El Instituto de las Hijas de María Auxiliadora,
Salesianas, nació en Mornese (Italia), del corazón de una joven entregada al
amor de las muchachas necesitadas de orientación, afecto y apoyo en sus vidas,
María Mazzarello. Pero tuvo durante varios años su sede central en Nizza
Monferrato.
Un grupo de Salesianas hacía ejercicios
espirituales en esa Casa de Nizza en junio de 1885. Don Bosco, muy abatido de
fuerzas, quiso ir a saludarlas y decirles una “buena palabra” como a él le gustaba
definir las que salían de su corazón de padre. En realidad, iba a despedirse de
ellas.
Le acompañaba (y le sostenía) don Juan Bonetti, un
joven sacerdote salesiano.
Cuando Don Bosco empezó a hablar se refirió
enseguida a la Madre de todos, a la Auxiliadora que daba nombre y protección a
aquel Instituto. Y afirmó (con energía en su convicción, aunque con la natural
debilidad en su voz encendida pero entrecortada): “¿Sabéis? ¡La Virgen está
aquí… os quiere mucho… camina entre vosotras!”. Y se emocionaba visiblemente.
Don Juan Bonetti le quiso aliviar y se introdujo
diciendo: “Don Bosco quiere decir que la Virgen os quiere mucho y que…”.
Y Don Bosco, con la energía que sus fuerzas le
dejaban, pero rotundamente, le interrumpió: “¡No, no: Don Bosco quiere decir
que la Virgen está aquí… os quiere… y se pasea entre vosotras!”.
Esta introducción a unas
Buenas Noches nos deben hacer sentir esa presencia de la Madre en nuestras
vidas. Somos Bonetti que no vemos. Pero debemos ser Bosco con la limpieza, sencillez
y, al mismo tiempo, grandeza, orgullo, seguridad y gratitud de hijos que
sienten de verdad esa presencia de ternura constante, respetuosa, silenciosa y
- ¡ojalá! – acogida, secundada, eficaz.