Mostrando entradas con la etiqueta solidaridad. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta solidaridad. Mostrar todas las entradas

miércoles, 31 de diciembre de 2014

Navidad.

Luciano Cammaroto, milanés, pedagogo, maestro de niños, escritor prolífico de comedias para niños, fábulas, cuentos y poesías, dice de sí: “Escribo para no perderme las posibilidades que ofrece el mundo de la imaginación: me gusta jugar…”.
Y leemos entre sus cosas: “Creía que habían matado a Jesús, y hoy lo he visto dando un beso a un leproso. Creía que habían borrado su nombre y hoy lo he oído en los labios de un niño. Creía que habían  crucificado sus manos bondadosas y hoy lo he visto curando una herida. Creía que habían atravesado sus pies y hoy lo he visto caminar por las calles de la gente pobre. Creía que Jesús había muerto en el corazón de los hombres, pero he entendido que Jesús resucita también hoy cada vez que un hombre tiene compasión de otro hombre”.

Después de haber leído esta declaración de encuentros con Jesús por parte de un hombre de ojos limpios, de corazón grande y de alma luminosa es justo comprender que, aunque creamos que no está estos días que llamamos de Navidad bajo las luces de las ciudades y de las casas, tras los papeles brillantes en tantos lugares que parecen arropar o sustituir al cariño, más allá de los espumosos y los turrones en demasía, de los villancicos nobles o destemplados, en los brazos de reencuentros familiares, en las veladas del hogar, en la pobreza de los tugurios, en la escasez de los débiles, en la soledad de los aplastados por el abandono, la separación, el engaño… Jesús está presente y tanto más cercano cuanto mayor sea o parezca el vacío de las vidas. Porque “Jesús resucita también hoy cada vez que un hombre tiene compasión de otro hombre”.

viernes, 26 de diciembre de 2014

La Vida!

Sin duda habéis visto la misma escena que yo. Kanpur es una de las ciudades más pobladas de Uttar Pradesh, Provincia del Norte, en la India. Tan al norte que linda con Nepal. Tiene casi tres millones de habitantes y está situada junto al río Ganga (nosotros decimos Ganges probablemente para que no resulte tan barato).  Pues en la estación de Kanpur, llena de gente que espera la llegada de los trenes, hace unos días un ágil mono se sube a un poste que sostiene cables con corriente eléctrica y cae fulminado. ¿Muerto? Eso parece. Allí  mismo se ven otros dos monos de la misma raza. Uno de ellos mira, si es que mira, al mono inmóvil con cierta indiferencia. En cambio el otro, con una decisión asombrosa y unos movimientos nada suaves, recoge al desfallecido, con la boca estimula una y otra vez enérgicamente y, según parece, sin resultado, el cuello, lo zarandea como a un pelele y le deja caer en el agua que hay en la zona entre andenes. Lo saca, lo golpea, lo vuelve a tirar al agua hasta que el pobre pingajo desmayado empieza a ser de nuevo un amigo con movimiento y vida. ¿Cuánto tiempo? Tal vez veinte minutos.
¿Qué reflexión ha despertado en mí este episodio entre animales, en la cercanía del cumpleaños de Jesús, es decir, de la celebración de su nacimiento? Todo en la Vida de nuestro divino Salvador es, por una parte, estima y aliento de la vida y, por otra, ejemplo de servicio, de que nos interesen los demás, de que ver a un hermano en necesidad debe hacer que salten en nuestros pensamientos, en nuestras decisiones, en nuestros actos ese coraje que nos hace ser de verdad humanos, hermanos.
Cuando la Navidad se nos reduce a pasarlo bien, a desear y tratar de pergeñar con otros y para otros, una felicidad que se disuelve en nada, hemos perdido el hermoso oficio del creyente en el Amor que se hace inmenso cuando el Otro se convierte en yo mismo.  

viernes, 24 de octubre de 2014

El mapa del Ébola.

