martes, 5 de febrero de 2019

Sonreír, siempre sonreír.


La Universidad del Estado de Ohio (EEUUA) analizó 7.200.000 imágenes de rostros humanos, que quedaron reducidas a 35 modos diferentes. Tomaron 821 palabras inglesas para describir los sentimientos. Las tradujeron al español, chino mandarino, persa y ruso y se pusieron a investigar en 31 países de todo el mundo.
El rostro humano puede expresar sentimientos de 16.384 maneras, combinando los músculos faciales de modo diferente. El disgusto sólo necesita una expresión facial,  tres el miedo, cuatro  la sorpresa y cinco la tristeza y la rabia.
Las expresiones universales que expresan emociones son una docena y, afortunadamente, la mayor parte se usan para manifestar alegría. Aleix Martínez, coautor del estudio, ha quedado satisfecho de esta última constatación  “porque –dice– habla de la compleja naturaleza de la felicidad".
Todo lo anterior es curioso y puede ser que también interesante. Pero llegar como final del estudio a gozar por la “compleja naturaleza de la felicidad” debería llevarnos a que nuestra conducta, nuestros gestos, nuestras actitudes, nuestro trato, nuestras propuestas, nuestras invitaciones, nuestros modos de mostrar caminos estén siempre iluminados por la sonrisa.     
San Pablo VI, el año 1975 nos ofreció una carta sobre la alegría: «Gaudete in Domino». Y en ella señalaba a Don Bosco como uno de los santos que mejor habían aprendido y comunicado el carisma de la alegría. Su primer intento de unir y empapar de fe la vida de sus amigos, siendo estudiante en Chieri (1832) le hizo fundar la «Sociedad de la Alegría» entre sus compañeros, mostrando su opción por buscar lo positivo en la vida y evitar toda tristeza («melancolía, fuera de la casa mía»). Y esa fue una de las claves psicológicas fundamentales de su pedagogía. Era en el fondo, como no podía ser de otra manera –como no puede ser nunca- la alegría sobrenatural de la fe.

sábado, 2 de febrero de 2019

Proclamadlo desde las azoteas...


Don Bosco tenía muy presentes las palabras de Jesús a sus discípulos cuando les mandaba predicar desde las azoteas las verdades aprendidas de Él. Lo cuenta san Mateo en el capítulo décimo de su evangelio. 
No es de extrañar que Don Bosco leyese, comentase y sugiriese alguna corrección a sus biografías, que fueron apareciendo en Francia a partir de 1881 la del doctor Charles D'Espiney y en 1883 la de Albert du Bois. En 1884 aparece, como ya sabemos, la primera española, Don Bosco y su Obra, de monseñor Marcelo Spínola.
A propósito de ésta es bueno recordar esta oportuna anécdota.
Un provincial franciscano leyó esta biografía, recién editada,  en un viaje desde España al Ecuador. Y allí la propagó entre los suyos.
Don Evasio Rabagliati, uno de los primeros salesianos misioneros a América, en uno de sus viajes a Italia le comentó a nuestro Padre que había leído este libro y que le había gustado mucho.
“- Bien, le contestó Don Bosco, tradúcelo. Ahora sólo tú y don Luis Lasagna sois los únicos misioneros capaces de escribir con corrección en italiano. Así lo haremos imprimir.
- Pero ¡cómo, Don Bosco! - observó con toda confianza don Evasio Rabagliati - ¿Publicar nuestra alabanza nosotros mismos? ¿No le parece que eso no está bien?
- ¡Ah!, no; mira: si no lo imprimimos nosotros, lo imprimirán otros y el resultado será el mismo. No se trata de una persona; se trata de glorificar la obra de Dios y no la del hombre, porque obra suya es lo que se ha hecho y lo que se está haciendo”.
Cuando se define la virtud de la humildad solemos cometer el error de afirmar que es la virtud que nos invita a disimular el bien para no presumir de gigantes. Pero los santos, que nunca supieron presumir de gigantes, sabían que la humildad es la virtud que anima a “predicar desde las azoteas” el bien que derrama Dios sobre sus hijos.

miércoles, 30 de enero de 2019

El Cardenal Spinola y Don Bosco.


