lunes, 25 de marzo de 2013

El Papa, Francisco.



No hay mejor voz que la del Rector Mayor de los salesianos para saludar y ofrecerse al Papa (antiguo alumno salesiano) como hace en esta carta que le dirigió el pasado día 19.


Beatísimo Padre,
Me presento a Usted, a través de esta carta, para manifestarle, de parte de la Congregación y de toda la Familia Salesiana, los sentimientos de consideración y de enhorabuena por su nombramiento como Obispo de Roma y Sumo Pontífice. Le escribo en el día de la solemne inauguración de su Pontificado, que le deseo duradero y lleno de las bendiciones de Dios. Igual que estábamos seguros de haber encontrado un gran Pastor en Benedicto XVI, así ahora damos gracias al Señor por habernos dado otro gran Pastor en la persona de su Sucesor; en Usted, Santidad y Amadísimo Papa Francisco.
En este momento, como cristianos y religiosos salesianos, mientras expresamos la alegría por Su nombramiento, Le renovamos nuestra fidelidad y Le aseguramos el respeto filial heredado de Don Bosco. Él, frecuentemente se expresaba con frases llenas de afecto y de fe en relación al Sucesor de Pedro:
“Quien está unido al Papa está unido a Cristo” (MB VIII,567).
“Seremos obsequiosos con la Cátedra Apostólica, en todo, en todo tiempo, en todo lugar donde nos llame el Señor”.(MB XV,249).
“Una sugerencia del Papa es para mí una orden”  (MB V,874). “Su palabra tiene que ser nuestra regla en todo y para todo” (MB VI,494).
Así hablaba nuestro Fundador Don Bosco y así quiere sentir, hoy, nuestro corazón.
Quiero decirle, Santidad, que inmediatamente después del anuncio de Su elección he recordado con alegría la bellísima e inolvidable experiencia de Iglesia en Aparecida, en mayo de 2007, donde tuve la gracia de conocerle y saludarlo personalmente. Juntos participamos en los trabajos, celebraciones y en los encuentros de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe; nos hemos encontrado, también, en la reunión de obispos argentinos, presidida por usted, para definir el lugar y la organización de la beatificación del Venerable Ceferino Namuncurá. No olvidaré nunca sus palabras llenas de estima por el trabajo de mis hermanos Salesianos en la Patagonia, y su intervención para que Chimpay fuese la sede de las celebraciones.
Conozco bien su cercanía afectiva a los Salesianos, particularmente con los de la comunidad de Almagro, donde se encuentra el P. Enrique Pozzoli, que fue su director espiritual, y el P. Lorenzo Massa, fundador del equipo de fútbol del San Lorenzo. Sobre todo he apreciado mucho su testimonio sobre nuestro hermano coadjutor Beato Artémides Zatti cuando Usted era Provincial de los Jesuitas, y su paternidad hacia nuestros hermanos, como Pastor de la Archidiócesis de Buenos Aires. Siempre me ha producido gran alegría su conocida devoción a María Auxiliadora, como han recordado tantos hermanos nuestros.
Desde el momento de su elección y presentación, hemos quedado encantados por el nombre elegido como Pontífice, que resume bien algunos rasgos de Su persona y anuncia un programa de renovación de la Iglesia, llevándola a su verdadera identidad y al Evangelio, mediante la sencillez, la austeridad y manteniendo la mirada puesta en el Señor Jesús.
Santidad, acogemos y hacemos nuestro su deseo de tener “el coraje, precisamente el coraje, de caminar en presencia del Señor, con la Cruz del Señor; de edificar la Iglesia sobre la sangre del Señor que ha sido derramada sobre la cruz; y de confesar la única gloria: Cristo Crucificado. Y así la Iglesia marchará adelante”.
Santidad, fieles a la Iglesia y a nuestro Fundador Don Bosco, recogemos esta invitación suya y Le prometemos tenerla siempre presente en nuestra vida personal, en nuestras opciones pastorales y en nuestros programas apostólicos.
Le aseguramos nuestra oración. Que el Espíritu Santo lo asista en la delicada tarea que la Providencia ha querido encargarle, y que la Virgen María sea siempre la gran Auxiliadora de su ministerio.
Con esta carta Le enviamos, como signo de cercanía, una imagen de María Auxiliadora. Sería un gran regalo, para todos nosotros, tenerlo presente un 24 de mayo en Turín, en la Basílica de María Auxiliadora, construida con tanto amor por Don Bosco. Tal vez en 2015, año en el que celebramos el Bicentenario de su nacimiento.
Con espíritu de filial obediencia, Le aseguramos hoy y siempre nuestra devoción y nuestro afecto.

