Hipatia de
Alejandría - ¿recuerdas? - fue una notable estudiosa griega que sobresalió en
el campo de las matemáticas y de la astronomía allá por el final del siglo IV y
el comienzo del V. Murió víctima de la incomprensión en una triste algarada de
cristianos.
Su nombre griego parece
sugerir el concepto de excelsa, la más alta o noble.
Por esta Hipatia,
probablemente, y por su rareza, dieron los astrónomos su nombre a un meteorito
que se encontró, como sabes, el año 2013, en el suroeste de Egipto. Y dicen, los estudiosos comentaristas de la naturaleza de esta piedra, que siguen con la
boca abierta, sin saber ni comprender muchas cosas de ella.
Aseveran, por
ejemplo, algunos investigadores que “nunca
había formado parte de un asteroide o cometa”; que su composición “no tiene
absolutamente nada que ver con la de ningún meteorito, que suelen contener una
pequeña cantidad de carbono y una gran cantidad de silicio”, mientras que Hipatia
"tiene una enorme cantidad de carbono y una cantidad inusualmente pequeña
de silicio" y que contiene una gran cantidad de compuestos de carbono
poliaromáticos, componente esencial del polvo interestelar, que existía incluso
antes de que se formara nuestro Sistema Solar".
Es decir, que
es más vieja que el Sol y que podría tener más de cinco mil millones de años,
edad que justifica que se la llame Hipatia
(excelsa, la más noble, la más antigua).
Como tienes
oportunidad para ahondar en este campo si te agrada, paso a una consideración
muy sencilla y para algunos (tú no estás entre ellos, naturalmente), muy
necesaria y para todos útil en la guía del juicio de nuestros pupilos.
Todos hemos
conocido la actitud de algunos que (ante un hecho o una cosa o la condición de
una persona que dicen no comprender) afirman que es imposible, que es mentira,
que es un invento que favorece no sé qué fines ocultos y tal vez
inconfesables.
La humildad no
preside muchas veces nuestros juicios. Y esto nos hace incapaces de ser justos.
Es más, incapaces de ser inteligentes. Inteligente,
dicen, como sabes, aquellos que modelan las palabras, son los capaces de leer dentro de las cosas, de las
personas, de los fenómenos, de la Historia. ¡Y de las humildes historias del
amigo, del enemigo, del conocido, del desconocido…!
¡Cuántos patinazos
da el juicio cuando de juicio se tiene poco, pero se abunda en osadía,
insensatez, envidia, agresividad y desfachatez!
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