Franciszek Ksawery Pruszyński,
polaco, fue periodista, escritor y diplomático polaco. Vivió en su corta vida
los vaivenes históricos de su patria (1903-1950) y adoptó para su vida el color
del momento. Conservador en su juventud, llegó a simpatizar con el comunismo
llegando a ser diplomático al servicio de la República Popular de Polonia.
En 1936 fue enviado como
corresponsal a la Guerra Civil Española, en Madrid. En 1939 formó parte del ejército polaco al
servicio de los aliados.
En la España republicana estuvo
desde septiembre de 1936 hasta el año siguiente en que volvió a Polonia. Como
fruto de su experiencia escribió En la España roja.
En sus crónicas se puede leer su
experiencia visitando un hospital de sangre atendido, como enfermeras, por
Hijas de la Caridad. De allí conservó «la imagen de una monja, joven, con una
cruz “barata” que le colgaba del cuello, y que cambiaba vendas “sucias y
repugnantes” de un herido». Y recordaba: «Jamás he agachado tanto la cabeza
ante un ser humano y probablemente jamás en toda mi vida volveré a agacharla
tanto»”.
“Agachar la cabeza” no es sino
reconocer la grandeza de una persona, de un gesto, de un acontecimiento. Y es
un gesto de personas que, por su madurez, descubren la grandeza personal, el
valor, la generosidad y el amor de muchas personas sin aparente relieve y casi
insignificantes socialmente, que viven con amor su relación con el prójimo. Y
cuando una cruz “barata” sobre el pecho refleja toda la riqueza del corazón de
quien se fía de Aquel que dio la vida por amor a todos los hombres de todos los
colores y de todos los frentes, está cerca de descubrir el misterio de la fe en
Cristo.