Es sabido que el Papa Juan Pablo II (santo desde 2014) declaró beato al cardenal de Sevilla Marcelo Spínola en 1987. Y que el santo arzobispo de Sevilla había publicado en 1884 Don Bosco y su obra en la que deseaba presentar la vida, la santidad y la entrega de un santo y humilde sacerdote consagrado totalmente a los jóvenes y hacia quien el joven Spínola sentía un afecto profundo.      
De esa biografía tomamos las líneas que siguen y que se bastan para delinear la sensibilidad de Don Bosco ante un hombre ya muy anciano, triste y en búsqueda de la luz, del que se alababa la grandeza de sus relatos.  

“ - Pero el que usted acompañaba hace un momento ¿no era Victor Hugo?
- Sí, pero cállese, no diga nada a nadie. Quería hablar con Don Bosco y vino a verle secretamente a mi casa. Le ha atraído la actividad filantrópica de este apóstol de la juventud.
Pocos minutos después el abogado Boullay se presentó a Don Bosco, que le bendijo a él y a sus niñas. Después, hechos los cumplidos de circunstancia y roto el hielo, se animó a decirle: - Usted, Padre, ha hablado hace poco con un pez gordo.
- ¿Quién se lo ha dicho?
- El abate Roussel.
- Si es así, yo puedo decirle que sí: he hablado con Víctor Hugo. Ha hecho profesión de fe espiritual; pero yo creo que si vuelve atrás depende del respeto humano. Lo que le rodea, como él mismo me ha dejado entender, es hostil a cualquier idea religiosa... Eh, ¡ya es viejo!... No hay que abusar de la gracia de Dios. Se lo he dicho también a él...”

viernes, 25 de enero de 2019

Fieles, fieles, fieles...


No sé cómo se llaman ellos, pero sé que su amigo, el mendigo  a quien esperan, se llama César, un sintecho de Rio do Sul - un ayuntamiento de Brasil en el Estado de Santa Catarina - que está en el hospital para una cura que no interesa para nuestro fin.
Es medianoche y ellos, los cuatro amigos, sin una voz, sin dar un paso donde saben que no deben, esperan que salga su amigo. Que lo quieren, que lo necesitan, que no se separarán de él porque le necesitan para vivir porque no pueden vivir sin él. Y no es por lo que les da, sino porque su vida, la de César, es la ellos, los perros amigos.
Si tienes ocasión búscalo en alguno de estos medios que nos asoman a la vida y podrás ver a César, sentado en la acera, casi ciego del ojo izquierdo, que es el lado hacia el que apunta su corazón que es todo cariño.     
Este hecho tan simple, tan profundo y tan clamoroso despierta sin duda en tu tesoro más grande que es el afecto, unas ganas tan sinceras, tan emocionadas, tan decididas, tan valientes, que a lo mejor se convierten en lágrimas de impotencia o rebelión contra ti mismo porque no haces nada.
En toda vida humana, con una respuesta u otra, desde la de los valientes que se lanzan, hasta la de los cobardes que envejecen preguntándose “¿Y yo qué voy a hacer?” hay siempre un momento en el que podríamos sentir el placer de dar un paso adelante, dejando atrás todo lo que nos ataba a nuestro afán de ahorrarnos. 

domingo, 20 de enero de 2019

La Flota de Calígula.


Como sabes, el joven emperador Calígula hizo construir, junto al lago de Nemi (celebrada por sus fresas), a unos veinticuatro kilómetros de Roma dos (o tres, pero el tercero no ha aparecido) lujosos barcos o algo parecido (de 73 y 71 metros de largo o eslora) para honrar a Diana en uno y celebrar fiesta en el otro.
Calígula (Cayo Julio César Augusto Germánico), emperador durante cuatro años (le asesinaron a los 29 años en el año 41) no pudo disfrutar mucho de aquel sueño. Y el Senado decretó, a su muerte, disipar su memoria. Y los barcos fueron al fondo.      
Los siglos recordaban el hecho y en ellos hubo intentos de recuperarlos. En 1928 Mussolini ordenó desecar el lago con un esfuerzo colosal y llevar los restos (después de reforzarlos por su vejez) a un museo construido al  efecto (1936). Pero el 31 de mayo de 1939 un incendio fortuito o provocado los convirtió en ceniza.
Los hechos narrados se me ocurren como una sólida invitación a contemplar la historia. Sí, es verdad, lo puedo hacer con tantos jirones o jalones de historia como se nos vienen a la memoria del pasado y, sobre todo, a la mente del porvenir.
Pero la contemplación de la historia (el pasado, el presente, el porvenir que le tejen) de los que me interesan, porque me los han confiado, debe ser una sana obsesión que haga arder toda mi vida. El proyecto lo llena todo: ¿Hacia dónde? ¿Con que pasos? ¿Con qué ayuda? ¿Con que convicciones? ¿Con cuánto entusiasmo? ¿Con qué seguimiento? ¿Con que cercanía? ¿Con cuáles respetos?

