El empresario prusiano Johann Ludwig Heinrich
Julius Schliemann (1822-1890) soñó con comprobar que lo que se lee, por
ejemplo, en la Ilíada, fue real y que aquella realidad se vivió en Troya,
Micenas, Tirinto, Orcómono… Y a Troya y Micenas se fue para excavar la
tierra y descubrir que su sueño era acertado.
Con menos medios y más
método se sigue excavando y excavando en muchos lugares del mundo. La
arqueología se viste con la nobleza de descubrir el pasado. Y hace un año (mayo
de 2015) un equipo de arqueólogos (Jack L. Davis y Sharon R. Stocker, de la
Universidad de Cincinnati) encontró en las ruinas de Pylos, en el sudoeste de
Grecia, la tumba de un guerrero que fue enterrado allí hace unos 3.500 años en una
fosa a 2,50 metros de profundidad, dos metros de ancho y cuatro de largo. Guerrero
importante si tenemos en cuenta el hallazgo: un ataúd de madera con los huesos de
un hombre joven de entre 30 y 35 años. A la izquierda estaban las armas: una
espada de bronce con empuñadura de marfil y oro y una daga con oro. A la
derecha, cuatro anillos de oro con finas tallas minoicas y cerca de 50 sellos
de piedra con imágenes de dioses y toros. Entre sus piernas había una placa de
marfil en la que estaba tallado un grifo,
criatura mitológica cuya parte superior es de
águila y la inferior de león, que protegía a los dioses y a los reyes.
También se encontraron copas de oro, plata y bronce, un espejo de bronce con
mango de marfil y seis peines del mismo material. Todo lo que parecía que iban
a necesitar para navegar con seguridad por el difícil camino del más allá.
¿Y a cuento de qué
viene esta vieja historia para nuestra vida? A mí se me ocurren estas dos
nimiedades: ¿Organizan los padres y formadores el futuro de sus pupilos de modo
que en su futuro sobre la tierra esté provisto de todo lo que van a necesitar
para vivir con dignidad su condición de hijos y de discípulos? Me refiero a la
honradez, probidad, sentido de la justicia, grandeza ánimo, fortaleza, tesón,
generosidad, tenacidad, limpieza de conciencia… Es decir, todo eso que cuando
miramos a nuestro alrededor o en
nosotros mismos echamos de menos y nos gustaría no tener que echarlo así?
¿Intentamos despertar en ellos aprecio por esas condiciones de hombres maduros,
estimulamos el deseo de crecer en estatura intelectual, perfección de alma, belleza
de conducta, luminosidad de obras?