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viernes, 18 de octubre de 2013

Domund 2013: Fe+ Caridad= Misión.



En todo el mundo católico el próximo día 20, domingo, es DOMUND. Se llame así o con otro nombre. Desde hace más de 80 años el Papa Pío XI propuso que este domingo de octubre se vistiese de fiesta misionera. Pero “las misiones” son esa oleada de fe y amor (FE + CARIDAD = MISIÓN es el lema de este año) con que mujeres y hombres inundan desde hace más de veinte siglos el mundo.

Porque hombres y mujeres de toda clase y condición que escuchan en lo más hondo de su entraña la voz del primer misionero, Jesús, viven llevando por todas partes el gozo inigualable de la noticia de que Dios es Amor y ama a todos los hombres. Y de que quiere que todos los hombres se amen.

Lo hacemos (o no lo hacemos) aquí al lado, con nuestra familia, nuestro amigos, nuestros compañeros de trabajo, cuando sonreímos, nos interesamos por ellos, por el resultado de la última exploración médica que sufrieron, o nos alegramos de que les haya tocado la primitiva (aunque no nos inviten a un café), o cuando les invitamos a un café porque nos ha tocado el cupón o no nos ha tocado nada. Creer y amar es llenar el mundo de todo lo contrario que tantas veces el mundo respira. Y ya sabéis cómo respira el mundo.  

Hay otros misioneros que van más lejos. Destinan su vida o parte de su vida, con toda su fuerza, toda su esperanza, toda su fe ¡y todo su amor! a caminar junto al que cojea tomándole del brazo; o poniendo en su mente proyectos y medios para salir de su engañosa incapacidad; o despierta en él el sentimiento de que con los instrumentos que al mismo tiempo le ofrecen pueden construir un mundo nuevo en la aparente esterilidad de su escenario.

Es verdad que nos piden un euro (y a lo mejor damos dos o cinco o cien) para que ese misionero que necesita instrumentos pueda construir el mundo nuevo con que sueñan él y su amigo el cojo. Pero lo más importante es que, al dar, sea yo el que recibe el regalo de un rayo de luz y una llama de amor que transformen mi alicorto respiro. 

martes, 8 de octubre de 2013

Bartali.



Gino Bartali, nacido en 1914 en Florencia, murió el 5 de mayo del año 2000. Le llamaban el Ginettaccio en sus años jóvenes por la formidable entrega a la práctica del ciclismo desde que el dueño del taller de arreglos de bicicletas le regaló una. Su vida profesional empezó a partir de 1935. Hasta 1954 había obtenido 91 victorias. Aunque durante la 2ª Guerra Mundial había tenido que interrumpir su “carrera”. Pero en 1948 ganó su segundo Tour con siete etapas ganadas. Subía como nadie. Fue ganador del gran premio de la montaña del Giro siete veces. Y dos del Tour. Durante años los nombres de Gino Bartali y Fausto Coppi, bastante más joven que él,  lo gritaron los muchachos y los menos muchachos italianos animando o ensalzando a su ídolo. Pero ellos siempre fueron muy buenos amigos.
Hace unos días se supo que se había reconocido a nuestro corredor como Justo entre las Naciones, un tratamiento concedido por la Comunidad Hebrea a los que, durante la persecución de los judíos en los oscuros años anteriores a la Guerra y en ella, habían contribuido a salvarlos. De él se dice: «…un católico devoto, durante la ocupación alemana en Italia formó parte de una red de salvamento cuyos jefes eran el rabino de Florencia Nathan Cassuto y el Arzobispo de la ciudad, el cardenal Elia Angelo Dalla Costa... Esta red hebreo-cristiana… salvó a centenares de hebreos locales” (se dice que ochocientos)… Bartali actuó «como correo de la red escondiendo falsos documentos y papeles en su bicicleta y llevándolos a través de la ciudad con la excusa de que se estaba entrenando. Aun conociendo que su vida corría peligro por ayudar a los hebreos, Bartali entregaba documentación falsa a diferentes contactos, entre ellos el rabino Cassuto».
Giorgio Nissim, miembro activo de la red, y autor de gran parte de la documentación entregada por Bartali, dejó un diario que sus hijos no descubrieron hasta 2003. En él se describía el funcionamiento de la red clandestina. Y allí aparecía Bartali con los recorridos que hacía, los documentos que llevaba y la abnegación por aquella causa justa.
Bartali fue un héroe público en su carrera ciclista durante algunos años. Pero “su carrera” secreta, de la que no se supo nada mientras vivió, se coronó con el premio que un creyente cristiano estima más: ofrecer su vida para salvar las de los demás.

sábado, 28 de septiembre de 2013

Cada día...



Los organismos directamente implicados nos dicen que cada día mueren en el mundo 18.000 niños que no han cumplido cinco años. En 2012 murieron 6,6 millones, la mitad que en 1990, año en el que 12 millones de niños perdieron la vida. La mitad en 22 años. Algo es algo. La mayoría de estas muertes se pueden evitar: “necesitamos un mayor sentido de urgencia" nos hacen sentir.
Las causas más frecuentes de esos niños neumonía, prematuridad, asfixia, diarrea paludismo… Casi la mitad por desnutrición. La mitad de las muertes de menores de cinco años se producen en China, la India, Pakistán República Democrática del Congo y Nigeria.
El Secretario General de las Naciones Unidas propone:

  • Una Estrategia Mundial para la salud de la mujer y el niño: se deben salvar 16 millones de vidas antes de 2015.
  • Un Plan Mundial de Vacunas: difteria, tétanos, tos ferina y sarampión.
  • “Una promesa renovada” (¡a ver si, por fin…!): evitar que los niños mueran por causas que se puedan prevenir fácilmente.
  • Mejorar el acceso a antibióticos y sales de rehidratación.
  • Plan de Acción Mundial contra la neumonía y la diarrea.
  • Eliminar la nutrición deficiente.

