martes, 8 de enero de 2013

¿Crisis?



En medio de la floración literaria y poética de Bengala (India) en el siglo XX, el fecundo Rabindranath Tagore publicó hace cien años Gitanjali, un breve y sabroso manojo de poemas cuya interpretación puede elevarnos a cualquier esfera. De allí traigo estos «versos»:
Aquí está tu escabel
reposa aquí tus pies
donde viven los más pobres,
los más humildes y perdidos.
Cuando trato de inclinarme ante ti,
mi reverencia no logra llegar
tan abajo donde tus pies
descansan entre los más pobres,
los más humildes y perdidos.
El orgullo no se puede acercar
adonde tú caminas, poniéndote
los vestidos de los más pobres,
de los más humildes y perdidos
Mi corazón no logra encontrar
el camino para bajar allí
donde tú te haces acompañar de los que no tienen
compañeros, entre los más pobres,
los más humildes y los perdidos.

En estos tiempos de crisis se me ocurre pensar y preguntarme: ¿Cómo me inclino ante el que pone sus pies entre los más pobres, los más humildes y perdidos? ¿Quién es el Personaje al que busco y no encuentro porque el orgullo no se acerca al que camina vestido con los vestidos de los más pobres, los más humildes y perdidos? ¿De qué sufre mi corazón si no da con el camino que necesita para acompañar al que acompaña a los que no tienen compañeros entre los más pobres, los más humildes y los perdidos?
Señalo a mi Personaje ideal dónde está el escabel sobre el que tiene que posar y reposar sus pies, pero yo me quedo lejos de donde viven los más pobres, los más humildes y perdidos. Ofrezco un descanso y huyo de donde mis pies pueden quedar devorados por la bajeza de los más pobres, humildes y perdidos.
Es decir: mi vida es una contradicción. Sé muy bien lo que hay que hacer y pido a los demás que lo hagan. Cada “otro” debe hacerlo. Yo lleno mi vida de protestas, de  esperas, de mensajes, de deseos… Pero logro quedar libre del barro de la pobreza, de la humillación y de la marginación. ¡Grito «Auxilio» y sigo tan tranquilo!

jueves, 3 de enero de 2013

Modos y modas.




Antes se decía “pero…” seguido de alguna afirmación, restrictiva casi siempre. Por ejemplo: “Las temperaturas serán muy agradables durante las horas centrales del día, pero por la noche hará un frío de… etc.”. Ahora hay que decir lo de antes (“… las temperaturas serán…”) pero (¡perdón!: eso sí) al llegar al “pero”, que debe parecer un poco vulgar, hay que decir: “Eso sí”. Uno no sabe a qué se refiere el “eso”, pero debe de sonar bien en orejas delicadas cuando se ha impuesto en el lenguaje al uso. Antes se decía, por ejemplo: “Y se recogieron catorce perdices como resultado final de la caza”. Ahora hay que decir: “Y se recogieron concretamente catorce… etc.” Para que nadie crea que “catorce” eran a lo mejor “trece”. Antes se decía: “Lluvias generalizadas en toda la península”. Ahora llueve sobre la “geografía”. Antes se decía. “El mal tiempo hizo imposible el juego sobre un campo totalmente embarrado”. Ahora lo que hace imposible jugar es la climatología (¡Nada menos que la climatología!). Antes se usaba la expresión “Sí o no” para dar a entender, digo yo, que la dictadura era un hecho del pasado y que se me permitía escoger o decidir. Ahora no hay más remedio que escuchar: Sí o sí. Cuando antes un jugador de fútbol se retiraba del campo del honor,  pongamos, por un esguince, se decía: Un esguince en la pierna derecha obliga al jugador… Ahora precisamos: Un esguince en su pierna derecha…Para que todo el mundo entienda que el esguince no lo padece el árbitro. Y así sucesivamente: las modas son irresistibles
Pero lo que no tiene razón de ser es que en vez de aquello que nunca entendí de Olé, olé, Holanda ya se fue. O, según otra versión más optimista: Olé, olé Holanda ya se ve con los reyes magos al fondo (que a lo mejor no eran ni reyes ni magos, sino pertinaces estudiosos del cielo) oigamos decir Ho, ho, ho a un señor más bien rellenito, muy bien abrigado y muy polar que se presenta a los niños como diestro maestro del lenguaje.

