jueves, 22 de marzo de 2012

Millones y millones.


Aquí lo tienen.
¿Conocen ustedes a WISE? No es una persona, pero sí un amigo. Norteamericano, claro. Y lo digo por la forma de su nombre: donde hay una W suele estar de por medio la lengua angla. Es verdad que Wise es un sabio, que eso significa esa palabra. Pero su nombre completo de explorador es (y de nuevo estamos con las siglas a las que tan aficionados son los americanos) Wide-field Infrared Survey: un telescopio espacial infrarrojo. ¿Y por qué es amigo? Después de sólo dos años y tres meses de vigía, Wise nos ha enviado más de 2.700.000 imágenes tomadas en cuatro longitudes de onda de luz infrarroja. Imágenes de asteroides, de esos que amenazan en su viaje con rozar la Tierra, tomándonos el pelo, hasta de galaxias lejanísimas.
Y la NASA (recuerdan ¿verdad?: National Aeronautics and Space Administration, fácil de traducir) ha hecho, tras el proceso de los 15 billones de bytes de datos recibidos (ya saben: un byte son ocho bits, y un bit es la unidad mínima en informática) un mapa con 1.500 millones de estrellas, galaxias y otros objetos voladores.
Ha coronado (¡por ahora!) la descripción del universo comenzada en 1998, hace 14 años.
¿Qué conclusión han sacado ustedes del esfuerzo de los primeros 14 años en la educación de su hijo? Porque el yunque que usamos aquí es ese: tratar de avivar el esfuerzo de padres y educadores en proyectar, educar, fraguar, forjar, modelar… el alma de sus hijos o discípulos en ciernes.
¿Tenemos un proyecto sobre los hijos o un simple deseo o un sueño volátil? ¿Hay siempre esfuerzo? ¿Hay siempre entrega? ¿Hay siempre colaboración? ¿Hay siempre constancia incansable? ¿Hay cercanía? ¿Salimos de nosotros para arrimarnos al mundo lejano de su espíritu? ¿Escuchamos el eco riquísimo de sus sentimientos? ¿Respetamos el grito incontenible de su carrera hacia adelante? ¿Ponemos calor, pasión y cariño en el oficio más valioso, más enriquecedor, más creador y… más difícil de colaborar en el moldeo de una mujer en ciernes, de un hombre? 
A veces el cansancio nos puede. La vagancia nos ata. La presunta ignorancia de lo que hay que hacer nos acobarda y nos encanija. El intento nos llena de sudores. Y quedamos parados, si no desesperados y rota la baraja porque no sabemos por dónde tirar.      
Y sin embargo, conocemos (y podemos espiar) ejemplos que se pueden copiar. Que debemos repetir sin miedo. Un artista se forma imitando y aprendiendo de otro artista.

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