquista del Nuevo Mundo. Desde Cuba, donde recalaba a las órdenes de descubridores, exploradores y conquistadores de Panamá, Méjico, Guatemala, Honduras… casi casi hasta su muerte, pobre, en Guatemala en 1584. Tenía 88 años y había ido escribiendo lo que vivió u oyó haber vivido por otros. Y dejo una obra monumental  por su verdad, su denso contenido y su deseo de reivindicar la gloria para los humildes luchadores de su Castilla (él había nacido en Medina del Campo) a los que se tenía poco en cuenta al exaltar a los que, sin duda, fueren grandes capitanes, pero lo pudieron ser casi sólo por el esforzado denuedo, la entrega, la ilusión, el aguante, la entereza, la valentía de sus hombres “de a pie”.
Y como esto no es una lección de historia, sino la pantalla desde la que nos habla un gran hombre, para ejemplo nuestro, y basta con ello, le dejamos decir:
«...ningún capitán ni soldado pasó a esta Nueva España tres veces arreo, una tras otra, como yo; de manera que soy el más antiguo descubridor y conquistador que ha habido ni hay en la Nueva España...»… «De quinientos cincuenta soldados que pasamos con Cortés desde la isla de Cuba no somos vivos en toda la Nueva España de todos ellos, hasta este año de mil quinientos setenta y ocho, que estoy trasladando esta mi relación, sino cinco».
«Lo que yo vi y me hallé en ello peleando, como buen testigo de vista yo lo escribiré, con la ayuda de Dios, muy llanamente, sin torcer ni una parte ni otra...»…  «Según nuestro hablar de Castilla la Vieja, y que en estos tiempos se tiene por más agradable, porque no van razones hermoseadas ni policía dorada, que suelen poner los que han escrito, sino todo a las buenas llanas, y que debajo de esta verdad se encierra todo bien hablar».
«Mi intento desde que comencé a hacer mi relación no fue sino para escribir nuestros heroicos hechos e hazañas de los que pasamos con Cortés, para que agora se vean y se descubran muy claramente quiénes fueron los valerosos capitanes y fuertes soldados que ganamos esta parte del Nuevo Mundo y no se refiera la honra de todos a un solo capitán; porque no hay memoria de ninguno de nosotros en los libros y memorias que están escritos, y sólo el marqués Cortés dicen en esos libros que es el que lo descubrió y lo conquistó, y los capitanes y soldados que lo ganamos quedamos en blanco, sin haber memoria de nuestra personas y conquistas, que por sublimar a un solo capitán quieren deshacer a muchos».
«Todos dimos muchas gracias a Dios que escapamos de tan gran multitud de gente, porque no se había visto ni hallado en todas las Indias, en batalla que se haya dado tan gran número de guerreros juntos, porque allí estaba la flor de México y de Tezcuco y todos los pueblos que están alrededor de la laguna, y otros muchos sus comarcanos, y los de Otumba, Tepetezcuco y Saltocán, ya con pensamiento de que aquella vez no quedara roso ni velloso de nosotros».

jueves, 5 de enero de 2012

¡POR FIN LLEGARON! (El Polo Norte).

