La conocida y
autorizada revista National Geographic tomó la villa romana de
La Olmeda (Pedrosa de la
Vega-Palencia) para ilustrar el mes
de septiembre de 2016 en su calendario anual. Le tengo un cariño especial y un
respeto reverencial a la belleza de esta antigua villa romana de finales del
siglo IV. Porque, poco después de su descubrimiento en 1968 y su posterior apertura
al público, tuve el placer de seguir las explicaciones con que su descubridor,
el santanderino don Javier Cortes Álvarez de Miranda, nos regalaba a los
visitantes. La sencillez al relatar su asombroso descubrimiento, su atenta
tenacidad en remover las tierras de su finca, su respeto desde el principio a
lo que intuyó como un tesoro histórico y artístico, su cuidado al alumbrar
metro a metro los 4.400 que comprende la villa, me emocionaron profundamente.
Doce
años más tarde lo donó a la Diputación de Palencia que ha ido dedicando atención a la mejora de los accesos y la
protección y acondicionamiento de esta preciosa página de la historia
“enterrada” durante dieciséis siglos.
Leo que
National
Geographic la
emparejaba con monumentos de la historia como los restos de Tutankhamón, la Cueva
de Lascaux, Machu Picchu, Pompeya, Petra, Angkor, Abu
Simbel… y otros pocos pero preciosos legados de nuestros antepasados de
todo el mundo y de todos los tiempos.
Para algunos de nosotros y para muchos de
nuestros jóvenes (¡y niños!) compañeros de camino, el pasado está pasado. Cuenta
lo que va a venir, lo que acaba de llegar y somos capaces de entusiasmarnos con
lo que neciamente llamamos trending topic
(¡moda, ignorante!) solo porque es moda. El móvil
(se supone que en la historia ha habido muchos móviles y a nuestro alrededor)
ese móvil que todos sabemos y sus compañeros de incomunicación, nos entontece,
porque nos impide ser nosotros mismos. Decimos que con él en la mano llegamos a
todas partes, pero seguimos adelante aislándonos, ignorando tanta riqueza
admirable, echando sobre nuestras vidas mucho tiempo perdido, mucha tierra de
siglos.