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jueves, 31 de enero de 2013

Paraíso.



Cuando alguien se acercaba a Don Bosco y le preguntaba (después de haber oído que en adelante lo quería como uno de sus amigos) cuál era la contraprestación en el pacto de quedarse con él y entregarse como él a sus muchachos, respondía: Pan, trabajo y paraíso. La mirada de Don Bosco estuvo siempre iluminada por un rayo de lo alto.
Cuando el 12 de Septiembre de 1884 el Ecónomo general de la Congregación salesiana presentó al Capítulo general el proyecto de escudo propio, se aprobó sin más diferencias que las del lema. Campea en lo alto del escudo una estrella que deja caer su luz acariciadora sobre el mundo. Es el símbolo de nuestra actitud humana: trabajar en medio del bosque de nuestras preocupaciones diarias, pero con la seguridad de desde el encumbrado “Paraíso” de nuestra esperanza y en lo más hondo del “Paraíso” de nuestro ser de Dios, una luz increada pone seguridad en nuestro camino, calor en nuestro entrega y aliento en nuestro trabajo.
También el lema que quedó (porque Don Bosco recordó que se había tenido y vivido desde el principio: DA MIHI ANIMAS CETERA TOLLE) afirmaba la preeminencia del hombre sobre las cosas. Hay en la sociedad contagiosa, más que en cada hombre, una acentuada tendencia a preocuparse por tener: más dinero, más comodidades, más cosas… Y el hombre que se muere con todo eso se muere sin nada, porque se muere igual que el que no lo ha tenido.
Por eso Don Bosco ve que Dios que nos ve, mira a Dios que nos mira, busca a Dios que nos busca y ama a Dios que se derrama sobre nosotros como Amor y nos invita a responderle del mismo modo. Es el segundo apoyo de nuestro sistema preventivo: la Fe, el sentido de que nuestra vida no es la de un animal que perece, sino la de un hijo al que espera siempre un Padre que le hace entrar en su plenitud.        

viernes, 8 de junio de 2012

El último beso.


Desde que vino a mis manos El hombre que fue jueves, de Gilbert Chesterton, quedé atraído por él. No por Gabriel Syme, el policía-terrorista, sino por el autor. Por su frescura, su imaginación, su profundidad en algo que parecería una diversión surrealista. De modo que al seguir las marejadas del tenso océano de su vida, me emocionaron algunos rasgos de su rica personalidad. Y me refiero a un hecho, aparentemente ligero, pero que reflejó, sin duda, la ternura de su corazón de esposo y padre.  
Escribió su biógrafo Joseph Pearce que Frances Blogg, su esposa desde hacía 35 años, estuvo continuamente junto a su lecho durante la gravedad. Y en el último despertar, que duró unos segundos, al descubrirla Chesterton sentada a su lado, le dijo: «Hola, cariño». Y que luego, dándose cuenta de que Dorothy, la hija adoptiva de ambos, también estaba en el cuarto, añadió: «Hola, querida».
La actitud más constante en la cercanía de la muerte suele ser, como es natural, el egoísmo volcado sobre el propio dolor o la sensación de impotencia a pesar de querer superarla. Descubrir a alguien que acompaña porque ama y decirle con un piropo que se la quiere es un gesto de ternura, de auténtico amor que denota una práctica anterior de interés y entrega a los demás que no se improvisa.
La fe cristiana de este gran hombre estuvo jalonada por la indiferencia infantil y juvenil heredada de la familia; por la inquietud ante la falta de sentido que descubría en su vida al faltarle la fe; por la devoción a su esposa, sólida creyente anglicana en quien encontró las razones y la fuerza para creer; y por la búsqueda de la seguridad en el catolicismo en el que veía un mapa con el cual era imposible perder el camino de la vida. Pero junto a la fe descubrió la esencia del cristianismo que está en el amor y el acto supremo de la vida de un cristiano en darla por los demás. 
Por eso me emociona que la última atención, el último acto de su vida fuese la sencilla muestra de cariño a las personas que más quiso en su vida.

domingo, 13 de mayo de 2012

Llorar por una piedra.


