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miércoles, 4 de mayo de 2016

Papiros.

Cuando en el verano del año 79 d.C. el Vesubio se cargó todo lo que pudo a su alrededor, lo hizo de forma diferente según las distancias. Pompeya, como sabes, quedó arrasada por el fuego, el viento y las rocas. La población de Herculano, un poco más cercana y hacia el Oeste, se vio invadida por la lava que quedó como incrustada en ella. Basta pensar que sobre ese enorme depósito de lava solidificada se empezó a construir, hacia el siglo X, otra ciudad que se llamó Resina, o porque había un caserío con el nombre de Risina o porque aparecía resina o algo parecido en aquellos parajes. Pero con gran acierto volvió a llamarse Ercolano en 1969.
Entre los hallazgos de su lenta excavación está la biblioteca mejor conservada de la antigüedad, casi en su integridad. Sus papiros quedaron a salvo de la erupción del Vesubio y son, después de tanto tiempo y de su rareza, un tesoro arqueológico muy notable. La mayor parte son tratados de filosofía escritos en griego. Pero… (es natural que haya “peros” después de tal catástrofe y tantos siglos) no se pueden desenrollar. Se presentan sumamente frágiles de modo que en el primer intento de hacerlo se dañó totalmente alguno de ellos. Por otra parte su contenido nos ha llegado por otras manos y otros lugares.  
De todos modos, cuando se quiso identificarlos y clasificarlos se recurrió a una lectura por medio de rayos X. Y se pudo constatar que la tinta usada, en contra de la idea de que la mezcla con hierro en tinta no se dio hasta el año 420 d.C., la de los pergaminos romanos de Herculano estaban escritos con una tinta hecha a base de negro de humo, la goma que más tarde se llamó arábiga, y plomo.
Este largo preámbulo puede servir para una reflexión breve en dos líneas. El asombro sobre el fenómeno de la inventiva humana al servicio desde siempre de la ciencia y de la sabiduría. Y la veneración que debemos mantener, a pesar del torrente de instrumentos que nos ofrece hora a hora la técnica actual, por las enseñanzas que nos vienen desde muy atrás, pero que conforman nuestra actitud de solidaridad con el pasado que se convierte en el presente en escuela de solidez y pertinacia.

domingo, 24 de abril de 2016

La Herencia.

El perfil del Palacio de los Reyes de Navarra de Olite (Palacio Real o Castillo de Olite) ha despertado, sin duda alguna vez, tu atención y simpatía. Empezó a vivir como fortaleza (en aquellos tiempos todo tenía naturaleza de fuerza) en el siglo XIII. Y se remató en el siglo siguiente. Fue Carlos III, el Noble, quien en el siglo XV, comenzó la ampliación del anterior castillo, dando lugar al Palacio de los Reyes de Navarra. Y así te parecerá lo mires por donde lo mires, teniendo en cuenta la complejidad de su estructura y la variedad de sus estilos. Puedes apreciar esa variedad de elementos sobre todo si le sigues en su decadencia, su ruina, su abandono e incendios y, afortunadamente, su restauración y su vuelta a la belleza y a la vida a partir de 1923 y todavía en nuestros días.
Es tan bonito que se declaró como la primera maravilla medieval de España cuando cumplía cuatrocientos años de edad. Lo merece. ¡Lástima que los jardines que lo rodearon hayan desaparecido y se vea en lo alto, aislado, como un precioso trofeo encima de un armario. Pero todo se andará. 
Ese huevo que ves arriba le pertenece. No es sino la enorme tapa del enorme depósito de nieve como provisión para tiempos de sequía. Y me trae al pensamiento de nuestra actitud del vivir al día que hoy nos domina. Me atrevería a decir que “vivir al día”, pensando poco en el mañana y nada o casi nada en el pasado, es una enfermedad espiritual muy extendida. Y es grave porque, además de ser hereditaria, es gravemente contagiosa. El célebre y sabio carpe diem! de los romanos, tan mal entendido y tan peor aplicado, impera en nuestros ritmos. Y nos tiene sin cuidado cuando ahorramos esfuerzos en construir y construirnos sin que nos preocupe que, a lo mejor, la casa, hecha de ese modo, se nos puede venir abajo. El ahínco en estudiar, en capacitarnos para saber, para ser mejor, para vivir con más nobleza y servir con mayor honradez cede lugar al menor esfuerzo porque conocemos a muchos que sin esfuerzos de ayer van tirando hoy. ¡Y cómo tiran!

sábado, 28 de noviembre de 2015

Antona García.

