En
1845 Sir John Franklin había salido de Inglaterra al frente de una
expedición ártica sin que en 1848 se hubiesen tenido noticias de su suerte.
Sucesivamente siete buques británicos, dos de vapor y el resto de velas,
intentaron dar con él. Uno de estos últimos era el HMS Resolute que, al mando del capitán Kellett, quedó atrapado en
el hielo. Belcher, jefe de la expedición, ordenó a Kellet abandonarlo.
El
10 de septiembre de 1855, el Resolute abandonado fue encontrado,
incrustado en un témpano a la deriva, por el ballenero norteameri-cano George
Henry, capitaneado por James Buddington a 1.900 kilómetros del
lugar de su rendición.
“Sobre una mesa enorme había una tetera de metal, reluciente como si
fuera nueva,
también un gran volumen de la Biblia de la
familia de Scott, junto con vasos y
botellas de licores selectos. Cerca estaba
la silla del capitán Kellett, un mueble
macizo sobre el que se había extendido,
como para proteger este asiento de un
uso profano, la bandera real de Gran
Bretaña”.
Buddington llegó con el Resolute a New London Connecticut, la víspera de Navidad.
El
Congreso de los Estados Unidos lo compró por 40.000 dólares y lo restauró
devolviéndolo a la reina Victoria el 13 de diciembre 1856 como una muestra de
cortesía. Y Resolute siguió sirviendo hasta su retiro y desguace en
1879.
La
reina Victoria regaló en 1889 al Presidente de los Estados Unidos Rutherford B.
Hayes un escritorio hecho con madera del Resolute.
Y todos los Presidentes, menos tres, lo han tenido en su despacho como tributo
de honor a tan noble historia. Se dice que una copia del mismo se conserva en
el Museo de New Bedford y otra en el Museo Naval Real de Portsmouth.
Este hecho, tan complejo y tan
frío, puede despertar en nuestras reflexiones de educadores alguna admiración
por la conducta de los hombres envueltos en él.
El arrojo de los que sienten que sus vidas deben servir para abrir caminos de ayuda y altruismo. La veneración por los valores que los que nos han precedido han sembrado como semilla de generosidad y valentía. El agradecimiento hacia quienes han aportado algo o mucho a nuestro crecimiento como miembros de una familia, una sociedad, una nación. La resolución (recordemos el nombre de nuestro barco, RESOLUTE, Resuelto) en nuestros proyectos y actuaciones. Y, sobre todo, la honradez en la conducta, la generosidad en nuestras relaciones, la fidelidad y reconocimiento al pasado que nos permite vivir hoy nuestro presente.
El arrojo de los que sienten que sus vidas deben servir para abrir caminos de ayuda y altruismo. La veneración por los valores que los que nos han precedido han sembrado como semilla de generosidad y valentía. El agradecimiento hacia quienes han aportado algo o mucho a nuestro crecimiento como miembros de una familia, una sociedad, una nación. La resolución (recordemos el nombre de nuestro barco, RESOLUTE, Resuelto) en nuestros proyectos y actuaciones. Y, sobre todo, la honradez en la conducta, la generosidad en nuestras relaciones, la fidelidad y reconocimiento al pasado que nos permite vivir hoy nuestro presente.