Los Voluntarios DOKITA, Caritas, Camilianos, Hermanos de San Juan de Dios, Médicos con África, Voluntariado en el mundo, Javerianos, Salesianos, VIS... se han sentido “Hermanos del ébola” al unir sus esfuerzos. Piden a la  sociedad, a los gobiernos, a la comunidad eclesial que no tengan miedo de la fragilidad y que escuchen a las víctimas para darles una solución más eficaz en esta emergencia que no es solo sanitaria sino humanitaria: sanidad, seguridad alimentaria, economía, relaciones sociales, discriminaciones, huérfanos… son algunos de los problemas más graves. Realizan un intenso y capilar trabajo de información y sensibilización, reparto de equipos higiénico-sanitarios, mensajes de los animadores locales, que comparten lengua, cultura, costumbres: atención alimentaria, apoyo psicológico, identificación de los casos sospechosos, cura en hospitales y centros preparados cuyo personal ha pagado un precio muy alto en vidas.
Importa tener en cuenta:
“Se muere también de malaria y de parto”: se deben reabrir centros hospitalarios cerrados por temor al ébola.
“Se muere de hambre”: faltan alimentos en el mercado, suben sus precios, no se cosecha adecuadamente, no se garantiza adecuadamente la seguridad alimentaria ni se lucha contra la malnutrición infantil.
“Se muere por ignorancia”: al desconocer los riesgos, por ignorar cómo se identifica al virus y se impone, por tanto, y se realiza una acción de sensibilización, de prevención, de marginación de focos.
Se muere de injusticia”: hay que apoyar a los gobiernos que están dando solución con respuestas de emergencia, de acción más rápida y eficaz, ofreciendo recursos humanos, materiales y económicos.
Se han unido - ¡y piden nuestra ayuda! - para actuar conjunta y coordinadamente y contener la expansión de la epidemia y dar esperanza acudiendo, compartiendo, trabajando al lado de quienes ya lo hacen.

miércoles, 18 de junio de 2014

Cáritas.

Como casi todo el mundo sabe, el Presidente de Caritas Internacional es, desde 2007, el cardenal salesiano hondureño Óscar Rodríguez Maradiaga. Y como todo el  mundo sabe Caritas Internationalis es una organización caritativa y humanitaria de la Iglesia Católica formada por 165 organizaciones nacionales de asistencia, desarrollo y servicio social. Nació hace 117 años en Colonia, Alemania.
El pasado 21 de mayo fue elegido en la Conferencia Regional anual europea (Soesterberg, Holanda) Presidente de Caritas Europa el obispo de Gante (Bélgica) Luc Van Looy, salesiano.
Subrayarlo en estas Buenas Noches no es para que Don Bosco presuma de tener dos hijos al frente de esas dos organizaciones, sino para alegrar nuestro corazón con que dos hermanos nuestros estén al frente de asociaciones tan entrañables en su corazón de padre de los más necesitados.  
Monseñor Van Looy decía hace unas semanas: "Siento que Caritas tiene, ante todo, una misión muy importante para detectar y observar dónde existe la necesidad de la solidaridad. En una perspectiva evangélica queremos estar donde la gente está en necesidad y examinar qué se puede hacer para aliviar su sufrimiento, en cualquier parte del mundo… Para ser Iglesia hoy, hay necesidad de salir de cualquier tipo de vergüenza en la promoción de los derechos de cada persona. Siento la importancia de educar a las personas a la solidaridad, o más bien, a la fraternidad y a la hermandad fundada en la proximidad manifestada por Dios mismo a través de la encarnación de su Hijo. Él nos acompañará en nuestro trabajo".
Y tras su elección: "Como Presidente de Caritas Europa simplemente deseo ser… un oído que escucha a la gente… Durante mis años en el Consejo General de los Salesianos tuve la oportunidad de conocer a muchas personas y situaciones en todo el mundo. Tal vez esta experiencia me dará un poco más de comprensión de las necesidades y las soluciones".

En nuestra actitud, muchas veces crítica, ante el que pide, ¿qué postura tenemos con relación a Caritas? ¿Nos fastidia que nos recuerde que tenemos muchos más hermanos de lo que creíamos? ¿Qué nos haga saber que entre ellos tenemos hermanos pobres? ¿Qué un poco de lo nuestro entregado para ellos nos hace más ricos, más hermanos, más  felices?

lunes, 10 de marzo de 2014

San Leo.



San Leo (llamada en el pasado Montefeltro) es una población de unos 3.000 habitantes (a una carrerilla de distancia de uno de sus muchísimos gatos hasta Rímini, junto al Adriático), que encierra en su milenaria historia hechos y personajes para nunca acabar. Se distingue en el horizonte por el impresionante macizo rocoso en la que está asentada y que corona una imponente fortaleza. Allí estuvo (y allí fundó) san Francisco de Asís. Allí estuvo (y allí se inspiró para su Purgatorio) Dante Alighieri. Y allí estuvo (y allí murió preso a los 52 años) el intrigante siciliano “conde” Alessandro Cagliostro (Giuseppe Bálsamo), médico, químico o alquimista, ocultista, místico, cabalista y mago, del Rito Egipcio de la Francmasonería y envuelto en el conocido escándalo del collar de la pobre María Antonieta (¡ay se le pesca Hans Axel de Fersen!).

