El pasado 30 de
Septiembre tuvo lugar en Bratislava una celebración solemnísima en honor del
nuevo beato salesiano Titus Zeman, mártir. Y como el dicho antiguo verba movent, exempla trahunt (las palabras
conmueven, los ejemplos arrastran) vamos a repasar brevemente, para los que no
conocen los hechos, los ejemplos que nos conmueven
y que pueden arrastrarnos de algún
modo.
La noche del 13 al 14 de abril de
1950 el régimen comunista prohibió en Checoslovaquia las órdenes
religiosas, ocupó con sus milicianos las casas de los religiosos, trasladando a
los consagrados a conventos transformados en checas. Entre ellos varios
salesianos de Don Bosco. En Eslovaquia esta noche dramática fue llamada «La
noche de los bárbaros».
Don Tito Zeman, joven
sacerdote salesiano, se encontraba en la parroquia de Senkvice, con lo quedó
libre de la confinación de aquella noche. Otro joven salesiano Ernest Macák pensó
que la solución para librar a los seminaristas salesianos de esa medida era
hacer que, pasando – ilegalmente, según las autoridades de la nación - las
fronteras de Checoslovaquia y Austria, llegasen a la Casa Madre de los
Salesianos en Turín.
Zeman se encargó de ello
y organizó dos expediciones de más
de 30 jóvenes Salesianos. Pero en la tercera fue arrestado con la mayor parte
de los componentes del grupo. En los interrogatorios sucesivos le golpearon
como a los demás y le rompieron algunos
dientes. Pero para librar a sus Hermanos de ese sacrificio se declaró
responsable del hecho que se condenaba.
El mismo Tito manifestaba
más tarde: «Cuando me apresaron empezó mi Viacrucis. Desde el punto de vista
psíquico y físico lo he vivido durante el encarcelamiento preliminar. En la
práctica duró dos años… Vivía con el temor continuo de que en cualquier momento
se abriera la puerta de mi celda y me llevasen fuera, al lugar de ejecución.
Mire, por esto, todos mis cabellos se han vuelto blancos. Si vuelvo a las
torturas inimaginables sufridas en los interrogatorios, le digo sinceramente
que todavía me vienen escalofríos. Al pegarme y torturarme empleaban métodos inhumanos.
Por ejemplo, llevaban un cubo lleno de porquería de cloaca, me metían en él la
cabeza y la mantenían en él hasta que comenzaba a ahogarme. Me daban fuertes
patadas en todo el cuerpo y me golpeaban con cualquier objeto. A raíz de uno de
estos golpes, me quedé sordo durante varios días».
En
el
proceso se le acusó de traidor a la patria y espía del Vaticano. El fiscal
general pidió para él la pena de muerte. El 22 de febrero de 1952 fue condenado
a 25 años de cárcel incondicional y se le conceptuaba como «mukl», «hombre a eliminar». El 10 de
marzo de 1964 salió de la prisión en libertad condicional, después de casi 13
años de reclusión y tras haber sido excluido de numerosas amnistías. Su salud
estaba seriamente quebrantada.
Vivió con su hermano,
trabajando de obrero en un almacén de productos textiles. Más tarde le
permitieron trabajar de almacenista; ocupación que desempeñó hasta el final de
sus días, irremediablemente marcado ya por los sufrimientos padecidos
en la cárcel. Murió
cinco años después, el 8 de enero de 1969.