sábado, 25 de mayo de 2019

Camina entre vosotras...

El Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, Salesianas, nació en Mornese (Italia), del corazón de una joven entregada al amor de las muchachas necesitadas de orientación, afecto y apoyo en sus vidas, María Mazzarello. Pero tuvo durante varios años su sede central en Nizza Monferrato.
Un grupo de Salesianas hacía ejercicios espirituales en esa Casa de Nizza en junio de 1885. Don Bosco, muy abatido de fuerzas, quiso ir a saludarlas y decirles una “buena palabra” como a él le gustaba definir las que salían de su corazón de padre. En realidad, iba a despedirse de ellas.
Le acompañaba (y le sostenía) don Juan Bonetti, un joven sacerdote salesiano.
Cuando Don Bosco empezó a hablar se refirió enseguida a la Madre de todos, a la Auxiliadora que daba nombre y protección a aquel Instituto. Y afirmó (con energía en su convicción, aunque con la natural debilidad en su voz encendida pero entrecortada): “¿Sabéis? ¡La Virgen está aquí… os quiere mucho… camina entre vosotras!”. Y se emocionaba visiblemente.     
Don Juan Bonetti le quiso aliviar y se introdujo diciendo: “Don Bosco quiere decir que la Virgen os quiere mucho y que…”.
Y Don Bosco, con la energía que sus fuerzas le dejaban, pero rotundamente, le interrumpió: “¡No, no: Don Bosco quiere decir que la Virgen está aquí… os quiere… y se pasea entre vosotras!”.
Esta introducción a unas Buenas Noches nos deben hacer sentir esa presencia de la Madre en nuestras vidas. Somos Bonetti que no vemos. Pero debemos ser Bosco con la limpieza, sencillez y, al mismo tiempo, grandeza, orgullo, seguridad y gratitud de hijos que sienten de verdad esa presencia de ternura constante, respetuosa, silenciosa y - ¡ojalá! – acogida, secundada, eficaz.

miércoles, 22 de mayo de 2019

El jugador educado.


Aunque sean cosas del pasado sirven para iluminar el futuro. Y, en todo caso a nosotros educadores, para subrayar lo que tiene de noble un gesto en algo tan duro y aparente, y de algún modo tan acalorado como el fútbol.
El hecho fue, ya en tiempo muy lejano (en la temporada del 2007 al 2008), que el jugador egipcio Mohamed Salah bin Ghaly, jugando con el Liverpool contra el Waltfor, le hizo cuatro goles al entonces portero del equipo contrario, el griego Orestis Karnezis.
Cuando al final del partido el árbitro pitaba que ya estaba todo hecho, Salah pensó que faltaba una cosa. Y se fue hacia el portero Karnesis y le pidió perdón por haberle metido cuatro veces el balón en la portería. Así lo interpretaron muchos de los  testigos, amigos o enemigos de aquellos goles. Uno de ellos escribía. “Es difícil no querer a Salah”.
La “buena educación” suele heredarse. Y si los padres son y están bien educados  orientan a sus hijos desde muy pequeños hacia actitudes y gestos que manifiesten la nobleza del corazón. Un mal educado no tiene un corazón noble. Prevalecerán en su corazón los sentimientos de “a mí qué me importa”, “allá él”, “se lo ha ganado”, “me tiene sin cuidado”…
Porque la raíz está ahí: que si crezco modelando mi corazón en el respeto, el aprecio, la estima, la compasión (que significa sufrir con otro),  el altruismo, “tú el primero”… estoy dando a mi corazón, mi conducta y mi trato a los demás lo más rico que hay en mí: “El sentido del otro”. 

viernes, 17 de mayo de 2019

La vida en juego.