Tagarabuena es casi un barrio de la noble ciudad de Toro, en la provincia de Zamora. De allí era una aguerrida moza, Antona García que, por su belleza y calidad humana, enamoró a don Juan de Monroy, hijo del señor de Belvís de Monroy, de Cáceres. Y con él se casó. En la contienda entre los partidarios de Juana, llamada la Beltraneja, e Isabel, hermana del rey Enrique IV de Castilla, fallecido en 1474, Monroy y su esposa Antona tomaron parte declarada por Isabel. Y el portugués conde de Marialba, de la parte de Juana, con los portugueses que los apoyaban, condenaron a muerte a Juan de Monroy, Pedro Pañón, Alonso Fernández Botinete, a un pastor llamado Bartolomé y a Antona, esposa de Monroy.  
Cuenta la historia (y a lo mejor es verdad) que a Antona, ajusticiada ante 400 soldados en la Plaza Mayor de la ciudad, la colgaron, como escarmiento, de una reja de la casa de Monroy. Y que Isabel, ya reina, la honró mandando dorar la reja de la que pendió Antona. Hoy la casa de Monroy es el palacio de Rejadorada.  
Casi dos siglos más tarde, en 1635, el gran Tirso de Molina escribió un drama dedicado a aquella gran mujer. Copio parte del diálogo entre el conde portugués Penamacor y Antona, de la que queda prendado. Le pregunta a la heroína por qué se pone de parte de Isabel de Castilla. Y ella le responde.
¿Por qué la amáis?                  Porque es santa.
¿Que tanta es su gracia?        Tanta.
Mayor es la vuestra.                ¿Sueña?
¿Es hermosa?                         Como un sol.
¿Es discreta?                           Como un cura.
¿Tanto?                                    Toda es hechizura.
¿Tiene valor?                           Español.
Será rubia.                                Como el trigo.
Será blanca.                             Como el ampo.
Será gentil.                               Como el campo.

Tanto Antona como el mercedario Gabriel Téllez nos animan a que miremos bien, a que admiremos mejor, a que nos enamoremos de tanta grandeza como nos ha precedido en nuestra incomparable Historia, a que elevemos el tono de nuestro agradecimiento a raíces tan nobles y aportemos lo más honroso de nuestros sentimientos, de nuestras vidas y de nuestros esfuerzos para seguir enamorados y enamorándonos de ella.

jueves, 1 de octubre de 2015

Sangenís.

Como esta no es una página de historia y como sus lectores conocen bien la de los dos sitios de Zaragoza, queda reducida a subrayar una robusta determinación de un robusto ingeniero militar, Antonio de Sangenís y Torres, aragonés de Albelda, Huesca, a las órdenes del general defensor de la ciudad, José de Palafox y Melci en 1809.
Napoleón Bonaparte – le conocéis – que en el segundo asedio estaba en España, sentía como una dolorosa espina la resistencia de Zaragoza y sin duda pensaba también en ella cuando, ya en su exilio, decía: “Esta maldita Guerra de España fue la causa primera de todas las desgracias de Francia. Todas las circunstancias de mis desastres se relacionan con este nudo fatal: destruyó mi autoridad moral en Europa, complicó mis dificultades, abrió una escuela a los soldados ingleses… esta maldita guerra me ha perdido”.
Las bajas humanas de Zaragoza fueron 52.000 valientes, hombres y mujeres, labradores, militares, amas de casa, monjas y curas, viejos, jóvenes y niños… Todos destacaron, todos dieron lo más hondo de su vida hasta darla también esta.
Volvamos a Sangenís. Como ingeniero militar se formó sólidamente, escribió tratados de Matemáticas y Defensa militar, dirigió la defensa de toda la costa cantábrica con fortines y baterías. Y a raíz del 2 de Mayo de 1808 y la barbarie de Murat en Madrid, se refugió en Zaragoza. Tomó parte en los dos sitios al frente de los ingenieros  y fue director de las obras de defensa. El 4 de Julio de 1808 estaba al mando más expuesto de las ocho puertas de la ciudad: la puerta y batería de Santa Engracia. Se encontraba con la “batería alta del molino del aceite, junto a las tapias de Santa Mónica”, cuando una bala de cañón acabó con su valiosa vida.
De él conservamos el ejemplo de su generosa entrega en la defensa de sus valores, que son los nuestros, y esta afirmación que debe ser también la nuestra: “Que no se me llame nunca si se trata de capitular, porque jamás seré de opinión de que no podemos defendernos”.
El mariscal Jean Lannes, a quien Napoleón había confiado la conquista de la ciudad, le escribió lo que vio cuando entró en ella: “Jamás he visto encarnizamiento igual al que muestran nuestros enemigos en la defensa de esta plaza. Las mujeres se dejan matar delante de la brecha. Es preciso organizar un asalto por cada casa. El sitio de Zaragoza no se parece en nada a nuestras anteriores guerras. Es una guerra que horroriza. La ciudad arde en estos momentos por cuatro puntos distintos, y llueven sobre ella las bombas a centenares, pero nada basta para intimidar a sus defensores … ¡Qué guerra! ¡Qué hombres! Un asedio en cada calle, una mina bajo cada casa. ¡Verse obligado a matar a tantos valientes, o mejor a tantos furiosos! Esto es terrible. La victoria da pena”.
Sangenís no capituló. La ciudad cayó el 21 de Febrero de 1809 porque ya nada ni nadie estaba en pie. 

