Mostrando entradas con la etiqueta educación. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta educación. Mostrar todas las entradas

viernes, 29 de junio de 2018

Busco un Hombre, decía Diógenes.


Sin duda has disfrutado viendo un inteligente chiste gráfico en el que un más que espigado ciudadano, con un bastón en la mano como el clásico y exigente Diógenes el cínico, nos decía: “Busco una muchedumbre humana”.
Si en la sabia Atenas del siglo V nacían personas como Diógenes, discípulo del exigente Antístenes, resultaba difícil encontrar un hombre (“¡Busco un hombre!” decía con una lámpara encendida en pleno día), no nos debe extrañar que haya quien en el XXI necesite buscar y buscar para encontrar una muchedumbre de hombres, una muchedumbre humana.
Muchedumbres de forofos sí hay. Y de osos. Y de lobos. Y de cerdos… Basta con darse una vuelta por los andurriales de las distintas ocupaciones, aficiones, asociaciones…, donde el número de los que la forman es inmenso,  para encontrarla. Pero si la multitud que buscan los “Diógenes” de hoy es humana,  es decir, está ennoblecida por hombres, mejor que llorar como el  Diógenes de entonces, debemos dar la vida y colaborar con algunos de los posibles hombres de mañana para que su futuro no embrutezca ese mañana.
Es verdad que cada hombre se hace a sí mismo. Pero es verdad también que la necesidad de un acompañamiento en el camino de la maduración nos pide a nosotros, los responsables (al menos en parte) de esos frutos maduros  una generosidad incondicional. 
Tal vez, debamos también advertir que en ese camino que nos ocupa (¡que nos inquieta!) hay Igualmente escollos humanos que no debemos ni ignorar ni temer. Cada hombre se consolida a sí mismo siempre que no haya a su lado el riesgo de una mina, de una corriente turbia, de un aire viciado que lo malogre. 

martes, 19 de junio de 2018

Sin una quela también se vive!


Juike es una muchacha juiciosa. Estaba contemplando la sopa en camino (cangrejos en el agua que empezaba a calentarse), cuando observó y grabó la escena. Uno de los rojos artrópodos se dijo para sí y actuó en consecuencia: “¡Se acabó!”. Se arrancó una quela (que estaba enganchada en las patas de otros compañeros de suplicio) con la otra, y salió del agua y de la muerte. Ahora tiene solo una pinza, pero ¡vive! en el acuario de Juike que le ayudó en su decisión.
Y debemos tener en cuenta la lección. Sucede con frecuencia que ignoramos el lastre que pesa sobre las débiles conciencias que tanto amamos: alumnos, hijos, discípulos, miembros de un club, de una asociación. No llegamos a apreciar el peso que la conducta de los adolescentes pone en la orientación de otros adolescentes. Hay muchachos brillantes por su simpatía, su afecto (real o fingido), su cercanía, su disponibilidad en la ayuda, su amistad… que, queriendo o sin querer, enganchan en su vida la de otros. Y muchas veces esos “otros” no son capaces de distinguir el oro del brillo y se dejan moldear aceptando como ideal el ejemplo del amigo deslumbrante.
Lo peor es que el moldeo afecta al criterio. Y el criterio se convierte a su vez en molde de la vida. A veces nos preguntamos: “¿Pero de dónde ha sacado este muchacho, este hijo mío… esos modos de pensar, de argumentar, de proceder…? Has estado distraído mientras tu hijo empezaba a madurar. Aceptó (sin que tú te interesases por ello, porque estabas en “babia”) un injerto tal vez extraño, tal vez contrario al tuyo (¡siempre recto!), tal vez pernicioso…
¿Cuál es el camino? Que tengáis un camino común. No se trata de que lo atosigues: necesita cultivar su libertad de mirada, de apreciación, de opción. Pero tu conducta hacia él, tu madurez serena y respetuosa, la decisión y claridad de exigencia de tu personalidad, deben encenderse de tal modo que comprenda que son la luz orientadora que debe orientarle en el posible túnel en el que siente que se encuentra. 

jueves, 14 de junio de 2018

Boxford: un tesoro arqueológico.


Llama la atención que personas sin medios económicos notables cultiven la belleza y den relieve a algo que parece inútil. Fue el caso del propietario romano de una villa no muy grande, el Oeste de Londres, en Boxford, hace cosa de veinte siglos. En las recientes excavaciones con las que se buscaba disponer de tierras, se encontraron un tesoro. Tesoro al menos arqueológico. Una pulsera infantil, monedas, cerámica, una baldosa con la huella de un animal, un local destinado posiblemente a troje, una pequeña piscina y un precioso mosaico de seis metros de largo con figuras de la mitología griega.
Neil Holbrook, experto arqueólogo y conocedor de las costumbres romanas, subraya la grandeza de ánimo del propietario de la villa, empeñado en dotar a su propiedad con tanta belleza.
Y Anthony Beeson, por su parte, conocedor de los gustos, costumbres y cultura  romanas, supone que la figura central del extraordinario mosaico es la de Belerofonte montado en Pegaso, el caballo alado, matando por el aire a la Quimera, el monstruo amenazador, como sabes. Otras figuras, también presentes, parecen ser Hércules, en lucha como era su costumbre, Cupido, adornado con flores como era su costumbre, Telamón, padre de Teucro, del que, sin duda, sabes ya todo.
Nuestra reflexión ante estos hechos de crónica, pudiera abrirse a la historia que se abre después de nosotros que somos educadores, formadores, forjadores de personalidades. Y, si no los somos, debiéramos serlo.
No servimos para que se nos agradezca el servicio. No razonamos para que se recuerde la grandeza de nuestra mente. No exigimos para dejar clavadas espinas, o la memoria de nuestros juicios. La memoria que deseamos que se produzca no es la de nuestro nombre o nuestros aciertos, sino la huella grabada en su personalidad de honradez, generosidad, entusiasmo, optimismo, aprecio por la vida, necesidad de regalarse, felicidad por sentirse capaces de hacer en sí mismos y en su derredor un mundo más bello. 

lunes, 4 de junio de 2018

Bieneducado: el arte del buen gusto.