¿Y yo? ¿Dónde me encuentro? Voy a buscar el modo de conocer, en general, esa realidad tan devastadora y, tal vez, tan lejana a mi vida. Intentaré poner mi corazón al ritmo de los que trabajan por atajarla: con su presencia cercana, con su vida, con su cariño, con su salud, con su esperanza…Trataré de descubrir la entidad, grupo, asociación, iniciativa… que me inspire confianza y que esté en algún lugar del mundo acortando la distancia entre mi bienestar y aquella desolación. Precisaré el modo de hacerme solidario con ella: ofreciéndome personalmente, haciéndome portavoz de su intento y su trabajo, despertando en otros esa misma inquietud, colaborando en actuaciones de aquí que alivian los problemas de allí, inventando modos de reunir dinero para aportarlo donde haga falta...

viernes, 9 de agosto de 2013

Aparecida.



El 10 de julio de 2007 el Papa Benedicto XVI aprobó el documento conclusivo de la Quinta Conferencia del episcopado latinoamericano:

"Al mismo tiempo que expreso mi reconocimiento por el amor a Cristo y a la Iglesia, y por el espíritu de comunión que ha caracterizado dicha Conferencia General, autorizo la publicación del Documento Conclusivo, pidiendo al Señor que, en comunión con la Santa Sede y con el debido respeto por la responsabilidad de cada Obispo en su propia Iglesia particular, sea luz y aliento para una fecunda labor pastoral y evangelizadora en los años venideros."

Se había compuesto del 13 al 31 de Mayo del año citado en el Santuario de Nuestra Señora de Aparecida, a 260 kilómetros de Río en un valle del estado de Sao Paulo, el centro de peregrinación más grande del mundo. Es un sustancioso mensaje social orientado por el entonces arzobispo de Buenos Aires, Monseñor Jorge Mario Bergoglio y actual Papa Francisco, como fruto de un amplio, ordenado y complejo dialogo: una mirada a la pastoral, con atención preferente hacia los pobres, una sacudida a la creatividad y renovación de la Iglesia. «¡Necesitamos un nuevo Pentecostés! ¡Necesitamos salir al encuentro de las personas, las familias, las comunidades y los pueblos para comunicarles y compartir el don del encuentro con Cristo, que ha llenado nuestras vidas de sentido, de verdad y amor, de alegría y de esperanza!». Bergoglio decía de él: «El documento de Aparecida no se agota en sí mismo, no cierra, no es el último paso, porque la apertura final es sobre la misión».



Sus tres partes contemplan la vida de nuestros pueblos hoy con los discípulos misioneros atentos a la realidad, la vida de Jesucristo que despierta en ellos la alegría de seguirlo, su llamada a la santidad, la comunión entre ellos y su formación; la vida de Jesucristo para nuestros pueblos en la misión al servicio de la vida, de la dignidad humana, de la familia, de las personas y de la vida. Y la atención a la cultura propia de nuestros pueblos.



Se cierra con una larga y encendida petición: “¡Quédate con nosotros, Señor…!”.

domingo, 4 de agosto de 2013

Goma.



Copio de El Mundo el último capítulo (23/07/2013) del blog de Raquel Villaécija y Alberto Rojas: Las cicatrices de Ruanda. Una niña olvidada en la letrina.

“Hay criaturas que al nacer ya arrastran una condena. Joseph se quedó huérfano en el paritorio hace seis horas y su padre acaba de dejarlo en la puerta del centro Don Bosco, el único recurso para los huérfanos de Goma. Ahora duerme su primer sueño acunado por Beatrice, la mujer que cuidará de él hasta que se haga mayor de edad o la familia lo reclame. Esta congoleña madre de dos hijos no solo se ocupa de todos los menores sin padre de la ciudad sino que además ha adoptado a uno.
Al lado de Joseph descansa Herminia, una niña de pocos días a la que dejaron abandonada en las letrinas de un campo de desplazados. O Jean, cuya madre lo dejó tirado en una calle de la ciudad porque nació con una minusvalía. En esta sala ya no hay penas. Da igual que fuera zumbe la artillería. Una veintena de recién nacidos tendrá un futuro (el que sea, bueno o malo, pero futuro) gracias a la labor de los que trabajan en este mítico orfanato fundado por salesianos.
Uno de ellos, que lleva aquí 32 años, nos acompaña en la visita. Honorato Alonso es un religioso español comprometido con los intocables del Congo. Nos muestra todo lo que han levantado desde que este centro era un sueño casi imposible.
Éste es uno de los pocos sitios donde se oye a los niños reír y se les ve jugar. En la cocina, una enorme nave humeante, algunos jóvenes que estudiaron en el centro se dedican ahora a preparar el almuerzo para miles de niños. Los más pequeños ponen la mesa, reparten platos y cubiertos. Las madres violadas del Congo, también acogidas aquí, lavan la ropa y cuidan de los bebés. En Don Bosco, todos son una gran familia. 
Queríamos dedicar el último capítulo de este blog a ellos y a la labor que hacen, tan importante para los menores de Congo. Dignifican a las personas por encima de la violencia y los intereses que desangran el país”.