domingo, 6 de septiembre de 2015

Una cruz barata...

Franciszek Ksawery Pruszyński, polaco, fue periodista, escritor y diplomático polaco. Vivió en su corta vida los vaivenes históricos de su patria (1903-1950) y adoptó para su vida el color del momento. Conservador en su juventud, llegó a simpatizar con el comunismo llegando a ser diplomático al servicio de la República Popular de Polonia.
En 1936 fue enviado como corresponsal a la Guerra Civil Española, en Madrid. En  1939 formó parte del ejército polaco al servicio de los aliados.
En la España republicana estuvo desde septiembre de 1936 hasta el año siguiente en que volvió a Polonia. Como fruto de su experiencia escribió En la España roja.
En sus crónicas se puede leer su experiencia visitando un hospital de sangre atendido, como enfermeras, por Hijas de la Caridad. De allí conservó «la imagen de una monja, joven, con una cruz “barata” que le colgaba del cuello, y que cambiaba vendas “sucias y repugnantes” de un herido». Y recordaba: «Jamás he agachado tanto la cabeza ante un ser humano y probablemente jamás en toda mi vida volveré a agacharla tanto»”.
“Agachar la cabeza” no es sino reconocer la grandeza de una persona, de un gesto, de un acontecimiento. Y es un gesto de personas que, por su madurez, descubren la grandeza personal, el valor, la generosidad y el amor de muchas personas sin aparente relieve y casi insignificantes socialmente, que viven con amor su relación con el prójimo. Y cuando una cruz “barata” sobre el pecho refleja toda la riqueza del corazón de quien se fía de Aquel que dio la vida por amor a todos los hombres de todos los colores y de todos los frentes, está cerca de descubrir el misterio de la fe en Cristo.  

lunes, 28 de julio de 2014

Mandar.