Roma, 19 Marzo 2013
Don Pascual Chávez Villanueva
Rector Mayor de los Salesianos de Don Bosco.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Francisco.



Durante la vida de Don Bosco la Iglesia estuvo presidida por Pío VII, León XII, Pío VIII, Gregorio XVI, Pío IX y León XIII. Con los dos últimos tuvo una relación frecuente. Debió visitarlos en el proceso de la aprobación de la Congregación Salesiana y de sus Constituciones. Y en su vida espiritual la Eucaristía, la Virgen y el Papa fueron tres metas de su afecto que presidían, cada uno con su valor, su obra y su labor de fundador y de educador. En estos días de novedad en la Iglesia de Roma por la presencia del Papa Francisco es bueno reafirmar nuestra adhesión a quien guía en el amor a los que seguimos a Cristo. 
Don Bosco soñó una noche que se encontraba en uno de los nichos más altos de San Pedro. No sabía cómo podía haber llegado allí y tuvo miedo. Buscó el modo de bajar, gritó pidiendo ayuda y el miedo angustioso le despertó.
El que visita la basílica de San Pedro de Roma puede descubrir que en el nicho situado encima del tondo del Papa Pío IX y la estatua en bronce de San Pedro en la derecha de la nave central está Don Bosco. En estatua, como otros 35 santos fundadores. Y le acompañan dos muchacitos que representan a Santo Domingo Savio, alumno suyo en su Oratorio de Valdocco-Turín, y el Beato Ceferino Namuncurá, hijo del cacique mapuche Manuel Cafulcurá de la pampa argentina.   
El 31 de enero de 1936 el cardenal Eugenio Pacelli, futuro Papa Pío XII, bendijo esa estatua del escultor Canonica de 4,80 metros de altura.
Fue Pío XI, Aquiles Ratti, quien quiso que se colocase su estatua donde está ahora. Siendo joven sacerdote pasó algunos días en Valdocco con Don Bosco. Le apreció profundamente y la Providencia hizo que, pasados algunos años, lo beatificase en 1929 y canonizase en 1934.
No es indiferente la postura con que el artista ha representado a los tres personajes. Los dos jóvenes miran y se funden en un gesto de adhesión a Cristo y a su Vicario. Siguen con esa actitud la indicación que Don Bosco les hace con su brazo derecho extendido. Si miramos con los ojos del alma descubriremos que también a nosotros sigue haciéndonos la misma invitación.

viernes, 15 de marzo de 2013

La infinitud y... el vacío.



Acabo de leer una vez más el diálogo de un periodista francés, Victor.-M. Amela con un tuareg, Moussa Ag Assarid, que estudia – declara él mismo – Gestión en la Universidad de Montpellier.
Estoy seguro de que conocéis su contenido, pero es tan sencillo y tan noble, que he pensado que es bueno conservarlo como una brújula para ayudarme a no perder el rumbo en medio de mi desierto habitado.
Copio algunas de sus reflexiones. Bastan, sin comentarios, para hacerme pensar. Que es una las acciones que menos me cansan por lo poco que lo hago.  
“No sé mi edad. Nací en el desierto del Sahara. ¡Sin papeles!
El azul, para los tuaregs es el color del mundo. Es el color dominante: el del cielo, el techo de nuestra casa.
Pastoreamos… en un reino de infinito y de silencio.
… No hay mejor lugar para hallarse a uno mismo.
Allí todo es simple y profundo.
Hay muy pocas cosas ¡y cada una tiene enorme valor!
Allí nadie sueña con llegar a ser, ¡porque cada uno ya lo es!
… vi el primer grifo de mi vida; vi correr el agua… y sentí ganas de llorar.
Lo que más añoro aquí… las estrellas.
Allí las miramos cada noche y cada estrella es distinta de otra…
Tenéis de todo, pero no os basta.
Os quejáis. ¡En Francia se pasan la vida quejándose!
¡Allí nadie quiere adelantar a nadie!
Aquí tenéis reloj. Allí tenemos el tiempo”.

domingo, 10 de marzo de 2013

Hay veces que es mejor callar.

