Tal
vez conozcamos poco de las mal llamadas plantas carnívoras. Y las consideremos molestas, feas o inútiles en
nuestra vida. Y acaso también comentemos
que no tienen sentido en lo diario de nuestro entorno. Pero tal vez igualmente
ignoramos que pueden sernos útiles en nuestra existencia diaria en las
temporadas de calor y frecuencia de insectos molestos. Hay culturas en las que
son plantas de presencia constante y de precio muy asequible. Ocupan poco
espacio en un balcón o en el interior de casa. Y son guardianas del aire,
porque su dulzura atrae más que nuestro sudor y porque sus lentas, pequeñas y
eficaces garras acaban con esas visitas indeseadas.
Hay
en otro ámbito de nuestra vida (las relaciones, las visitas, las
conversaciones…) otro mundo de insectos maléficos o, al menos, molestos que
pican, inyectan veneno deformante, provocan actitudes de molestia, rechazo,
exclusión… para el que debiéramos siempre estar preparados y preparar.
El
cotilleo, la murmuración, el despecho, el comadreo, el chismorreo… constituyen
el alimento normal de algunas personas y de algunos grupos de personas. Es
triste. Porque si cada palabra es un tesoro que entregamos a otros con el que
podemos hacer más sólida la amistad, más firme la cercanía, más sabia la mirada
hacia el mundo y la historia, sucede que algunas veces (¡menos mal si solo son
algunas!) convertimos nuestros encuentros en una sentina a la que acuden inevitablemente
esos insectos parásitos del espíritu.
¿Hay
plantas carnívoras para ese mal?
Una conversación en la que la amenidad, el
buen gusto, la referencia interesante a la historia menuda o grande, lejana o
muy próxima, rica de experiencia y de gracejo queda convertida en un proceso de
construcción de criterio, respeto y educación es un regalo que siempre podemos
acoger o dedicar.
Los que intentamos formar para el futuro, debemos
tener muy presente esa dimensión privilegiada de la conversación para acercar sabiamente
a ella a los que, detrás de nosotros, van a ser constructores, ¡ojalá!, de un
mundo cada día más noble, más respetuoso, más sensato, más luminoso.