martes, 15 de enero de 2019

Kloster Maulbronn: un tono que me atrae.


El Monasterio de Maulbronn (Baden-Württemberg, en Alemania) fue declarado, en 1993Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. La razón para ello fue que «El complejo de Maulbronn es el más completo que se conserva de un establecimiento monástico cisterciense en Europa, en particular debido a la supervivencia de sus amplios sistemas de manejo del agua de canales y embalses»
El joven Hermann Hesse ingresa en él como seminarista en 1891. Escribía en una carta (24 de febrero de 1892): "Estoy feliz, feliz y satisfecho. Hay un tono que me atrae”, pero el  7 de marzo huye (¡odia la gimnasia!). Un gendarme lo lleva de nuevo, se le castiga unas horas y en el mes de mayo siguiente lo abandona definitivamente.
Pero de aquel breve tiempo vivido allí volcó con cierta nostalgia, ya Premio Nobel (1946), su recuerdo en Bajo las ruedas.
El acercamiento a la historia, a la biografía de hombres grandes, a la admiración de la belleza en tantas formas como se nos ofrece, la veneración por la Historia que es la síntesis de un pasado que ha hecho grande el mundo en que vivimos, que es maestra de valentía, de generosidad, de fortaleza en superar el mal y la malicia sin dejarse contaminar por el derrotismo, deben ser lecciones que amemos, profundicemos, asimilemos, hagamos nuestras y ofrezcamos a nuestros hijos y a los que cerca de nosotros aprendan a ennoblecer la historia que les toque vivir. 

jueves, 10 de enero de 2019

Pinturas de Alta (Noruega).


La Humanidad goza con el patrimonio histórico y artístico que ha heredado desde el principio de la obra de los hombres. Uno de esos depósitos se encuentra en Noruega, en el municipio de Alta, en las orillas del Altafjorden, y se extiende por los espacios boscosos y la meseta de Finnmarksvidda. Allí un río, el Altaelva, ha formado a lo largo de los tiempos, desde la meseta hasta el fiordo,  uno de los más grandes cañones de Europa.
Las pinturas son, si no las más numerosas del mundo (tres mil en cinco puntos distintos) son casi las más, después de Chiribiquete. Son un recorrido sobre la vida de estas gentes que vivieron hace seis mil años y que se descubrieron hace menos de cincuenta.
La firma de nuestros antecesores es sagrada. Nos puede parecer ingenua, machaconamente repetida, muda, ya que no sabemos qué han querido decirnos. Pero esto sucede igual en la vida que llevamos adelante en el hoy y en la que no entendemos la lengua con que los hombres se expresan, que no debe preocuparnos si el lenguaje es inasequible.
Pero sí debemos vivir de modo que nuestra palabra construya. Que no sea un instrumento punzante en nuestras relaciones. Que quien nos oiga quede con el gusto y el deseo de volvernos a oír. 

sábado, 5 de enero de 2019

El Hummus: ser Yo mismo.