Don Benito Pérez Galdós, canario de Las Palmas (1843-1920), escritor egregio, tuvo tiempo en su larga vida para escribir novelas, teatro, crónicas de la historia patria, y para ser diputado en los ratos libres. En su ingente obra destacan, por su volumen y brío, los cuarenta y seis “episodios nacionales”. En el Prólogo de uno de ellos, Gerona, escrito en junio de 1874, hacía notar: «En el invierno de 1809 a 1810 las cosas de España no podían andar peor. Lo de menos era que nos derrotaran en Ocaña a los cuatro meses de la casi indecisa victoria de Talavera: aún había algo más desastroso y lamentable, y era la tormenta de malas pasiones que bramaba en torno a la Junta central. Sucedía en Sevilla una cosa que no sorprenderá a mis lectores, si, como creo, son españoles, y era que allí todos querían mandar. Esto es achaque antiguo, y no sé qué tiene para la gente de este siglo el tal mando, que trastorna las cabezas más sólidas, da prestigio a los tontos, arrogancia a los débiles, al modesto audacia y al honrado desvergüenza».
En la Relación de Andresillo Marijuán sobre los meses de increíble resistencia de Gerona al asedio francés, brotan, como contraste y entre muchos personajes y acciones heroicas, las inverosímiles andanzas de los hermanos Siseta, Bardonet, Manalet y el pequeño y pobrecito Gasparó; el doctor don Pablo Nomdedeu y Josefina su hija, etc...
Y, al frente de todo y de todos, el gobernador Mariano Álvarez de Castro. Su imagen de defensor y responsable de la fidelidad de la ciudad bien pueden definirla estas palabras de un bando suyo del 1º de abril de 1809 “… a los sitiados: «Se impondrá pena de la vida ejecutada inmediatamente a cualquier persona sin distinción de calidad ni condición, que hablare de capitular o rendirse»”.
Escribió Andresillo: “Yo estaba en Santa Lucía. Don Mariano se presentó allí, y no crean ustedes que nos arengó hablándonos de la gloria y de la causa nacional, del Rey o de la religión. Nada de eso. Púsose en primera línea, descargando sablazos contra los que intentaban subir y al mismo tiempo nos decía: «Las tropas que están detrás tienen orden de hacer fuego contra los que están delante si éstos retroceden un solo paso». Su semblante ceñudo nos causaba más terror que todo el ejército enemigo. Como algún jefe le dijera que no se acercase tanto al peligro, respondió: «Ocúpese usted de cumplir su deber y no se cuide tanto de mí. Yo estaré donde convenga»”. 

Nos vale (y mucho, pienso yo) ese doble retrato de los mandos de Sevilla, donde todos querían mandar, y el don Mariano, único e indiscutido jefe, que murió (no se sabe cómo, pero es seguro que por haber sido como fue), siendo fiel a la misión que le encomendaron y a la necesidad de que todos (niños y jóvenes, mujeres y hombres, monjas y frailes, españoles y extranjeros, que los había…) diesen la vida - ¡juntos! - por la ciudad que amaban.  

miércoles, 23 de julio de 2014

Las hermanas Mitford.

La historia de las seis hijas del barón de Redesdale: Nancy, novelista; Diana, fascista; Unity, hondamente nazi; Deborah, duquesa; Pamela, aristócrata en el campo… y Jessica (1920-1996), la comunista (no incluimos a Thomas, el único hermano varón, por la distancia que mantuvo siempre en su vida) es de sobra conocida. Sobre todo a partir de 1960, cuando Nobles y Rebeldes (1960), la primera de las obras de Jessica,  mostró la historia inquieta, divertida, rebelde, anticonformista de casi todas ellas. Basta recordar su “huida” a los 19 años, con su novio, para luchar en la Guerra Civil de España. Y su postura, después, en la defensa de los derechos humanos en Estados Unidos afiliada en el Partido Comunista, aunque no siempre conforme con la línea que este mantenía.         
Cuando contemplo la vida de estas seis hermanas se me viene la imagen de un cohete del que, en un momento en que parecía un sólido proyectil, brotan enérgicamente seis ráfagas de colores y direcciones bien distintas.
Pero más allá de atender a esos hechos nos haría bien comprobar de qué modo se subraya que, a pesar de esas diferencias casi abismales en las ideas, se mantuvo, como claramente confiesan, y sin debilidad la estima y el afecto fraterno.
La aplicación a nuestras vidas, familias, grupos, asociaciones… es inmediata. Con cuánta frecuencia sucede que la diferencia de opiniones, por ejemplo, lleva consigo el debilitamiento o hasta la desaparición de los lazos de una amistad. La conclusión parece diáfana. No había tal amistad. “Me uní a él porque pensaba lo mismo que yo. Cuando me di cuenta de que no era así no quise ya saber nada”. Pero mientras tanto, decíamos que era nuestro amigo.

En el fondo juega el egoísmo. Al amigo le interesa el amigo, el otro, su persona. Cuando se resquebraja la que creíamos poder llamar amistad es que no había más que interés. Y el propio interés es la polilla del amor. 

martes, 8 de julio de 2014

La Tesela.

