Es el propósito de los que programan una procesión atea en Madrid para el próximo Jueves Santo. Ese proyecto despierta en las personas normales y sanas de corazón, mente e hígado un sentimiento de estupor. ¿Es posible que yo vaya por la calle, en Madrid, y me cruce con personas que necesitan vomitar sobre los otros la amargura de la bilis de su desarreglo interior? ¿Cómo son por dentro? ¿Hay peligro de que, de repente, den salida a su instinto de morder? ¿Dormirán bien? ¿O se lo impedirá el desasosiego que les producen los cálculos sobre el riesgo de hacer lo mismo ante la mezquita de la M30?
Matar a Dios fue el deseo que tuvo Caín y que creyó satisfecho matando a su hermano. A pesar de que había oído antes en su extraño corazón el susurro amable de Dios: «¿Por qué andas irritado y por qué se ha abatido tu rostro? ¿No es cierto que si obras bien podrás alzarlo? Mas, si no obras bien, a tu puerta está el mal, acechando como fiera que te codicia y a quien tienes que dominar».
«Hacer daño» no es un proyecto humano. Y menos de quien lleva adelante un ejercicio de amor a los demás dando de comer en tiempo de crisis, mermando un poco los propios haberes para los que no tienen más que deberes, dedicando un poco de su vida como voluntario en atender a enfermos contagiosos o no, yendo a esos países en los que reina la tiranía egoísta y capitalizadora que se vuelca en forma de hambre sobre el pobre pueblo. ¡Y vaya si es pobre: de comida, de libertad, de opinión, de movimiento, de dignidad...!
Los que programan hacer daño y reírse de un Mártir del amor que enseñó a todos los hombres a amar; a perdonar; a poner la otra mejilla cuando ya nos han herido; a tomar, como parte de nuestro paso por este precioso mundo de amor, dar la vida por el otro; a ser perseguidos como lo fue Él; a pedir a Dios, a quien queremos por encima de todo, que perdone a los que nos matan, porque no saben lo que hacen… ¿de qué pechos mamaron ese instinto de destrucción?; ¿en qué escuela de valentía y generosidad se han formado?; ¿en qué filas militan?; ¿quién les paga?; ¿tienen psiquiatra?; ¿qué país quieren construir?; ¿qué mundo quieren embellecer?
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