Bien educado es el que crece madurando como persona. “...crece madurando”. Porque cada paso de la vida nos hace madurar cuando, al caminar, no pisamos a ninguno de los que van junto a nosotros porque los vemos, y los respetamos y hasta los amamos.
Ser persona es ser para los demás. Y ser para los demás hasta dar la vida por ellos es la cima de la buena educación, porque es la cima del amor. Así hablaba Jesús, el ‘hombre perfecto’, el ‘Bieneducado’ en quien el Padre se complace. San Francisco de Sales, tan humano y tan divino, lo repetía con una metáfora: “La educación es la flor de la caridad”.
Lo podemos decir de otro modo. “El que no ama no puede ser ‘bieneducado’”. O viceversa: “El ‘maleducado’ lo es porque no ama”. Y en positivo. “El que ama de verdad ha llegado a la cima de su educación, de su madurez como hombre”. Y como cristiano.
¡Qué raro suena este consejo: “Sed esclavos unos de otros, pero por amor”! Ser esclavo es duro. Y, sin embargo, qué fácil es ser esclavo de sí mismo. Todos somos un poco (o un mucho) esclavos de nosotros mismos. Y eso que nos gusta, por encima de todo gusto, ser libres. Sólo el educado, el ‘bieneducado’, es libre. Liberarse es educarse. Y al revés.
Se lee que Federico el Grande encontró a un viejo en un paseo. Como no le saludaba, le preguntó: - ¿Quién es usted? – Un rey, respondió el anciano. - ¿De qué reino?, volvió a preguntar Federico. - De mí mismo.
A lo mejor era verdad. O a lo peor se creía rey mientras vivía en la esclavitud de su egocentrismo.
El barniz de la “buena educación”, de la llamada “urbanidad”, de las buenas formas que ocultan un corazón encadenado por el egoísmo o seco por la indiferencia, no es la educación que debemos buscar.
Un  fino observador italiano, Trevisano, buen conocedor de España y de su lengua, según demuestra, escribía en 1736: “Al sentimiento bien acordado que gusta siempre de acordarse con cuanto dicta la razón le llamaron algunos armonía de ingenio; otros dijeron que era el juicio, pero regulado por el arte; otros, que cierta exquisitez de ingenio. Pero los españoles, más perspicaces en el uso de las metáforas que ningún otro pueblo, lo expresaron con este laconismo profundo: buen gusto”.
¿Será verdad? ¿Y habrá en nosotros algo más que perspicacia para las metáforas? Sentimiento y razón, armonía e ingenio, juicio y arte, exquisitez e ingenio, buen gusto.
Educación es, pues, buen gusto. Pero no sólo el gusto de la superficie, de lo accidental y caduco, de la epidermis. Sino, muy además y, si hace falta, sólo el que nace de lo hondo. “Por sus frutos los conoceréis”. El que produce buen fruto, buen gusto auténtico, es que lo lleva dentro.
“El que tiene buen gusto - decía Isabel de Castilla - lleva carta de recomendación”. Y no se recomienda, al menos a la larga, el que despide de sí el hedor que hay más allá de la capa de gusto aparente. De Catón escribía Salustio que “prefería ser bueno a parecerlo”. Porque el hombre-hombre no busca parecer, sino ser.

miércoles, 30 de mayo de 2018

Que nos destrocen!


Félix Ros Cebrián, antiguo alumno de los Salesianos de Mataró, escribió… ya hace años: “Imagen breve de la Congregación de perfil más moderno. Don Bosco malabarista”. 
“Visitando, hace tiempo la Institución “Virgen de la Paloma” me eché a reír ante su  director, haciéndole ver la exactitud de edad entre los alumnos mayores y el imberbe profesorado “latinista” aún. Jugaban unos contra otros al fútbol. 
- ¡Van a poder los chicos con los profes! ¡Y no de poco! advertí.
- No importa, me contestó el director, limpio el ánimo, ¡que nos puedan!, ¡que nos destrocen!
   Esto es más que una pura anécdota, que pura frase. “¡Que nos destrocen!”. Es un programa, un modo de partir hacia las misiones contiguas, las cuales, naturalmente, van deviniendo más procelosas que las de allende el océano. Ahí  está el auténtico secreto del auténtico salesiano: en que lo destrocen diariamente, en que lo expriman como recién nacido a su madre, en que saquen de él cuanto sea preciso. Verdadero almacén de recambios espirituales, toda la abnegada y múltiple vida de esta Congregación es un sistema nutricio. El que pasó por sus aulas –entendiendo por aulas más fechas que espacio– sale completamente “hecho”. Y ello con materiales como de “Banco de almas”, que eso es un salesiano sin más.
Reconocemos el triple carácter que se anotará en Don Bosco, piedad, autenticidad y penetración… los salesianos, como su fundador son rutas de su tiempo y ellos no esconden la cabeza ante la problemática, como las infinitas avestruces de cada turno.
El que suscribe permaneció unos años interno con ellos… -¿Comen lo mismo que nosotros?, pregunté a un “antiguo”. – Comen, duermen, juegan, se lavan, rezan, estudian, ayunan y se jeringan igual que tú y yo, contestó el otro.
Y yo entré así, con la boca abierta, en el asunto. Olvidando el consejo de Lope en el “Caballero de Olmedo”. “No entres adonde no salgas”. Porque la verdad, la verdad es que de esto, de los salesianos, nunca he terminado de salir”.

jueves, 10 de mayo de 2018

La medida de Procustes.