A la entrada del tren en una estación de una ciudad de nuestra querida Europa sucedió, hace pocas semanas, lo que sigue. Anochecía y un grupo de muchachos como de 13 a 15 años jugaba, según parece, como otros días.
Alguno del grupo se ofrecía a esperar la llegada del tren de las 19,18 tendido entre los carriles para levantarse en el momento oportuno. Aquel día uno de ellos, de 13 años, según parece, lo hizo muy bien. Saltó en el momento oportuno entre aplausos del grupo. Para el tren siguiente, otro de ellos, de 15 años, comenzó el reto echándose cuando vio que llegaba; pero no pudo lanzarse a tiempo y el tren lo destrozó.       
Al de 13 años hubo que llevarlo al hospital en estado de shock. 
Era un juego. Pero un triste juego, para el que caben muchas preguntas de muy diversa índole. Por ello esta reflexión no va dirigida a los padres cuyos hijos juegan en las estaciones, sino a todos los padres cuando los hijos empiezan a encararse con los muchos juegos que ofrece la vida.   
No son menos mortales los contagios de ocurrencias aprendidas de amigos (¿amigos?) que hacen ver lo vistoso de lanzarse a los muchos juegos de diversión o pasatiempo que envenenan el criterio de los adolescentes. Adolescente es el joven que adolece de la falta de madurez de juicio, de voluntad y de decisiones personales. Decidir es un ejercicio continuo y necesario que debe ir aprendiéndose sabiamente. 
Para eso la vista atenta del padre en ese difícil mundo de las decisiones, la cercanía oportuna y equilibrada cuando se intuyen posibles desorientaciones íntimas o de relación, deben ir dando a la vida de los hijos el acierto, la firmeza y el agrado de acertar con lo mejor.

domingo, 12 de mayo de 2019

Superga: Agradecer es Merecer.


Los que visitan Turín un día soleado descubren en lo alto, hacia el Sur, en el arranque de los Apeninos, el espléndido santuario-basílica de Superga dedicado por Víctor Amadeo II de Saboya a la Virgen de la Gracia en 1717.
Era una meta relativamente cercana a la meta de los muchachos de Don Bosco que, cuando recibían una loncha de salame, la veían tan fina que aseguraban poder ver, a través de ella, el precioso santuario.  
A sus espaldas hay un triste monumento dedicado a los 18 jugadores del Torino, que murieron allí, en el choque en medio de la niebla del avión que los llevaba desde Lisboa, el 4 de mayo de 1949.
En los sótanos de esta Basílica hay un mausoleo de la familia real de los Saboya. Y entre los 62 enterramientos reales está el del que, entre 1873 y 1875, fue Rey de España, Amadeo.
Con su esposa María Victoria dal Pozzo visitaba en Madrid algunos lugares donde se prestaba un servicio doméstico, por ejemplo el de las lavanderas del Manzanares, mujeres que sostenían a sus familias con la remuneración de su trabajo.
Si visitas alguna vez el mausoleo de Superga podrás ver, sobre la lápida de Amadeo, una corona con la que le agradecieron en su día esas lavanderas de Madrid la atención recibida de aquel matrimonio real.      
El agradecimiento es el efluvio de un corazón sano, grande, generoso, abierto al otro, sea quien sea el otro, que brota con una carga espontánea de cercanía y regalo de lo más noble que se posee. Educar en el corazón de los nuestros la grandeza lleva consigo de un modo natural, espontáneo, luminoso a agradecer.      
Un viejo y sabio amigo, lo recuerdo y repito frecuentemente, a las personas que le atendían en su ancianidad y a las que les agradecía esa atención y le decían que no merecían tanto, él, grande de corazón, lo justificaba diciendo “Agradecer es merecer”.

martes, 7 de mayo de 2019

Ustedes perdonen.