sábado, 29 de diciembre de 2012

Caño Cristales.



es un río de Colombia en la sierra de la Macarena del departamento del Meta. ¿Lo conoces? Lo han llamado “río de los cinco colores”, “el río más bonito del mundo”, "el arco iris que se derritió", "el río que se escapó del paraíso"... No es muy largo: sólo cien kilómetros; ni muy ancho: lo más, veinte metros. Pero es un río singular, merecedor de esos bellos apelativos, porque de Junio a Noviembre es como la paleta del mejor pintor: rojo (el color más abundante y tenaz en pegarse al lecho, debido al alga Macarenia clavigera), amarillo, verde, azul y negro…
Va cayendo por rápidos, pozos y cascadas desde la meseta sur de la sierra de la Macarena. El agua es limpia como el suelo de roca en el que se deja caer y permite ver el fondo y sus maravillosos colores hasta la vereda de La Cachivera, donde se hace vulgar porque las algas cesan.
Lo vulgar es lo corriente en la vida. Es el resultado de la falta de estímulo, del rechazo del arrojo, de la ausencia del esfuerzo, del mimetismo con “lo que se lleva”, del acomodarse al “ir tirando” de los perezosos y egoístas, de la pobreza en darse, del creer ser diferente y no pasar de ser borrego del rebaño. Ser gris es el resultado de una opción: la de no cansarse, no sudar, esperar que me lo den, que me lo arreglen, que me sostengan.
Como el hombre nace con la capacidad de “comerse el mundo”, la culpa de quedarse en oveja desmayada la tienen casi siempre los padres: “¡No te expongas!”, “No te metas en eso”, “Escoge un camino más fácil”, “No seas tonto, ahí se trabaja poco y se gana mucho”, “Tú aprovéchate de todo lo que puedas”… Y el hijo languidece en los estudios, trampea en el trabajo, suspira por el fin de semana, se aburre de la vida o la llena de dulces sabores infantiles e inmaduros que no le dan alas para elevarse sobre sí mismo. Y el rebaño crece en balidos y en vulgaridad. Si la metamorfosis no lo encamina hacia la especie porcuna.

lunes, 24 de diciembre de 2012

¡Eya velar...!



De Gonzalo de Berceo son estos versos.
¡Eya velar, eya velar, eya velar!
Velat aljama de los judíos.
¡Eya velar!
Que non vos furten al Fijo de Dios.
¡Eya velar!
Ca furtárvoslo querrán.
Gonzalo de Berceo, riojano, se educó en el Monasterio “de arriba” (“de Suso” dice él) de San Millán de la Cogolla; fue diácono, preste, notario y poeta, después de haberse formado muy seriamente en los Estudios Generales de Palencia. Y con los versos anteriores parece que alertaba a los judíos a no dormirse junto al sepulcro de Cristo para que sus discípulos no pudiesen hurtar su cuerpo y proclamar su resurrección.
   ¿Y por qué sólo en Pascua? ¿Y por qué sólo alertar a los judíos y no a nosotros? 
   Hay muchas “navidades” en las que, por muchas causas, se ha hurtado el Cuerpo de Jesús recién nacido. Algunos lo han hecho por inercia: han ido quedando deslumbrados por el papel brillante con el que habían envuelto el misterio y se encuentran con que Navidad es confeti y espumillón. Otros lo han hecho con una intención bien definida: la de no sentir el ronroneo de la conciencia y llenar “los días felices”, “las felices fiestas”, de humo, de vapores y de sabores dulces o recios. A otros les ha sobrado siempre (o les ha ido sobrando poco a poco a golpe de emociones carnales) cualquier referencia a lo trascendente del mundo del espíritu; o han prescindido de esa ardua esfera de lo invisible que, parece, molesta porque exige ser menos animal. Algunos, ingenuos, han encontrado en la deformación de tradiciones seculares y venerables el alimento de sus fantasías, esperanzas, sueños e ilusiones: Magos, Papá Noel, Santa Claus o, simplemente, Santa, sin género ni caso.
   A los que hemos construido nuestra vida en la irrenunciable fe en el Amor de Dios hecho Hombre nos corresponde poner diques a la invasión, en nuestro pequeño o no tan pequeño mundo, de corrientes de vacíos, de ficciones y de cuentos.