Procustes era un bandido griego en la lejana historia. Siempre y en todas partes ha habido bandas y  bandidos. Basta mirar a nuestro derredor (y un poco más allá) en nuestra querida Patria. Con su banda actuaba Procustes en el Ática. Vigilaba el paso de los ingenuos que osaban pasar por un determinado puerto en la montaña. Los detenía y robaba. Y a los que no satisfacían su avidez, los sometía a esta corrección: tendido en un lecho que tenía la medida del bandido, los descoyuntaba o cortaba los pies si no llegaban a su estatura o la excedían.
Procustes no era, evidentemente, un hombre educado. Ser educado lleva consigo aceptar que cada persona con quien convivimos sea ella misma, respire su aire, disfrute de sus derechos, conserve su propia medida.
Cuando oprimimos, deprimimos, exprimimos o comprimimos (que todo eso somos capaces de hacer en los vericuetos de nuestra vida)... cuando hacemos algo de eso con nuestro vecino y le sometemos con ello a nuestra medida, a nuestro gusto, a nuestro criterio, a nuestra real gana, empezamos, seguimos y acabamos siendo mal educados. Como Procustes.
En el fondo, un ‘maleducado’ es un egoísta. Y un egoísta es, en el fondo y la forma, un inmaduro, un enano, un raquítico de espíritu que conserva, aún después de muchos años de vida, la idea infantil de que todo el mundo gira alrededor de él, de que él es el bello ombligo del mundo. “¡Cuántos son los enanos!”, lloraba Plauto. Y Juvenal decía: “Los buenos son tan pocos, que apenas llegan al número de las puertas de Tebas o de las bocas del Nilo”· Que eran siete.
En la historia de los hombres hay figuras que pasan por modelos. Buenos o malos. Un modelo fue Caín. Estaba estrenando la vida y ya oía en su corazón: “... a tus puertas está el egoísmo acechándote como una fiera que te codicia y a quien tienes que dominar”. Y él respondía a Dios, después de haber matado a Abel: “No sé dónde está. ¿Es que me toca a mí cuidar de mi hermano?” Un poco descuidados debieron de estar Adán y Eva en la educación de este hijo mayor.
Así hablan todos los egoístas, es decir, todos los ‘maleducados’. No saben dónde están sus hermanos. ¡Que no los ven, vamos! Y si no los ven, mal pueden preocuparse de ellos. Hacen verdad -  pero ¡de qué modo tan miserable y tan triste! - la afirmación de George Berkeley hace tres siglos: Esse est percipi. Existe lo que veo, en una traducción cómoda. Existimos porque Dios nos ve. Existen las cosas que percibimos. Y las personas. Podríamos pasarlo a nuestro lenguaje vulgar: “Lo que no me interesa, ni lo veo: no existe para mí”.

sábado, 5 de mayo de 2018

Crecer, y no solo en estatura...


En la revista rusa Tekhnika Molodezhi (algo así como Técnica Juvenil) apareció hace años un estudio de proyección de un ingeniero llamado Arseniev. Calculaba el crecimiento de la raza humana a partir de 1945 y a partir de los 10 centímetros que decía haber crecido el hombre en 30 años (crecimiento medio, claro está), aventuraba para el varón una estatura media en el año 2000 de 175 centímetros; 199 en el 2200; 238 en 2400… y aseguraba que en el año 3000 el hombre mediría, en términos medios, 577 centímetros y la mujer 238.
Me asusté pero me quitó el susto no creerlo. Aun no creyéndolo, yo pensaba: “En estatura física, no. Pero ¿crecerá el hombre medio en «humanidad», es decir, en todo lo que hace al hombre más hombre y menos animal?”.
Algunos años más tarde, es decir, ahora, tengo la respuesta. Y no es placentera. Porque la lógica me diría que el paso del tiempo haría que el hombre perfeccionase su ser. Superadas posibles dificultades de edad o de carestías personales, familiares, sociales, la admirable energía que el hombre atesora y puede orientar y su condición de ser comunitario, deberían haberle hecho crecer en dignidad, nobleza de espíritu, excelencia de ánimo, generosidad, apertura a los demás y sueños de elevarse sobre la tendencia animal de egoísmo para inundar su mundo con su grandeza natural. Con todos sus frutos. Con la sinergia (¡bonita palabra!) que se obtiene al unir la propia calidad con la de otros, con la de muchos, con la de todos.
Afortunadamente todo lo anterior es un hecho en muchos. Pero desgraciadamente no es un logro en todos. Observar la postura casi espontanea de reserva, de excusa de esfuerzo, de divergencia de valores y proyectos, de desencuentro con todos los “otros” con los que estoy llamado a  crear una sociedad nueva, mejor que la que encontré, me lleva a pensar que el individualismo se impone con su fuerza instintiva al mandato natural y difícil de “ser para los demás”.
En nuestra tarea educativa debe prevalecer esta inquietud como una necesidad existencial. Y debemos alentarlo de un modo explícito, entusiasta, alegre, constante, por encima de cualquier programa canijo en el que el “me importa mi yo” se imponga con toda su miseria.

miércoles, 11 de abril de 2018

Flightradar_24 o el acompañamiento personal.


La plataforma FLIGHTRADAR24, como sabes, es una aplicación de seguimiento de vuelos en Google Play que incluye a cien países. Seguramente has tenido el deseo de pasar un rato siguiendo el vuelo de algún avión en tiempo real, porque, al conocer su procedencia y el tiempo del vuelo, te fue fácil dar con él. Y pudiste ver las horas de despegue y de llegada o su retraso real. Y muchos datos más sobre la aeronave y los aeropuertos interesados.
He empezado con esta leve y profana referencia para adentrarme un poco en el interés que desplegamos sobre los mundos de los que solemos tener curiosidad. Y de los que leemos, vemos o escuchamos en otros medios. Y de la inutilidad de conocerlos porque ni nos sirven, ni nos orientan, ni nos aportan nada, ni podemos modificar su trayectoria, ni podemos acceder a ellos para corregir su rumbo.
Es decir, la curiosidad nos abre acceso con su atractiva facilidad a cosas que ni nos van ni nos vienen, pero que nos regalan el placer de llegar a ellas de ese modo.  
Todo ello (o casi todo) es bueno: nos enriquece, estimula nuestra imaginación constructora, nuestra capacidad para juzgar, decidir y hasta para formular alguna solución a los posibles problemas descubiertos.
Despertemos ahora de esa evasión de los aviones y recorramos de arriba a abajo el panorama de nuestra vida, de la vida de los que la comparten con nosotros, de los que nos piden sin palabras que nos interesamos por el fondo de su espíritu, que manifestemos de un modo no anecdótico nuestro auténtico interés por ellos.
He oído decir alguna vez a una muchacha: “Mi madre no me quiere”. Yo estaba seguro de que no era verdad. Pero igualmente seguro de que su madre no la miraba. Porque esta clase de “aviones” hay que mirarlos para que no se vengan abajo. Y no hace falta decir a cada padre y a cada madre que su hija y su hijo creen en el amor, pero que a lo mejor (a lo peor) no lo sienten. 

