La HISTORIA VERDADERA DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA fue una obra de ancianidad de Bernal Díaz del Castillo. Se había ido a los 19 años, en 1514, sin dineros y sin letras, con el denostado, más sin razón que con ella, Pedrarias Dávila.
Nuestro Bernal estuvo en todos los fregados de la conquista del Nuevo Mundo. Desde Cuba, donde recalaba a las órdenes de descubridores, exploradores y conquistadores de Panamá, Méjico, Guatemala, Honduras… casi casi hasta su muerte, pobre, en Guatemala en 1584. Tenía 88 años y había ido escribiendo lo que vivió u oyó haber vivido por otros. Y dejo una obra monumental por su verdad, su denso contenido y su deseo de reivindicar la gloria para los humildes luchadores de su Castilla (él había nacido en Medina del Campo) a los que se tenía poco en cuenta al exaltar a los que, sin duda, fueren grandes capitanes, pero lo pudieron ser casi sólo por el esforzado denuedo, la entrega, la ilusión, el aguante, la entereza, la valentía de sus hombres “de a pie”.
Y como esto no es una lección de historia, sino la pantalla desde la que nos habla un gran hombre, para ejemplo nuestro, y basta con ello, le dejamos decir:
«...ningún capitán ni soldado pasó a esta Nueva España tres veces arreo, una tras otra, como yo; de manera que soy el más antiguo descubridor y conquistador que ha habido ni hay en la Nueva España...»… «De quinientos cincuenta soldados que pasamos con Cortés desde la isla de Cuba no somos vivos en toda la Nueva España de todos ellos, hasta este año de mil quinientos setenta y ocho, que estoy trasladando esta mi relación, sino cinco».
«Lo que yo vi y me hallé en ello peleando, como buen testigo de vista yo lo escribiré, con la ayuda de Dios, muy llanamente, sin torcer ni una parte ni otra...»… «Según nuestro hablar de Castilla la Vieja, y que en estos tiempos se tiene por más agradable, porque no van razones hermoseadas ni policía dorada, que suelen poner los que han escrito, sino todo a las buenas llanas, y que debajo de esta verdad se encierra todo bien hablar».
«Mi intento desde que comencé a hacer mi relación no fue sino para escribir nuestros heroicos hechos e hazañas de los que pasamos con Cortés, para que agora se vean y se descubran muy claramente quiénes fueron los valerosos capitanes y fuertes soldados que ganamos esta parte del Nuevo Mundo y no se refiera la honra de todos a un solo capitán; porque no hay memoria de ninguno de nosotros en los libros y memorias que están escritos, y sólo el marqués Cortés dicen en esos libros que es el que lo descubrió y lo conquistó, y los capitanes y soldados que lo ganamos quedamos en blanco, sin haber memoria de nuestra personas y conquistas, que por sublimar a un solo capitán quieren deshacer a muchos».
«Todos dimos muchas gracias a Dios que escapamos de tan gran multitud de gente, porque no se había visto ni hallado en todas las Indias, en batalla que se haya dado tan gran número de guerreros juntos, porque allí estaba la flor de México y de Tezcuco y todos los pueblos que están alrededor de la laguna, y otros muchos sus comarcanos, y los de Otumba, Tepetezcuco y Saltocán, ya con pensamiento de que aquella vez no quedara roso ni velloso de nosotros».
Nuestro Bernal estuvo en todos los fregados de la conquista del Nuevo Mundo. Desde Cuba, donde recalaba a las órdenes de descubridores, exploradores y conquistadores de Panamá, Méjico, Guatemala, Honduras… casi casi hasta su muerte, pobre, en Guatemala en 1584. Tenía 88 años y había ido escribiendo lo que vivió u oyó haber vivido por otros. Y dejo una obra monumental por su verdad, su denso contenido y su deseo de reivindicar la gloria para los humildes luchadores de su Castilla (él había nacido en Medina del Campo) a los que se tenía poco en cuenta al exaltar a los que, sin duda, fueren grandes capitanes, pero lo pudieron ser casi sólo por el esforzado denuedo, la entrega, la ilusión, el aguante, la entereza, la valentía de sus hombres “de a pie”.
Y como esto no es una lección de historia, sino la pantalla desde la que nos habla un gran hombre, para ejemplo nuestro, y basta con ello, le dejamos decir:
«...ningún capitán ni soldado pasó a esta Nueva España tres veces arreo, una tras otra, como yo; de manera que soy el más antiguo descubridor y conquistador que ha habido ni hay en la Nueva España...»… «De quinientos cincuenta soldados que pasamos con Cortés desde la isla de Cuba no somos vivos en toda la Nueva España de todos ellos, hasta este año de mil quinientos setenta y ocho, que estoy trasladando esta mi relación, sino cinco».
«Lo que yo vi y me hallé en ello peleando, como buen testigo de vista yo lo escribiré, con la ayuda de Dios, muy llanamente, sin torcer ni una parte ni otra...»… «Según nuestro hablar de Castilla la Vieja, y que en estos tiempos se tiene por más agradable, porque no van razones hermoseadas ni policía dorada, que suelen poner los que han escrito, sino todo a las buenas llanas, y que debajo de esta verdad se encierra todo bien hablar».
«Mi intento desde que comencé a hacer mi relación no fue sino para escribir nuestros heroicos hechos e hazañas de los que pasamos con Cortés, para que agora se vean y se descubran muy claramente quiénes fueron los valerosos capitanes y fuertes soldados que ganamos esta parte del Nuevo Mundo y no se refiera la honra de todos a un solo capitán; porque no hay memoria de ninguno de nosotros en los libros y memorias que están escritos, y sólo el marqués Cortés dicen en esos libros que es el que lo descubrió y lo conquistó, y los capitanes y soldados que lo ganamos quedamos en blanco, sin haber memoria de nuestra personas y conquistas, que por sublimar a un solo capitán quieren deshacer a muchos».
«Todos dimos muchas gracias a Dios que escapamos de tan gran multitud de gente, porque no se había visto ni hallado en todas las Indias, en batalla que se haya dado tan gran número de guerreros juntos, porque allí estaba la flor de México y de Tezcuco y todos los pueblos que están alrededor de la laguna, y otros muchos sus comarcanos, y los de Otumba, Tepetezcuco y Saltocán, ya con pensamiento de que aquella vez no quedara roso ni velloso de nosotros».