El barco Fram de Nansen.
Ellos dijeron que sí, o quisieron decir que sí, pero como siempre hay gente chinche que viene detrás negándote el laurel, parece que resultó que no. Primeros en intentarlo en el buque Fram, bien proyectado y bien abastecido, fueron los noruegos Fridtjof Wedel-Jarlsberg Nansen y Fredrik Hjalmar Johansen en 1893. Pero se quedaron a 3º 55’ de la meta, el Polo Ártico. Tuvieron que rescatarlos tres años más tarde.
Doce más tarde Frederick Albert Cook, explorador y médico norteamericano, dijo que el 22 de Abril de 1908 había puesto el pie (los dos, naturalmente), con los esquimales Ahpellah y Etikishook, en el Polo Norte. Había ido por tierra (léase “hielo”). Pero no se aceptó su afirmación ya que en ella había puntos oscuros.
También era norteamericano el explorador Robert Edwin Peary que se puso a ello y aseguró haber llegado el 6 de abril de 1909. Al día siguiente escribió en su diario: “¡Mío al fin!”. Como entre Peary y Cook se mantenía la contienda sobre la autenticidad de su gesta, se hiló fino en el estudio de sus aseveraciones y se concluyó varios años más tarde que había logrado sólo llegar a 150 kilómetros del lugar soñado.
Fue Walter William Herbert (Wally para los amigos), británico, el que el 6 de abril de 1969 (¡también el 6 de abril!), con tres colaboradores, después de una travesía a pie que duró 16 meses, alcanzó el Polo de los osos. Habían recorrido 6.115 kilómetros.
(Un recuerdo curioso, más cercano y más audaz: El 21 de julio de ese mismo año, 1969, dos estadounidenses, Neil Alden Armstrong y Edwin F. Aldrin pisaron la Luna. Michael Collins se había quedado en órbita esperando su regreso al Apolo 11).
El sucinto repaso de esos hechos inspira muchos pensamientos. He aquí algunos muy simples. ¿Pusieron una pica en Flandes? Es decir: ¿hicieron mucho y presumieron poco? Realmente hicieron mucho y se sintieron justamente orgullosos de una proeza. ¿Mintieron Peary y Cook? En absoluto. Creyeron haber llegado y lo afirmaron como tal. ¿No hubo desproporción entre el esfuerzo y el fin? Eran exploradores o, lo que es lo mismo, buscadores. Necesitaban hacerlo. Hay una ley biológica que se llama del mínimo esfuerzo: No gastar, no invertir, no arriesgar, no dar, no perder, no buscar, no sudar… Es una ley que canaliza, encanijándola, la vida de los débiles, de los timoratos, de los cobardes, de los cardíacos, de los viejos, de los vagos, de los peleles… Pero no es una ley que podamos imponer a los valientes, a los osados, a los soñadores, a los buscadores, a los generosos de alma, a los empresarios de grandezas.
¿Tenemos que ser los mejores? Ser el mejor es a veces ser sólo el menos miserable de los miserables. Se nos pide sólo ser bueno, lo bueno que nos toca ser. Pero, comparándonos con nosotros mismos, como quien aspira a ser obra de arte y para lograrlo emplea todas sus fuerzas en realizar el propio proyecto. Ser bueno no es una meta que alcanzamos, sino que tenemos siempre delante. Labrarse al cien por cien no es acabar la obra, sino morir en el empeño.

lunes, 2 de enero de 2012

Arqueo. ¿Seguimos o no?...

Cuando yo era pequeño y me atraía el fondo de las palabras y me gustaba pegarlas, repitiéndolas una y otra vez, en el tesoro de mi ralo vocabulario, esta de arqueo me resultó interesante, casi misteriosa. Se sacaba a relucir al final del año con el arca de los dineros para ver cuánto quedaba al cerrarse un ejercicio económico. O eso me pareció entender. Indudablemente se recurría a arca como referencia al lugar donde se hurgaba para ver si había o no había y, si había, cuánto. Después el diccionario de la RAE me enseñó que arca es una “caja, comúnmente de madera sin forrar y con tapa llana que aseguran varios goznes o bisagras por uno de los lados, y uno o más candados o cerraduras por el opuesto”. Y que arqueo es “medir la cabida de una embarcación”. Sea como sea y se tome la acepción que más guste, al final del año es bueno preguntarse qué es de este blog o weblog o, mucho mejor, como algunos dicen, bitácora, el armario en que han ido quedando los 150 mensajes lanzados desde el 11 de febrero del año que está acabando, con la ingenua intención de que se hiciese más acertada la navegación.
Después de esta etapa y sin saber si iniciar la siguiente, nos vienen a los que hacemos esto algunas preguntas como ésta: ¿Los lee alguien? ¿Cuántos? ¿Les aporta alguna ayuda en su reflexión? ¿Tienen sus hipotéticos lectores alguna sugerencia que hacer? ¿Seguimos?
Al final de cada “capítulo” de “buenasnoches” figura esta leyenda: 0 comentarios. Sólo hubo uno el 7 de Noviembre que era, en realidad, un cordial saludo de un antiguo alumno de la Universidad Laboral de Zamora. Para enviar tu comentario, que deseamos y que nos vendrá muy bien, pincha sobre el circulito y escribe en la plantilla que se te presentará.    
Diez días antes del aniversario de su aparición, esta bitácora te desea, querido amigo que lees, que con los tuyos vivas el largo año que viene (¡es bisiesto!) en la paz de Dios. Y que nos digas si seguimos o no.