domingo, 1 de abril de 2018

El Sistema Preventivo de D. Bosco.


Educar no es fácil. Si encontramos en la clase, en la calle, en el patio de un centro escolar, en el metro, en una acera, o... en nuestra propia casa jóvenes que, evidentemente, no son educados o, más propiamente, no están educados, podemos deducir que a sus padres y educadores les resultó difícil educarlos. Y lo lograron a medias. O no lo lograron.
En cambio, muchachos que, tal vez, no conocieron a sus padres ni tuvieron educadores en su infancia en lugares impensados, tal vez se acerquen a nosotros con el aplomo de una persona madura, de un acompañante fiel. ¿Por qué? Han tenido cerca la experiencia de un ambiente, de unos amigos sinceros que desplegaron junto a él la vivencia de “razón, religión y cariño” que, según Don Bosco, constituyen el tesoro de una “buena” educación.
Así lo vivió él. Y en marzo de 1877 creyó oportuno manifestarlo a los que tenían interés en conocer el secreto de su “sistema educativo”, publicándolo en un precioso folleto: “El Sistema Preventivo en la educación de los jóvenes”.
Era, en cierta extensión, una novedad. Porque se consideraba muy difusamente que la disciplina era el resorte más adecuado para hacer un hombre de un muchacho. El dicho Avis, navis et puer a puppa reguntur, o algo parecido y fácil de traducir, era un axioma en la pedagogía de entonces.
¿Dónde está la clave del feliz resultado del “método” de Don Bosco? Un adolescente, un muchacho (entendía Don Bosco) necesita la cercanía asidua, la amistad sincera, la comprensión benévola de un amigo que engendra simpatía (palabra mágica si se ahonda en su enjundia), presencia incondicional, seguridad en el camino. Porque un adolescente en trance de educarse (que desea madurar positivamente en su conducta, en sus relaciones con los demás, en la necesidad de inserirse en lo plural que le rodea) siente soledad e inseguridad y la necesidad de estímulos, de alguien cercano que le ayude a ser él mismo.
¿Por qué a veces no lo logramos? Porque nos cansamos, porque tenemos otras cosas que hacer, porque ya le hemos dicho mil veces que…
Un buen educador crea un aire especial en el que el muchacho se sienta crecer, ser él mismo, decidir, buscar y lograr metas nobles que le ennoblezcan. Pero seguir junto a él (no estoy pensando, naturalmente, en una continua permanencia física) durante el tiempo que dura esa búsqueda nos llega a cansar.
Sería bueno analizar si mi interés y mi afecto son sinceros y fuertes, son generosos y optimistas para constatar que hemos acertado en nuestro empeño. 

sábado, 17 de marzo de 2018

Fiel, sin que se me pida serlo.


Copio, más o menos, de la prensa: Javier Mercado se encuentra solo en su casa, en Seattle, estado de Washington. Con él está su perro Rex de dos años, pastor alemán.  Entran en la casa dos ladrones armados.
 "Me escondí en mi habitación, asustado, y luego me encerré en el armario. Pero mientras yo me escondía, Rex se lanzó escaleras abajo ladrando con todas sus fuerzas”, contaba después Javier. Javier podía oír todo y oía los pasos que se acercaban y a Rex que ladraba cada vez con más fuerza. Los ladrones empezaron a golpearlo mientras buscaban algo que llevarse.
"Lo golpearon con algo – explicaba Suzy Cadena, prima de Javier – y el pobre perro quedó tendido en el suelo".
Entraron entonces los ladrones en la habitación del armario en el que se escondía Javier. Rex se dio cuenta del peligro y se levantó. “Se lanzó con la fuerza que le quedaba contra los dos que, entonces, le dispararon”. Explica Suzy. "Oigo a los ladrones que dicen: ´Me ha mordido, me ha mordido´ y oigo después un disparo y a Rex que gime… más disparos y a Rex que se queja por cada tiro”. Tres balas le abaten, pero en ese momento se oyen a distancia las sirenas de la policía que convencen a los ladrones que deben huir.
Javier salió y fue corriendo a atender a Rex al que se tuvo que intervenir quirúrgicamente.  
"Si no hubiese estado Rex - concluye Javier – habrían abierto la  puerta del armario y me habrían encontrado. Creo que no estaría aquí para contarlo”. Su prima añade: "A Javier le protegió su eterno amigo hasta las últimas fuerzas que tenía". Amor. Del bueno.
Solemos llamar Chucho al perro del que no sabemos el nombre. En Italia lo llaman Fido. Que quiere decir, Fiel.
Y leyendo el caso de Javier me preguntaba: ¿Soy fiel a alguien al que debo ser fiel? ¿Hasta qué punto? ¿Con cuánto gasto? ¿En qué medida de mí mismo? ¿Y hasta qué medida de la necesidad del que requiere mi fidelidad? ¿Soy fiel sin que se me pida serlo? ¿Y a cuántos debo serlo? ¿Educo, formo, consolido la personalidad de los que se me confían con esa preocupación? ¿He pensado que mi fidelidad se transparenta en mis actos, gestos, atenciones, palabras… y que es el mejor instrumento para infundirla en los que se me confían?

domingo, 4 de marzo de 2018

Roatán: luchando contra el mal.