Situados en lo alto asistimos al desprendimiento a finales de febrero de este año de 2014 de una enorme masa de aquel imponente peñasco sobre cuyo borde se asienta el castillo que empezó siendo romano, fue roca deseada por bizantinos, godos, francos y lombardos hasta que Otón de Sajonia se la arrebató a Berengario II.    
Pueden valernos estos hechos de bandera y enseñanza en nuestra formación personal y en nuestro intento de educar.
Un hombre se forma a sí mismo. Pero necesita, de ordinario, que alguien le diga que le corresponde el deber de formarse. Es la primera ayuda del oficio de formador, de educador. La segunda lección es la de hacer ver que la personalidad no se construye sobre un lugar encumbrado sobre el panorama de la sociedad, sino en el seno de la misma sociedad: familia, escuela, pandilla de amigos… Es decir, no debe creerse que él solo puede fijar su carácter. Más aún, que sin el sano y equilibrado contraste con otros, mayores y coetáneos, no va a descubrir los fallos de su base humana. Ni las metas que debe proponerse. Que el apoyo de un consejero, con el que debe tejer un sereno y humilde lazo de amistad, le resultará no sólo de luz y de ventaja, sino de necesidad para que la experiencia (¡las experiencias!) que vaya teniendo le vayan conduciendo hacia decisiones definitivas para el sí y para el no.       
La confianza en sí que vaya adquiriendo y haya adquirido le llevará así a confiar en los demás. Porque sin ”demás” no hay vida humana. Sin “los otros” podremos creer que hemos levantado un soberbio edificio, pero nos habremos encontrado en la soledad de los muertos.

viernes, 31 de enero de 2014

Hasta el final.



Desde hacía casi tres años arrastraba Don Bosco su cuerpo ya totalmente entregado. Su infancia pobre, su juventud desprovista de miramientos, su vida de trabajos por sus muchachos, de contrastes con los que no entendían (o criticaban) el porqué de muchas de la cosas que hacía, sus visitas a los despachos de los que podían corregir la injusticia en que se cocía el futuro de aquella sociedad, sus peregrinaciones por los bolsillos de los que creían haber amasado su propia seguridad, la falta de higiene en los modos de los pobres, la casi inoperante medicina que empezaba a sacudirse el letargo de los siglos, la escasez de sueño prolongada durante toda su vida… habían hecho de su cuerpo a los sesenta y nueve años “un traje inservible” (como le definía su médico y amigo Giuseppe Alber-totti), un instrumento de desecho.      
Veinte días antes de su muerte, vencido ya en el lecho en el que, por fin, iba a descansar, le dijo una mañana de lucidez a su secretario Carlos Viglietti: «Gasté hasta el último céntimo antes de la enfermedad y ahora todavía estoy sin medios, mientras que nuestros jovencitos siguen pidiendo pan. ¿Cómo haremos? Hay que hacer saber que el que quiera hacer la caridad a Don Bosco y a sus huerfanitos la haga sin más porque Don Bosco no podrá ya ni ir ni volver».
No hay duda de que Don Bosco ha sido siempre un personaje inesperado, difícil de medir, de catalogar… una persona sorprendente. A Víctor Hugo se le atribuye el epíteto de Hombre leyenda con que le definió después de conocerle en París en 1883. Y unos años más tarde Joris-Karl Huysmans, que venía del decadentismo y el satanismo a la conversión en la bondad, la sencillez y la belleza, decía de él: «… una vez que obtenía lo que pedía era capaz de administrarla con la sagacidad de un hombre de negocios y la sabiduría de un santo. Es aquí donde se revela su singularidad. Era un hombre del Medioevo; su confianza en Dios era tal que logró realizar los prodigios más increíbles, parecía que su vida transcurriese en el siglo XIII, y, sin embargo, ninguno era más moderno que él. Increíblemente fue socio en los negocios del buen Dios».   
Don Bosco sigue pidiendo hoy (¡y dándose!) por los caminos de todo el mundo. ¿Un ejemplo? La India. Allí lleva Don Bosco poco más de un siglo. Dos mil quinientos setenta y tres salesianos atienden en 299 obras a una multitud de niños y jóvenes ansiosos de aprender y madurar para ser honrados ciudadanos y, muchos de ellos, también buenos cristianos. 

domingo, 29 de diciembre de 2013

Barbakeios.