La noticia no es noticia porque, además de ser pequeña, ya no te es noticia si ya la conoces, pero nos sirve para compartir una reflexión, muy corriente y oportuna.
Una mamá coreana viaja de Seúl a San Francisco con su primera hija, Junwoo, que tiene cuatro meses.  Y tiene un temor: que la niña llore y moleste a los compañeros del largo viaje que deben hacer. “Compañeros” porque van juntos, pero desconocidos y probablemente de muy diferente talante y de variado aguante, de día y especialmente de noche, si la niña se expresa como una niña de cuatro meses y llora.
La joven mamá preparó –leo– varios cientos de bolsitas con dulces y tapones para los oídos y los repartió entre los viajeros. Quiso así pedir disculpas anticipadas por las posibles molestias que pudiera causar su hijita y aliviar la molestia de su posible llanto.
Los pasajeros se expresaron con mucho agrado por viajar con una preciosa criatura, pero afirmaron que no era preciso el gesto elegante de la joven mamá.
Coincidieron los que al leer esta simpática noticia lo comentaron en sus glosas de internet, pero algunos añadieron que es muy frecuente que nos quejemos por alguna nadería que se nos hace insoportable, solo porque no nos gusta. O que la tolerancia ante lo que nos desagrada es más frecuente de lo que debiera darse. 
Es verdad que en nuestra condición de formadores y de conciudadanos debemos orientar y criticar lo que nos parece injusto, egoísta, hiriente, inmoral, desaprensivo…. Pero en la conversación (o en la discusión o en la manifestación de nuestras entretelas) debiéramos ser y enseñar a ser más pacientes, tolerantes y comprensivos para permitir que no se nos escape la oportunidad de corregir yerros.

jueves, 2 de mayo de 2019

Cosas Viejas... pero admirables.

Salamanca (y no solo Salamanca) tiene dos catedrales.
Conviven ambas, como dos hermanas que se llevan bien o como una madre y una hija, una junto a otra, con su inapreciable riqueza cada una. Junto a la mal llamada vieja, “¡preciosa, cargada de vida y de historia!”, hay una serie de estancias o capillas que están en proceso de restauración. 
En la de Santa Bárbara (que primero fue un lugar de enterramiento y después, durante siglos, de la ceremonia de colación del grado de licenciado) se han descubierto, ocultas por un retablo renacentista, unas notables pinturas murales góticas del siglo XIII. Para conservarlas de manera que se puedan contemplar, se ha ideado un oportuno sistema de superposición deslizable que permite ver ambas obras. 
Hechos como este despiertan, en cualquier persona sensible como tú, modelador de la personalidad de un niño, de un muchacho, de un joven capaz de abrirse a la realidad hermosa de la historia, pasada, presente y futura, la necesidad de que piense y sienta que si no es verdad que cualquier tiempo pasado fue mejor, sí es verdad que los hombres del pasado y que el pasado de tantas mujeres y hombres ha dejado una estela admirable de bondad, grandeza, belleza, creatividad, pasmo ante lo hermoso, respeto ante lo ejemplar que debemos conocer, admirar, imitar y si es posible, prolongar. 
La expresión “¡Bah!: eso es viejo” es tan frecuente como el número de los mentecatos (recuerda: mente captus, tocado de la azotea). Y como esa es una enfermedad que se puede prevenir o curar con la educación de la sensibilidad, del atractivo de lo realmente bello, de la grandeza de lo valiosamente (y a veces dolorosamente) heredado, vale la pena seguir modelando personalidades sensatas, equilibradas, generosas en la apreciación de lo que las rodea.

sábado, 27 de abril de 2019

El Galán del verde Gabán (3/3).


