viernes, 25 de febrero de 2011

Testigos de la Fe.

Los salesianos Luis Versiglia, obispo de Shiuchow (China), de 57 años y Calixto Caravario, sacerdote desde ocho meses antes, encargado de la residencia misionera de Linchow, de
26 años, que lleva un año en China, se niegan a los bandidos que los detienen a entregar a las chicas a las que acompañan.
Monseñor va a hacer la visita pastoral a la misión de Caravario. Viajan en la barca de una mujer con la que va su hijo, de dieciséis años. Llevan a María Thong, de 22 años, maestra, que va a despedirse de sus padres porque ha decidido hacerse salesiana; a su hermano Chong, maestro, no cristiano; a Clara, de 22 años, catequista; y a los dos hermanos cristianos Antonio, de 23 años, y Paula, de 16.
En la lengua de tierra (Punta de arado la llaman o Lintautsui) que ve unirse a los río Sui-pin y Lin-chow detienen la barca. Los bandidos (o soldados de la revolución) suben a ella, piden 500 dólares que es la tasa del tránsito, y añaden: – Nos llevamos a vuestras mujeres.
La resistencia de los dos salesianos no acaba cuando los arrinconan con culatazos de sus fusiles, palos y haces verdes que mal arden. – Bajad a las mujeres, ordena el jefe. Y empujaron a los misioneros.
En un cañaveral cercano (contaron más tarde los supervivientes) se oyeron cinco disparos. Era el 25 de febrero de 1930. Y cinco días más tarde, liberada aquella zona por el ejército de Chang Kai Shek en guerra contra los bolcheviques de Mao, se encontraron, enterrados en la arena de la orilla, sus cuerpos.
Juan Pablo II los declaró santos el 1 de octubre del año 2000.

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