sábado, 18 de junio de 2011

No hay mal que por...


… (para) bien no venga. A veces. Pero es bueno suponer que cuando algo no ha ido bien estamos en una de esas veces y es sabio aprovecharla. Fue el caso del vino Tokaji Aszú. Cuentan que Luis XIV dijo al probarlo: "Este es el vino de los reyes y el rey de los vinos". Y en algunas de sus ediciones en la etiqueta consta como lema, en latín, que es más solemne, VINUM REGUM 1650 REX VINORUM, debajo de una corona formada por tres hojas de vid. Tokaji significa "aquí", "de aquí" y es el nombre de la colina en que se produce en el Noreste de Hungría. Y Aszú, “secado”.
Parece que, hacia 1659, ante la amenaza de la invasión turca se decidió retrasar la vendimia en la zona.
Esperaron un mes. Mientras tanto, parte de las uvas de la parte inferior de los racimos se marchitó a causa del hongo Botrytis cinérea, abundante en la zona, que afectó a las uvas inferiores de los racimos llenas de agua por las lluvias de otoño. Pero lo que se presentó como una desgracia, se convirtió en una fortuna. Porque esas uvas afectadas dan al vino obtenido en la prensa de las “normales” su sabor especial. Estas uvas afectadas se recogen, una a una, a lo largo de algunos días por el diferente grado de "maduración". De ellas destila un néctar con casi el 70% de azúcar, con 3,5º, que se añade al vino nuevo o mosto en distintas proporciones: Según el número de puttonyos o serones de uva afectada se obtienen vinos más o menos apreciados. El de 3 puttonyos es el más modestito y con 6 alcanza su cima y más alto precio.
¿Por qué perdemos humor, fuerza y cuajo cuando algo se nos tuerce? Hacer de tripas corazón no es un disparate cuando la cirugía moderna nos abre tantos caminos para enderezar entuertos, perdonar errores, tomar lo que nos parece un despojo y convertirlo en un tesoro.
Debemos descubrir esa oficina de milagros al alcance de nuestra aparente poquedad. Cuando se ama se engendra vida. Y el amor es natural cuando lo que tenemos delante, personas, animales o cosas, nos entusiasma o se nos convierte en amable por obra de nuestro buen deseo. Cuando alguien o algo, en cambio, se nos presenta como un desecho, es cuando nuestro amor puede hacer un milagro. Todos nosotros hemos tenido ocasión de ver brotar una sonrisa en la persona ajada a la que hemos sonreído. Pero a lo mejor (a lo peor) hemos perdido esa ocasión.

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