Atentísimo estuvo Sancho a la relación de la vida y entretenimientos del hidalgo; y, pareciéndole buena y santa y que quien la hacía debía de hacer milagros, se arrojó del rucio, y con gran priesa le fue a asir del estribo derecho, y con devoto corazón y casi lágrimas le besó los pies una y muchas veces. Visto lo cual por el hidalgo, le preguntó: 
-¿Qué hacéis, hermano? ¿Qué besos son éstos? 
-Déjenme besar -respondió Sancho-, porque me parece vuesa merced el primer santo a la jineta que he visto en todos los días de mi vida. 
-No soy santo -respondió el hidalgo-, sino gran pecador; vos sí, hermano, que debéis de ser bueno, como vuestra simplicidad lo muestra. 
Volvió Sancho a cobrar la albarda, habiendo sacado a plaza la risa de la profunda malencolía de su amo y causado nueva admiración a don Diego. Preguntóle don Quijote que cuántos hijos tenía, y díjole que una de las cosas en que ponían el sumo bien los antiguos filósofos, que carecieron del verdadero conocimiento de Dios, fue en los bienes de la naturaleza, en los de la fortuna, en tener muchos amigos y en tener muchos y buenos hijos. 
-Yo, señor don Quijote -respondió el hidalgo-, tengo un hijo, que, a no tenerle, quizá me juzgara por más dichoso de lo que soy; y no porque él sea malo, sino porque no es tan bueno como yo quisiera. Será de edad de diez y ocho años: los seis ha estado en Salamanca, aprendiendo las lenguas latina y griega; y, cuando quise que pasase a estudiar otras ciencias, halléle tan embebido en la de la poesía, si es que se puede llamar ciencia, que no es posible hacerle arrostrar la de las leyes, que yo quisiera que estudiara, ni de la reina de todas, la teología. Quisiera yo que fuera corona de su linaje, pues vivimos en siglo donde nuestros reyes premian altamente las virtuosas y buenas letras; porque letras sin virtud son perlas en el muladar. Todo el día se le pasa en averiguar si dijo bien o mal Homero en tal verso de la Ilíada; si Marcial anduvo deshonesto, o no, en tal epigrama; si se han de entender de una manera o otra tales y tales versos de Virgilio. En fin, todas sus conversaciones son con los libros de los referidos poetas, y con los de Horacio, Persio, Juvenal y Tibulo; que de los modernos romancistas no hace mucha cuenta; y, con todo el mal cariño que muestra tener a la poesía de romance, le tiene agora desvanecidos los pensamientos el hacer una glosa a cuatro versos que le han enviado de Salamanca, y pienso que son de justa literaria. 
A todo lo cual respondió don Quijote:
- Los hijos, señor, son pedazos de las entrañas de sus padres, y así, se han de querer, o buenos o malos que sean, como se quieren las almas que nos dan vida; a los padres toca el encaminarlos desde pequeños por los pasos de la virtud, de la buena crianza y de las buenas y cristianas costumbres, para que cuando grandes sean báculo de la vejez de sus padres y gloria de su posteridad; y en lo de forzarles que estudien esta o aquella ciencia no lo tengo por acertado, aunque el persuadirles no será dañoso; y cuando no se ha de estudiar para pane lucrando, siendo tan venturoso el estudiante que le dio el cielo padres que se lo dejen, sería yo de parecer que le dejen seguir aquella ciencia a que más le vieren inclinado; y, aunque la de la poesía es menos útil que deleitable, no es de aquellas que suelen deshonrar a quien las posee.

lunes, 22 de abril de 2019

Sacar petróleo y... ¡VIDA!


Durante cincuenta años la compañía petrolífera Eilat Ashkelon Pipeline Company había prohibido, para tutelar sus intereses, llegarse a una franja de mar (cercana a la ciudad turística de Eilat, de admirable playa), donde está el oleoducto de la empresa. Hace algo más de un año la Compañía decidió recomponer la estructura de su presencia (por decirlo de algún modo) y actualmente permite acceder a aquel lugar, con lo que se ha ampliado notablemente el espacio del sorprendente atractivo turístico. .
Y se ha ampliado gozosamente (y descubierto también en los parajes hasta ahora prohibidos) un paraíso submarino de algas, corales, peces, delfines… al alcance de la vista y de las manos respetuosas.
Son una imagen y una decisión que representan el posible paraíso en el que se despliegan los esfuerzos de nuestra educación. Es imposible o, a lo más, raro o difícil, que de una educación que regala amistad, cercanía, afecto, interés, generosidad, entrega, aprecio, paciencia, exigencia, comprensión, constancia, seguimiento, honradez, amor, confianza, optimismo, dedicación, presencia, altruismo…, todo eso y mucho más, no brote un fruto sazonado, sano, fuerte y estable.
Tal vez esta noble tarea de educar sea una de las que más deserciones padecen, más abandonos se produzcan y más desilusión hagan brotar. Buenos, de verdad buenos educadores hay pocos porque hay pocos valientes que hayan aceptado de verdad el oficio más oneroso, más noble y de frutos más imperecederos que existan. 

miércoles, 17 de abril de 2019

Akash Bashir: Dar la vida por los demás.


