Creo que ninguno de nosotros se ha puesto a contar cuántos
insectos o plantas… se conocen en la Tierra. Parece que, en números muy
redondos, se ha llegado a proponer que los insectos conocidos (la referencia
es, naturalmente, a especies, no a individuos) son más de 800.000. Menos, pero
muchas también, son las plantas: 248.000; 200.000 los artrópodos no insectos
(arañas, cangrejos, ciempiés…); 70.000 los hongos; 50.000 los moluscos; 30.000
los protozoos; 27.000 las algas; 19.000 los peces; 12.000 los platelmintos
(esos gusanos que no tienen patas ni vértebras); 9.000 las aves; 9.000 las medusas; 6.300 los
reptiles; 4.200 los anfibios; 4.000 los mamíferos...
Esto es lo conocido. Pero es frecuente encontrar en la prensa
o, más todavía, en publicaciones especializadas, que se han descubierto nuevas
especies. Por ejemplo, investigadores de la Universidad de Berkeley han
clasificado 1.000 nuevas especies de bacterias y arqueas (parecidas a las
bacterias, dicen los entendidos, pero diferentes), que viven en lagos, cuevas y
bosques de nuestro Planeta, la Tierra.
Bastaría
este burdo recuento para despertar en cada uno de nosotros una seria actitud de
admiración y respeto ante la vida en cualquiera de sus modalidades. Pisar una hormiga
es un acto que tal vez se haga pensando que molesta o que mancha o que nos
puede invadir. Nada de eso sucede ni va a suceder. ¿Cuántos millones de años
hemos convivido con ellos y no han deshecho el mundo?
Y sin
embargo, respetar la vida, ese maravilloso don inexplicable, es algo que para
algunos no tiene importancia. Cuando se trata de un ser humano (pensemos en una
ejecución mortal, en la víctima de una reyerta, en eso que tan perversamente se
llama “violencia de género”, en una
guerra, en un aborto…) se está frustrando el recto camino de la construcción de
la historia, se está produciendo un fracaso de Dios. Y no hay nada más
aberrante que lo más venerable de la historia, que es la vida, se someta al
capricho, a la barbarie, al desahogo de quien se convierte con ello en un ser vil
y despreciable.