Seguramente has leído en la prensa el caso de los “ángeles de Barbakeios”. Te lo copio si no te ha llegado. El “poder adquisitivo” de las familias ha caído en Grecia un 40% desde 2008 y en paro está el 27% de la población. Se usa la leña para calentarse, porque no hay dinero para la calefacción. En el viejo mercado de Barbakeios se agolpa la gente desde la seis de la mañana desde hace siglos para comprar pescado, carne, verduras, pan, queso… y se mezclan voces, ruidos, colores y olores.
El pasado domingo, 22 de diciembre, las cosas eran como siempre, pero en esta ocasión, para la preparación de la Nochebuena familiar, se miraban las cosas, los precios y las básculas con mucho cuidado para no pasarse del escaso gasto posible. Cuando “hete aquí” (así se dice al llegar a un cierto punto en los cuentos de hadas) que aparecieron a media mañana, sin saberse de dónde, ni quiénes eran, ocho mujeres vestidas de negro que se situaron junto a otras tantas cajas de pago. Cuando se acercaba una (o uno) a pagar el minúsculo corte de carne que llevaba a su casa, los “ángeles de Barbakeios” (así las han llamado después), no sólo pagaban el coste de lo que ya llevaban, sino que invitaban a los asombrados compradores a que comprasen lo que quisiesen pagándolo ellas igualmente.
El director del mercado declaró a una cadena de TV: "Esta escena increíble siguió durante casi una hora. Al menos 320 personas han hecho la compra gracias a la generosidad de las señoras de negro y al final, según nuestros cálculos, han regalado cerca de 16.000 euros de carne".
Después sucedieron cosas menos maravillosas. Cuando corrió la noticia de la aparición de las misteriosas dadivosas por las calles al pie de la Acrópolis, empezó a crecer el número de compradores, a aumentar el apretón de la gente y… las ocho  bienhechoras desaparecieron en silencio como habían llegado dejando el comentario sobre su intervención.
Esto, aquí, no es una gaceta de prensa, ni una invitación a suponer quiénes serían, ni una reflexión sobre las crisis y sus parches, sino una insinuación a que una auténtica iniciativa de las personas es (o debe ser) un aliento de su espíritu, un gesto de solidaridad, no sólo en dar y en darse, sino en unirse y organizarse para hacerlo. Y muchas cosas más que el inteligente y generoso lector siente bullir en sí.  

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Blake.



William Blake (1757-1827) fue un inglés, un artista abstraído en el mundo de la imaginación. Artista por sus grabados iluminados con acuarela, por sus poemas, por sus mitos (Albion, Urthona, Tharmas, Luvah y Urizen), por la fuerza incontenible que esos mitos vertían en su vida y su fantasía: la inspiración, la creatividad, el instinto, la fuerza, la emoción, la pasión, el amor. Era un místico, a veces como un volcán de cólera, incomprendido, tachado de loco…
Incomprendido: sus Libros Proféticos lo fueron. Vivió en el extrañamente llamado siglo de las luces, asomado y horrorizado desde Inglaterra ante la guillotina de la revolución francesa, revolución que el había alentado antes. Y proyectado con entusiasmo hacia el mundo nuevo de la revolución americana con la que veía con placer cómo se independizaba de Inglaterra.
Pero… el legado tal vez mejor que, con visión profética, nos dejó, fue su advertencia clara y violenta de que el racionalismo y el materialismo habrían de convertirse en la enfermedad que destruiría y alienaría a los hombres.        
Y aquí estamos los hombres del siglo XXI, obsesionados (¿hasta qué punto?) por entenderlo todo, rechazando como inútil y desechable todo lo que no entendemos; por enriquecernos con todos los resortes posibles, más allá del buen gusto, de la honradez, de la justicia, de la aceptación, del otro, de los otros, de todos los otros. Como si este camino que se nos acaba tan pronto tuviese que estar alfombrado con billetes de quinientos euros, decorado con pieles arrancadas al prójimo, caldeado por todos los recursos a nuestro alcance aunque sean fruto del despojo que hemos hecho en los más débiles.