viernes, 20 de julio de 2012

Peri Em Heru.


El serio investigador alemán Karl Richard Lepsius llamó en 1842 Libro de los muertos al conjunto de oraciones, fórmulas o sortilegios con que los egipcios ayudaban a sus muertos a hacer la gran travesía hasta el Aaru o mundo del Sol. Lo hacían desde el Imperio Antiguo, hace casi cinco mil años. Aunque el estilo de las invocaciones fue variando y mejorando con el paso del tiempo.
Ya en el Imperio Nuevo (pongamos hacia los años 2.500, cuando Keops, Kefrén y Mikerinos - o Jufu, Jafra y Menkaura, como les gustaba llamarlos a sus paisanos, abuelo, padre e hijo - se hicieron las célebres pirámides en Guiza) las invocaciones estaban consolidadas, aunque no había quien las entendiera.          
Y los saqueadores de tumbas dieron el nombre de Kitab al-Mayitun (que significa "Libro del difunto") a los papiros que hallaron junto a las momias. O Lepsius copió a los profanadores o éstos oyeron a Lepsius. Porque el verdadero título de tal literatura, como dicen los que entienden de ese mundo sugestivo y misterioso, sencillo y complicado, sombrío y luminoso de la interminable vida de los egipcios, es el de rw nw prt m hrw. O, con mayor brevedad y más vocales, peri em heru. Es decir, más o menos: Palabras para salir a través de la luz. Que es un modo de explicar con más esperanza de qué se trata.   
Comprende las oraciones de marcha hacia la necrópolis con himno al Sol y a Osiris. La “salida al día” con el triunfo sobre los enemigos. La toma de  diversas apariencias para disimular, el uso de la barca solar para conocer algunos misterios. Regreso a la tumba. Juicio ante el tribunal de Osiris. Textos de glorificación del muerto para diferentes fechas y celebraciones, servicio de las ofrendas, preservación de la momia por los amuletos.
Alabanza a Osiris y, finalmente, el capítulo mas impresionante con el que dejamos al paciente lector que ha llegado hasta aquí:
"Fórmula para entrar en la sala de las dos Maat". El difunto se presenta ante el tribunal de Osiris. Se pesa su corazón (conciencia y moralidad).
“Fórmula para impedir que el corazón del difunto N. se oponga a él mismo en el Más Allá”: Que diga (el difunto, al llegar a la Sala de Maat, donde habrá de ser juzgado en presencia de Osiris, la divinidad del Inframundo):
“¡Oh mi corazón (proveniente) de mi madre, oh mi corazón (proveniente) de mi madre, oh víscera de mi corazón de mi existencia terrenal! ¡No levantéis falsos testimonios contra mí en el juicio, ante los Señores de los bienes! ¡No digáis a propósito de mí: “Hizo aquello, en verdad” con respecto a lo que hice; no os levantéis contra mí delante del Gran Dios, Señor del Occidente!
¡Salve a ti, corazón mío! ¡Salve a ti, víscera de mi corazón! ¡Salve a vosotras, entrañas mías! ¡Salve a vosotros, dioses preeminentes, portadores de majestuosos penachos, cuyo poder radica en vuestros cetros! Anunciadme a Re, recomendadme a Nehebkau cuando llegue al Occidente del cielo”.

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