Los Voluntarios DOKITA, Caritas,
Camilianos, Hermanos de San Juan de Dios, Médicos con África, Voluntariado en
el mundo, Javerianos, Salesianos, VIS... se han sentido “Hermanos del ébola” al
unir sus esfuerzos. Piden a la sociedad, a los gobiernos, a la comunidad
eclesial que no tengan miedo de la
fragilidad y que escuchen a las víctimas para darles una solución más
eficaz en esta emergencia que no es solo sanitaria sino humanitaria: sanidad,
seguridad alimentaria, economía, relaciones sociales, discriminaciones,
huérfanos… son algunos de los problemas más graves. Realizan un intenso y
capilar trabajo de información y sensibilización,
reparto de equipos higiénico-sanitarios, mensajes de los
animadores locales, que comparten lengua, cultura, costumbres: atención
alimentaria, apoyo psicológico, identificación de los casos sospechosos, cura
en hospitales y centros preparados cuyo personal ha pagado un precio muy alto
en vidas.
Importa
tener en cuenta:
“Se
muere también de malaria y de parto”: se deben reabrir centros hospitalarios cerrados por temor al ébola.
“Se
muere de hambre”: faltan alimentos en el mercado, suben sus precios, no se cosecha
adecuadamente, no se garantiza adecuadamente la seguridad alimentaria ni se
lucha contra la malnutrición infantil.
“Se
muere por ignorancia”: al desconocer los riesgos, por ignorar cómo
se identifica al virus y se impone, por tanto, y se realiza una acción de
sensibilización, de prevención, de marginación de focos.
“Se
muere de injusticia”: hay que apoyar a los gobiernos que están dando solución con respuestas
de emergencia, de acción más rápida y eficaz, ofreciendo recursos humanos,
materiales y económicos.
Se han
unido - ¡y piden nuestra ayuda! - para actuar conjunta y coordinadamente y
contener la expansión de la epidemia y dar esperanza acudiendo, compartiendo,
trabajando al lado de quienes ya lo hacen.