Los científicos llaman a la chumbera Opuntia Ficus-Indica. Pero las lenguas
menos clásicas la conocen como Nopal,
Tuna (con muchos apellidos), Tunera, Alquitira, Cardón de México,
Choya, Higo de Barbaria, Higo de pala, Higo de México, Higuera de plata,
Nopal castellano, Palera, Penco, Tasajillo…
Y es una planta y son unos higos a los que deberíamos prestar
más atención y ofrecer más estima por muchas razones. Los entendidos nos dirían
todas. Aquí vamos a ir por lo sencillo.
Se trata de un cactus de origen
mexicano, cultivado con atención (o presente con respeto por sus pinchos) desde
hace siglos, en la costa de todo el Mediterráneo. Ofrece grandes valores que no
pueden ignorarse en la vida práctica económica. Por ejemplo, bebe poco. Soporta
casi sin inmutarse la pérfida contaminación del aire al absorber grandes
cantidades de dióxido de Carbono. Tiene propiedades nutricionales excelentes. Crece
en áreas semidesérticas. Es listo como él solo y abre sus estomas de noche y
realiza los cambios gaseosos para la fotosíntesis cuando la temperatura es más
suave por lo que corre menos riesgo de perder líquido por la evaporación.
Almacena en sus grandes palas el agua sobrante y vive en zonas donde la lluvia
es escasa. Puede utilizarse como alimento humano, pasto para los animales,
fuente de vida para insectos con los que se producen colorantes naturales. Protegen el suelo al dificultar
la desertificación. Se comen sus higos, se pueden comer sus palas jóvenes en ensalada, sopas y fritos...
Por todo ello hay zonas de Europa, por ejemplo Sicilia, en las que se
cultiva con éxito agrícola y económico.
No estamos invitando a cultivar higos chumbos. Estamos
invitando a desmoronar la torpeza de los educadores, padres y maestros, que
descartan a niños y adolescentes, jóvenes y maduritos… porque les gustaría que
los frutos de nuestra educación se diesen en muchachos brillantes,
prometedores, guapos y simpáticos. ¿De verdad que hemos tratado de intuir el
valor oculto en un muchacho huraño, poco agraciado, con mal tipo, fácil para el
enfado, de pocos amigos, apartado del resto…? ¿No hemos pensado que, como
cualquier muchacho, sobre todo porque se siente inseguro, porque no confía en
sí mismo, porque cree que se le orilla y ha recibido frecuentes soflamas (de su
padre, por ejemplo), necesita una mano amiga que se acerque a él, un corazón
grande que manifieste sincero interés por él, un saludo que le haga sentir que
se le tiene en cuenta, la invitación a charlar en un rato que le vaya bien, pedirle
algún favor que nos pueda hacer…?
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