Marc: "No puedo ser más feliz, es imposible. Y no solo
por mí, y no solo por mi familia, y no solo por mi equipo, y no solo por Honda,
que me ha ayudado tanto, sino porque es un premio muy grande, inmenso, para el
trabajo que hemos hecho todos a lo largo de todo el año".
Álex: «Ni en los mejores sueños Marc
y yo pensábamos en que podíamos ganar un título mundial el mismo año. Es
un día increíble para la familia Márquez. Ha sido especial e
increíble poder ganar aquí en Valencia. Un sueño que se ha hecho realidad y
estoy muy feliz».
Todos los que han estado atentos saben que el pasado día 9,
en Cheste (Valencia), Marc Márquez (24 años) conseguía su victoria 13 de la
temporada en el Campeonato Mundial de MotoGP con 362 puntos, 7 más que el
segundo clasificado. Y que su hermano menor Álex (18 años) se coronó como
campeón mundial en Moto3 con 278 puntos, 10 podios y 3 victorias.
Habéis prestado atención, sin duda, a que los dos se refieren
a su familia como a una base fundamental. Ellos mismos son familia. Y así lo
subrayan en los comentarios que hacen a su vida y a sus victorias.
En esta página, que no es deportiva
(pero que admira el deporte y cómo quisiera que los jóvenes lo practicasen) y
que siente por la familia una veneración suprema, es natural que acentuemos todos los rasgos
que cerca o lejos de nosotros nos hacen comprender que todo el bien y todo el
mal de cada joven, de cada ser humano, grande, pequeño o viejo, de la sociedad
actual brota de la familia. Y que, si es deseable que el fruto de la familia
sea siempre y en todas el bien, se cultiven en ella los valores que la hacen
grande: el amor, sin el que no existe; la ternura, cuya falta la suple, si
acaso, el orden de la escudería; la generosidad y la entrega, que es una forma
de parto constante, diario; el altruismo incondicional, que es el camino para
hacer de todos una solo corazón, como proclamaba Horacio de un entrañable
amigo: “Mitad de mi alma”.