La República de Honduras, como sabes, tú que sabes todo, es un país de América situado en el centro de América Central, casi a la mitad del gran istmo que une las dos Américas y abierta al mar Atlántico. Tiene al Norte y el Este el Mar Caribe​. Y sus tierras, continentales e isleñas, tienen una extensión de 112.492 kilómetros cuadrados. ​La forman 18 departamentos para más de 8 millones de habitantes multiétnicos con cuatro grupos: blancos, mestizos (lencas, misquitos, tolupanes, chortis, pech, tawahkas), garífunas y criollos de habla inglesa. En Honduras existen unas 8.000 especies de plantas, alrededor de 250 de reptiles y anfibios, más de 700 especies de aves y 110 especies de mamíferos.
Las Islas de la Bahía (Utila, Roatán y Guanaja donde Colón, sin saberlo, descubrió el cacao), con un agradable clima tropical, son una meta deseada para quienes desean disfrutar del buceo. Pero…
Te ruego que te asomes ahora a la foto que preside nuestra reflexión. Se ve un toldo sobre la borda de un barco. Y a la derecha, el mar. ¡Pero un mar de plástico! Debajo está el agua, sí, pero el mar que vemos es un vertedero de plástico y espuma de poliestireno que afecta profundamente a estas islas y hasta a las playas de Omoa.
Las quejas ante el Gobierno de Guatemala, desde donde llega, advierten de que la mayor parte de los residuos vertidos al río Motagua llegan aquí. Pero esas quejas no alcanzan solución. Porque hoy nadie sabe qué camino eficaz se debe emprender para librar  a la espléndida Naturaleza de esta maldición de la modernidad.
Pero en este modesto observatorio del Mundo (Mundo significa Limpio) interesa, por encima de todo, hacer notar la presencia del mal, invitar e impulsar, si es posible, una lucha sin tregua ni desánimo contra todo lo que contamina, ennegrece y embrutece la belleza admirable de la infancia y la juventud.  
La resignación suele ser el refugio cómodo y cobarde al que recurrimos con frecuencia. ¿Qué se puede hacer? ¿Qué puedo hacer yo?... ¡Hoy, hoy, hoy…! El Hoy lo hago yo, puedo hacerlo yo, debo hacerlo yo. Vivir, como padre y maestro de vida, cerca de los hijos que modelan esa vida. Convertirme, no en un hombre cansado porque ya he hecho bastante, porque no hay remedio, porque ¿qué vamos a hacer…?, sino en un artista que transmita la estima, la belleza del amor-amor, la limpieza de vida frente al derrotismo del que respira el polvo de la resignación ante el aire limpio del esfuerzo.

martes, 27 de febrero de 2018

La Opuntia Ficus- Indica: lección de pedagogía.


Los científicos llaman a la chumbera Opuntia Ficus-Indica. Pero las lenguas menos clásicas la conocen como Nopal, Tuna (con muchos apellidos), Tunera, Alquitira, Cardón de México, Choya, Higo de Barbaria, Higo de pala, Higo de México, Higuera de plata, Nopal castellano, Palera, Penco, Tasajillo…
Y es una planta y son unos higos a los que deberíamos prestar más atención y ofrecer más estima por muchas razones. Los entendidos nos dirían todas. Aquí vamos a ir por lo sencillo.
Se trata de un cactus de origen mexicano, cultivado con atención (o presente con respeto por sus pinchos) desde hace siglos, en la costa de todo el Mediterráneo. Ofrece grandes valores que no pueden ignorarse en la vida práctica económica. Por ejemplo, bebe poco. Soporta casi sin inmutarse la pérfida contaminación del aire al absorber grandes cantidades de dióxido de Carbono. Tiene propiedades nutricionales excelentes. Crece en áreas semidesérticas. Es listo como él solo y abre sus estomas de noche y realiza los cambios gaseosos para la fotosíntesis cuando la temperatura es más suave por lo que corre menos riesgo de perder líquido por la evaporación. Almacena en sus grandes palas el agua sobrante y vive en zonas donde la lluvia es escasa. Puede utilizarse como alimento humano, pasto para los animales, fuente de vida para insectos con los que se producen colorantes naturales. Protegen el suelo al dificultar la desertificación. Se comen sus higos, se pueden comer sus palas jóvenes  en ensalada, sopas y fritos...
Por todo ello hay zonas de Europa, por ejemplo Sicilia, en las que se cultiva con éxito agrícola y económico. 
No estamos invitando a cultivar higos chumbos. Estamos invitando a desmoronar la torpeza de los educadores, padres y maestros, que descartan a niños y adolescentes, jóvenes y maduritos… porque les gustaría que los frutos de nuestra educación se diesen en muchachos brillantes, prometedores, guapos y simpáticos. ¿De verdad que hemos tratado de intuir el valor oculto en un muchacho huraño, poco agraciado, con mal tipo, fácil para el enfado, de pocos amigos, apartado del resto…? ¿No hemos pensado que, como cualquier muchacho, sobre todo porque se siente inseguro, porque no confía en sí mismo, porque cree que se le orilla y ha recibido frecuentes soflamas (de su padre, por ejemplo), necesita una mano amiga que se acerque a él, un corazón grande que manifieste sincero interés por él, un saludo que le haga sentir que se le tiene en cuenta, la invitación a charlar en un rato que le vaya bien, pedirle algún favor que nos pueda hacer…? 

jueves, 22 de febrero de 2018

Oumuamua o el rechazo infinito.