El 15 de marzo de 2015 el joven Akash Bashir, antiguo alumno salesiano, se sacrificó para impedir que un terrorista suicida provocase una matanza en la iglesia de San Juan en Youhannabad, un barrio cristiano de Lahore (Pakistán).
Tenía 18 años, había estudiado en la Escuela Técnica Don Bosco de Lahore y se había ofrecido como voluntario para la seguridad de la comunidad cristiana. Aquel día vigilaba en la entrada de la iglesia de San Juan cuando vio que se acercaba corriendo hacia el templo un hombre. Akash lo detuvo y el individuo le explicó que llevaba una bomba para hacerla explotar entre los cristianos. Por lo que Akash le abrazó para impedir su intento. El terrorista entonces hizo explotar su carga muriendo unas veinte personas, entre ellas el mismo Akash que, con su intervención había impedido un desastre en la iglesia llena de fieles para la Misa.
Dar la vida por los que uno ama es un rasgo de valentía, pero antes que de valentía, de madurez humana y, para un cristiano, de amor. En nuestra vida diaria, muchas veces nos parece impulsar la necesidad de hacer algo costoso por otro, por los demás. Pero nos paraliza la mente que razona muy oportunamente: “¿Para qué si nadie te lo va a agradecer?”. “Bueno, pero ten en cuenta que no se va enterar nadie de que has sido tú”. “¿Les debes algo?”. “Al final el que sale perdiendo eres tú. Déjale: que se arregle él solo”. “¿Quién me ha dado vela en este entierro?”...  
Vivir así, sentir así, actuar así es propio de nuestra naturaleza que, ordinariamente, se mueve y vive alerta para que nada turbe o dañe la tranquilidad e integridad de nuestro precioso yo. Sin acertar con que el precio de nuestro yo (el placer profundo de que sea de verdad precioso) nace de tener en cuenta al otro, de saber que sin el otro, sin los otros, no tiene sentido, ni precio ni valor ningún yo. 

viernes, 12 de abril de 2019

Los crucificados de hoy (J.A. Mateos)

Traemos con permiso presunto un artículo de opinión de Jose A. Mateos en Salamanca RTV_aldía (2017):

Hay entre nosotros quienes preferirían un Cristo sepultado, un muñeco que llevar en procesión por las calles, un Cristo amordazado, un Cristo hecho a la medida de nuestros caprichos y de nuestros mezquinos intereses. No quieren un Dios que nos pregunte y que revuelva nuestras conciencias, un Dios que clame: 'Caín, ¿qué has hecho a tu hermano Abel?'