Como sabes, el hummus nos viene del antiguo Egipto, a través de los árabes, que lo consumieron tradicionalmente durante siglos. En Norteamérica (y con ese nombre cuyo origen tú conoces, aunque yo supongo que es el habitual árabe) se puso de moda hace unos años. Tan de moda que, aseguraban los entendidos, su adquisición pasó de una inversión de 5 millones de dólares a 530 en quince años.  
Descubrieron su riqueza alimenticia y su aportación de sustancias enriquecedoras de la salud como proteínas, hidratos de Carbono, ácido fólico, Omega 3 y su ayuda en regular la hipertensión, su efecto diurético, su abundancia en fibra… 
Como muy bien sabes, el hummus no es sino el garbanzo, el humilde garbanzo, el bienhechor garbanzo de generaciones y generaciones...
Ahora reflexiono sobre la moda. Moda es “lo que se lleva”. Para algunos de nosotros el garbanzo no fue moda, sino necesidad. Y acierto por todo lo expuesto. 
La moda, en cambio, es el fruto de la pérdida de mi personalidad. Hago esto, llevo esto,  compro esto porque… no voy a ser menos. Pues eres menos, menos tú mismo. Usas la decisión de los demás y dejas de decidir tú. Crees que te consideran raro si no sigues la corriente, aunque el raro es el que la sigue, porque de algún modo deja de ser el mismo para convertirse en elemento de una masa igual.     
Educar en este sentido es afianzar la convicción de que la persona se labra con criterios propios acertados, con decisiones propias adecuadas, con tenacidad propia inteligente.

lunes, 31 de diciembre de 2018

Un Hotel de muchas Estrellas.


Leí hace algún tiempo que los hermanos gemelos Frank y Patrik Riklin habían ideado un hotel a 1700 metros sobre el nivel del mar, al aire libre, de muchas y con muchas estrellas, las infinitas estrellas que permiten dormir bajo su encanto y dejándose mirar por ellas antes de conciliar el sueño.
No he sabido más que lo de aquella primera noticia del Null Stren Hotel (creo recordar que ese era el nombre) con una sola suite al aire libre por 300 dólares. Y que tenían ya cubierto todo el año 2017 con 1300 peticiones desde todo el mundo.
También manifestaban que con ello denunciaban las contradicciones del mundo moderno.
Y me preguntaba al leerlo y me sigo preguntando si hay algún camino y alguna experiencia que sirva para curar alguna, una sola, de las contradicciones del mundo moderno. Pienso que nada hace cuerdo al necio. Pero también que quien vive el gozoso oficio de la educación y de la formación tiene en su mente y en su corazón un instrumento precioso para orientar el sentido vital de quien forma para que piense, ame, proyecte y programe siempre con ese sentido común que guía a las mujeres y a los hombres capaces de construir un acogedor mundo mejor. Otras lenguas lo llaman buon senso, bon sens, savvy, Menschenverstand… que no es mejor que común, aunque común puede confundirnos con lo de todos sabiendo como sabemos que no todos lo tienen.

miércoles, 26 de diciembre de 2018

Gracias Dinosaurios!


Como sabes, dinosaurio significa algo así como lagarto forzudo. Pero George Poinar Jr., profesor emérito del College of Science de la Universidad  de Oregón, nos invita a agradecerles lo que sigue.
Un Triceratops o un Tyrannosaurus rex, hace cien millones de años, las hicieron caer al pasar y mover una Araucaria sobre ámbar, donde han quedado hasta ahora con el mismo aspecto que tenían cuando cayeron.
Son pequeñísimas, de 3 a 5 milímetros, pero son testigos de un mundo lejano en el tiempo que nos regalan fragmentos venerables de vida lejanísima.
Es una buena lección para grandes y chicos. El legado, las vivencias, triunfos y fracasos, lágrimas y lecciones de la historia no pueden ser sin más, realidades que se hayan desvanecido en la nada.
Me refiero especialmente al tesoro del ámbar que encierra la lectura que tan poco y tan mal se educa y se practica. Al alcance de todos están los chorros de vida del pasado que nos han dejado hombres recios, sabios, pensadores, experimentados, sufridores que se nos acercan con humildad y acierto para despertar en nosotros respeto e interés hacia los que nos han precedido en la lucha, el dolor, la desesperación, la ternura, la vida...
Recordando libros tan dispares, tan atractivos y tan ricos como El collar de la paloma de Ibn Hazm, Fouché, El candelabro enterrado, El mundo de ayer de Stefan Zweig, La Biblia en España de George Borrow, Un puente sobre el Drina de Ivo Andric, De cómo los griegos somos nosotros de Manuel Rabanal, María Antonieta de Nicolás González Ruiz… de los que guardo la experiencia del agrado de jóvenes a los que sugerí alguna vez su lectura.