miércoles, 25 de julio de 2012

Silene Stenophylla.


¿Se creen ustedes que un equipo de investigadores rusos haya presentado hace unas semanas el resultado de su actuación sobre semillas de una planta llamada Silene Stenophylla descubiertas hace un año en la guarida de una ardilla que vivió hace treintaidos mil años cerca del río Kolyma en la Siberia nororiental? Parece ser que sí. Y que en ese cubil, sepultado a 38 metros de profundidad, en la tundra de Duvanny Yarde, esperaba esa reliquia del Pleistoceno y del Paleolítico.

Silene stenophylla
Vienen al recuerdo las nostalgias de Bécquer en sus rimas

Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueña tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo,
veíase el arpa.
¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,
como el pájaro duerme en las ramas,
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas!
¡Ay!, pensé; ¡cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma,
y una voz como Lázaro espera
que le diga «Levántate y anda»!

¡Qué orgullo el de la persona o escuela o institución que sabe arrancar de una muerte  aparente forzada por el olvido, el frío, el desprecio, el desinterés, la vagancia de su entorno familiar o social… no ya sólo al genio o al superdotado, sino al pobre que no tiene acceso a la fuente en la que pueda beber su dignidad! ¡Cuánta riqueza se destina en subvenciones a frivolidades que no sirven más que para diluir el sentido de la vida y de la solidaridad; que alimentan en algunas sociedades la sed de vacío, de apariencia, de pasarlobien y de indignidad en el fondo de todo ello!
¿Será posible calcular el caudal invertido en el cuento, en la indolencia, en la apatía,  en el vagabundeo de los que hace cursos de protesta sistemática sin dar golpe, de chupeteo de todo lo que les vaya permitiendo “tirar del bote” común, del esfuerzo de otros y de la urgencia de hace un mundo más noble y más humano?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.