miércoles, 14 de agosto de 2013

Edith Stein.



Edith Stein nació el 12 de octubre de 1891 (gran día para los judíos: Yom Kippur) en Breslau (Breslavia). Y murió con su hermana Rosa (siendo ambas carmelitas) como Sor Teresa Benedicta de la Cruz, en una cámara de gas de Auschwitz el 9 de agosto de 1942. Este mismo día de cada agosto se celebra en la Iglesia católica su fiesta como santa y patrona de Europa.
Los breves 48 años de su vida estuvieron jalonados por su vida feliz con su madre y sus diez hermanos (el padre murió cuando Edith tenía dos años); su resistencia a la escuela porque en ella no enseñan nada que ella no sepa y se aburre; su abandono de la fe hebrea a los 12 años "para afirmarse como un ser autónomo"; “una viva tendencia a la búsqueda de la verdad"; la entrada en la universidad; el encuentro con la fenomenología como algo más que una aventura de la mente; su tesis de doctorado sobre la empatía con el descubrimiento de la "alteridad"; su disposición a la escucha; su servicio como enfermera en la guerra; la visita, determinante para su futuro, a su amiga Ana, a la que encuentra serena y sostenida por la fe, viuda de Adolf Reinach, convertidos al catolicismo ("Este fue mi primer encuentro con la cruz y con la fuerza divina que transmite a los que la llevan... Fue el momento en que se desmoronó mi irreligiosidad  y brilló Cristo"); la lectura de un tirón, en casa su amiga Hedwig Conrad-Martius, de la autobiografía de santa Teresa de Jesús ("Cuando cerré el libro me dije: Esta es la verdad"); su Bautismo el 1 de enero de 1922 ("Había dejado de practicar mi religión hebrea y me sentía nuevamente hebrea tras mi retorno a Dios"); su deseo de ser carmelita (“... hoy soy mucho más consciente de lo que significa ser esposa del Señor en el nombre de la cruz”); estudia, da clases, escribe...; le aterra la llegada del nazismo (envía una carta para el Papa en nombre de su pueblo); el 14 de octubre de 1933 entra en el Carmelo de Colonia (votos temporales el 21 de abril de 1935; el 21 de septiembre de 1938 los perpetuos: "Que ya sólo en amar es mi ejercicio" repetía a su san Juan de la Cruz en el recordatorio de su profesión); la trasladan a Echt (Holanda) con su hermana Rosa; presas el 2 de agosto de 1942 las apresan y llevan a Westerbork, como venganza por un escrito de los obispos holandeses contra las acciones sobre los judíos ("Ven, vayamos, por nuestro pueblo", le dice a Rosa); el 7, con 987 judíos más, las llevan a Auschwitz donde muere en la cámara de gas el 9 de agosto de 1942 ("Quien pertenece a Cristo debe volver a vivir toda Su vida; debe madurar y convertirse en un otro yo, debe recorrer el camino de la crucifixión, debe dirigirse a Getsemani, debe subir al Calvario".

viernes, 9 de agosto de 2013

Aparecida.



El 10 de julio de 2007 el Papa Benedicto XVI aprobó el documento conclusivo de la Quinta Conferencia del episcopado latinoamericano:

"Al mismo tiempo que expreso mi reconocimiento por el amor a Cristo y a la Iglesia, y por el espíritu de comunión que ha caracterizado dicha Conferencia General, autorizo la publicación del Documento Conclusivo, pidiendo al Señor que, en comunión con la Santa Sede y con el debido respeto por la responsabilidad de cada Obispo en su propia Iglesia particular, sea luz y aliento para una fecunda labor pastoral y evangelizadora en los años venideros."

Se había compuesto del 13 al 31 de Mayo del año citado en el Santuario de Nuestra Señora de Aparecida, a 260 kilómetros de Río en un valle del estado de Sao Paulo, el centro de peregrinación más grande del mundo. Es un sustancioso mensaje social orientado por el entonces arzobispo de Buenos Aires, Monseñor Jorge Mario Bergoglio y actual Papa Francisco, como fruto de un amplio, ordenado y complejo dialogo: una mirada a la pastoral, con atención preferente hacia los pobres, una sacudida a la creatividad y renovación de la Iglesia. «¡Necesitamos un nuevo Pentecostés! ¡Necesitamos salir al encuentro de las personas, las familias, las comunidades y los pueblos para comunicarles y compartir el don del encuentro con Cristo, que ha llenado nuestras vidas de sentido, de verdad y amor, de alegría y de esperanza!». Bergoglio decía de él: «El documento de Aparecida no se agota en sí mismo, no cierra, no es el último paso, porque la apertura final es sobre la misión».



Sus tres partes contemplan la vida de nuestros pueblos hoy con los discípulos misioneros atentos a la realidad, la vida de Jesucristo que despierta en ellos la alegría de seguirlo, su llamada a la santidad, la comunión entre ellos y su formación; la vida de Jesucristo para nuestros pueblos en la misión al servicio de la vida, de la dignidad humana, de la familia, de las personas y de la vida. Y la atención a la cultura propia de nuestros pueblos.



Se cierra con una larga y encendida petición: “¡Quédate con nosotros, Señor…!”.

domingo, 4 de agosto de 2013

Goma.



Copio de El Mundo el último capítulo (23/07/2013) del blog de Raquel Villaécija y Alberto Rojas: Las cicatrices de Ruanda. Una niña olvidada en la letrina.