Como vives mirando al cielo, habrás visto ya a OUMUAMUA, nombre que, en hawaiano, quiere decir enviado o mensajero, aunque al principio se le conoció como 11/2017 U1. En el observatorio Pan-STARRS 1 de Hawai creyeron el día del descubrimiento hace cuatro meses, el 19 de octubre pasado, que era un vulgar asteroide del sistema solar. Pero advirtieron bien pronto que su viaje iba hacia el espacio interestelar, mucho más allá de lo que pudiéramos pensar.
Mide 400 metros de largo y diez veces menos de ancho, con forma apepinada, y colores que varían del rojizo al azulado o “gris-nieve-sucia”, según la cara que muestre en su giro caótico cada 7 horas y media; que viene de un viaje de miles de millones de años y que se encamina de nuevo hacia el espacio infinito (es un decir).   
Los científicos creen que Oumuamua “impactó con otro asteroide antes de ser expulsado ferozmente de su sistema hacia el espacio interestelar”.
Se me ha ocurrido, al leer lo que precede, comparar el hecho con el que han sufrido alguno de los muchachos con los que me he encontrado en mi vida. Frente a  la violencia física sufrida por el Oumuamua, la psicológica y moral que ha visto arrastrar a alguno de ellos y que determinaba la trayectoria de su conducta, la actitud de sus reacciones y, en el fondo, porque del fondo brotaba lo anterior, un dolor incurable.
Hay padres y educadores que califican, con un atrevimiento insensato, a sus hijos o educandos, como raros, inaguantables, incorregibles. Y poco a poco se afirman en la convicción de que la causa de todo está, no en su propia intolerancia, sino en la torva condición de su víctima. La frecuente hipersensibilidad en alguno de nuestros muchachos nos impide acercarnos a ella y tratarla como una riqueza, no como una condición indeseable o incorregible.
Basta a veces una leve confesión de nuestros sinceros interés y afecto hacia ellos para que descubramos la hondura de su pesar y la necesidad que tienen de que los consideremos parte entrañable de nuestra vida.

sábado, 10 de febrero de 2018

Sénia, patria de olivos milenarios.


La Mancomunidad del Territorio de Sénia comprende algo más de 2.000 kilómetros cuadrados. Son, como sabes, 27 municipios de Castellón, Tarragona y Teruel. Y en ella hay un tesoro: casi 5.000 olivos milenarios en la mayor concentración de viejos y gloriosos olivos del mundo. Tienen más de tres metros y medio de perímetro y se elevan a 1,3 metros del suelo. Entre los estudiados por la Universidad Politécnica de Madrid hay media docena que tienen entre 1.000 y 1.490 años. Y entre los que están todavía esperando que se les extienda su fe de nacimiento hay uno en Ulldecona (Tarragona) que se calcula que llega a los 1.703 años.
El 9 de junio 2016, en el Salón de conciertos Vigadó de Budapest, el Consejo de Europa, ¡nada menos!, otorgó una mención especial al Paisaje de olivos milenarios del Territorio Sénia (España), noble paisaje olivarero, lleno de vida y de experiencia.
Parece que Sénia, el nombre que ha quedado, viene de saniya, como llamaban los árabes de la zona a una noria o aparato similar frecuente en aquellas tierras para el  riego. Hasta nosotros ha llegado como acenia, usado en muchos lugares desde el siglo XII o sus cercanías.   
A mí Senia me suena (pero que me suene no quiere decir nada) a viejo. Con toda la razón. Senex, vetulus… era viejo entre los romanos. En las culturas llamadas clásicas ser viejo era un valor. Porque a esas edades se consideraba que ser viejo era tener la mente (la sien) madura, el corazón engrandecido y enriquecido por la experiencia, la prudencia, la sabiduría, la paciencia, la bondad…
Es sabio (de viejos o no) educar en el aprecio a los mayores. Hay muchos argumentos para ello: el reconocimiento a su condición de fuente: de la vida, del ingreso en la sociedad humana, del aprendizaje del oficio de ser recto y justo, del sentido del equilibrio y la equidad, de saber dar al tiempo la pausa que necesita para que el nuevo árbol (el hijo, el nieto…) crezca, se afiance, se embellezca de flores, dé fruto… 

domingo, 4 de febrero de 2018

Hipatia, la más noble y antigua.

Hipatia de Alejandría - ¿recuerdas? - fue una notable estudiosa griega que sobresalió en el campo de las matemáticas y de la astronomía allá por el final del siglo IV y el comienzo del V. Murió víctima de la incomprensión en una triste algarada de cristianos.  
Su nombre griego parece sugerir el concepto de excelsa, la más alta o noble.
Por esta Hipatia, probablemente, y por su rareza, dieron los astrónomos su nombre a un meteorito que se encontró, como sabes, el año 2013, en el suroeste de Egipto. Y dicen, los estudiosos comentaristas de la naturaleza de esta piedra, que siguen con la boca abierta, sin saber ni comprender muchas cosas de ella.    
Aseveran, por ejemplo, algunos investigadores que “nunca había formado parte de un asteroide o cometa”; que su composición “no tiene absolutamente nada que ver con la de ningún meteorito, que suelen contener una pequeña cantidad de carbono y una gran cantidad de silicio”, mientras que Hipatia "tiene una enorme cantidad de carbono y una cantidad inusualmente pequeña de silicio" y que contiene una gran cantidad de compuestos de carbono poliaromáticos, componente esencial del polvo interestelar, que existía incluso antes de que se formara nuestro Sistema Solar".
Es decir, que es más vieja que el Sol y que podría tener más de cinco mil millones de años, edad que justifica que se la llame Hipatia (excelsa, la más noble, la más antigua).
Como tienes oportunidad para ahondar en este campo si te agrada, paso a una consideración muy sencilla y para algunos (tú no estás entre ellos, naturalmente), muy necesaria y para todos útil en la guía del juicio de nuestros pupilos.  
Todos hemos conocido la actitud de algunos que (ante un hecho o una cosa o la condición de una persona que dicen no comprender) afirman que es imposible, que es mentira, que es un invento que favorece no sé qué fines ocultos y tal vez inconfesables.   
La humildad no preside muchas veces nuestros juicios. Y esto nos hace incapaces de ser justos. Es más, incapaces de ser inteligentes. Inteligente, dicen, como sabes, aquellos que modelan las palabras, son los capaces de leer dentro de las cosas, de las personas, de los fenómenos, de la Historia. ¡Y de las humildes historias del amigo, del enemigo, del conocido, del desconocido…!
¡Cuántos patinazos da el juicio cuando de juicio se tiene poco, pero se abunda en osadía, insensatez, envidia, agresividad y desfachatez!

sábado, 20 de enero de 2018

Una Rosa para el corazón, no para las manos.