Con toda la atención puesta en Roma son muchos los que se escandalizan por el mutismo comunicativo del colegio cardenalicio. Cada vez saben a menos las píldoras de Lombardi y son más los que se quejan de la política de medios que suspende las ruedas de prensa y amenaza con pena de excomunión al cardenal que se atreva a tuitear durante el cónclave.
Esta estrategia es difícil de explicar en un mundo híper-mediático en el que cualquier silencio hacia los medios se malinterpreta como falta de transparencia. He aquí una interesante lección que pone en su sitio la incuestionada dictadura de los medios. Y es que hoy toca hablar no de libertad de información, sino de la discreción y la prudencia que exige este tipo de procesos en los que, nunca mejor dicho, es fundamental preservar la libertad de Espíritu.
Jamás habíamos asistido a previos de un cónclave tan mediatizado por la opinión pública como éste. Hay quien quiere hacerlo parecer una campaña electoral o un escrutinio público del que debería surgir un elegido. Pero la Iglesia se empeña en recordarnos que hay momentos en que el silencio es el mejor compañero, en que necesitamos espacio y profundidad para captar aquello que se mueve en lo hondo y discernir con libertad las mociones del Espíritu.
Quizá cueste admitirlo, pero ya pasó el momento de opinar, comentar, incluso de informar... Ahora es tiempo de rezar para que sea el Espíritu, con su sabiduría, el que mueva los corazones del cónclave. Sólo así, desde el misterio, Dios encontrará, una vez más, espacio para hacerlo todo nuevo.
(Fr. Dan, tomado de www.pastoralsj.org)

martes, 5 de marzo de 2013

... Que algo queda.



En la fiesta que Medio dió en Babilonia el 31 de Mayo del año 323, Alejandro Magno se sintió mal. Y fue decayendo con fiebres sin remedio hasta su muerte el 10 de Junio. Medio no fue precisamente amigo del pequeño de estatura y gran general macedonio y conquistador de medio mundo que movió tanto en tan poco tiempo.
Medio fue un moscón de corte, más bien, que pasó en la historia de Alejandro y en la Historia de la Humanidad como adulador. Poca cosa. Pero de él se guarda algo tan sabroso como lo siguiente que refería Plutarco en sus consejos para distinguir al adulador del amigo: «que recomendaba atacar y morder sin miedo con calumnias, diciendo que aunque la víctima lograse sanar de la herida, queda en todo caso la cicatriz». Nosotros decimos ahorrándonos palabras, pero no saña: “Calumnia que algo queda”.  
Tal vez alguno tenga, como tengo yo, la impresión de que vivimos en un tiempo y en un lugar en el que todos arrastramos en nuestras carnes alguna cicatriz. O que todavía nos sangra el alma atacada y mordida. Te invito a que prestes atención a cualquier conversación. Entre frase y frase se entrevera un mordisco, una agresión, un ataque, una calumnia, un encantamiento maligno que hiere a su víctima y contagia a quien escucha.
Porque la maledicencia actual es fruto de una moda. Se ha puesto de moda insultar. Bien sabemos que las modas consisten en adoptar un modo que “se lleva”. Y si no “lo llevas” quedas mal. La entereza del que sabe lo que debe llevar y lo lleva se quiebra en los que no saben por qué hay que llevar lo que lleva, pero lo lleva porque lo llevan todos.
Es efecto de cretinismo por consiguiente. Como mi criterio no me llega para juzgar con limpieza de miras y grandeza de ánimo, adopto el modo del que más grita. ¡Y menos mal! 
Porque si la calumnia fuese la excrecencia moral de quien ha ahogado la conciencia o quiere ahogar la existencia del que no coincide con él, estamos ante el que clama por la libertad y la ahoga en el que pretende vivir en ella.