Debió de ser en el reinado de Conrado II (décimo séptimo emperador Salio del Sacro Imperio Romano Germánico, allá por el siglo XI) cuando un privilegiado compositor áulico, capellán de la Corte, Wipón de Burgundia, regaló a los creyentes de entonces (y nos la regaló a nosotros también) la deliciosa secuencia pascual Victimae paschali laudes que seguimos cantando con una melodía gregoriana que parece una catedral románica, sencilla y sublime.
María Magdalena, la enamorada del Amor, responde al autor del himno que le pregunta qué ha visto en el camino, con palabras cortas y definitivas: Resucitó Cristo, mi esperanza. Pero el autor de una de las versiones castellanas lo redondea así: Resucitó de veras mi amor y mi esperanza.     
Los dos aciertan adorablemente. Para María todo lo que tenía y podía desear era Cristo. Más que nadie de los que compartieron con él amor y persecución tenía su todo en Él. Creer de verdad, limpiamente, en alguien es convertirlo en esperanza, en meta, en final. Y cuando la historia parece habernos matado nuestra Vida, recuperarla es el milagro más imposible que se puede beber.   
Cuenta una historia más cercana que cuando Sofía Loren estaba interpretando una película que dirigía Vittorio de Sica, alguien le robó sus joyas. De Sica la sorprendió llorando, y cuando supo la causa le dijo: No llores por lo que no puede llorar por ti.
¿Por quién lloramos? Porque todos tenemos a nuestro alrededor un coro o una algarabía de solistas plañideras que se pasan las horas invitándonos a que hagamos lo mismo que ellos. La crítica, la nostalgia, el coro insaciable no lloran por el amor o por la esperanza. Es más: han matado al amor y no lo quieren. Hay perlas que acarician mejor que cualquier egoísta. Llorar por ellas es un deber. Y no tenemos o no queremos tener un director de nuestra tragedia, un educador de nuestra vida, que nos diga que no vale la pena llorar por una piedra.

jueves, 12 de abril de 2012

Gorongosa.


Elefantes de Gorongosa

Gorongosa es una montaña de 1862 metros de altura en el centro de Mozambique con un parque natural de 4000 kilómetros cuadrados en la parte sur del gran Gran Valle del Rift. Ya sabéis que este Gran Valle del Rift es una honda y larga brecha en la tierra que va desde el río Jordán y el mar Rojo hasta Mozambique y que se ahonda y se ensancha desde hace 30 millones de años. Y a ese paso, lento e imparable,  dentro de 10 millones de años África será dos Áfricas con un océano en medio de ellas.
¿Qué pasa en Gorongosa? Que los elefantes nacen sin colmillos o los tienen muy pequeños y hace cuatro años llevaron desde Sudáfrica cuatro elefantes, sanos y bien dotados de colmillos, para tratar de dar fin en generaciones sucesivas a una situación tan descolmillada.
¿Por qué pasa eso? La respuesta a esa falta de defensas, dicen, es la respuesta a la destrucción de esos animales desde hace doscientos años para vender marfil o, más recientemente, para pagar los costes de la cruenta guerra entre el FRELIMO y el RENAMO después de la independencia del País, desde 1977 hasta 1992. Había 12.000 ejemplares y quedaron en 70.
"Los veterinarios dicen que el estrés ha acabado con sus colmillos". “Nos matan para arrancarnos los colmillos” - sienten los elefantes. “Pues nacemos sin colmillos”.
Como estas líneas no son una lección de Historia natural (aunque, como Historia natural, sea tan elocuente) pasamos a la lección humana que nos interesa muy de cerca.
El ser humano es profundamente sensible. Guarda una memoria indeleble, consciente o inconsciente, de todo lo que le ha ido haciendo hombre. Desde su procreación hasta su muerte. Los gestos y acciones que le llegan (“… pedacitos de ti”, canta Antonio Orozco), modulados por sus sentimientos, su mente y su voluntad, van grabando un historial complejo y reactivo que será en su historia el alimento que le configure y el material que use para relacionarse con los demás. De un modo casi incontenible.  
¿Qué ha habido en la infancia de un muchacho que disfruta zahiriendo (o hiriendo sin za), insultando y quemando, exigiendo y violentando, forjándose derechos cuando no le han enseñado a tener deberes? Si en todos nosotros hay una rabia contenida por la educación, por la fe o por la convicción ante la injusticia, la miseria, la avaricia, la ruindad… ¿cómo va a contenerse esa rabia en quien no tiene ni educación, ni fe, ni convicciones, ni amor, ni capacidad de admiración, de compasión y de perdón porque le dieron a mamar hiel podrida?