No voy a contar la atormentada historia de René Karl Wilhelm Johann Josef Maria Rilke, porque no hace falta y porque la conoces.  Solo recordar una anécdota que he copiado de algún sitio y que, sin duda, recuerdas. Y hacer sobre ella un breve comentario. Una anécdota de su vida, vida llena de finura, sensibilidad, contradicciones y sufrimiento.
Había nacido en Praga, en 1875, en una familia en la que no encontró cariño. Y vivió en Viena, Praga, Múnich, París…
En París acudía con una amiga a la universidad, y todos los días encontraban en su camino y en el mismo lugar de la calle una estatua humana: una mendiga doblada sobre sí con la mano tendida pidiendo una limosna.
Y todos los días la amiga francesa dejaba en aquella mano una moneda. Le extrañaba a la joven que Rilke no hiciese lo mismo y le preguntó la razón.
- "Tendríamos que darle algo a su corazón, no a sus manos", comentó el poeta.
Y al día siguiente el poeta dejó suavemente en la mano de la pordiosera una hermosa rosa que había llevado consigo.
Y entonces se realizó un milagro: la estatua mendicante adquirió vida, elevó su mirada hacia aquel extraño bienhechor, se levantó con dificultad, besó su mano y, apretando su rosa contra el pecho, se alejó lentamente.
Pasada una semana, volvieron a encontrar a aquella pobre mujer en su sitio de siempre y en su actitud de estatua. La muchacha preguntó al amigo: - ¿De qué habrá vivido todos estos días?
Rilke aseguró: "De la rosa".
Para los que se acercaron a Don Bosco necesitados de casa, abrigo y pan encontraron como un regalo diario casa, abrigo y pan. 
Pero el testimonio de todos los que recibieron de él esa limosna diaria, pudieron sentir y afirmar que toda su vida la vivieron ya encendidos de amor porque habían sentido que Don Bosco les había regalado su corazón.  

viernes, 5 de enero de 2018

Qué pasa? En un mundo fácil no se madura.

Hace ya algunos años mi sabio y buen amigo, claro de ideas y añoso de edad, me preguntaba: “¿Se ha dado usted cuenta (aunque me ganaba en años me trató siempre  de ‘usted’) de que las mamás arreglan a sus hijos de modo que parezcan más niños y hasta a los varones los acicalan como si fuesen niñas?”.
Me he detenido en analizar en los tiempos que corren esa afirmación con el deseo frustrado de que aquel agorero no pudiera ver cumplido su temor en muchas de las manifestaciones de la vida de hoy.
No hace falta ahondar mucho en los discursos, escuchar atentamente las acciones, proyecciones e intervenciones políticas, observar las apariciones sociales, la conducta de algunos artistas, las reacciones de algunos deportistas, el ofrecimiento de modas y modos… para preguntarnos, en efecto: «¿Qué pasa?».
La vida es hoy, para muchos, fácil. Y en un mundo fácil no se madura. No madura ni la fruta que comemos, ni en muchos casos el pensamiento que maldigerimos, ni la conducta del que, a pesar de contar los años por decenas, sigue siendo niño caprichoso y mal educado, consentido y halagado en sus gracias inoportunas e insultantes, la zancadilla del vengativo, la petulancia del engreído, los empujones sociales, el egoísmo, el rechazo, la exclusión, la violencia más o menos abierta o claramente escupida, la injusticia como norma de trato, de organización y de vida.
Se echa mano de la legalidad para amparar al débil sin darnos cuenta de que la ley no es más que un estorbo que se salta fácilmente con subterfugios, interpretaciones egoístas, partidistas, teñidas de amiguismo, interesadas para el que quiere salir con la suya.
¿Qué falla en el origen? Padres maleducados no pueden educar, madres negligentes no pueden orientar, educadores partidistas no pueden encauzar por un camino justo, honrado, generoso, abierto al otro, a todo otro… no siempre para seguirle, pero sí siempre para discernir, optar y echar a andar con la dignidad que eleva sobre la insolencia, el egoísmo y la bufonada. 

sábado, 9 de diciembre de 2017

Shanidar: trogloditas, pero humanos.

En los montes Zagros de la región de Erbil al norte de Irak hay una cueva, la de Shanidar, a la que te invito a asomarte. Entre los restos humanos, neandertales, se encontraron hace unos sesenta años, los de un adulto anciano muerto hace más de 50.000 años, cuando él contaba 40. Según los antropólogos que lo estudiaron era un hombre muy limitado: le faltaba el antebrazo derecho, tenía lesiones en la pierna del mismo lado, la huella de una fuerte lesión en la cabeza siendo niño por la que seguramente había perdido la visión de un ojo, y sordera en ambos oídos por un crecimiento óseo en los canales auditivos de ambos oídos.  
Recientemente Erik Trinkaus, profesor de antropología en la Universidad de Washington en St. Louis, y Sébastien Villotte, del Centro Nacional Francés de Investigación Científica, han tratado de imaginar la vida de un hombre anciano  hace tantos años (tener cuarenta años era entonces ser anciano) y han sugerido que la convivencia de aquella sociedad estaba presidida por sentimientos de respeto, acogida, ayuda, protección y curación en un medio de vida difícil al ser una sociedad de cazadores-recolectores en la que este hombre del Pleistoceno no habría podido sobrevivir por sí solo.
Los prejuicios de considerar a nuestros parientes primitivos poco atentos y hasta desaprensivos o violentos en el trato recíproco deben ceder paso a la convicción de que razas como la neandertal (u otras de las que descendemos) eran y manifestaban actitudes de cercanía y ayuda que en esta refinada sociedad nuestra parecen a veces olvidados.
¿De verdad progresa el hombre en su condición humana? ¿O la debilidad en la que nos educamos y educamos da como fruto un egoísmo que nos lleva a engreírnos, clasificar a los que caminan a nuestro lado y despreciar al que nos parece que, por ser menos que nosotros, no merece nuestra cercanía y nuestra ayuda? 

viernes, 24 de noviembre de 2017

Los catídidos: esa maravilla desconocida.