Carranque (cerca de Illescas-Toledo), La Olmeda (en Pedrosa de la Vega– Palencia), La Tejada (muy allí también, en Quintanilla de la Cueza), Clunia Sulpicia (Coruña del Conde– Burgos), Almenara Puras (Olmedo- Valladolid), Itálica (Santiponce– Sevilla… son otros tantos luminosos cementerios de otras tantas luminosas teselas milenarias, testigos y frutos de invasiones, luchas, conquistas, holganzas, sueños de belleza, programas de eternidad…
Asombran los mosaicos que afloran cuando la afición al pasado de nuestros buscadores de tesoros ocultos nos las ofrece. Pero yo gozo y sufro al mismo tiempo con cada una de las humildes teselas que los forman. Pétreas o cerámicas (¿qué más da su cuna?) no son nada y lo son todo. Sin una, sin dos o sin más el mosaico es siempre grandioso. Pero sin ninguna, no existe. Es verdad que la alianza sellada por su conjunto (una y otra y otra y otra…) con su inteligente coordinación, las convierte en una fascinación para el alma de un nostálgico. Pero es cada una de ellas, dispuesta a no estar sola, la que hace posible, la maravilla que contemplo y la que me anima a escribir lo que escribo. Porque la siento como un ser vivo o como el rasgo imprescindible de un ser superior igualmente o, mejor, soberanamente vivo. 
El que me ha aguantado hasta aquí ha adivinado que me ocupa un pensamiento más alto. Pienso, en efecto, en la maravilla de una mujer, de un hombre que, desde niño, animado por la sabiduría de sus padres, de sus educadores, de sus maestros, de sus amigos; de los libros, de la experiencia, de la necesidad de ahondar en la Naturaleza y en la Vida, ha ido haciendo de la suya una obra de arte. No ha desechado nada noble, nada cálido, nada radiante, nada difícil, nada generoso para convertirse en ese modelo de gracia humana que enriquece la Naturaleza y hace grande el mundo que tiene la suerte de tenerlo en su alma.

Hay padres y educadores y formadores (los conocemos) que desechan con facilidad muchas de las teselas que requiere la talla del cincel y el esmeril o el fuego del horno para que la obra de arte resulte redonda. Todo lo que supone esfuerzo, renuncia, trabajo, constancia, altruismo, abnegación, sacrificio… queda fuera de un plan de la existencia en el que cuenta poco o no cuenta nada el Amor. 

sábado, 15 de marzo de 2014

Arrabalde.



Arrabalde es un pueblo de Zamora, entre Benavente y Los Valles, cargado de historia: un dolmen neolítico, un poblado astur de la Edad de Hierro y, en el Castro de las Labradas, un asentamiento celtibérico, en cuyos terrenos hace unos cuarenta años se encontró un tesoro. O dos: uno en 1980 y otro ocho años más tarde.
Son más de cincuenta piezas de oro y plata, hoy en el Museo Provincial de Zamora. Estaban guardados en un gran recipiente de barro, probablemente para esconderlas de la vista de los romanos que, hacia el año 30aC controlaban el terreno de los Orniacos, Brigecinos, Lugones y Superatios al sureste de Asturica. Son pendientes, diademas, ceñidores, fíbulas (una de ellas, del primer tesoro, va en la imagen), torques, colgantes, brazaletes, anillos de plata y oro celtíberos hasta pesar 12 kilos.
No fue la primera vez que afloró un brote de historia a golpe de arado. Ni el único vestigio bajo nuestros pies de cultura, esfuerzo, belleza y paz: Fortunatus, El Ruedo, La Olmeda, Arellano, Almenara, Fuente Álamo, Centcelles… son otras tantas voces de las muchas que el tiempo ha acallado y que deben servirnos de lectura y de escuela.
Escuela para que vayamos más allá de lo presente, más a fondo de lo superficial, más alto en la exigencia, más claro en los propósitos, más noble en los sueños.
La grandeza de una persona no se alcanza sólo con el paso del tiempo, con el aire que nos abraza, con el trato indiscriminado, con las amistades complacientes, con la cadena estéril de fines de semana cargados de vagancia o, peor, transgresiones condescendientes, con viajes a los muchos caminos de encuentro con el vacío que ofrecen las técnicas modernas.     
La vida debe estar llena de propuestas que ennoblezcan con entusiasmada constancia lo mucho bueno y bello que hay en nuestras capacidades. Y el secreto de la intervención de un padre, de un educador es buscar y seleccionar adecuadamente esas propuestas, acompañar con prudente cercanía la extracción del tesoro que poco a poco irá convirtiéndose en triunfo sobre la vulgaridad y la inercia.

martes, 13 de noviembre de 2012

Siglo XXI.



