Vivió una larga vida entregada a la
enseñanza en la Universidad de Turín. Elaboró una "lógica del
potenciamiento": un ser varía y se potencia por el hecho de estar en
relación con otros seres. Y se adentró en la filosofía de la ciencia y los
problemas de conocimiento que plantean las teorías de la relatividad y de la
mecánica cuántica.
Pocos meses antes de su muerte le oí
hablar de su experiencia de Don Bosco. Lo hacía con aguda memoria y con
calurosa ternura. “Venía de la miseria”, decía, él que era pastor de oficio y
de apellido. Entró como pobre en la casa de Don Bosco, Valdocco. Oigámosle:
«Me preguntaréis: ¿Por qué me fui del
Oratorio, mi paraíso y mi vida, sólo un año después?... Una noche, mientras Don
Bosco daba las Buenas Noches, se me ocurrió meterme en un confesionario. Y me
dormí. Me desperté más tarde en medio de aquel silencio, en aquella oscuridad,
con un frío que me daba la sensación de estar en el sepulcro y me arrebató el
terror. Me puse a gritar desesperadamente, pero mis gritos resonaban
desgarradores en la bóveda sin que nadie me oyese y viniese en mi auxilio…
Presa del terror y las convulsiones…caí sin sentido en al suelo... Por la
mañana me encontraron con espuma en la boca, herida la cabeza y aturdido”.
Estuvo con su familia un mes y volvió
hasta acabar el curso.
Don Bosco, al despedirse le puso la mano
sobre el hombro derecho. Y él, después de tantos años trascurridos, decía y
repetía que sentía físicamente la mano del amigo fiel del que advertía cada día
su presencia invisible.
Conservaba estas dos impresiones: que él
era el preferido de Don Bosco (aunque sabía que esa impresión la tenían todos
los demás) y que Don Bosco irradiaba la certeza de que hay otra vida que sería
una locura perder: «En estos muchos años este sentimiento no ha perdido nunca
su fuerza».
¡Ojala Don Bosco haya dejado, en todos
los que hemos tenido el regalo de vivir algún tiempo en su casa, la sensación
de que él sigue, como un padre presente en nuestra vida. Y que su mano sobre
nuestro hombro siga siendo la garantía de fidelidad a lo que nos enseñó y nos
sigue enseñando con tanta pasión, con tanto cariño.
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