“Hay criaturas que al nacer ya arrastran una condena. Joseph se quedó huérfano en el paritorio hace seis horas y su padre acaba de dejarlo en la puerta del centro Don Bosco, el único recurso para los huérfanos de Goma. Ahora duerme su primer sueño acunado por Beatrice, la mujer que cuidará de él hasta que se haga mayor de edad o la familia lo reclame. Esta congoleña madre de dos hijos no solo se ocupa de todos los menores sin padre de la ciudad sino que además ha adoptado a uno.
Al lado de Joseph descansa Herminia, una niña de pocos días a la que dejaron abandonada en las letrinas de un campo de desplazados. O Jean, cuya madre lo dejó tirado en una calle de la ciudad porque nació con una minusvalía. En esta sala ya no hay penas. Da igual que fuera zumbe la artillería. Una veintena de recién nacidos tendrá un futuro (el que sea, bueno o malo, pero futuro) gracias a la labor de los que trabajan en este mítico orfanato fundado por salesianos.
Uno de ellos, que lleva aquí 32 años, nos acompaña en la visita. Honorato Alonso es un religioso español comprometido con los intocables del Congo. Nos muestra todo lo que han levantado desde que este centro era un sueño casi imposible.
Éste es uno de los pocos sitios donde se oye a los niños reír y se les ve jugar. En la cocina, una enorme nave humeante, algunos jóvenes que estudiaron en el centro se dedican ahora a preparar el almuerzo para miles de niños. Los más pequeños ponen la mesa, reparten platos y cubiertos. Las madres violadas del Congo, también acogidas aquí, lavan la ropa y cuidan de los bebés. En Don Bosco, todos son una gran familia. 
Queríamos dedicar el último capítulo de este blog a ellos y a la labor que hacen, tan importante para los menores de Congo. Dignifican a las personas por encima de la violencia y los intereses que desangran el país”.  

martes, 30 de julio de 2013

Río.



Cuando al primer día del año 1502 el hispano-portugués Gaspar de Lemos, de la escuadra de Pedro Álvares Cabral, entró en la bahía de Guanabara, dio al lugar el nombre de San Sebastián de Río de Janeiro, el mes del descubrimiento. Buscaba plata. Aunque prefería oro, como todos los grandes navegantes, descubridores y colonizadores… no podía dejar de sentir el honor de haber llegado a aquel santuario acogedor y sorprendente. ¿Podía imaginar que quinientos años más tarde aquella inmensa y bellísima bahía sería un paraíso del turismo y del ocio, del placer y de la diversión y de muchas cosas más, no todas luminosas, justas y pacíficas? Invocó y le dio el nombre de San Sebastián, el joven asaeteado por preferir a Cristo en vez de la fidelidad al emperador.
Más de seis millones y medio de pobladores actuales (un poco más de la mitad, blancos; la tercera parte, “pardos” o mestizos; y el resto, negros) han podido escuchar al Papa de los católicos (en Río un poco más de tres millones y medio) entre sus primeras palabras al llegar el día 22: “No he venido a traer ni oro ni plata, sino lo más valioso, Jesucristo". La misión que el Papa lleva es la de invitar a optar por Cristo. Es la propuesta que hace a los jóvenes que han llevado la Cruz como signo de su opción. 
El mundo está lleno de la sabiduría de los que dominan el arte para convencer a los jóvenes de que mientras se es joven no se puede renunciar a nada que sea placentero. Es muy fácil distraer de la  contemplación de Jesús (que es Amor, entrega a los otros) demostrando que vender todo por seguirle no es muy halagüeño.
Por eso el Papa llama la atención a los que, embobados por el brillo del oro y de la plata, no pueden ver en Jesús la grandeza, la bondad, la belleza, la valentía, la generosidad de renunciar a una piedra para apoyar la cabeza con objeto de ser capaz de dar la vida por un amigo.

jueves, 25 de julio de 2013

Deja huellas.



Que Shoep, perro alemán, haya dejado su huella en la arena de la playa del Lago Superior, en Estados Unidos, no tiene importancia. Pero sí su historia, aparentemente sin relieve. Porque cuando su amigo (me da vergüenza llamarle “dueño”) John Unger lo presentó en Facebook a los que quisieron verlo, más de 351 mil nuevos amigos, desde entonces, sintieron un nudo en la garganta. Aparecía dormido en brazos de John sumergido en el agua. Los remedios para su artritis no eran eficaces. Pero los brazos de su amigo metido en el lago y el agua que lo envolvía durante un largo rato le permitían cerrar los ojos, tal vez dormir y tal vez, también, olvidar que era viejo.
Hace pocos días ha muerto, a los 20 años, Shoep. Nos deja una huella que puede poner algo de ternura en estas vidas nuestras tan llenas, muchas veces, de prisas o hasta violencias, de cansancios y de exigencias. ¡Qué poco espacio dejamos a la intuición de que una persona que vive cerca de nosotros necesita un gesto de cariño de nuestra parte! Sentirse querido es el estremecimiento más hondo del ser vivo. Ese sentimiento no lo despiertan palabras repetidas (¿por costumbre?, ¿para cumplir?…). Me decía una persona con experiencia en el trato con personas en fase terminal: “Es posible constatar, al menos en algunos casos, que una caricia, un susurro, una palabra de cariño es para ellas mucho más de lo que se puede imaginar”.
Sin que lleguemos al final, ¿por qué no sustituimos los rebuznos con que comentamos algunas veces conductas propias o ajenas, nuestras y más bien suyas, con palabras “humanas” que hagan sentir al que las recibe que al menos lo tenemos en cuenta como compañeros del mismo camino?