Fastos (y nefastos) romanos

Alguien (y con amable acuerdo de muchos: que no de todos, porque ¿cuándo nos ponemos todos de acuerdo?) puso nombre a los siglos. Y aunque personalmente no estoy de acuerdo con varios de ellos, los transcribo: Siglo I, de la Redención; II, de los Santos; III, de los Mártires; IV, de los Santos Padres; V, de los Bárbaros; VI, de la Jurisprudencia; VII del Mahometismo; VIII, de los Sarracenos; IX, de los Normandos; X, de la Ignorancia; XI, de las Cruzadas; XII, de las Órdenes religiosas; XIII, de los Turcos; XIV, de la Artillería; XV, de las Innovaciones; XVI de Oro de las letras; XVII, de la Marina e Ingeniería; XVIII, de la Ilustración y de la Emancipación de los pueblos; XIX, de los grandes Inventos; XX de la electrónica, la llegada a la Luna, la conquista espacial.
¿Y si hiciésemos un concurso para dar nombre al siglo XXI? No es que un nombre haga que el siglo sea lo que se le llama.  Ni sería justo que, apenas comenzado (¡pero no tan “apenas”, porque doce años son casi la octava parte de un siglo!) le diésemos nombre sin poder saber casi nada de su comportamiento. Pero al menos podríamos decir los nombres que no quisiéramos darle pero que están haciendo presión para lograrlo. Aventuro algunos: del Calentamiento terrestre; de la Barbarie dilatada; del Egoísmo generalizado; de la Especulación económica; del Olvido de los olvidados; de la Superficialidad de nuestras miradas; de  los Tsunamis y Terremotos; de la conquista de Marte; de la nueva Colonización del mundo; de la banalidad del pensamiento; de la Presunción de la persona; de la Protesta y la Queja; del Exterminio de los que no son “de los nuestros”; del Raimiento de la presencia de Dios en nuestras vidas; de la Supresión de la Cruz que salva; del Descaro en la Conducta; del Engaño en el Trato y en el Negocio; del Mercado negro; de la Abolición de la Amistad; del Asesinato de la Honradez; del Exilio del Esfuerzo y del Trabajo, del Exterminio de la Esperanza…
Siento que mi imaginación y mi capacidad de pronóstico y diagnóstico sean tan pobres. Pero tal vez algún lector inteligente ("inteligente”, como sabes, el capaz de leer en el alma de las cosas, de la vida, de las personas, de la historia…) se pone a enriquecer la relación anterior y, sobre todo a evitar todo lo que puede hacer de nuestro siglo un escenario raquítico en medio de las sombras.

sábado, 4 de agosto de 2012

¿Se hunde el Coliseo?


La noticia es que desde hace un año se ha observado en él una inclinación de 40 centímetros en la parte por donde no hay circulación. Pero Rossella Rea, directora del excepcional anfiteatro con veinte siglos de vida, no manifiesta preocupación. Y dice que ahora están más atentos para ver si este cambio cambia o deja de darse. Pero es natural: todo lo viejo llega a cansarse y a cojear.   
Tito Flavio Vespasiano lo comenzó en el año 72 y lo acabó su sucesor Tito ocho años después. De ese monumento dicen algunos que es bellísimo, otros que no lo es tanto, pero que es imponente y los que lo visitan quedan impresionados por la mole del  “mármol” travertino empleado (100.000 metros cúbicos), por sus medidas (189 metros de largo por 156 de ancho, 57 de altura y 524 de la elíptica), por su capacidad (50.000 y hasta 73.000 según cálculos), por su inauguración (9.000 bestias y 2.000 gladiadores en los 100 días que duró), por su historia (luchas, espectáculos, caza de animales, ejecuciones, reproducción de batallas, obras de teatro clásicas, naumaquias…) y por los terremotos (1231,  1255, 1349) y expolios que sufrió.
Tal vez no se tenga en cuenta que está construido donde antes hubo un lago y antes todavía un estanque. El lago era el que Nerón quiso para su Domus Aurea. Sobre el fondo de arcilla azul, una vez lanzada el agua al Tíber por canales subterráneos, se ahondó hasta 6,5 metros y se hizo una fosa de 62 metros de ancha, llena de ese hormigón romano que parece eterno y leucitita volcánica sobre lo que levantaron tres metros de toba y una peana de bloques de travertino de 90 centímetros. Y encima lo que se ve y lo que se adivina porque se vino abajo.
Consejo inoportuno: Léase de nuevo despacio, si place, para enterarse bien y no marearse.
Nada de lo anterior debe servir para apresurar un viaje a Roma antes de que se caiga ese precioso instrumento de la historia. En cambo sí urge tener en cuenta lo del lago. Al menos a mí me preocupa. Porque cuando me abofetean las noticias que engendran  corrientes de aire más o menos vendavales me pregunto: Ese imperio que se hunde, ese negocio que hace agua, esa asociación que se descompone, esa familia que se resquebraja, ese matrimonio que se viene abajo, esa crisis que parece que da nombre a todo… ¿no se habrá forjado sobre un cimiento superficial, un proyecto inane, un deseo injusto, egoísta, malévolo, un pacto de puro interés propio?
¡Las familias, las familias…! ¿Son algo más que un ayuntamiento de gustos, un tinglado de atracciones, un contubernio de miserias? En muchos casos se demuestra que sí: un programa tan noble como es construir un monumento de amor lo asaltan dos incompetentes que justifican su asalto al santuario del más alto valor humano, porque se lleva, porque me gusta, porque tengo derecho, porque me da la gana… 

