Jack
Andraka, a los 19 años (lo has sabido por los medios), ha dado ya una
aportación científica que puede salvar millones de vidas. Ha dicho: “¿Han experimentado alguna vez en su vida un
momento tan confuso y doloroso que todo lo que quieren es aprender lo más
posible para encontrar sentido a lo ocurrido? Cuando tenía 13 años, un amigo
cercano de mi familia, que era como un tío para mí, falleció por un cáncer de
páncreas. Cuando la enfermedad golpeó tan fuerte en casa, supe que necesitaba
saber más”.
Su
descubrimiento: un test que puede detectar el cáncer de páncreas, ovarios y
pulmón en pocos minutos y con un coste de pocos céntimos de euro. El cáncer de
páncreas es uno de los tumores más letales porque parece que no se puede
detectar al comenzar su proceso. El procedimiento de Jack ha llegado a ser
efectivo al 100% en las pruebas hechas.
Jack
dedicó mucho tiempo de su joven vida a leer en internet todo lo que pudo de lo
publicado sobre este mal. A los 15 años manifestó su certeza que le llevó a un
camino consolidado en el laboratorio.
Y anima
a los jóvenes con estas palabras: “La imagen de la ciencia como algo aburrido
que consiste en memorizar y después arrojar datos es errónea. La ciencia no va
por ahí. La ciencia consiste en utilizar tu curiosidad y creatividad para
explorar y mejorar el mundo que te rodea”. Y asegura que entregará su vida a la
ciencia con el deseo de ayudar a salvar las de otros muchos.
¿Qué hace arder el corazón de nuestros hijos,
de nuestros niños, de nuestros jóvenes? “Cuando la enfermedad golpeó tan fuerte
en casa, supe que necesitaba saber más”. El motor en la vida de Jack ha sido
salvar la vida de otros. No pudo hacerlo con su “tío”. Pero sintió la necesidad
de imponerse un rumbo tenaz, trabajoso, grande en favor de los que pudiesen
salvarse, atajando un mal que podría diagnosticarse a tiempo.