La
alegría y la felicidad de los sencillos en gritar (por ejemplo unos niños que
juegan persiguiéndose y gritando “¡Te he dado!”) es inigualable. Cuando el Papa
Francisco escribe su exhortación “Evangelii gaudium” describe el gozo del que
ha encontrado una piedra preciosa, la hondura del feliz mensaje de Jesús. En
esta página abierta con buena voluntad a los amigos de Don Bosco es bueno
traer algunas expresiones con que el actual Jefe de la Familia Salesiana,
Rector Mayor de la Congregación
salesiana don Pascual Chávez Villanueva, la describe.
«La
alegría de la que habla el Papa hace referencia a la alegría de la Buena Nueva,
la de Dios, que se hace débil más que
nosotros, de hecho un niño. Es la manifestación suprema del amor de Dios, que
se abaja para ser un hombre como nosotros y así elevarnos a la dignidad de
hijos suyos. Solo Dios podía pensar de manera radical un cambio de la
mentalidad humana… no podemos no evangelizar… debemos sentir en nosotros la
urgencia apostólica de comunicar a los demás, especialmente a los jóvenes, la
alegría y la belleza de la fe que da significado, esperanza y futuro para
nuestras vidas y para nuestro compromiso en la colaboración de la construcción
de un mundo mejor para todos, especialmente para los más pobres, necesitados y
marginados... dejando… hablar al corazón; el nuevo texto es una carta magna para
la Iglesia de hoy, con un sentido programático y consecuencias fundamentales,
porque no es posible dejar las cosas como están y debe constituirse en un
estado permanente de conversión y misión.
… Nos presenta una visión de cómo debe ser la
Iglesia: sin miedo al mundo moderno, buscando nuevas formas de predicar el
Evangelio, más misionera, más misericordiosa, más valiente para hacer todos los
cambios necesarios... que supere el miedo de salir de sus propias estructuras y
de perder sus falsas seguridades… que sabe denunciar un modelo económico que
hace del dinero un ídolo, que genera exclusión social y crea una cultura de
rechazo y de indiferencia… que tiene una especial predilección por los pobres y
un fuerte compromiso con la justicia social y la paz.
Me permito en este punto pedirles leer,
estudiar y dar a conocer esta Exhortación, "la alegría del
Evangelio", hacerla objeto de oración, dejar que caliente el corazón y,
sobre todo, que nos ponga en camino llenos de alegría que para llevar el mensaje
a los jóvenes».