La figura
de San Luis Orione campea en la historia de la iglesia católica como una
bandera desplegada en favor de los menos favorecidos. Siendo seminarista en
Tortona (Italia) se volcó en el trabajo de servicio a los que recurrían a la Sociedad de mutuo socorro y a la Conferencia de San Vicente de Paul. Abrió
un Oratorio y un colegio para muchachos pobres del barrio de san Bernardino.
De 1886 a
1889 fue alumno de Don Bosco en el Oratorio de Valdocco de Turín y allí le pasó
lo que se nos refiere en la publicación periódica “Amigos de Don Orione” de Tucumán (Argentina).
“El
primer milagro obrado por Don Bosco luego de su muerte fue en favor del joven
Luis Orione. De 1886 a 1889, fue alumno del Oratorio de Valdocco, en Turín. El
día de la muerte de Don Bosco (1888), Orione era uno de los alumnos encargados
de organizar la larga fila de devotos que venían a rezar ante su urna
funeraria. Muchos fieles querían algún recuerdo del venerable sacerdote. ¿Cómo
atender a tantos pedidos?
Presionado por las circunstancias, Orione,
entonces con 16 años, optó por la solución que le pareció más simple y
práctica. Corrió a la despensa –que estaba a su cargo– para cortar pedazos de
pan, tocarlos en el Santo y dárselos a los fieles como reliquia. Pero la
juventud no siempre es tan calma como generosa... En la prisa por satisfacer a
todos, Luis Orione, que era zurdo, ¡se cortó el dedo índice derecho! ¿Dolor
físico? Casi no lo sintió. Ninguna otra preocupación se apoderó de su mente más
que esta: ¡sin ese dedo, no podría realizar su sueño de ser ordenado sacerdote!
Para
evitar semejante desastre necesitaba la intercesión de Don Bosco. Corrió,
sujetando el dedo que colgaba tan sólo de una delgada capa de piel, y lleno de
fe lo tocó en el cuerpo del Santo. En el mismo instante, el dedo cicatrizó
perfectamente. Aún puede verse hoy, en el cuerpo del Bienaventurado Orione, la
marca del corte rodeando por completo el índice derecho”.