Antes
se decía “pero…” seguido de alguna
afirmación, restrictiva casi siempre. Por ejemplo: “Las temperaturas serán muy
agradables durante las horas centrales del día, pero por la noche hará un frío de… etc.”. Ahora hay que decir lo de
antes (“… las temperaturas serán…”) pero (¡perdón!: eso sí) al llegar al “pero”,
que debe parecer un poco vulgar, hay que decir: “Eso sí”. Uno no sabe a qué se refiere el “eso”, pero debe de sonar
bien en orejas delicadas cuando se ha impuesto en el lenguaje al uso. Antes se
decía, por ejemplo: “Y se recogieron catorce perdices como resultado final de
la caza”. Ahora hay que decir: “Y se recogieron concretamente catorce… etc.” Para que nadie crea que “catorce” eran
a lo mejor “trece”. Antes se decía: “Lluvias generalizadas en toda la
península”. Ahora llueve sobre la “geografía”. Antes se decía. “El mal tiempo hizo imposible el juego sobre un
campo totalmente embarrado”. Ahora lo que hace imposible jugar es la climatología (¡Nada menos que la
climatología!). Antes se usaba la expresión “Sí o no” para dar a entender, digo yo, que la dictadura era un
hecho del pasado y que se me permitía escoger o decidir. Ahora no hay más
remedio que escuchar: Sí o sí. Cuando
antes un jugador de fútbol se retiraba del campo del honor, pongamos, por un esguince, se decía: Un esguince en la pierna derecha obliga al
jugador… Ahora precisamos: Un esguince en su pierna derecha…Para que todo el mundo entienda que el esguince
no lo padece el árbitro. Y así sucesivamente: las modas son irresistibles
Pero
lo que no tiene razón de ser es que en vez de aquello que nunca entendí de Olé, olé, Holanda ya se fue. O, según
otra versión más optimista: Olé, olé
Holanda ya se ve con los reyes magos al fondo (que a lo mejor no eran ni
reyes ni magos, sino pertinaces estudiosos del cielo) oigamos decir Ho, ho, ho a un señor más bien
rellenito, muy bien abrigado y muy polar que se presenta a los niños como
diestro maestro del lenguaje.