Los catídidos, ¡vaya nombre!, son insectos de Centroamérica que se parecen, lejanamente, a los saltamontes. Otros, pero con residencia muy lejana porque son asiáticos, sobre los que me permito una profana y leve referencia, semejan hojas. Las hembras parecen hojas bonitas, como es natural, de color rosa, mientras que los machos son totalmente verdes. Los machos cantan sin cansarse hasta que encuentran su pareja.
La catídida que vemos arriba se llama Eulophophylum kirki. Y es muy rara. Rara de nombre, rara de aspecto, rara en número, rara en domicilio. Se encuentran solo, que se sepa hasta hoy, en Borneo. La mayor parte de los entomólogos los conocen solo de foto. Porque, además de existir solo en Borneo, su número es muy reducido. Borneo, como recuerdas, es una gran isla, con tres partes desiguales en extensión: la más grande, al Sur, es Kalimantan y pertenece a Indonesia. En el borde superior están dos zonas separadas, Sarawak y Sabah, que son de Malasia. Y, como incrustada en Sarawak, una superficie mucho más reducida, pertenece y lleva el nombre de Brunei. Pues en el Danum Valley Conservation Area del estado de Sabah se descubrió el año pasado, 2016, este curioso animal.
Los entomólogos, amigos y colegas, se cruzan datos sobre su “mundo” de búsqueda y hallazgos. Uno de ellos, George Beccaloni, inglés, recibía de un amigo fotos de catídidos americanos que no lograba clasificar. Y Beccaloni, a su vez, le enviaba una foto a Sigfrid Ingrisch, experto en catídidos asiáticos que, con temor de no acertar, le dio el nombre que ya conoces. 
Hasta aquí, en aburrida reseña, la entomológica. Y ahora, en no menos aburrida consideración, una posible aplicación práctica.
No es raro encontrarse, sin saberlo, con un precioso diamante entre los tesoros que se confían a nuestra labor de formadores. Y tal vez no nos damos cuenta de su valor. Porque nos parecen raros. Tal vez silenciosos, retraídos, aparentemente ajenos al aire que respiran los demás. Y nos contentamos con respetar su aislamiento sin darnos  cuenta de que necesitan una atención delicada y más profunda que solo podremos ofrecer cuando la amistad, el interés y el aprecio les haga saber que estamos interesados por ellos y que deseamos acompañarlos en su posible mirada crítica y tal vez justa sobre el mundo que los rodea.
Me recuerdan el arpa de Bécquer, “… de su dueña tal vez olvidada”.

martes, 31 de octubre de 2017

Pomerium: poniendo los fundamentos.

Dos de las culturas más ordenadas del pasado fueron, sin duda, la etrusca y la romana. De la primera vino la segunda. Para ellos, en el ajetreo de pensar y ordenar una ciudad nueva, había un precepto que seguían fielmente. Repasémoslo con brevedad.  
Se buscaba una superficie llana. En ella una yunta de bueyes, guiada por un sacerdote, trazaba un primer surco de forma cuadrada o rectangular, que constituía el pomerium de la futura ciudad.  
En el centro de cada lado se levantaba el arado, porque allí irían las puertas: una en cada punto cardinal. La zona central interior, futura calle que iba de Este a Oeste, se llamaba Decumano Máximo. La otra calle, perpendicular a la primera, que iba de Norte a Sur, era el Kardo Máximo. Y en su cruce, centro de la ciudad, se hacía un agujero o mundus cubierto con una losa que llevaba esta inscripción UBI TERRA PATRUM IBI PATRIA. Sobre el mundus se colocaba la groma, instrumento para el trazado recto de las calles. Y los augures hacían los sacrificios oportunos para conocer las condiciones salubres del lugar estudiando los hígados de los animales sacrificados.
Debemos estas noticias a Hyginus gromaticus, agrimensor en tiempos del emperador Trajano, autor de varios libros de agrimensura cuyo apellido-apodo se debía a su oficio, como habrás intuido.
Proyectar, ordenar, construir, dotar una nueva ciudad romana era una labor delicada, precisa, exigente y larga. Se trataba de obtener el favor de los dioses, aplicar al arte a los estudiosos, acertar con el Sol y sus solsticios y lanzar la vista a la lejanía para lograr calles perfectamente alineadas.
¿Y mis hijos? ¿Y mis pupilos? Empezamos soñando. Creemos que ya nos vienen hechos. Nos molestan sus desvíos, aun los más pequeños. Y nos fastidia tener que decir, una y otra vez, las cosas, porque no acaban de entender que las queremos así y asá y no como a ellos les parece. 
No acertamos. Y no porque no tengamos razón (que alguna vez sí la tenemos), sino porque no hemos aceptado que la educación es cosa del corazón, no de la cabeza (no siempre y fundamentalmente).
Esas palabras que quedan subrayadas son de Don Bosco. Él tuvo una madre a la que quiso entrañablemente y de la que recibió siempre toda su entraña. Aprendió a educar al sentirse educado por ella. Y el carácter de Juan Bosco, ya desde niño, no era precisamente el de una persona endeble. Pero se dejó educar por quien le amaba, especialmente su madre, Margarita, y don Juan Melchor Calosso que le modeló como hombre cuando solo tenía catorce años.