Como
todos sabéis, entre las conclusiones del informe “Adolescentes y Medios Sociales: 4 generaciones del
nuevo milenio”, elaborado por la Confederación Española de
Centros Educativos con el apoyo de la Comisión Europea, aparece que el 27% de los adolescentes echa mano de Internet para acosar a amigos y enemigos
y el 19% lo hace con amenazas. No es de extrañar
si en nuestra sociedad un 55% de los
adolescentes cree que la violencia está justificada
cuando se ha sentido ofensa u hostilidad. Siete mil adolescentes de 50 colegios
de España e Italia han sido consultados y las respuestas reseñadas explican que
lo hacen porque han sido atacados antes.
Si
tuviésemos que analizar el material con el que se construye esta sociedad en
que vivimos, llegaríamos a conclusiones un poco tristes. Me asaltan algunas,
aunque me alegraría equivocarme. Por ejemplo: la violencia se come en algunos
hogares (¿hogares?). Porque un alimento frecuente en la convivencia familiar es
el reproche, la exclusión, el descrédito… el desprecio. Y me refiero a
actitudes conyugales que no se evitan ante los hijos. Desde muy pequeños los
niños perciben que el carro de la familia chirría con frecuencia. La
consecuencia silenciosa, pero indeleble, es que se va derrumbando poco a poco
el aprecio que tenían y quisieran seguir teniendo de sus padres. Lo necesitan
porque no tienen más apoyo que el de los “dioses” de su hogar.
La
reacción ante la violencia doméstica (¡ojalá fuese sólo verbal!) es asumir ese estilo de familia: “Ya sé lo que tengo
que hacer con el que me es distinto o no me da la razón o me lleva la contraria
o me mira mal o me ha insultado o me empujó o se ha metido con…”. La regla es
sencilla e inmediata: violencia contra violencia.
¿Seguimos
con los personajes de la vida y la ficción, con las llamadas redes sociales, que tantas veces enredan y disocian, con los comentarios
sobre el contrario, con las ganas de destruir al que no es de mi opinión, con
las guerras cercanas, políticas, económicas, a veces deportivas, en las que
prima defenderse a cualquier costo, luchar contra el que se me enfrente,
eliminar al que no piensa como yo…
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