viernes, 20 de julio de 2012

Peri Em Heru.


El serio investigador alemán Karl Richard Lepsius llamó en 1842 Libro de los muertos al conjunto de oraciones, fórmulas o sortilegios con que los egipcios ayudaban a sus muertos a hacer la gran travesía hasta el Aaru o mundo del Sol. Lo hacían desde el Imperio Antiguo, hace casi cinco mil años. Aunque el estilo de las invocaciones fue variando y mejorando con el paso del tiempo.
Ya en el Imperio Nuevo (pongamos hacia los años 2.500, cuando Keops, Kefrén y Mikerinos - o Jufu, Jafra y Menkaura, como les gustaba llamarlos a sus paisanos, abuelo, padre e hijo - se hicieron las célebres pirámides en Guiza) las invocaciones estaban consolidadas, aunque no había quien las entendiera.          
Y los saqueadores de tumbas dieron el nombre de Kitab al-Mayitun (que significa "Libro del difunto") a los papiros que hallaron junto a las momias. O Lepsius copió a los profanadores o éstos oyeron a Lepsius. Porque el verdadero título de tal literatura, como dicen los que entienden de ese mundo sugestivo y misterioso, sencillo y complicado, sombrío y luminoso de la interminable vida de los egipcios, es el de rw nw prt m hrw. O, con mayor brevedad y más vocales, peri em heru. Es decir, más o menos: Palabras para salir a través de la luz. Que es un modo de explicar con más esperanza de qué se trata.   
Comprende las oraciones de marcha hacia la necrópolis con himno al Sol y a Osiris. La “salida al día” con el triunfo sobre los enemigos. La toma de  diversas apariencias para disimular, el uso de la barca solar para conocer algunos misterios. Regreso a la tumba. Juicio ante el tribunal de Osiris. Textos de glorificación del muerto para diferentes fechas y celebraciones, servicio de las ofrendas, preservación de la momia por los amuletos.
Alabanza a Osiris y, finalmente, el capítulo mas impresionante con el que dejamos al paciente lector que ha llegado hasta aquí:
"Fórmula para entrar en la sala de las dos Maat". El difunto se presenta ante el tribunal de Osiris. Se pesa su corazón (conciencia y moralidad).
“Fórmula para impedir que el corazón del difunto N. se oponga a él mismo en el Más Allá”: Que diga (el difunto, al llegar a la Sala de Maat, donde habrá de ser juzgado en presencia de Osiris, la divinidad del Inframundo):
“¡Oh mi corazón (proveniente) de mi madre, oh mi corazón (proveniente) de mi madre, oh víscera de mi corazón de mi existencia terrenal! ¡No levantéis falsos testimonios contra mí en el juicio, ante los Señores de los bienes! ¡No digáis a propósito de mí: “Hizo aquello, en verdad” con respecto a lo que hice; no os levantéis contra mí delante del Gran Dios, Señor del Occidente!
¡Salve a ti, corazón mío! ¡Salve a ti, víscera de mi corazón! ¡Salve a vosotras, entrañas mías! ¡Salve a vosotros, dioses preeminentes, portadores de majestuosos penachos, cuyo poder radica en vuestros cetros! Anunciadme a Re, recomendadme a Nehebkau cuando llegue al Occidente del cielo”.