W. O'MALLEY, The Voice of Blood

Una semana importante para los cristianos, desde sus comienzos la Iglesia ha celebrado el Misterio Pascual de la muerte y resurrección de Jesús, momento cumbre de la historia de la salvación. Semana concentrada en tres días para celebrar el amor, la muerte y la vida, de ahí el nombre de Semana Santa. La participación en diferentes manifestaciones de religiosidad popular como procesiones, vía crucis, etc., son formas de celebrar el Misterio Pascual, pero debemos distinguir entre lo que es la devoción y la celebración misma de ese misterio en el Triduo Pascual: La Cena del Señor (Jueves Santo), La Muerte (Viernes Santo) y la Vigilia Pascual (Sábado Santo).
La muerte, puede ser lo más recóndito de la existencia humana, esa posibilidad de no ser, de llegar a un punto sin retorno, provoca angustia y miedo. Esa realidad irracional de la muerte tiene un punto culminante en la cruz de Jesús, su muerte no fue un error, fue el precio de su rebeldía, de su disidencia, en ella, un grito terrible: “Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado…” (Mc 15,34.37). Una muerte injusta, sufrida en soledad, silencio y abandono, en la que todos colaboran o porque piden la muerte directamente o porque callan para no complicarse.
Cada día, en el mundo, muchos justos son aniquilados como lo fue Jesús. Con la muerte del Justo no han acabado las muertes de los justos, por todos los rincones de la tierra se encuentran muchos hombres llamados a la impotencia y al sufrimiento. Muchos no entienden la fe en un crucificado, tampoco que los crucificados de ahora puedan hablarnos de Dios y evangelizarnos. No es fácil creer en un pobre entre los pobres, en un Dios que cuelga en un madero, es más fácil inclinarse ante un Dios todopoderoso que resuelva la vida una vez por todas. La justicia, como la verdad, complican nuestras vidas, para no complicarnos, callamos y hacemos la vista gorda y seguimos la rueda de la cotidianidad acomodándonos a todo. Todas las víctimas y ajusticiados injustamente tienen su razón de ser aunque solo sea para manifestar un grito contra la injusticia. La humanidad, sobre todo los “anawin”, dependen del grito de alguien, ese fue el grito de Jesús ante el abandono de todos, es el grito contra todo pragmatismo, es el grito contra todo lo que amenaza y destruye la dignidad y la libertad.
Los abandonados y crucificados en la época de Jesús eran anawim, hoy también. El “anawin” podía ser un pobre, aunque no necesariamente, escaso de bienes materiales básicos. Podía ser, aunque no siempre, una persona marginada o excluida socialmente, no siempre es un emigrante, un refugiado, un anciano olvidado o un drogadicto. Son todos aquellos que no tienen nada, incluido lo que necesitan para vivir plenamente, son aquellos que viven el desconsuelo, el abandono, el rechazo, minusvalía física y mental, enfermedad, depresión y la simple y sencilla soledad y miseria. El anawin, es aquel que nada tiene y pone en Dios su esperanza última, está seguro de que llegará un “día del Señor” que pondrá la historia y a todos en su sitio.
Está siendo una semana crucificados: Los ataques de Siria con armas químicas sobre víctimas inocentes y niños; el fanatismo terrorista se hizo presente en Estocolmo; Los 59 misiles dejados caer por Estados Unidos provocando toda una serie de muertos que se quedarán en el olvido; más de 50 cristianos asesinados en Domingo de Ramos cuando levantaban los ramos de la paz y la esperanza; los inmigrantes que se siguen apilando en las fronteras, los refugiados en las alambradas esperando su oportunidad en un mundo sin oportunidades; ACNUR está advirtiendo del riesgo de muertes masivas por hambre en el cuerno de África, Yemen y Nigeria aumentando los desplazamientos y refugiados por la sequía. Son ellos, no las imágenes que sacamos a las calles, los que continúan la Pasión de Dios, son también causa y principio de salvación del mundo. Los crucificados hoy, como ayer ofrecen al mundo la posibilidad de conversión, esperanza, amor, perdón, solidaridad, fe. Posiblemente esa realidad ha quedado oculta ante tanta estética religiosa en las calles, nuevas formas de adormidera, una religiosidad de circunstancias de otra época o de un mundo sin Dios, que oculta y oscurece al verdadero crucificado.
Nuestra misión de seguir a Jesús y de abrir la esperanza en la resurrección, que está ligada a bajar de la cruz a tantos crucificados. Debemos aproximarnos a esa realidad como el que tiene un tesoro escondido, hacernos cargo de la situación y aprender de ellos. Solo desde los anawin, podemos acceder a la resurrección de Jesús y dar testimonio de ella. Integrar en la cruz la experiencia de un Dios que se deja afectar por el sufrimiento humano y abrir una esperanza liberadora contra la injusticia que produce víctimas. La experiencia del Resucitado está llamando a nuestras comunidades a la solidaridad con los crucificados y a la lucha contra la injusticia, no solo a transformar el corazón del hombre, sino el corazón de un mundo sin corazón. La resurrección de Jesús es “la protesta de Dios contra la injusticia, la injusticia infligida a Jesús y a aquellos a quienes él sirvió” (T. Lorenzen).